Pasaron cuatro días desde que me propuso matrimonio, y aunque es muy amoroso y hace lo posible por estar conmigo, últimamente está dedicándole mucho tiempo al trabajo, está llegando un poco más tarde a casa y ni hablar de que no tiene tiempo para acompañarme a algún lado.—Confío en ti —me dice Alex mientras se abrocha la camisa. Me mira a través del reflejo y suspiro.—Se supone que íbamos a organizar juntos la boda…—Lo sé, corazón, pero tengo mucho trabajo. —Hago puchero con los labios, chasquea la lengua y se acerca para darme un beso en la frente—. Prometo que voy a acompañarte a elegir el pastel y me voy a encargar de la luna de miel.—Está bien —contesto, encogiéndome de hombros.No tengo opción, está claro que él está dejando todo en mis manos. No sé si es verdad que no tiene tiempo, o es porque no le interesa.—Preciosa, voy a hacer lo posible por llegar temprano hoy, pero me parece que voy a tener que quedarme hasta tarde —continúa—. Como David ya se fue, ahora tengo que est
Desperté de muy mal humor. No me pregunten porqué, ni yo tengo la respuesta. Quizás sea porque los vecinos empezaron a hacer ruidos de martillazos a las seis de la mañana, quizás porque no dormí muy bien o porque no estoy teniendo relaciones con Alex. Me suena a que ese es el motivo, me malacostumbró.Llega tarde del trabajo, cansado y sin ganas de nada. De todos modos, me lo merezco por decirle que pasamos mucho tiempo teniendo sexo. La última vez que estuvimos juntos fue hace cinco días, cuando le llevé el almuerzo a la construcción. Durante este tiempo me entretuve trabajando, saliendo a dar paseos en solitario y organizando el casamiento, aunque no tenía mucho para hacer.Vamos a hacer la fiesta en casa, será algo sencillo y sin mucha ceremonia, por lo que, prácticamente, ya tenemos todo en orden.En cuanto termino de desayunar, siento que se me revuelve el estómago. Me parece que no debería haber comido esa última porción de pizza anoche, estaba algo aceitosa y se veía extraña, p
Me encuentro sentada en el borde de la cama, mirando a la nada. La conversación que tuve la noche anterior con Alex me hace pensar que tomé una decisión muy apresurada al venir con él apenas conociéndolo, pero ¿qué puedo hacer ahora? Estoy enamorada de él y no puedo cambiar eso en este preciso momento. Lo que me dijo, acerca de tener un hijo bastardo, es un poco triste e incluso imperdonable. ¿De verdad piensa que soy capaz de hacerlo responsable de un hijo que no es de él? Me parece una locura. Respiro hondo y sacudo la cabeza en un intento de calmar mis pensamientos. Quizás no debería ser tan estricta con él, probablemente está nervioso y estresado, pero… no, no tengo que justificar sus acciones. Voy a tener que ponerme a hacer algo en esta enorme ciudad, despejar un poco mi cabeza, pensar bien en lo que quiero. Aún estoy a tiempo, todavía no nos casamos. Tomo una pastilla para las náuseas, las cuales se apoderan de mí ni bien me pongo de pie. No sé si es normal esto que estoy sin
Por la tarde, después de haber dormido un rato la siesta y de haber tomado una buena merienda la cual pude retener, decido salir a tomar un poco de aire y despejar la cabeza. Sigue habiendo un clima cálido, por lo que decido ir hasta la playa y relajarme frente al mar. Algunas personas levantan sus campamentos, otras pasean a sus perros y un gran grupo de gente está haciendo ejercicio. Suspiro, pensando que probablemente debería unirme a ellos, no me vendría nada mal mover un poco el cuerpo y, de paso, conocer gente nueva. Bastante sola me estoy sintiendo en una ciudad nueva y con un futuro marido que desaparece todo el día. Contemplar el horizonte, acostada sobre una manta y observando el atardecer, me hace pensar en muchísimas cosas. ¿Realmente hice bien al aceptar venir hasta acá? ¿Será que tomé una decisión muy precipitada? Suspiro, en mi interior sé que, quizás, no fue muy buena idea haber aceptado todo este plan disparatado desde un principio. Chasqueo la lengua y saco mi com
