—No, no iré a cenar, tengo que encargarme de unos negocios esta noche —anuncia Sebastián hablando por teléfono en el ascensor.
—¿En serio? Había preparado carne al horno con papas al provenzal, no te haces una idea de lo bien que huele —murmura la mujer decepcionada por no poder estar con su novio esa noche.—En verdad lo lamento mucho, pero es algo que no puedo retrasar, siquiera por una comida deliciosa y la compañía de la mujer más hermosa —se excusa el empresario esbozando una media sonrisa como si ella fuese capaz de verlo.—Claro, intenta apaciguarme con halagos. Sabes, de hecho estaba pensando decirte que podrías invitar a cenar a Lucía —comenta Camila esperando atenta la respuesta por parte de su novio.—¿Qué? ¿A lucía? —interroga Sebastián rascándose laAntonia baja del taxi que la ha llevado hasta la casa de la costa soltando un largo suspiro al ver las luces de la casa encendida, al recibir el alta fue hasta allí esperando poder tener tranquilidad, o al menos deseando tener un tiempo en completa soledad hasta decidir de qué manera enfrentar lo que le espera allí afuera. Claro que eso no incluía tener que encontrarse con uno de sus progenitores, y mucho menos si llega a ser su madre, ya de por sí le resultó bastante difícil la charla que mantuvieron por teléfono, como para desear mantener ahora una cara a cara. —¿Hola? ¿Papá? ¿Mamá? —pregunta la muchacha entrando a la casa deseando no recibir ninguna respuesta para asegurarse de que podrá estar sola. —¿Antonia? ¿Eres tú? —se oye la voz calma de Samantha proviniendo de una de las habitaciones. —Hola, mamá, no esperaba encontrarte aquí, supuse que estarías muy ocupada en la ciudad, con las cosas de la empresa —murmura Antonia tratando de esb
Sentado en su oficina Alexander contempla el dorado portarretrato que contiene la fotografía de su difunta esposa posando con los brazos abiertos y la cabeza echada hacia atrás rn un campo de tulipanes rojos. Recuerda ese viaje a Holanda como si hubiese sido ayer, a pesar de lo cursi que pudiese haber parecido, su esposa siempre había deseado recorrer uno de esos campos llenos de colores vivos. Y si bien él no solía prestarle mucha atención en ese entonces al estar entregado por completo a los negocios, esa vez había tomado la decisión de dedicarle toda una semana a su esposa para cumplirle ese sueño a su mujer, un viaje que resultó ser hermoso, encantador, e incluso en el que ella quedó embarazada, aunque tristemente no fue suficiente para que él fuese capaz de ver que ella era todo lo que necesitaba. —Creo que la vida no me alcanzará para lamentarme lo tonto que fui —murmura el empresario pasando el dedo por la fotografía soltando un largo suspiro cargado de pesar.
—¡Pan tostado y café caliente para que empieces el día con mucha energía! —exclama Roberto sentado a la mesa del desayuno al ver a su compañera salir del baño ya preparada para irse a la oficina. —Nunca me has parecido el tipo de hombre que espera a la mujer con un desayuno, al menos que quieras conseguir algo por haber tenido que tomarte esas molestias —murmura Lucía tomando una taza de café de manera antipática. —Pues lo que me gustaría conseguir sería poder dormir en tu cama y no en la habitación de invitados, pero entiendo si quieres que me tome el trabajo de cortejarte primero, eso siempre hace las cosas más encendidas —replica el hombre con una sonrisa divertida en los labios esperando la reacción de su compañera. —Sobre eso, creo que lo mejor sería que te busques una habitación de hotel, esta no es una pensión, y la verdad es que tampoco me gusta tener invitados, la única razón por lo que existe esa habitación es para algún caso excep
Antonia se mira al espejo observando vestido tipo verano con detalles de mariposas que se ha puesto para su cita, es algo simple, pero lo suficientemente hermoso para realzar su delicada figura. Con un escote moderado y lo suficientemente suelto como para dar la impresión de que no está intentando provocar, aunque la verdad es que en realidad no sabe qué esperar de esa cena. Querría retomar su objetivo de conquistarlo, pero lo cierto es que poco a poco él se ha estado convirtiendo en alguien muy especial como para tenerlo como solo un objetivo.—¿A dónde vas tan arreglada? Creí que volveríamos a cenar juntas —comenta Samantha observando sorprendida a su hija a la que esperaba tener solo para ella por algunos días.—Voy a salir a cenar con Alexander —informa la muchacha optando por ponerse solo una bincha en el cabello que se deja suelto.—¿
