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3. Quiero volver a Norteamérica

Por la mañana mi padre me manda a decir con Pandora que me necesita en su oficina. Mis manos sudaban mientras me dirigía allá. Sé lo que va decir, sé lo que va pasar. Solo espero que mi madre este ahí para que haga algo. Yo no podría soportar los gritos y las abofeteadas que vaya a darme. Él odia cuando no cumplimos sus reglas, y ayer lo desobedecimos.

Antes de entrar cogí aire y me desplacé al interior de su oficina. Cerré la puerta con cuidado y me senté en la silla frente a su escritorio mientras él fumaba un cigarrillo.

— ¿Dónde estaban anoche? —preguntó expectante, con una voz gruesa y ronca. No podría mentirle, cuando él pregunta a veces es porque sabe la respuesta. Pero quiere preguntar para ver si le llegamos a mentir.

—Hay un almacén en el que...

—Donde se realizan apuestas de peleas y carreras en motos. —Arrancó las palabras de mi boca. — Sé sobre ese lugar y si no lo he mandando a cerrar es porque el dueño de ese Almacén me está pagando. Pero mi pregunta es ¿Qué carajo hacen mis dos hijas en ese lugar?

Contuve un silencio que a mi papá no pareció gustarle. Golpeó la mesa tan fuerte frente a mí que me hizo sobresaltar.

— ¡RESPONDE! —Gritó.

—Solo nos divertíamos. —Titubeé. — No hacíamos nada malo, solo nos divertíamos. Somos jóvenes, papá. Queremos hacer cosas normales que hacen los jóvenes. Nadie nos reconoce como las hijas del presidente porque no salimos mucho en la televisor como tú, solo nuestros amigos lo saben pero ellos no dirán nada.

Apoyó su espalda en el respaldo de la silla y exhaló el humo de cigarro por la boca.

—Largo —Ordenó. Y al ver que no me moví para nada, gritó. —: ¡Que te largues!

Me levante de la silla y salí de allí de inmediato.

EIDEN

Jace arreglaba el auto de uno de sus clientes. Sabía que estaba cabreado conmigo por lo de anoche, pero Isabella me cae extraordinario, nunca se ha portado mala conmigo y me consigue entrada para la fiesta privada que organizan los ricos en aquellos barcos y cruceros de lujo. No podía fallarle esta vez. No podía dejar que Jace le quitará su auto.

—Sé que estás cabreado, Jace. —Digo, y me apoyo de la camioneta. — Pero es una chica. Y no cualquier chica, sino la hija del presidente ¿Quieres que te vuelvan arrestar? Llevas dos arrestos, Jace. Lo hago por tu bien, por ti. Eres mi mejor amigo y no voy a dejar que te destruyas.

—Me choca esa niñata de m****a. —Refunfuñó. —Lo que tiene de linda lo tiene de estúpida. ¿Para que carrizo hace una m*****a apuesta, sino la va cumplir?

— ¡Porque es una niña! —Admití. Conozco a Isabella desde la preparatoria y es una buena chica, pero siempre he sabido que le tiene miedo a su familia.

—Soy un completo, imbécil. —murmuró. —Sabía que no iba darme su Porsche, es cierto, es una niñata de mami y papi. ¿Qué más da?

En ese momento, Grace la hermana de Jace se acerca a nosotros.

—Hola, cabezas huecas. —Palmeó mi trasero. — Evan y Theo me contaron que tuvieron un rollo muy cabrón con una de las Moretti. —Ríe. — ¿Sabían que esa gente es intocable, verdad?

—Sí, pero tu hermano parece no temerle a nadie. —Farfullé.

—Lo sé, mi hermano es un cabeza dura. —Se acercó a él. — ¿Qué pasa contigo, últimamente? Sabes muy bien que los ricos tienen mucho poder gracias a su maldito dinero, ¿verdad?

—Todo me vale m****a. —Dejó de hacer lo que estaba haciendo en la camioneta y se acerca a nosotros. — He ido a la cárcel dos veces y mi mamá tiene que fajarse para pagar mi fianza y todo porque soy un maldito capullo de m****a. No sirvo.

A Jace lo arrestaron la primera vez por una demanda que metió su padre contra él por haberlo golpeado tanto, pero no lo hizo por placer. Jace vio a su madre con el rostro ensangrentado y cuando supo quien fue la persona que la dejó así, fue tras él, sin importar que era su papá y el segundo arresto fue por destruir la casa de unos de sus oponentes en la pelea por haber llamado zorra a una de las chicas que salía conmigo. Jace es un buen chico, a pesar de que algunas personas lo vean como un delincuente frío. Él tiene un gran corazón.

Y los que vivimos en este vecindario, en este pequeño pueblo alejado de los ricachones, sabemos que Jace es un gran hombre. Es muy querido por todos.

—No hables así de ti mismo, Jace. —Dice su hermana. — Ya empezaran las clases en la universidad y todos iremos a ella gracias a esa beca que ofreció el presidente para las personas como nosotros. Además, mi mamá te ama con toda su vida y haría cualquier cosa por ti. Ella sabe que te has partido el lomo ayudándonos en lo que sea.

—Sin duda alguna. —digo. —Eres el hombre de la casa.

—Por supuesto.

Él sonrió. —Es por eso que los amo con el alma, idiotas. —Me empujó de broma y le alborota el cabello a Grace.

Empezamos a jugar golpeándonos unos con otros hasta que una morena se nos acerca.

—Hola. —Dijo una de las chicas de Jace. Que vive también por estás cuadras. — ¿Por qué no me llamaste anoche, JC?

