Rania no pudo decir ni una palabra más para suplicar por un techo para ella, porque Hamza la envolvió en un fuerte abrazo de repente dejándola asombrada.La chica hubiera esperado que Hamza la echara a patadas, que la repudiara o incluso que llamara a su tío Idris para no tener que hacerse cargo de ella, pero fue todo lo contrario. —Tío… —murmuró mirándolo a los ojos y se emocionó cuando vio que Hamza estaba llorando. —Lo siento mucho, siento que esto haya afectado tu nombre. — se disculpó limpiando las lágrimas del hombre que sonreía emocionado. —Mi llamita del infierno, poco me importa mi nombre, porque un apellido y una estúpida reputación no vale más que la niña de mis ojos. —contestó Hamza con sinceridad. —Puede que ya no seas la princesa de esa gente, pero siempre serás la princesa de este hogar. —Pero ¿y el bebé? —preguntó Rania insegura llevando la mano a su vientre. —Sé lo que debe significar para ti que esté embarazada, divorciada y encima acusada de adulterio.
Después de mantener la calma para no terminar rompiendo el palacio entero, Karim sé giró para hablar con Aisha que lo miraba asustada. —Aisha vuelve a colocar todo como estaba en el armario, a partir de ahora todo debe estar guardado bajo llave. —¿No prefiere que lleve las cosas que fueron de ex esposa a otra parte, majestad? —preguntó Aisha con tristeza mirando la prenda con sus hilos de oro que Karim tenía en las manos, extrañaba a su princesa. —Puede que desee preparar la habitación contigua por si decide volver a casarse. —indagó a sabiendas de que ya habían rumores de que el príncipe necesitaba volver a casarse. —No tengo la intención de hacerlo Aisha, por lo menos no por el momento. —contestó Karim con dureza fulminado a las otras criadas con la mirada y ella salieron corriendo, para escapar de su ira. Aisha inclinó la cabeza aceptando sus órdenes y se dirigió a la habitación que había sido de Rania, pero Karim la llamó. —Aisha. —¿Sí, majestad? —se giró ella rápid
—¿Interrumpo? —preguntó Amín mirando por encima del hombro de Idris viendo las dos mujeres que estaban en el suelo y la expectación en la mirada de una de ellas. El corazón de Alissa se llenó de esperanzas pensando que el príncipe había ido a hablar con su padre sobre ella. —Veo que están en medio de una reunión familiar muy animada —se burló— y no quiero molestar. Idris no confiaba en Amín y lo miró con recelo preguntándose qué podría estar haciendo el príncipe en la puerta de su habitación cuando jamás le había dirigido una palabra. —¿Podemos ayudarlo en algo majestad? —preguntó Idris desconfiado viendo que Amín lo miraba con desagrado. El príncipe podía percibir que en el tono de Idris Hassan no había ni una pizca de respeto, todo lo contrario, incluso sonaba sarcástico. Pero en fin, estaba allí para hablar de otros asuntos más importantes, después podría encargarse de poner al tío de Rania en su lugar. —¿Tiene tiempo para dar un paseo por el jardín Idris? —preguntó Amín co
Dos meses después: —¡La ropa! —vociferó Jax corriendo detrás de Malika por la casa que había comprado a las afueras de la ciudad para vivir con su reina y esperar la llegada de su bebé. —¡Reina, suelta ese folio de una vez y vístete! —¡No quiero, no me apetece llevar ropa Jax...yo así desnudita soy feliz! —contestó Malika huyendo de él. Parecía una niña jugando al pilla pilla, pero Jackson no tardó en atraparla. —¡Sé que quieres libertad, pero debes ponerte algo de ropa! Aunque me fascina verte desnuda y con ese bultito tan bonito que tienes ahí. – confesó Jax dejando un beso en su vientre y Malika deslizó los dedos entre sus cabellos con cariño, luego miró otra vez el documento que tenía en la otra mano, el acta de divorcio confirmando que ya no tenía ningún vínculo con Amín Al Thani. —Solo estoy celebrando mi felicidad Jax, ahora soy libre…libre para amar y vivir como quiera. —contestó Malika con una sonrisa y Jackson se sentó en el sillón, tirando de ella para que cayera acurru