—¿Acaso estoy oliendo pato a la naranja? —pregunta Sebastián saliendo del baño de darse una ducha olisqueando el aroma de la comida que ja inundado el apartamento.—Sí, quise hacer algo un poco más elaborado, puede que no esté a la altura de uno de esos restaurante caros de Palermo, pero puedo asegurarte que será un plato realmente digno —asegura Camila con una sonrisa cargada de confianza revolviendo la salsa blanca que ha preparado para las papas marinadas.—Si algún día decides cambiar el rubro de la decoración por el de la gastronomía anótame como uno de tus inversores, porque amasaríamos una fortuna —asegura el empresario dándole un beso cariñoso en la cabeza mientras va por una botella de vino con la que acompañar la tabla de fiambres que ve sobre la mesada.—Creo que solo me halagas por
—¿Alguna vez te viste como padre? —pregunta Antonia cortando un trozo del pollo a la riojana que ha pedido para cenar. —¿P-por qué lo preguntas? —interroga Alexander tratando de ocultar la incomodidad de ser consultado por algo así, incluso se tiene que esforzar en controlar un leve temblor en su mano. —Es que te has comportado de manera tan paternal conmigo, que no pude evitar pensar en que sería un gran padre. Sin duda, el niño que llegara a gozar de estar a tu cuidado podría sentirse más que afortunado —responde la muchacha que incluso ella se sorprende un poco al hacer una pregunta tan invasiva. —Me da gusto dar esa imagen, aunque la verdad es que no sé si estaría preparado para eso, ese instinto protector que he tenido contigo supongo que lo lleva todo hombre. Ya sabes, el jefe de familia siempre ha tenido que estar dispuesto a sacrificarse por los suyos —sostiene el empresario bajando la mirada a su plato de comida para ocultar el pesar que han de teñir sus ojos al pensar inev
Soltando un suspiro cargado de pesar, Lucía se recuesta en la parte del fondo del ascensor de su edificio sintiendo una presión en el pecho. Fue a esa cena para tener la oportunidad de aclarar las cosas con Sebastián y no perder el terreno que había estado ganando, creyó estar siendo más lista que Camila, pero recibió un golpe mortal, la noticia de ese embarazo fue una jugada despiadada por parte de su adversaria. Algo que sin duda no esperaba, la muy maldita se ha asegurarlo de atar a Sebastián a su lado, él es demasiado integro, y no la dejaría con un niño ni aunque su vida dependiera de eso. —No puedo creer que vaya a perderlo, con esto ya no tendría ninguna esperanza de recuperarlo, y pensar que creía que tenía chance —murmura la mujer cabizbaja, luego de esa noticia apenas pudo probar bocado, el estómago simplemente se le cerró, tuvo que hacer un esfuerzo casi sobrehumano para mantener una sonrisa en los labios mientras la pareja se felicitaba y se emocionaba.Al abrirse las pue
Dolores estaciona su Sedan rojo frente al lujoso restaurante en el que ha sido invitada a cenar, mirándose en el espejo retrovisor se retoca su labial deseando verse tan arreglada como siempre. Incluso a pesar de que no está allí para cenar con alguien de su agrado, sino más bien por compromiso o quizás cierta curiosidad. Antes de bajar de su auto saca el celular del bolso y lo revisa para ver si le ha llegado algún mensaje de Roberto a quien la tierra parece habérselo tragado, pero al seguir sin señal de él lo vuelve a guardar y se dirige a encontrarse con su cita tratando de ocultar su decepción.—Puede que se haya dado cuenta que olí su trampa, y decidió retirarse antes de que lograra desenmascararlo por completo —murmura la mujer entrando en el elegante lugar en el que un guapo mesero la guía hacia la mesa donde la esperan.—¡Que gusto que hayas podido venir, querida, por un momento temí que no fueses a aparecer! —recibe Uriel con una sonrisa cordial levantando de su silla para mo