Caras conocidas ocupaban los asientos de nuestra mesa en el Sigma. Natalia se sentó en un lado de mí, Isabella en el otro, Aurora frente a mí y el resto de los asientos fueron interceptados por Eiden y su Banda de Snake. Rodeé los ojos. Era difícil de escuchar con el ruido dentro de este Almacén. El aire estaba cargado con el olor de comida frita y piel sudorosa, pero de alguna manera todo mundo parecía tener más energía de lo habitual.
La camarera trae tres cajas de Pizza y parece que todos tenían hambre por la manera que todos destaparon la caja y cada uno toma un trozo.
— ¿Se han preguntado que la caja es cuadrada, la pizza redonda y el trozo triangular? —Dice el chico que está cubierto de tatuaje de punta a punta, cubría su cuello y manos. Asi que me imaginé que todo su cuerpo podría estar igual. Su cabello caía a un lado de su cara y tenía unos ojos verde aceituna.
—Yo solo pienso en comerla, Jace. —Dice unos de sus amigos de banda que llevaba tatuaje en ambos brazos.
—Déjenme presentarle a nuestra amiga universitaria Alessia. —Dijo Aurora señalándome. —Alessia, ellos son Jace Girardi, Evan y Theo Balzaretti son hermanos.
Los tres estrecharon mi mano y me dedicaron una sonrisa. Pensé que iban a ser igual de arrogante que su amigo Eiden, pero no. son muy amigables. Evan y Eiden eran los únicos que no poseían tatuajes, Theo tenía en ambos brazos, en cambio Jace tenía por todo su cuerpo, hasta en los nudillos de sus dedos. Veía como Isabella hacía una mueca cada vez que Jace hablaba.
—Y yo Eiden Di Castro, bombóm. —mostró una sonrisa con cinismo.
—Ella es la Alessia de la que nos hablaste. —Dijo Jace, el chico que estaba cubierto de punta a punta con tatuajes.
Eiden asintió y sonrió.
— ¿Qué le contaste de mí? Seguro que nada bueno. —Lo miré con los ojos entrecerrado.
—Dijo lo hermosa que eres. —Dijo Jace dándole un bocado a su pizza.
— ¿A que venimos? —Pregunté, tratando de evitar el sonrojo en mis mejillas.
—Venimos a ver a Jace pelear contra su contrincante. —dijo Natalia con una amplia y blanca sonrisa. — Y venimos a apoyarlo.
— ¿Desde cuándo se conocen todos ustedes?
—Desde la prepa, ¿no te recuerdas de todos nosotros? —Respondió Eiden colocando su silla a mi lado. —Fui contigo a clase de química. Eras buena con los metales y no metales. Siempre supe que querías ser doctora por la manera en que... bueno en que te gustaba la química. —Sonrió lo suficiente para dejar de exhibición sus lindos hoyuelos. — Theo y Evan también estaban en nuestra clase.
Lo Recordé. Eiden era el chico que se la daba de chistosito en las clases, a Eric no le agradaba, no lo recordaba para nada, asi de poco me importaba. En cambio, Theo y Evan si los recuerdos eran los mellizos de la escuela. Y luego recordé a Jace, solo que antes no llevaba tanto tatuajes como ahora.
—Uhm, sí.
Eiden se inclinó tan cerca que podía sentir su aliento en mi mejilla. —Lo siento... ¿Te ofendí de alguna manera?
Suspiré y sacudí la cabeza. Pero claro que sí me había ofendido anoche en la fiesta. Me llamo fácil, pero quise evitarlo.
—Entonces, ¿Cuál es tu problema?
Mantuve mi voz baja. —Nada, solo que... —Me intimidaba. — Quiero comer de mi pizza. —le di un mordisco a mi trozo de esta.
Una sonrisa se formó en su rostro antes de hablar.
—Vale, está bien.
Me estremecí cuando escuché por micrófonos un grito de alguna persona diciendo. —: Están listo para ver a JC y Royce destrozarse las caras. —La multitud empezó a gritar. —Dentro de veinte minutos estaremos con esos dos ¡Hagan sus apuesta!
