ALESSIA
Hace un año perdí a mi novio Eric desde la secundaría en un accidente de coche, fue un dolor desesperante, pero logré superarlo. Luego cuatro meses después presencié la muerte de mi hermano mayor Enzo, fue otro dolor más. Así que después de todo eso decidí ir a la universidad de Norteamérica, no quería estar en Italia un día más.
Pero tuve que volver para el verano.
Esa noche de tanta insistencia de mi hermana Isabella terminé aceptando su propuesta en toparnos en una fiesta, donde tocara una banda muy famosa en Roma. Estar en Italia es como estar en los Estados Unidos, siempre es lo mismo todos los días. No me cambió nada yendo para allá, excepto que terminé aceptando la muerte de mi novio y de mi hermano.
Salimos de la zona VIP y nos sentamos en la barra para ver mejor a la banda que esta por tocar.
— ¡Están listo para Snake! —gritó un hombre gordo a través del micrófono desde el escenario.
Y la gente se volvió loca.
— ¡Snake, Snake, Snake! —gritaba y saltaba mi amiga Natalia que estaba a mi lado. No pude evitar sonreír y negar con la cabeza a la vez, sus rizos rubios golpeaba mi cara. Llevamos bebiendo lo mismo desde que llegamos y no puedo creer que mis amigas y mi hermana ya estén borrachas. Debe ser porque yo no bebo de grande sorbos como ellas.
Mi hermana regresa de bailar y apoya los codos sobre la barra y ordena otro trago.
— ¿En serio, Isabella? —Enarqué una ceja. Ella Asintió y tomó el trago que le ofrecía el camarero. — Joder, que sea la última, por favor.
Estaba muy borracha. Isabella tiene dieciocho, y yo soy un año y medio mayor que ella, pero para mí no va deja de ser la niña rubia que cuidaba cuando éramos unas chiquillas. Sé que a veces mi sobre protección la agobia pero, no puedo evitarlo.
Observé que la banda que suele llamarse Snake empiezan a cantar. Pensé que cantaban canciones propias pero estaban haciendo un cover de los Beatles. No podía creer que las chicas de este lugar estén muriéndose y gritando como locas por tres chicos como si fueran N'SYNC o Madonna.
—Tienen talento, pero... un cover lo hace cualquiera. —les dije a las chicas que estaban moviendo sus cabeza al ritmo de la música.
— ¿Qué te pasa, Alessia? —pregunta Aurora como si hubiese dicho una tragedia. — Los Snake son talentosos.
Rodé los ojos.
—A ver, Aurora Di Rossi, nunca he dicho que no lo sean. Solo digo que un cover lo hace cualquiera. —Sorbí un poco de tequila, mientras sentía la mirada fulminante de Aurora. — Cantan lindos, ¡Sí! Eso no se niega, pero... o sea ¿Qué tienen de interesante?
— ¡Qué están cogibles! —Gritó ella por encima de la música. Todas soltaron unas carcajadas y empezaron a cantar a todos pulmón la canción y no podía evitar cantarla también.
Natalia Fossatti era una rubia de ojos azules que estudió con mi hermana en la prepa y Aurora Di Rossi era una morena de ojos café que fue conmigo a la escuela y a pesar que éramos un grupo grande de amigas, nos separamos en cuantos nos graduamos. Yo fui la primera yéndome a América para superar la muerte de mi novio, más que todo la de mi hermano. Pero no podía terminar mi amistad con estás locas. De verdad apreció nuestra amistad. Todas la apreciábamos.
—No saben cuánto odio al cantante. —Comentó Isabella, mientras da un buen sorbo a su bebida. — En la escuela fuimos juntos a clase de historia, español y ciencia. Y es tan egocéntrico y antipático que no lo tolero. —Ella era igual de egocéntrica y antipática. Rodé los ojos, no sé de qué se queja.
—Si amiga, lo sabemos. —Dice Natalia entre risa. — Pero igual te lo cogerías.
Isabella hace una mueca.
—Podrás engañar a quien sea, hasta a tú hermana siquiera, pero a nosotras jamás. —Aurora la coge del brazo y le señala al cantante. —Está que arde y tú lo sabes.
—Está comprometida. —Opiné sabiendo que no iban hacerme caso a lo que dije. Isabella va casarse dentro de tres meses con Darío Basso, llevan de novios poco tiempo y ese noviazgo y casamiento es pura negociación de las familias en la que salen ganando ambas.