Abro los ojos lentamente, sintiendo el cálido sol sobre mi piel y el suave sonido de las olas rompiendo en la orilla. Me estiro y bostezo, y es entonces cuando noto el brazo de Alex alrededor de mi cintura. Me vuelvo hacia él, viendo su rostro en calma mientras duerme.Me quedo allí mirándolo, tomando en cuenta cada pequeño detalle de su rostro. La forma en que su cabello oscuro se desparrama sobre la almohada, la suave curva de sus labios mientras respira, y los músculos de su brazo que me rodean con firmeza. Me pregunto cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que me sentí tan en paz.La noche anterior fue mágica. Alex y yo habíamos disfrutado de una cena bajo las estrellas, seguida de un paseo por la playa, y luego nos quedamos allí charlando por horas. Habíamos hablado de todo, desde nuestras metas y sueños, hasta nuestras preocupaciones más profundas. Me había sentido tan conectada a él, como si pudiéramos hablar por siempre y nunca nos cansáramos el uno del otro.Ahora, en la
Me despierto temprano en la mañana y siento la brisa fresca del mar que entra por la ventana abierta. Alex duerme a mi lado, su respiración profunda y constante me reconforta. Aunque no he dormido bien durante las últimas noches, me siento en paz. Desde que supimos del embarazo de Amelia, las cosas han sido difíciles. Saber que va a tener un hijo de Alex ha sido un golpe duro para mí, pero he intentado mantener la calma y no dejar que mi relación con Alex se vea afectada por la presencia de Amelia en sus vidas.De repente, escucho un fuerte golpe en la puerta y me levanto de la cama de un salto. Miro a Alex y lo veo dormido, así que decido ir a ver quién es. Abro la puerta y me encuentro con Amelia, que me mira con desprecio.—¿Qué haces aquí? —pregunto, tratando de mantener la calma. ¿Cómo hizo para conseguir la dirección? Además, ¿cómo le da la cara de aparecer así?—Vine a hablar con Alex —dice ella, empujándome para entrar.—Alex todavía está durmiendo —le digo con firmeza, cerran
Un día después de la tensa reunión con Amelia, nuestro hogar sigue impregnado de ansiedad. A pesar de las sombras de las acusaciones que aún nos rodean, Alex y yo estamos decididos a preservar nuestra relación y afrontar cualquier reto que se interponga en nuestro camino.Esta mañana, me despierto antes que Alex y decido prepararle el desayuno. Siempre me ha gustado cocinar sus platos favoritos como forma de expresar mi cariño. Mientras preparo un omelette con espinacas y queso, escucho pasos acercándose y una voz somnolienta que dice:—¿Qué estás haciendo, chef?Me giro para encontrarme con Alex, el cabello desordenado y los ojos entrecerrados por el sueño. Sonrío y me acerco para darle un beso tierno.—Te estoy preparando el desayuno, mi amor. Quiero que empieces el día con una sonrisa.Alex se sienta en la barra de la cocina y observa mientras termino de cocinar. El aroma del desayuno llena la habitación y pronto sirvo los platos en la mesa, añadiendo un toque de fruta fresca y jug
Ella entra con paso seguro y se adentra en la sala de estar, mirando a su alrededor con desdén. Me sigue de cerca, y cuando estoy a punto de decir algo, saca su teléfono y muestra las imágenes que había recibido previamente.—¿Qué tienes que decir al respecto, Maia? —pregunta con una sonrisa maliciosa.Mis mejillas se encienden de vergüenza mientras observo las fotos comprometedoras de Alex y yo en la pantalla de su teléfono. Las imágenes son íntimas y privadas, y no puedo evitar sentirme invadida y traicionada.—No sé cómo obtuviste esas fotos, pero no tienen relevancia alguna en nuestra vida actual —respondo, tratando de mantener la calma.Ella se ríe con desprecio y niega con la cabeza.—No finjas ignorancia, Maia. Estas fotos prueban que Alex te ha estado engañando conmigo desde el principio. Él nunca te ha amado de verdad.Mi corazón se retuerce ante sus palabras, pero sé que Alex y yo compartimos un amor genuino y profundo. No puedo permitir que Amelia intente sembrar dudas en m