— ¿Estás listo, Jace? —pregunto Eiden. Jace asintió. —Rómpele la cara y gana ese dinero.
Evan y Theo echaron un grito que según ellos eran de apoyo.
Isabella por el contrario hizo una mueca.
—Ojala le rompan la cara. —Murmuró.
Jace golpeó la mesa antes de señalar a Isabella.
—Si pierdo, ¿Qué?
—Celebraré por todo lo alto. —dijo ella.
—Vale, celebras y hago lo que tú quieras por un mes. —Las chicas hicimos un O en nuestras bocas, pero lo chicos estaban relajado, sabían que Jace no perdería esa pelea. — Pero si yo gano la pelea, me das tu Porsche. ¿Trato hecho?
—Yo no hago tratos con delincuente.
— ¿Tenéis miedo?
—Para nada.
—Entonces, ¿Es un trato?
Isabella sonrió y asintió con la cabeza.
—No tengo la de perder. Eres un Idiota. —Se cruzó de brazo y se le quedo mirando.
Jace se levantó de la silla y se marchó, seguido de sus amigos.
—Maldito Idiota.
—Isa, por favor. —Rodé los ojos. — ¿Es en serio? Ese tipo no va perder, sus amigos ni dijeron nada es obvio que no va perder la pelea. ¿Por qué le hiciste?
—Observaremos desde aquí, cuiden mi lugar. Ya regreso. —Se levantó de la silla. —Natalia ven conmigo.
Y ambas se marcharon.
— ¿Es la primera vez que ven una pelea de estás? —pregunto, pero parece que Aurora no me prestó la mínima atención, sus ojos estaban clavado hacia la multitud de abajo. Pero no específicamente en el gentío, sino en Evan. —Aurora. —La llamé y meneé mi mano frente su cara para llamar su atención.
—Ah. ¿Sí? ¿Qué sucede? ¿Y las chicas?
—No lo sé, Isabella se le ocurren unas cosas que a veces no quisiera ni preguntar. Solo quería saber si esta es la primera vez que vienen a unas de estás peleas ilegales.
Asintió y volvió a fijar su vista al centro de la multitud.
— ¿Qué sucede, Aurora? —Sabía que estaba así por Evan. ¿Qué hechizo puso ese chico en mi amiga?
—Ah. Nada. —le dio un sorbo a su coca-cola. —Es que... me siento un poco extraña ¿sabes?
— ¿Por qué?
—Es... Evan. —Lo sabía.
— ¿Qué pasa con él?
Me miró con el rostro fruncido. Veía tristeza en sus ojos y me sentí mal por ella.
— ¿Qué pasa? —pregunto de nuevo.
—Me acosté con él.
Puse los ojos de par en par.
—Lo peor es que no me volvió a llamar. —prosiguió. —Alessia, tú me conoces más que nadie y tú sabes que... bueno que yo me apegó demasiado a alguien, y Evan es... Joder, demasiado ardiente y me gusta mucho, y bueno yo creí...
—Creíste que después de follar ya eran novios. —Terminé la frase por ella.
Asintió con la cabeza.
—Saben cómo son esos tipos de chicos, Aurora. —Alcé la voz, que alguien hiciera sentir mal a mi amiga me puso de mal humor. — Solo buscan una chica que caiga en sus redes para cogérselas y ya. Así son, deberías saberlo. Bueno, lo sabes ahora ¿no? ¡Míralos! Son sumamente atractivos los cuatros, le deben llover mujeres y no creo que vayan a estar pendiente de conseguirse a una novia para tomar de las manitos. —Negué con la cabeza. —Apesta.
—Sí, apesta. Como quisiera ser hombre para no andar sufriendo... creo que el único hombre que conocí que era sumamente atractivo, caballero, dulce y amable a la vez era Eric, que en paz descanse.
Eric Baker era el mejor novio y único que habia tenido en toda mi vida, era caballeroso y dulce. Fue con el que perdí mi virginidad en la noche de graduación, espero tanto por mí. Antes cuando pensaba en él me ponía nostálgica, pero ahora estrecho una gran sonrisa recordando lo afortunada que fui en tenerlo.