—A Isabella le vale una reverenda m****a si se va casar o no. —Aurora arrastra las palabras. —Ella no lo ama y ese compromiso es una contrata en la que sale beneficiada su familia y no ella. Así que, qué bueno que Isabella ha tenido mucho sexo con otros hombres.
Y no me sorprende. A pesar de que Darío es el sueño de cualquiera, Isabella no lo ama y está con él por obligación, y le creo a Aurora cuando dice que Isabella ha tenido mucho sexo.
—Yo solo daba mi opinión. Isabella puede ser con su vida lo que le convenga.
— ¡Chicas! —Exclamó un chico acercándose a nosotras. — ¡No creí que vendrían hoy! Estamos probando una exclusiva esta noche de estreno y... solo espero que la estén disfrutando.
— ¿Hablas de la música? —Casi no se le entendió lo que dijo Natalia.
—Sí, ¿De qué más?
—Oye, te presento a mi hermana viene de América... —Isabella me señala. — Alessia te presentó al chico que nos consigue entrada gratis VIP para ver a los Snake.
—Eiden. Eiden Di castro. —Estiró su mano hacía a mí.
—Alessia. —Cogí su mano y la estrechamos.
— ¿No hay apellido? —Enarcó una ceja.
Quise liberar mi mano de su agarre, pero no quiso soltármela.
—No sabía que era una obligación presentarse con apellido. —Farfullé.
—No lo es. Pero... quisiera saberlo.
—Alessia Moretti. —Solté su mano antes rodear los ojos. Él sabía mi apellido solo quería joder.
—La hija del presidente ¿eh? —Fingió asombro. — Su Alteza... —Hizo una reverencia. — ¿Qué hace una joven estudiante de medicina con promedio que llega al techo, en un lugar como estos?
¿Cómo sabe que estudio medicina? Y si, parece que es muy amigo de mi hermana.
Fulminé a Isabella con la mirada, mientras ella sonreía viendo otro lugar.
—Bueno, pues... —clavé la vista en los ojos del chico, y no me había dado de cuenta lo hermoso que los tiene. Era un azul tan intenso que podría hipnotizarte de pasión por él. —Fui obligada por mi hermana en venir, no quería pagar una entrada para ver una patética banda que solo hacen cover. —me encogí de hombros. —Pero qué más da.
Escuché las carcajadas de mis amigas.
—Oigan como a las doce iremos a comer hamburguesa ¿Quieren venir? —Repuso él cambiando de tema.
—Por supuesto, siempre y cuando Evan también vaya. —Dijo Aurora.
—Sí, pero no solo él... también Theo y Jace.
—No paso a Jace ni con agua. —Dijo Isabella. — Es un egocéntrico que cree que porque tiene cientos de tatuaje va intimidarnos.
—Es un buen chico. —Eiden alzó la mano para llamar la atención del camarero y le hizo seña de que le traiga una ronda para todas. — Cuando lo conozcas de verdad va agradarte.
—No lo sé, en la escuela nunca me agradó y ahora mucho menos.
—No es tan odioso como tu hermana. Ella es la egocéntrica y antipática aquí. —Dijo, antes de que todos tomáramos nuestros tragos de la barra.
No sabía cuál era su problema conmigo, pero desde que se acercó a nosotras se ha mostrado muy cretino. Y no con ellas, sino conmigo. Joder, acabo de conocerlo.
— ¿Cuál es tu problema, Imbécil? —Yo no era ese tipo de chica que buscaba problemas, pero si me buscan me encuentran. Y no voy a dejar que ningún tipo de cara bonita se refiera a mí de ese modo. ¿Quién se cree?
—No, bombóm. —curveó una sonrisa de una manera que me molesto. — Yo no tengo ningún problema, tú tienes un problema. Y no sé porque, pero creo que te gusto o sino no estuviera tan histérica.
Natalia e Isabella soltaron una carcajada.
— ¡¿Que tú me gustas?! —reí sin gracia. — Por favor, ¿Quién te crees? ¿Brad Pitt? Soy mucha mujer para ti, cariño. Solo que estás acostumbrado a que las chicas te admiren y te deseen con intensidad, pero eso no va conmigo, amor. Date una vuelta por el club a ver si te consigues una chica fácil que si le gustes de verdad.
— Vale, vale, vale. —aplaudió. — La bombóm tiene carácter ¿eh? ¿De quién lo heredaste? Pensé que eras más humilde. Isabella es demasiado amigable, para ser la hija de un presidente. Pero tú eres lo contrario, crees que como eras la hija de Alonzo Moretti quieres andar pisoteando a quien se te atreviese ¿no es así?