Después de horas hablando con Sasha, sobre todo lo que él tenía pensado para el futuro de Malika y las personas que ella debería conocer, la chica se tomó su tiempo para jugar con los niños y conocer a Sol. Las dos se llevaron muy bien y estaban emocionadas de llevar sus embarazos juntas, pues claramente Malika ya era un nuevo miembro de aquella enorme familia que no dejaba de crecer. A Jackson casi le dio un paro cardíaco cuando salieron de la academia al escuchar el pedido de su mujer, que ya empezaba a aprovecharse del el piloto que no sabía negarle nada. —¡Malika no podemos tener diez hijos! —se escandalizó Jackson subiendo a su auto con ella. —¿Por qué no? —inquirió haciendo un puchero. —Sasha y Sol tienen cinco hijos y ahora van a tener otros dos más. Tu casa a las afueras es muy grande y con muchas habitaciones, eso significa que podemos tener diez hijos…¡Yo quiero muchos niños correteando por la casa! Jackson apoyó la cabeza en el volante pensando que le iba a dar un
—Habibi… —Rania lo llamó en sus sueños, y por sus fosas nasales entró ese perfume que tanto amaba, como si Karim estuviera a su lado. Ella apretó los párpados negándose a abrir los ojos. No quería despertar de ese sueño y volver a su realidad, a esos dos meses de soledad y desolación. Era mejor estar con su príncipe en sueños que volver a ese mundo donde Karim buscaba olvidarla con otras mujeres. —Me haces tanta falta. —susurró Rania con los ojos cerrados abrazando la almohada, había tanta tristeza en su voz que su visitante no se resistió a contestar. —Tú también me hiciste mucha falta… Los ojos de Rania se abrieron como platos después de escuchar esa voz, esa voz que era como una melodía que llenaba su corazón de paz. Era la calma después de la tormenta, su oasis en medio de un vasto desierto. Ella se giró y lo vio, de pie al lado de la ventana con una rosa en la mano. Rania se frotó los ojos pensando que su corazón intentaba engañarla con una alucinación. Su desespero por volv
Dos meses después. —No creo que sea buena idea entrar ahí princesa. —opinó Adessa caminando detrás de la niña que jugaba con sus cabellos de color azabache. —Dicen que mi mamá está triste Adessa, tal vez necesite un poco de compañía, y yo quiero estar con ella. —contestó Dalia con autoridad, decidida a entrar en la suite de su madre, donde Fátima llevaba meses encerrada. —Quédate aquí Adessa, yo entraré sola. —Princesa insisto que no lo haga, puede que a la Emira no le agrade su visita, ni la de nadie. —insistió Adessa con ansiedad, pero Dalia la ignoró. Cuando la niña se plantó en la suite de la Emira, los guardias se interpusieron en su camino impidiendole pasar. —Lo sentimos majestad, pero no puede entrar en la suite de la Emira. —dijo un guardia con la mirada al frente. Dalia arrugó el ceño, llevó las manos a la cintura mirándolos molesta por esa actitud y como si en lugar de ser una niña de diez años, habló como con firmeza como si fuera una mujer adulta. —¿Cómo se
Karim colgó la llamada para que no supieran con quien estaba hablando y miró molesto al hombre que tenía en frente por haberlo interrumpido en un momento tan especial. —¿Qué está haciendo aquí, padre? —inquirió viendo como el Emir caminaba de un lado a otro por el despacho mientras que Farid se quedó en la puerta, como siempre actuando como si fuera la sombra de Hudad. —Este palacio sigue siendo mío, puedo entrar donde quiera y cuando quiera, no lo olvides príncipe heredero.—espetó el Emir poniéndose delante de su hijo. —Solo estoy aquí porque quiero hablar con mi hijo. —Estoy muy ocupado padre, tanto con mis asuntos del emirato como con los proyetos de mi empresa. ¡No tengo tiempo para el honorable Emir! —gruñó Karim volviendo a sentarse en su silla mirando los documentos que tenía delante, pero Hudad los apartó para llamar su atención. —¡Soy tu padre, Karim, eso es algo que jamás podrás cambiar por más que me odies y me desprecies todo el tiempo! —vociferó el Emir con veheme