En ese momento, Isabella y Natalia se sienta frente a nosotras.
— ¿Qué estaban haciendo? —preguntó Aurora.
—Isabella le ofreció una buena cantidad al contrincante de Jace para que lo destroce. —Respondió Natalia con una sonrisa brillantina.
—Eso no se hace, Isa.
Se encogió de hombros. —Me importa una reverenda m****a, quiero ver a Jace con su lindo rostro ensangrentado.
Oír a Isabella hablar así, me hizo recordar a mi padre. Solo espero no haya sacado lo malvado de él.
Los gritos y el movimiento escaldaron a un ritmo febril y la multitud se apartó como el mar rojo cuando Royce entró en la habitación. Un espacio circular fue formado, y la multitud silbó, abucheó y se burló del rival. Él saltaba, sacudía el cuello hacia atrás y adelante; su rostro severo y concentrado. La multitud se calmó y luego mis manos se alzaron a mis oídos cuando la música sonó por los grandes altavoces en el otro lado de la habitación.
— ¡Nuestro siguiente combatiente más fuerte que un toro y más rápido que el correcaminos les presento a JC!
El volumen explotó cuando Jace apareció en una puerta de la habitación. Él hizo su entrada, sin camisa, inquietante, lleno de tatuajes por todo su cuerpo, y de aparente mala vida. Relajado y natural. Echó a andar hacia el centro del círculo, como si se estuviera presentado a otro día en el trabajo.
Los hombres tomaron unos pasos hacia atrás, y el presentador sonó el silbato. Royce tomó una posición defensiva y atacó a Jace. Me paré sobre la silla seguido de mis amigas para ver con más claridad, apoyándome del barandal.
Royce cogió a Jace con sus gruesos brazos y trató de tirarlo al suelo. Cuando Royce se inclinó con el movimiento, Jace estrelló su rodilla contra la cara de Royce. Antes de que Royce pudiera evitar el golpe, Jace lo atacó; sus puños hicieron contacto con la cara ensangrentada de Royce una y otra vez.
— ¡Joder! Vamos Royce, levántate. —Se quejó Isabella, cualquiera pensaría que ha apostado en la pelea.
Royce cayó al suelo de cemento con un ruido sordo y en un breve instante la habitación estuvo en completo silencio.
Y el presentador canta victoria para Jace Girardi lanzó una tela y la multitud estalló. El dinero cambió de manos una vez más y las expresiones se dividían entre petulantes y frustradas.
—Mierda. —Escuché reprochar a Isa. Su rostro estaba pálido y vi como Jace le tiró un beso desde abajo antes de guiñarle el ojo.
Isabella le mostró el dedo medio y se fue a sentar, todas nos sentamos también.
—Fue una pelea limpia y rápida. —comenzó a decir Natalia. — He oído que nadie le gana a Jace, es un gran peleador el desgraciado.
—Maldita sea. No voy a entregarle mi Porsche. Nunca. Nunca. Nunca. —Isabella empezó a maldecir. Se levantó de su silla tomó su bolso Gucci y desapareció entre la multitud.
Hicimos lo mismo. La seguimos, Había tanta gente en este lugar que empezaban a chocar los hombros contra mí mientras pasaba a través de ellos, hacia una mueca de dolor cada vez que chocaba con alguien. Aproveché que las escaleras no estaban tan llenas y bajamos rápidamente.
Salimos del almacén y veo que Isabella comienza a maldecir una y otra cuando ve que su Porsche ya no está. No pude evitar una sonrisa. Ella sabía que perdería ¿Por qué hizo esa apuesta? Solo quería demostrar que era valiente, pero terminó por explotar de la rabia.
—Tranquila, Isabella. —Natalia se acercó a ella. — Nadie te dijo que le siguieras el juego a ese desgraciado.
Aurora sacudió la cabeza.
—Denúncialo. Acaba de robarte.
— ¿Qué? —Intervine. — No tienes porque denunciar nada. Te mostrarías como una completa inmadura. Tú misma hiciste esa apuesta asi que tú eres la responsable de esta m****a, y veremos que le dices a mi padre cuando llegues sin auto a la casa. —Cogí el móvil y pase el dedo por la pantalla para marcarle a Benito, el chófer de la casa.