¿QUÉ? Yo no soy así para nada, pero vamos a darle la razón.
—Sí, así es. Como tu digas, Eiden... —Hice una mueca a pronunciar ese nombre. — Lo que tú digas. Puedes irte al infierno.
—Gracias, espero que tu igual. Y no te preocupes tampoco me gustas, me resultas muy fácil. —Dijo con Desdén. —Y las fáciles no me llaman la atención.
Mis amigas hicieron una O en sus bocas. La sangre se me subió a la cabeza y por instinto mis manos actuaron por si solas y le aventé mi trago, mojando toda su camisa de cuadro. Quería golpearle la cara, pero lo único que logré fue tirarle el vaso sobre el pecho.
¿Llamarme fácil a mí?
—Eres un asco de hombre. —Grité por encima de la música.
Lo único que podía oír eran las risas de mis amigas mezclada con la del resto. Creí que Eiden reaccionaría mal, pero no. Levantó la vista y me sonrió, mientras se limpiaba con la sudadera.
—Te ayudo, bebé. —dice Isabella, mientras le quitaba la sudadera. Lo secó por el cuello, por el pecho encima de la camisa de cuadro y por ultimo en la cara. No entiendo porque mi hermana se pone de su lado, o sea, acaba de faltarme el respeto y ella se pone de su lado. ¡Me llamo fácil!
—Oye, amiga, se pasó contigo, pero ¿aventarle el trago? —dijo Aurora. Todas contra a mí. — Eiden es buen chico.
—Tan buen chico que me llamó zorra. —dije.
—Bueno, no te dijo zorra.
—Para mí es lo mismo. —me crucé de brazo. — ¡Me quiero ir! ¡Isabella, me quiero ir! ¡Muévete! —Grité.
—Oye, Relájate ¡Caray! —masculló mientras seguía secando a Eiden.
Por suerte la gente dejó de vernos y se concentró en la banda que no me había dado de cuenta que comenzaba cantar una canción de Bruno Mars que me fascinaba. La verdad no me gustaba mucho llamar la atención.
—Gracias, Isa. —Eiden le agradeció a mi hermana, y le posó un beso en su mejilla. No quise mirarlo, pero de soslayo supe que se acercaba a mí. ¡Joder! ¿Ahora qué quiere?
Le miré, no quería que supiera que me intimidaba. Mucho.
—Sabes... —Dio varios pasos más a mí hasta quedar a pocos centímetros de nuestra boca. No me moví, no forcejeé. No hice nada y me sorprendí por mí misma. Lo tenía tan cerca. — Eres una chica con carácter, pero no me intimidas. No creas que esto se va a quedar así, bombóm. Grábatelo aquí. —Dio ligeros golpecitos en mi sien que casi ni sentí. Guiñó un ojo, y pensé que estaba por apartarse. Pero no.
Se quedó contemplándome, desvió su mirada a mis senos sobresalientes y se quedó observándolos un buen rato, subiendo su mirada por mi cuello y labios lentamente, hasta terminar clavando sus ojos en los míos. Y yo no me quedé atrás observe cada parte de su cara porcelana. Veía como sus labios estaban tan rosados y carnosos que provocaba besarlos, su respiración lenta y suave, sus ojos tan azules que volvería loca a cualquiera y su cabello muy peinado.
Se apartó de mi, pero sin apartar la vista de mis ojos y le contuve la mirada. No quería que piense que me intimidaba aunque así sea. Se despidió primero de mi hermana y luego de mis amigas, diciéndole que nos vemos en algún lugar donde vendían hamburguesa, ni siquiera lo oí bien.
Tragué Saliva.
—Ese chico quiere follarte, Alessia. —escuché decir a Natalia, pero mí mirada solo seguía en Eiden que estaba a muchos metros de distancia.
— ¿Que dijiste? —La miré.
—Que Eiden quiere follarte. —se echó a reir.
— ¿Por qué tienen que ser tan obsesa?
Rompieron en risa y luego fue acompañada de la mía.
—Así sea la última Coca-cola del desierto no la bebería jamás. —Ellas me miraron incrédula. Ni yo misma creía esas palabras. — ¿Saben qué..?. me quiero ir.
—Ni de coña. —Isabella arrastro las palabras. — No voy a irme de aquí, además vámonos a nuestra Zona VIP.
