—Estoy preparando un delicioso Risotto, vas a chuparte los dedos, puedo asegurarte que no has comido uno como este en ninguno de los restaurantes a los que has ido en toda tu vida —anuncia Camila a través del celular revolviendo la cacerola que despide un aroma embriagador.
—¿Un risotto? No es que dude de tus… habilidades culinarias, pero suena a algo ambicioso, puedo llevar algo si quieres —bromea Sebastián que le ha dicho que se encuentra en camino.—No te atrevas a subestimarme, aún hay mucho que no conoces de mí, y hoy descubrirás una de mis grandes habilidades —asegura la mujer esbozando una sonrisa divertida ya que aun cuenta con muchas cosas con las que mantener vivo el interés de su pareja.—Caramba, si no te conociera diría que estás tratando de enredarme en tus encantos, no sé si sentirme halagado o asustado —mu—Me alegra escuchar que has tenido progresos, sin embargo aún te queda un buen tiempo allí—murmura Samantha a través del teléfono hablando con su hija.—Supongo que has de estar muy ocupada que no has sido capaz de venir a verme —cuestiona Antonia que si bien está dolida de la ausencia de su madre se esfuerza para no revelarlo en su tono de voz.—Conoces cómo son las cosas, he tenido que lidiar con lo que provocó tu… crisis, lo cual terminó costando mi triunfal regreso, e incluso he tenido que estar reteniendo a inversores y clientes con uñas y dientes. Y eso considerando que no llegue a afectar nuestra negociación más importante —revela la empresaria sin esconder su disgusto al poner en peligro su jugada por la que puso en marcha su aparente retiro e incorporación de Alexander.—Entiendo, crees que merezco estar
—Es muy extraño, Eloida no ha respondido ninguna de mis llamadas, yo no es propio de ella llegar tarde a un compromiso —murmura Uriel sentado a la mesa de la sala de juntas arrugando la frente desconcertado.—Habrá sufrido algún contratiempo, a todos nos puede pasar, podemos esperarla un momento más —anuncia Sebastián que ni siquiera está al tanto de la razón por la que se han reunido allí.—Ya la hemos esperado por quince minutos, suficiente tiempo, deberemos comenzar sin ella, la pondremos al tanto cuando se digne a aparecer —determina el accionista meneando la cabeza en desacuerdo, pues si bien Eloida es su aliada, considera que puede conseguir su propósito incluso con su ausencia.—Parece que se está haciendo una costumbre hacer Juntas sin importarte la ausencia de los miembros —reclama Lucía ganándose una mira
Antonia esboza una sonrisa bajo la sombra de un gran sauce que se ha convertido en una especie de refugio para ella, lo cierto es que desde el momento en que se resignó a estar en ese lugar, incluso ha comenzado a disfrutar de la paz que es capaz de brindarle. Sincerándose debe admitir que no es capaz de recordar el último momento en el que fue capaz de sentir tanta tranquilidad a su alrededor, por lo que ha preferido que en vez de lamentarse de estar allí, va a disfrutar de toda esa paz, la cual seguramente le será muy difícil hallar cuando salga de allí y deba hacerse cargo de todos los que se le tiren encima para tener una explicación de su crisis.—Antonia, querida, tienes visita. ¿Quieres recibirla adentro o aquí afuera? —consulta una robusta enfermera con una sonrisa amable.—Es una tarde demasiado hermosa como para pasarla encerrada entre paredes, prefiero aqu&iac
Sentada en una de las reposeras de la casa de la playa, Samantha contempla el tranquilo oleaje del mar, ese sonido de las olas mezclado con el de algunas gaviotas parece ser capaz de brindar una agradable sensación de tranquilidad a su cuerpo. Algo que cada vez parece escasear más y más en su vida, lo cual no debería sorprenderle en realidad, en su mundo uno siempre debe permanecer alertar, dispuesto a hacer su movida en cuanto una oportunidad se presenta.Aunque no es solo por los negocios que se ha sentido con la necesidad de ese pequeño retiro, la cuestión con Antonia la mantiene aún en vilo, si bien ha aceptado que ella puede ser en gran parte responsable de lo que le ha sucedido a su hija, se ha mantenido firme en su postura de dejarla pasar por ese proceso sola. Pero en cuanto su pequeña esté nuevamente a su lado la pondrá debajo de su ala como siempre lo ha hecho, dispuesta a conquistar el mund