Pero mi celular fue arrebatado por Isabella.
—No llamaras a nadie. —dijo frustrada. — Vamos a recuperar mi auto. —Cogió su móvil y se alejó de nosotras en cuanto le respondieron la llamada. ¿Ahora qué diablos va hacer?
—Bombóm. —La voz de Eiden me sacó de mi pensamiento.
Me volví para verlo y toparme con sus lindos hoyuelos.
—Tú... —Dice Isabella acercándose a nosotros y apuntando con el dedo a Eiden. — Vas ayudarme a recuperar mi auto. —Los ojos de Isabella estaban llenándose de lágrima. Ella sabia más que nada que mi papá la mataría si llega sin auto a la casa, y no literalmente. Pero sé que le darían una buena paliza.
Eiden mostró sus manos en un gesto inocente. —Yo no tengo nada que ver en la apuesta que acaban de hacer ustedes dos. ¡Tú aceptaste!
—Pero debes ayudarme, Eiden. Eres mi amigo.
Los ojos de Eiden se volvieron a mí y luego en los de ella.
—Está bien. —Exhaló. — Suban a mi auto, sé dónde está el tuyo.
— ¡Gracias! —Exclamó mi hermana.
En el trayecto del camino recibí un mensaje de mi papá un poco amenazador.
¡¿DONDE M****A ESTÁN SIN GUARDAESPALDAS?! ¿QUIEREN QUE LA SECUESTREN? ¡ESPEREN LLEGAR A LA CASA! LAS QUIERO AQUÍ EN 5 MINUTOS.
Cuando mi padre escribía en mayúsculas era porque la vena de su frente explotó y estaba furioso. Lo conozco muy bien. Odia que salgamos de la casa sin escoltas, en realidad el odia que salgamos, pero nadie conoce nuestro rostro con claridad como las hijas del presidente. No es la primera vez que salimos sin guardaespaldas.
Eiden detuvo su Jeep wrangler blanco en un taller de autos, dijo que cuando terminaron de hacer la apuesta Jace le ordenó a Evan y Theo que remolcaran el auto y lo llevaran al taller donde trabaja Jace. Isabella se bajó del auto como alma que lleva al diablo en cuanto supo que su auto fue remolcado.
Natalia y Aurora iban detrás de ella mientras que Eiden y yo caminábamos al mismo paso. No es que no lo soporte pero, odio que aún no se haya disculpado conmigo por llamarme fácil la otra anoche.
Isabella tocaba el portón del taller con desesperación, yo por el contrario apretaba mi bolso con fuerza. Este lugar estaba solo y oscuro, tan oscuro que no podía ver al exterior. Solo había una luz y alumbraba era la puerta del taller.
—Creo que no hay nadie. —Dijo Natalia.
—Evan y Theo tienen que estar adentro. —Dijo Eiden antes de tocar con fuerza el portón. —Chicos, soy yo. ¡Eiden! —gritó por una orilla del portón.
En cuanto la puerta se abrió Isabella se acercó y empezó a empujar a Evan una y otra vez gritándole que le devuelvan su auto. Evan la tomo de los brazos y le pidió que se calmara. Aurora la jaló hacia atrás y le pellizco lo suficiente para que soltara un quejido y se tranquilizara.
— Vamos a dejar el escándalo. —Eiden se acercó a Evan. — ¿Dónde está el Porsche de Isabella?
—Está adentro, pero Jace dijo que no hiciéramos nada hasta que él llegará.
—Dáselo. Es de ella. ¿Cómo se le ocurre a Jace hacer un trato con una chica? ¡Sabe cómo son!
— ¿Y cómo somos? —Gritó Isabella.
— ¡¿Podrías bajar la voz, mujer?! —Masculló Eiden. —Viven gente alrededor de este lugar.
—Yo solo quiero mi auto. —su respiración parecía dificultarse cada vez más. Si no la conociera diría que sufre de asma. Y la realidad es que se está conteniéndose en no tirarse al suelo a llorar, le daría vergüenza llorar y no por nosotras sino porque los chicos la vieran.