Les hice caso y nos regresamos a nuestra mesa VIP. Me tomé un par de tragos pero, no quise beber más porque me estaba pegando un mareo intenso, así que me detuve y ordené mucha agua. Esperé que se me pasara el mareo. La banda Snake dejó de cantar y no vi más a Eiden. Tampocoes que quisiera verlo. Baile un par de veces con algunos chicos que me invitaron a la pista. Me senté y ya Aurora estaba en posición de descanso sobre la mesa, Natalia se divertía bailando con unos chicos gay e Isabella estaba vomitando sobre una bolsa.
Rodé los ojos y me levanté.
— ¡Andando, Andando! —ordené. — Aurora por favor, ¿sí? Vámonos.
Ella asintió, tomo su bolso Prada y empezó a llamar a Natalia que obedeció de inmediato.
—Nos vamos. —le dijo a ella. Natalia puso cara de tragedia como siempre, pero terminó obedeciendo. Aquí la que es obstinada en sus opiniones o insiste pesadamente en una petición u otra cosa similar es Isabella, pero la terminé tomando del brazo y la arrastré hasta afuera del club.
Introduje la llave al Porsche y abrí todas las puertas, Natalia y Aurora se subieron, pero Isabella se quedó apoyada de una pared vomitando todo lo que había tomado.
Me acerqué y le cogí el cabello.
—Esto pasa cuando bebes demasiado. Te dije que pararas, Isa. —Llevaba mucho tiempo que no la llamaba Isa.
Cayó de rodilla al suelo, la tomé del brazo pero se resistía en levantarse. Aurora salió del auto y me ayudó a recogerla y subirla al auto. Estaba muy ebria, y no es la primera vez.
Así son las noches de un sábado de Isabella Moretti.
* * * * *
Me levanté por la mañana con una resaca terrible y eso que no bebí tanto. Pandora una de las sirvientes, pero yo no la veo así, para mí Pandora es parte de la familia, ha estado cuidando de nosotros desde que éramos unos niños y es como mi segunda madre, lleva toda su vida cuidando de mis hermanos y de mí. Ella me trajo una pastilla para el dolor de cabeza y alivia según la reseca.
Bajé a la cocina por mi desayuno y no quería encontrarme a la víbora de Laura, la esposa de mi Tío Marcus. Me saca de quicio, no es más que una manipuladora y calculadora que quiere creerse una dama de la realeza por formar parte de la familia cuando no es más que una pobre loca.
—Buenos días, Alessia. —formuló en un tono de hipocresía. — Parece que pasaste una noche de sexo estupenda como lo hace tu hermana. ¿O es que no sabías que tú hermana engaña a mi hermano con cientos de hombres?
Laura es la hermana del prometido de Isabella.
—Falso. —Dije con desdén. — Tu hermano sabe muy bien que su compromiso con mi hermana solo es por un contrato que hizo tu familia y la mía, así de simple. Ella no lo va amar por más que Darío quiera obligarla. Acéptalo. Es lo mismo que pasa contigo y con mi Tío Marcus, ambas sabemos que te engaña con muchas mujeres, solo que tú te haces la loca porque mi tío te da todo lo que pides por esa boca, y tú no quisieras perder esa maravilla ¿o sí?
Golpeó el mesón frente a mí y me apuntó con un cuchillo que llevaba entre sus manos.
— ¡Cierra tu m*****a boca! —Casi gritó. — Deberías regresarte a los estados unidos, allí es donde perteneces.
—Ay, cariño no te preocupes en octubre estaré largándome de esta casa. ¿Crees que me encanta vivir con esta familia egoísta y sobre todo asesina?
Ella puso los ojos como platos. Sabe de lo que estoy hablando. Mi familia son unos traficante de drogas y cientos de cosas más que son ilegales, cuando tenía trece años de edad vi como mi padre asesinó a un hombre a sangre fría frente a mis ojos solo por no obedecer una orden, quedé traumatizada en ese momento. Solo tenía trece años.
—Veremos que opina tu padre sobre lo que acabas de decir. —Dijo antes de marcharse.
No quise demostrar miedo. Pero, desde que tengo uso de razón le he tenido miedo a mi papá desde la primera vez que vi como le cayó a latigazo a mi difunto hermano Enzo por desobedecerlo. Mi papá odia que lo desobedezcan o que le lleven la contraria aunque no tenga razón.
Caminé con mi sándwich hasta mi habitación y me detuve frente la habitación de Isabella cuando escuché a Darío insultándola. Me quedé detrás de la puerta para escuchar todo.
