Malika se había quedado dormida muy pronto aquel día, pues desde que había besado a Jax no había vuelto a pegar ojo. Solo pensaba en él, en el sabor de su boca, y cuando finalmente pudo dormir, despertó al rato con la extraña sensación de estar siendo observada y restregó las manos en sus ojos para despejarse encontrándose con la imagen del dueño de sus pensamientos. —¡¡Jax!!—exclamó asustada cuando lo vio sentado en el borde de la cama, pero Jackson no levantó la vista para mirarla, tenía su atención puesta en algo que había encontrado en la cama al lado de su reina. —Tus dibujos son increíbles, ¿cuánto tiempo llevas haciendo esto reina? —preguntó con curiosidad y Malika avergonzada arrebató el cuaderno de sus manos. —¡Oye no he terminado de verlos y me encanta lo lindo que me dibujas! —¡Esto es íntimo, son mis cosas no deberías mirarlas, estás invadiendo mi privacidad! —se molestó sintiéndose avergonzada, pues en casi en todas las hojas había algo de Jackson y se sintió expues
—Princesa, ¿se encuentra bien…. ¡Alá! —exclamó Aisha llevándose las manos a la boca horrorizada cuando vio a la esposa de Amín sola en su habitación con un occidental medio desnudo. —¡Princesa! —Aisha… —dijo Malika sobresaltada y Jax volvió a vestir su camiseta rápidamente alejándose de Malika. Aisha había ido a la habitación de Malika para ver cómo estaba ya que la muchacha llevaba unos días que se veía muy ausente y pensó en pasar un rato con ella como hacían algunas veces para poder hablar, antes de que Rania regresará al palacio, pero no esperaba encontrar a Malika con el mejor amigo del príncipe en una situación tan comprometedora. Lo primero que la empleada intentó hacer fue escapar de la habitación, pues aquella escena había sido demasiado impactante para ella, pero Jax la atrapó y cerró la puerta de la habitación. —¡Por Alá déjeme salir! —suplicó Aisha asustada de verse involucrada en aquella situación. —Aisha puedo explicarte… puedo darte una explicación para l
—Estoy dispuesta a hacer cualquier cosa para ser tu esposa. —aseguró pegándose a su cuerpo y antes de que Karim pudiera apartarla, Rania entró en la habitación, después de despertar al escuchar unas voces alteradas. —¿Karim qué está pasando aquí? —inquirió aturdida mirando a su marido que tenía a Samira entre sus brazos. —¿Qué estás haciendo con Samira? —¡Creo que es obvio querida! —dijo Samira con una media sonrisa acariciando el rostro de Karim que la empujó tirándola sobre la cama y deseó matarla por crear aquella situación. —¡Rania, no es lo que parece! —exclamó el príncipe con nerviosismo tomando su mano y cuando ella vio la mancha de sangre en la cama se apartó de él y Karim siguió su mirada. —Yo no hice nada, no le he puesto un dedo encima, Rania… por lo menos no como estás pensando. —Una plebeya como tú no es suficiente para satisfacer un príncipe y Karim se ha dado cuenta de eso. —espetó Samira y Rania vio una fina línea de sangre bajando por su pierna, después vo
Los guardaespaldas irrumpieron en la suite del príncipe después de escuchar los gritos de auxilio de Rania. Socorrieron al heredero de la familia Al Thani rápidamente, siguiendo su protocolo en casos como aquel. En tanto Rania no soltaba la mano de su esposo en ningún momento. Karim había salvado su esposa interponiéndose entre ella y el filo de aquella arma y Rania deseaba con todas sus fuerzas que no hubiera sido así. Ella hubiera estado dispuesta a dar cualquier cosa por haber recibido aquella puñalada en su lugar, todo para no verlo en aquel estado. Sacaron Karim de la habitación y el Emir no tardó en aparecer junto con sus esposas. Fátima casi se volvió loca al ver a su hijo en aquellas condiciones. Fátima estaba en su habitación esperando por una señal de Samira cuando todo estuviera hecho, y ella misma entraría en la habitación para ser testigo de que su hijo había deshonrado a la princesa, pero todo salió mal y su primogénito, el niño de sus ojos había terminado her