—Démosle su auto, Evan. —Dijo Theo saliendo del taller. — No te preocupes, rubia, toma. —le entrega la llave del auto y presiona un botón que está dentro del local y el portón comienza abrirse poco a poco dejando el Porsche en exhibición. Fue un alivio para Isabella ver su Porsche sano y salvo.
En ese momento el sonido de una moto hizo que mi corazón latiera tan fuerte que creí que iba salirse del pecho. Pero me calmé cuando solo era Jace. No obstante, se baja de su moto echó una furia y se acercó a nosotros sin dejar de fulminar con la mirada a mi hermana.
—Calma. —Eiden coloca una mano en su pecho. — Déjaselo, es de ella.
— ¡Fue una apuesta, hermano! —gritó.
—Sí, pero es la hija del presidente. ¿Quieres meterte en problemas? No le des a tu mamá otro dolor de cabeza, por favor. Es solo una chica.
—No es cualquier chica, es una caprichosa de m****a.
Eiden lo empujó y cogió su rostro.
— ¡Calmate! Lo que tu digas pero, calma, Jace. —Eiden Chasqueó lo dedo y Evan y Theo tomaron a Jace de los brazos y lo alejaron de nosotras. —Será mejor que tomen su auto y se vayan.
Le quité las llaves a Isabella y me aproximé a arrancar el auto. Todas subieron en una suma velocidad.
Aceleré.
—Jace estaba hecho una furia. —dijo Natalia con voz temblorosa. —Tanto que por un segundo creí que quiera golpear a Isabella.
De soslayo vi a Isabella tragar saliva. Sé que tenía miedo.
—Mi padre lo mataría, literalmente. —dijo.
Lo bueno de andar con Natalia y Aurora, es que ellas saben muy bien lo que son mi familia ya que la suya son tan millonaria como la mía y se juntan de vez en cuando para negociar.
Por la mañana mi padre me manda a decir con Pandora que me necesita en su oficina. Mis manos sudaban mientras me dirigía allá. Sé lo que va decir, sé lo que va pasar. Solo espero que mi madre este ahí para que haga algo. Yo no podría soportar los gritos y las abofeteadas que vaya a darme. Él odia cuando no cumplimos sus reglas, y ayer lo desobedecimos.Antes de entrar cogí aire y me desplacé al interior de su oficina. Cerré la puerta con cuidado y me senté en la silla frente a su escritorio mientras él fumaba un cigarrillo.— ¿Dónde estaban anoche? —preguntó expectante, con una voz gruesa y ronca. No podría mentirle, cuando él pregunta a veces es porque sabe la respuesta. Pero quiere preguntar para ver si le llegamos a mentir.—Hay un almacén en el que...—Donde se realizan apuestas de peleas y carreras en motos. —Arrancó las palabras de mi boca. — Sé sobre ese lugar y si no lo he mandando a cerrar es porque el dueño de ese Almacén me está pagando. Pero mi pregunta es ¿Qué carajo hace
Después de una larga semana, mi padre inauguró un restaurant, en la que ordenó que mi madre y sus hijos saliéramos a comer esta noche a ese lugar. Estábamos sentados sobre aquella silla, alrededor de una mesa llena de velas. Llena de mucha gente adinerada. Algunos guardaespaldas de mi padre estaban alejados a unos cinco metros de distancia dándonos un poco de privacidad.Observé como mi papá entrelaza sus dedos con los de mi madre sobre la mesa, antes de besarla. Mi hermano Matteo no quitaba la vista de un camarero que atendía en la otra mesa, Anastasia haciendo resoplido cada minuto, e Isabella estaba cogida de la mano de su prometido Darío, notaba su cara de desagrado cuando esté posaba tierno besos en sus mejillas que para ella parecía que viniera con fuego, por la forma en que tornaba una mueca.—Buenas noches, Señor Presidente. —Dice el joven camarero que había reconocido esa voz en segundos. Levanté la vista y miré los ojos que me poseyeron aquella noche. Eiden.Isabella le clav