—Te lo he dicho cientos de veces, Isabella. —gritó y escuché algo quebrarse. — No quiero volver a escuchar que saliste en la noche, ya lo tomaste como rutina y me estás hartando.
—No eres mi novio, no eres nada para mí. —La voz suave, dulce y serena de Isabella se escuchó agotada. — No te amo ¿Por qué no lo entiendes? Solo hacemos que la prensa lo vea así. Estoy cansada de ti y de tú maldito mal genio ¡No te soporto! Tan solo quiero que llegué pronto nuestra boda para así poder darle lo que sea que heredaras a mi familia y liberarme de ti de una buena vez con el maldito divorcio.
—No será fácil.
—Para mi papá no hay nada difícil que no pueda lograr. Y lo sabes.
—Bueno, pero mientras seas mi prometida vas hacer lo que a mí se me dé la m*****a gana, estúpida. —escuché que golpeó la pared, no quise entrar y formar un escándalo. Pandora me dice que esté chico le ha formado unas grandes a Isabella delante de medio gentío y nadie dice nada. — Y desobedéceme para que tú veas, ¡Desobedece nada más! —Terminó gritando.
—Tú amenaza no me da miedo, Darío.
—Yo sé cuando va darte miedo, perra.
Los pasos se aproximaban a la puerta y no me dio tiempo de salir corriendo o esconderme. Asi que disimule que estaba pasando por el pasillo. Darío tenía el rostro rojo de la furia, me fulminó con la mirada y pasó por mi lado.
Tragué saliva y me volví para verle irse. Era unos de esos capullos atractivos que le gusta manipular. Laura y él son tal para cual, bueno, hermanos tenían que ser.
Me asomé en la puerta y veo a mi hermana con el rostro escondido entre sus manos, no estaba llorando pero, estaba agotada. Sé que odiaba está vida tanto como yo. Toqué la puerta con los dedos. Levantó la cabeza y su sonrisa se amplió con brillo al ver que era yo.
—Hola. —Exhaló. Se aproximó a mí, sosteniendo la puerta como si se hubiese a caer.
— ¿Estás bien?
— ¡Por supuesto! —ríe leve. —Natalia me llamó dice que iremos esta noche a Sigma.
— ¿Sigma?
—Sí, Sigma es un lugar que se llama así. Hacen apuesta ilegal de peleas callejeras y motos. Bailan. —Sus ojos brillaban. — Te va encantar, quiero pasar rato con mi hermana antes de que se marché a Norteamérica.
—Faltan tres meses.
—Dos meses —Corrigió ella. — Este mes no se cuenta.
Rodé los ojos. —Está bien.
Ella chilló antes de darme un abrazo que casi me mata.
Caras conocidas ocupaban los asientos de nuestra mesa en el Sigma. Natalia se sentó en un lado de mí, Isabella en el otro, Aurora frente a mí y el resto de los asientos fueron interceptados por Eiden y su Banda de Snake. Rodeé los ojos. Era difícil de escuchar con el ruido dentro de este Almacén. El aire estaba cargado con el olor de comida frita y piel sudorosa, pero de alguna manera todo mundo parecía tener más energía de lo habitual.La camarera trae tres cajas de Pizza y parece que todos tenían hambre por la manera que todos destaparon la caja y cada uno toma un trozo.— ¿Se han preguntado que la caja es cuadrada, la pizza redonda y el trozo triangular? —Dice el chico que está cubierto de tatuaje de punta a punta, cubría su cuello y manos. Asi que me imaginé que todo su cuerpo podría estar igual. Su cabello caía a un lado de su cara y tenía unos ojos verde aceituna.—Yo solo pienso en comerla, Jace. —Dice unos de sus amigos de banda que llevaba tatuaje en ambos brazos.—Déjenme pr
Por la mañana mi padre me manda a decir con Pandora que me necesita en su oficina. Mis manos sudaban mientras me dirigía allá. Sé lo que va decir, sé lo que va pasar. Solo espero que mi madre este ahí para que haga algo. Yo no podría soportar los gritos y las abofeteadas que vaya a darme. Él odia cuando no cumplimos sus reglas, y ayer lo desobedecimos.Antes de entrar cogí aire y me desplacé al interior de su oficina. Cerré la puerta con cuidado y me senté en la silla frente a su escritorio mientras él fumaba un cigarrillo.— ¿Dónde estaban anoche? —preguntó expectante, con una voz gruesa y ronca. No podría mentirle, cuando él pregunta a veces es porque sabe la respuesta. Pero quiere preguntar para ver si le llegamos a mentir.—Hay un almacén en el que...—Donde se realizan apuestas de peleas y carreras en motos. —Arrancó las palabras de mi boca. — Sé sobre ese lugar y si no lo he mandando a cerrar es porque el dueño de ese Almacén me está pagando. Pero mi pregunta es ¿Qué carajo hace