—Esto se acabo desde un largo tiempo, Monica. Deberías saberlo ya.

Es una de las ex de Jace y que su madre amaba mucho, pero lamentablemente Monica se besó con otro y en cuanto el otro la botó ahora quiere buscar de nuevo a Jace.

—Luego no me llames cuando quieras coger. —lo dijo antes de irse, así como así. Sin pensar. Sin vergüenza alguna.

Grace y yo soltamos una carcajada.

—Cállense, volteó a vernos. —Jace se echa reír.

—Oigan y van a contarme el problemón con la Moretti. —Grace insistió.

Cogí aire y dejé que Jace lo contara todo.

—Hice una apuesta con Isabella Moretti. —Jace hizo una mueca de desagrado. — Que jamás debí hacer, gané su jodido Porsche y ella salió corriendo como niña diciendo que se lo había robado, cuando en realidad me lo gané. No tengo necesidad de estar robando a nadie y menos a la ricachona esa. Me vale m****a lo que piense de mí esa niñata. Al final ese Porsche es mío. Pero para que no llorara como estúpida le hice caso a Eiden. Él es el único a quien obedezco, asi que tuvo suerte la Moretti.

—Es una fresa. —opinó Grace. —Toda la vida ha sido una fresa. Desde que estábamos en la secundaria, se creía la gran cosota porque su papá es el presidente de nuestro país. Y sale por ahí como si nada. No se niega que la chica sea hermosa, porque todos se vuelven locos por ella, pero su narcisismo es... repulsivo. —Sacudió su cuerpo. — En cambio su hermano Matteo es todo un sol, toda una ternura e igual que la otra... ¿Cuál era su nombre?

— ¿Alessia?

—Alessia. —Chasqueó los dedos. —Ella no es que sea la mejor de esa familia, pero tiene su lado generoso ¿sabes? Me pasaba la tarea de química.

Sonreí cuando recordé sus palabras aquella noche.

— ¡¿Que tú me gustas?! Por favor, ¿Quién te crees? ¿Brad Pitt? Soy mucha mujer para ti, cariño.

—El que murió también era buena gente. —sigue hablando Grace, sacándome de mi pensamiento. No entiendo porque sigue hablando del tema. —Porque Anastasia e Isabella son las hermanas más engreída.

—Olvidemos el tema, no quiero hablar de esa gente. —Dice Jace entre dientes. — Además, Eiden parece que perdió la cabeza por una de ellas.

¿Qué perdí la cabeza por una de ellas?

—Que me haya atraído no significa que me perdí la cabeza por Alessia. —Dije, y Grace se echó a reír cuando me miró. —De verdad. Lo que pasa es que una chica no me había hablado así como ella lo hizo y eso me atrajo ¿entienden? Tiene un carácter de ese tipo de mujer que me atrae ¿me entienden?

Ambos sacudieron la cabeza y me eché a reir.

—Nos vemos. —Alboroté el cabello de Grace de cual se quejó y palmeé el pecho de Jace antes de marcharme.

Necesitaba verla otra vez. Ver sus muecas cuando la llamo bombón y escucharla reír cuando una de sus amigas decía algo gracioso. No era la primera vez que veía unos ojos grises como los de ella, pero si la primera que uno de esos atrapara cada rincón de mi cuerpo.

ALESSIA

Apoyé ambas manos en el barandal de mi balcón y observé el exterior. Quería comprar el primer boleto devuelta a Norteamérica, no llevo ni una semana aquí y ya tengo un problema encima. Primero un chico llamado Eiden me enciende de la rabia y yo la verdad no quería hacerme su enemiga pero, el buscó mi lado malo y lo encontró. Aunque a pesar de todo, no le tengo rabia. Solo quiero que se disculpe por llamarme fácil. Solo eso.

Y ahora mi padre me regaña como si fuera una niña de cinco años diciéndome que no puedo salir sin un escolta a mi lado. Llevo años saliendo sin escoltas y ahora se preocupa. Joder.

Suspiré antes de que una mano tocara mi hombro.

—Hacía tiempo que no te veía suspirar así. —torno mi mamá en una sonrisa muy dulce. — ¿Cómo estás, mi niña?

—Bien. Muy feliz de estar aquí. —Mentí. Quería largarme cuanto antes. Quiero volver a Norteamérica.

Pasó su brazo por encima de mis hombros y posó un tierno beso en mi mejilla. Acaricié el dorso de su mano que colgaba de mi hombro y le sonreí.

—También estoy feliz de que mi niña esté aquí conmigo. Por cierto, Isabella se casa dentro de tres meses asi que tu padre pide que te vayas a los estados unidos después del casamiento de tu hermana.

— No puedo mamá. —Repliqué. —Las clases comienzan antes de la boda.

— ¿Por qué me engañas? Sabes muy bien que puedes empezar cuando quieras. Solo serán tres meses aquí ¿no te alegra?

¡¿TRES MESES EN ROMA?!

—Luego estaré atrasada.

—Pero no te estoy pidiendo un año. —Su rostro se puso frágil y débil. Sabía que para mi mamá tenerme aquí junto con sus otros hijos era una bendición pero, yo quería irme. —Solo serán tres meses aquí.

Resoplé.

—Está bien. —Solo espero que esto tres meses pasen volando.

Mi mamá se alegró y me dio un fuerte abrazo, posando varios besos en mis mejillas.

—Te amo. —dijo antes de marcharse y darme otro beso.

—También te amo. —Grité antes de escucharla cerrar la puerta.

Por la única que seguiré en este lugar será por mi mamá.

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