—¿Tengo que llevar el velo, Adessa? —Preguntó viendo como la mujer le ponía el velo negro después de haber recogido todo su cabello. —Karim me dijo que solo debía hacerlo si así lo deseaba y no por obligación. —El príncipe está en el desierto majestad y es a donde irá a encontrarse con él. —Dijo la mujer sin apartar la mirada de lo que estaba haciendo. —Allí los lugareños son más tradicionales e incluso los hombres deben ir vestidos de forma tradicional. –Explicó y Rania asintió con una sonrisa débil, entendía que Karim quería respetarlos y le parecía bien. —¿Todavía tiene molestias mi señora? —Algunas. —Contestó con las mejillas sonrojadas, a pesar de los masajes Rania sabía que no iba a caminar bien en todo el día. —Pero estoy segura de que estaré bien. Cuando ya se vio lista para salir, Adessa tomó la pulsera de diamantes y la puso en el brazo de Rania. —No veo que sea necesario que lleve una joya como esta ahora, Adessa. —Habló apenada mirando a la mujer. —No existe una ocas
Cuando llegaron al desierto el primer rostro que Rania vio fue el de Jax y se impresionó de verlo vestido con el típico traje árabe, el Thawb, un vestido blanco que le llegaba hasta los tobillos, de mangas largas, con botones dorados y un turbante oscuro con hilos de oro. La princesa saludó al piloto y después su mirada fue directo al príncipe. Karim estaba vestido exactamente como su amigo, pero su turbante era rojo y llevaba un collar de oro en su cuello con el emblema de la familia Al Thani. Rania lo vio rodeado por tres niños y dos adolescentes que ponían atención a todo lo que decía. Pero lo que la había dejado impresionada era lo que el príncipe tenía enganchado en el brazo. Un halcón, grande y hermoso, de plumaje oscuro. —No sabía que Karim practicaba la cetrería. —Murmuró embobada cubriendo un poco su rostro, pues los lugareños la miraban con curiosidad, después miró a Jackson. —Mucho menos tú, Jax. —Karim me metió en esto cuando éramos niños. Cada vez que teníamos vacacio
Karim llevó a su esposa a un pequeño oasis en medio del desierto, donde habían dos tiendas con toda clase de lujos y comodidades preparadas para recibir a los príncipes. Una de las tiendas era enorme, donde pasarían el resto del día y la noche, y al lado había otra menor, donde Karim solía pasar el tiempo leyendo. Rania ya estaba embobada con la belleza del lugar y al bajarse de la camioneta mucho más. Era hermoso y muy íntimo. —Por Alá esto es bellísimo, Karim, jamás había visto un lugar tan hermoso. Un pequeño paraíso en medio de la nada, un oasis. —Habló Rania mirando todo lo que les rodeaba. —Es un oasis artificial, ordené que lo hicieran hace años, pues necesitaba un lugar para mí… para huir de todo, estar tranquilo con mis estudios y con mis pensamientos. —Reveló. Rania sintió cierta curiosidad por saber si alguna mujer había estado antes que ella en aquel lugar, pero pensó que era mejor no preguntar. La chica tenía claro que no era la primera en la vida de su esposo y segur
—No puedes estar aquí Jax. —Recriminó Malika antes de salir corriendo despavorida y se meterse bajo las sábanas. —¡Márchate ahora mismo! —No puedo acercarme a ti y cuando tengo una oportunidad huyes como si fuera el mismísimo diablo, así que tendrás que aguantarme aquí porque no soporto más estar en este palacio sin poder hablar contigo. —Replicó Jax parado delante de la cama viendo como la chica solo asomaba la cabeza para verlo, intentando esconder su cuerpo. —No eres el diablo, pero eres una de sus semillas sobre la Tierra, una tentación pecaminosa, el mal con cara de ángel. —Lo acusó Malika con el ceño fruncido mientras que el piloto se reía. — No es gracioso Jax, puedes llevarme al infierno tan sólo con mirarme y yo no quiero eso. —No hagas caso a las tonterías que dice que Fátima, yo no soy un fruto del pecado. —Contestó sentándose en el borde de la cama y Malika desconfiada se sentó envolviéndose con la sábana, ella lo miraba intrigada sin saber si creer o no en el piloto. —