1 MES DESPUESEntré en una discusión con mi padre en su oficina mientras mi madre solo negaba con la cabeza sin soltar una palabra. Estaban obligándome a abandonar la universidad de los estados unidos y empezar a estudiar junto con mis hermanos en la universidad de Roma, que por cierto sus clases empiezan dentro de dos días. Quería mantenerme mucho tiempo más aquí y eso me ponía muy furiosa. No quiero estar ni un segundo más en este país.—Ya hablé con la directora y la secretaria de admisión para que empieces el lunes a retomar tu carrera. —Dice mi papá como si nada. —No tienes porque pasar las pruebas de admisión. Y ya he dicho.Miré a mi madre para que dijera algo, pero no dice nada.—No es justo. —Me volví a mi padre. — Habia hecho amigos en aquel país, y tenía mi residencia.—Ya di una orden.Salí de la oficina echa una fiera y cerré la puerta tras de mí con toda la fuerza que pude. Escuché cuando mi madre le gritó diciendo que no era justo para mí. Pero diga lo que diga siemp
Al despertarme necesito un momento para recordar los acontecimientos de la noche anterior por amanecer con tan terrible dolor de cabeza. Fui una completa estúpida por ponerme como me puse, pero es que Eiden se comportó como un completo Idiota, y no lo saco de mi jodida cabeza.Me pongo rápidamente los zapatos, me dirijo a mi baño, hago lo que tengo que hacer. Y salgo de mi habitación, pasé por frente la habitación de Anastasia que estaba hablando por el celular, me saludó con las manos y me sonrió, hice lo mismo con ella. Seguí caminando y me encontré con Isabella y Darío dándose unos besos, afuera de la puerta de su cuarto.Darío se acomoda la corbata y me saluda con las manos antes de marcharse.— ¿Me contaras porque llorabas anoche? —pregunto Isabella con una mirada de que sabía que no podía mentirle, se recostó del marco de la puerta, se cruzó de brazo y seguía esperando una respuesta.Pero no quería decirle a mi hermana que lloraba porque el imbécil de Eiden me volvió a faltar el
A la mañana siguiente, serví el jugo de naranja en un vaso grande y tomé un sorbo mientras sacudía la cabeza al ritmo de la música que descendía de mi iPod. Me había despertado antes de que saliera el sol, y luego me retorcí en el sillón de mi habitación hasta las ocho. Murmullos provinieron de la habitación de Isabella. Ella rió y luego se quedó en silencio unos minutos más, seguido por ruidos que me hicieron sentir un poco incómoda.Odiaba que su habitación estuviera justo al lado de la mía. Así que tomé una ducha, esperando el sonido de que alguien despierto calmaría los gemidos de Darío e Isabella y los crujidos y los golpes contra la pared. Cuando salí de la ducha e intenté hacer ruido, me di cuenta de que ellos no estaban preocupados de quién los pudiera escuchar.Me peiné, poniendo los ojos en blanco ante los gritos de Isabella, pareciendo una estrella porno.Mi puerta sonó y agarré mi bata blanca y ajusté el cinturón, trotando a través de mi peinadora hacia la puerta. Los ruid
ALESSIAHace un año perdí a mi novio Eric desde la secundaría en un accidente de coche, fue un dolor desesperante, pero logré superarlo. Luego cuatro meses después presencié la muerte de mi hermano mayor Enzo, fue otro dolor más. Así que después de todo eso decidí ir a la universidad de Norteamérica, no quería estar en Italia un día más.Pero tuve que volver para el verano.Esa noche de tanta insistencia de mi hermana Isabella terminé aceptando su propuesta en toparnos en una fiesta, donde tocara una banda muy famosa en Roma. Estar en Italia es como estar en los Estados Unidos, siempre es lo mismo todos los días. No me cambió nada yendo para allá, excepto que terminé aceptando la muerte de mi novio y de mi hermano.Salimos de la zona VIP y nos sentamos en la barra para ver mejor a la banda que esta por tocar.— ¡Están listo para Snake! —gritó un hombre gordo a través del micrófono desde el escenario.Y la gente se volvió loca.— ¡Snake, Snake, Snake! —gritaba y saltaba mi amiga Natali