—No, no iré a cenar, tengo que encargarme de unos negocios esta noche —anuncia Sebastián hablando por teléfono en el ascensor.—¿En serio? Había preparado carne al horno con papas al provenzal, no te haces una idea de lo bien que huele —murmura la mujer decepcionada por no poder estar con su novio esa noche.—En verdad lo lamento mucho, pero es algo que no puedo retrasar, siquiera por una comida deliciosa y la compañía de la mujer más hermosa —se excusa el empresario esbozando una media sonrisa como si ella fuese capaz de verlo.—Claro, intenta apaciguarme con halagos. Sabes, de hecho estaba pensando decirte que podrías invitar a cenar a Lucía —comenta Camila esperando atenta la respuesta por parte de su novio.—¿Qué? ¿A lucía? —interroga Sebastián rascándose la
Antonia baja del taxi que la ha llevado hasta la casa de la costa soltando un largo suspiro al ver las luces de la casa encendida, al recibir el alta fue hasta allí esperando poder tener tranquilidad, o al menos deseando tener un tiempo en completa soledad hasta decidir de qué manera enfrentar lo que le espera allí afuera. Claro que eso no incluía tener que encontrarse con uno de sus progenitores, y mucho menos si llega a ser su madre, ya de por sí le resultó bastante difícil la charla que mantuvieron por teléfono, como para desear mantener ahora una cara a cara. —¿Hola? ¿Papá? ¿Mamá? —pregunta la muchacha entrando a la casa deseando no recibir ninguna respuesta para asegurarse de que podrá estar sola. —¿Antonia? ¿Eres tú? —se oye la voz calma de Samantha proviniendo de una de las habitaciones. —Hola, mamá, no esperaba encontrarte aquí, supuse que estarías muy ocupada en la ciudad, con las cosas de la empresa —murmura Antonia tratando de esb
Sentado en su oficina Alexander contempla el dorado portarretrato que contiene la fotografía de su difunta esposa posando con los brazos abiertos y la cabeza echada hacia atrás rn un campo de tulipanes rojos. Recuerda ese viaje a Holanda como si hubiese sido ayer, a pesar de lo cursi que pudiese haber parecido, su esposa siempre había deseado recorrer uno de esos campos llenos de colores vivos. Y si bien él no solía prestarle mucha atención en ese entonces al estar entregado por completo a los negocios, esa vez había tomado la decisión de dedicarle toda una semana a su esposa para cumplirle ese sueño a su mujer, un viaje que resultó ser hermoso, encantador, e incluso en el que ella quedó embarazada, aunque tristemente no fue suficiente para que él fuese capaz de ver que ella era todo lo que necesitaba. —Creo que la vida no me alcanzará para lamentarme lo tonto que fui —murmura el empresario pasando el dedo por la fotografía soltando un largo suspiro cargado de pesar.
—¡Pan tostado y café caliente para que empieces el día con mucha energía! —exclama Roberto sentado a la mesa del desayuno al ver a su compañera salir del baño ya preparada para irse a la oficina. —Nunca me has parecido el tipo de hombre que espera a la mujer con un desayuno, al menos que quieras conseguir algo por haber tenido que tomarte esas molestias —murmura Lucía tomando una taza de café de manera antipática. —Pues lo que me gustaría conseguir sería poder dormir en tu cama y no en la habitación de invitados, pero entiendo si quieres que me tome el trabajo de cortejarte primero, eso siempre hace las cosas más encendidas —replica el hombre con una sonrisa divertida en los labios esperando la reacción de su compañera. —Sobre eso, creo que lo mejor sería que te busques una habitación de hotel, esta no es una pensión, y la verdad es que tampoco me gusta tener invitados, la única razón por lo que existe esa habitación es para algún caso excep