Una sonrisa, eso fue lo primero que se dibujó en el rostro de Rania aquella mañana al despertar en aquel paraíso en medio del desierto. Ella sabía que debía ser muy pronto, que todavía no había amanecido, pero se desveló cuando su cuerpo echó en falta el calor de Karim. Abrió los ojos y percibió que después de otra noche apasionada al lado de su esposo volvía a despertar sola en la cama. Entonces se incorporó, tomó la camisa de Karim que estaba tirada en suelo y salió a buscarlo. Rania deslizó a un lado la cortina de la tienda y lo vio meterse bajo la ducha que estaba en el exterior. Era muy bonita, daba la sensación de tener cerca una cascada natural y debajo de ella bañando todo su cuerpo había un dios… un dios árabe. Karim era tan hermoso que no parecía ser un simple mortal y desnudo mucho menos. La chica se dio cuenta de que estaba purificando su cuerpo con total tranquilidad. Lo vio lavar tres veces su costado derecho y luego repetir el mismo proceso en el lado izquie
Malika se había quedado dormida muy pronto aquel día, pues desde que había besado a Jax no había vuelto a pegar ojo. Solo pensaba en él, en el sabor de su boca, y cuando finalmente pudo dormir, despertó al rato con la extraña sensación de estar siendo observada y restregó las manos en sus ojos para despejarse encontrándose con la imagen del dueño de sus pensamientos. —¡¡Jax!!—exclamó asustada cuando lo vio sentado en el borde de la cama, pero Jackson no levantó la vista para mirarla, tenía su atención puesta en algo que había encontrado en la cama al lado de su reina. —Tus dibujos son increíbles, ¿cuánto tiempo llevas haciendo esto reina? —preguntó con curiosidad y Malika avergonzada arrebató el cuaderno de sus manos. —¡Oye no he terminado de verlos y me encanta lo lindo que me dibujas! —¡Esto es íntimo, son mis cosas no deberías mirarlas, estás invadiendo mi privacidad! —se molestó sintiéndose avergonzada, pues en casi en todas las hojas había algo de Jackson y se sintió expues
—Princesa, ¿se encuentra bien…. ¡Alá! —exclamó Aisha llevándose las manos a la boca horrorizada cuando vio a la esposa de Amín sola en su habitación con un occidental medio desnudo. —¡Princesa! —Aisha… —dijo Malika sobresaltada y Jax volvió a vestir su camiseta rápidamente alejándose de Malika. Aisha había ido a la habitación de Malika para ver cómo estaba ya que la muchacha llevaba unos días que se veía muy ausente y pensó en pasar un rato con ella como hacían algunas veces para poder hablar, antes de que Rania regresará al palacio, pero no esperaba encontrar a Malika con el mejor amigo del príncipe en una situación tan comprometedora. Lo primero que la empleada intentó hacer fue escapar de la habitación, pues aquella escena había sido demasiado impactante para ella, pero Jax la atrapó y cerró la puerta de la habitación. —¡Por Alá déjeme salir! —suplicó Aisha asustada de verse involucrada en aquella situación. —Aisha puedo explicarte… puedo darte una explicación para l
—Estoy dispuesta a hacer cualquier cosa para ser tu esposa. —aseguró pegándose a su cuerpo y antes de que Karim pudiera apartarla, Rania entró en la habitación, después de despertar al escuchar unas voces alteradas. —¿Karim qué está pasando aquí? —inquirió aturdida mirando a su marido que tenía a Samira entre sus brazos. —¿Qué estás haciendo con Samira? —¡Creo que es obvio querida! —dijo Samira con una media sonrisa acariciando el rostro de Karim que la empujó tirándola sobre la cama y deseó matarla por crear aquella situación. —¡Rania, no es lo que parece! —exclamó el príncipe con nerviosismo tomando su mano y cuando ella vio la mancha de sangre en la cama se apartó de él y Karim siguió su mirada. —Yo no hice nada, no le he puesto un dedo encima, Rania… por lo menos no como estás pensando. —Una plebeya como tú no es suficiente para satisfacer un príncipe y Karim se ha dado cuenta de eso. —espetó Samira y Rania vio una fina línea de sangre bajando por su pierna, después vo