Capítulo 123
A Lorena le estaba encantando el ambiente, a decir la verdad parecían una verdadera familia.

Hasta que César la llamó:

—¿Dónde estás? Voy a buscarte ahora mismo.

Solo entonces, Lorena se despidió de ellos y se marchó. Cuando la vio irse, Álvaro mostró una obvia tristeza.

El lujoso auto negro se detuvo frente a la entrada del hospital. Rajiv bajó del auto y le abrió la puerta de atrás. Lorena subió al auto y se acomodó en el asiento.

La voz cortante de César llegó desde su lado:

—¿No que ibas a una exposición de arte? ¿Qué hacías pues metida en un hospital?

Lorena se molestó con su tono. El buen humor de toda la tarde desapareció al instante.

—Solo firmé un contrato contigo, no soy tu prisionera.

—De acuerdo. —Dicho esto, César extendió las manos y comenzó a inspeccionar su cuerpo.

—¿Qué estás haciendo? —Lorena intentó esquivar, irritada.

—Quiero asegurarme de que no estás herida. —Él lo dijo con toda la seriedad del mundo, sin ningún rastro de duda o acusación en su tono.

Lorena se que
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