—Debes vigilar a Samira, y más ahora que será la esposa de Karim. Esa psicópata casi mató a mi hijo y está igual de enferma que tu prima. —escupió el Emir yendo en dirección a su despacho mientras que Fátima lo seguía. —La necesito para lograr mis objetivos, pero no puedo arriesgarme a perder a Karim, el único de mis dos hijos que es digno de ser mi heredero. Es fuerte y así demuestra que yo también lo soy, por eso lo necesito a mi lado. -su esposa levantó la barbilla orgullosa de su hijo mayor. —Hicimos demasiados sacrificios para darle su verdadero lugar, como para echarlo todo a perder ahora. —Fátima sonrió disimuladamente pensando en ese “sacrificio”, ya que gracias a ello pasó de ser la segunda, a ser la primera esposa. —Ya soy demasiado mayor para tener otro hijo a estas alturas, Fátima, y no estoy loco de poner el futuro de esta familia en manos de Amín. Tu hijo es un bueno para nada y una deshonra para mi apellido. —Por suerte Alá nos ha bendecido con Karim, así que puedes
Después de que Karim realizó las debidas presentaciones, Rania sintió una gran curiosidad por la amistad que tenía su esposo con Reagan. Una chica que tenía su misma edad y a la que llamaban “Demonia” o “Reina del infierno”. Esos apodos contrastaban con el rostro angelical de la chica, pues se veía tan dulce. Aunque se notaba que no tenías papas en la lengua y el carácter de una fiera, hablaba con seguridad y autoridad. Rania quería saber más sobre ella, pero en ese instante solo importaba la salud de Karim, más tarde ella podría averiguar un poco más sobre Reagan Anderson, la que fue la primera esposa de Amín y que lo abandonó por Reich Vandrell, su guardaespaldas. Karim seguía muy débil y el traslado a la mansión de Jackson lo había dejado exhausto, eso sin contar la terrible discusión que tuvo con sus padres que habían intentado retenerlo. Rania y Reagan prontamente se encargaron de dar órdenes para que lo subieran a la habitación, donde dos enfermeras contratadas por Jax, es
Karim conocía bien aquella casa, cada centímetro de ella pues había pasado allí gran parte de su infancia y le partía el alma tener que destruirla, pero si no le daban lo que quería saber no tendría más opción. No era un hombre cruel, no estaba en su naturaleza serlo, pero sabía que para proteger a las personas que amaba a veces era necesario llegar a extremos. —Yo solo quiero la verdad, Farid. —musitó con el semblante serio mirando el hombre que estaba arrodillado ante él. —¿Dónde está Farah? —Hice un juramento Karim, sabes que no puedo romperlo. —contestó el hombre con la voz temblorosa escuchando los gritos que venían del interior de su casa, donde Karim tenía a sus hijos y esposas atados bajo la amenaza de quemarlos a todos. —Sabes lo mucho que te aprecio y que algún día te serviré, pero mientras tu padre esté vivo…. —Tu lealtad está con él, eso ya lo sé. —continuó Karim con una mueca de asco en su rostro. Todo lo que estaba haciendo aquella noche era por culpa de
Tenía un dolor tan punzante y desgarrador en su pecho que Karim tenía la horrible sensación de no poder respirar. El sentimiento de culpa le estaba consumiendo. Sentía que le había fallado a su hermana, que no la había protegido y que ahora la había perdido para siempre, de la peor manera y tan joven. Él solo quería sacar aquel dolor de su corazón, de alguna manera o hundirse en él, pero necesitaba hacer algo. Inconscientemente se dirigió al único lugar donde sabía que estaría solo…el desierto. No supo en que momento se bajó de la camioneta, cuánto había caminado y tampoco le importaba el aire que golpeada su cuerpo con pequeños granos de arena que chocaban con su pecho y se sentían como afileres marcando su piel. Lloraba, se estaba deshaciendo en llorar, llevaba años sin hacerlo y en aquella oscura noche no pensaba controlar el llanto que subía por su garganta. Todo su cuerpo temblaba, sentía que su alma se hacía añicos, se estaba haciendo pedazos que jamás podría volver a juntar.