Después de una larga semana, mi padre inauguró un restaurant, en la que ordenó que mi madre y sus hijos saliéramos a comer esta noche a ese lugar. Estábamos sentados sobre aquella silla, alrededor de una mesa llena de velas. Llena de mucha gente adinerada. Algunos guardaespaldas de mi padre estaban alejados a unos cinco metros de distancia dándonos un poco de privacidad.Observé como mi papá entrelaza sus dedos con los de mi madre sobre la mesa, antes de besarla. Mi hermano Matteo no quitaba la vista de un camarero que atendía en la otra mesa, Anastasia haciendo resoplido cada minuto, e Isabella estaba cogida de la mano de su prometido Darío, notaba su cara de desagrado cuando esté posaba tierno besos en sus mejillas que para ella parecía que viniera con fuego, por la forma en que tornaba una mueca.—Buenas noches, Señor Presidente. —Dice el joven camarero que había reconocido esa voz en segundos. Levanté la vista y miré los ojos que me poseyeron aquella noche. Eiden.Isabella le clav
1 MES DESPUESEntré en una discusión con mi padre en su oficina mientras mi madre solo negaba con la cabeza sin soltar una palabra. Estaban obligándome a abandonar la universidad de los estados unidos y empezar a estudiar junto con mis hermanos en la universidad de Roma, que por cierto sus clases empiezan dentro de dos días. Quería mantenerme mucho tiempo más aquí y eso me ponía muy furiosa. No quiero estar ni un segundo más en este país.—Ya hablé con la directora y la secretaria de admisión para que empieces el lunes a retomar tu carrera. —Dice mi papá como si nada. —No tienes porque pasar las pruebas de admisión. Y ya he dicho.Miré a mi madre para que dijera algo, pero no dice nada.—No es justo. —Me volví a mi padre. — Habia hecho amigos en aquel país, y tenía mi residencia.—Ya di una orden.Salí de la oficina echa una fiera y cerré la puerta tras de mí con toda la fuerza que pude. Escuché cuando mi madre le gritó diciendo que no era justo para mí. Pero diga lo que diga siemp
Al despertarme necesito un momento para recordar los acontecimientos de la noche anterior por amanecer con tan terrible dolor de cabeza. Fui una completa estúpida por ponerme como me puse, pero es que Eiden se comportó como un completo Idiota, y no lo saco de mi jodida cabeza.Me pongo rápidamente los zapatos, me dirijo a mi baño, hago lo que tengo que hacer. Y salgo de mi habitación, pasé por frente la habitación de Anastasia que estaba hablando por el celular, me saludó con las manos y me sonrió, hice lo mismo con ella. Seguí caminando y me encontré con Isabella y Darío dándose unos besos, afuera de la puerta de su cuarto.Darío se acomoda la corbata y me saluda con las manos antes de marcharse.— ¿Me contaras porque llorabas anoche? —pregunto Isabella con una mirada de que sabía que no podía mentirle, se recostó del marco de la puerta, se cruzó de brazo y seguía esperando una respuesta.Pero no quería decirle a mi hermana que lloraba porque el imbécil de Eiden me volvió a faltar el
A la mañana siguiente, serví el jugo de naranja en un vaso grande y tomé un sorbo mientras sacudía la cabeza al ritmo de la música que descendía de mi iPod. Me había despertado antes de que saliera el sol, y luego me retorcí en el sillón de mi habitación hasta las ocho. Murmullos provinieron de la habitación de Isabella. Ella rió y luego se quedó en silencio unos minutos más, seguido por ruidos que me hicieron sentir un poco incómoda.Odiaba que su habitación estuviera justo al lado de la mía. Así que tomé una ducha, esperando el sonido de que alguien despierto calmaría los gemidos de Darío e Isabella y los crujidos y los golpes contra la pared. Cuando salí de la ducha e intenté hacer ruido, me di cuenta de que ellos no estaban preocupados de quién los pudiera escuchar.Me peiné, poniendo los ojos en blanco ante los gritos de Isabella, pareciendo una estrella porno.Mi puerta sonó y agarré mi bata blanca y ajusté el cinturón, trotando a través de mi peinadora hacia la puerta. Los ruid