—Bueno, “majestad”… parece ser que están aniquilando poco a poco a los miembros de la poderosa dinastía Al Thani. —se burló uno de los guardias tirando la cena de Amín en la celda, después de contarle al príncipe que su madre había sido condenada a muerte. —¿Estás triste porque tu mamita se ha ido al infierno principito? —preguntó riendo, pero se le borró la sonrisa de la cara cuando Amín apoyó la frente en los barrotes y fijó su mirada sombría en él. Los dos guardias se quedaron mudos, Amín llevaba mucho tiempo sin hablar y en esa ocasión no sería distinto, pero su silencio daba mucho más miedo que sus insultos. El príncipe sonrió con una mirada maquiavélica y escupió al suelo. Esa era su respuesta, su forma de decir lo poco que le había importado la ejecución de su madre. El guardia que se burlaba de él decidió marcharse, pues ya no encontraba tan gracioso meterse con alguien a quien no le importaba nada, pero su compañero se mantuvo en el mismo lugar y lo siguió con la mirada
—Hola príncipe Amín. —respondió la princesa que algún día casi asesinó a Karim Al Thani. —Es una gran alegría verlo nuevamente, y de nuestro lado para destruir a tu hermano y a la zorra que me destrozó la vida.—¿Qué estás haciendo aquí Samira y con...? —Amín miró a Saad y luego al niño en los brazos de Samira, ambos tenían los mismos ojos color miel. —¿Eres la esposa del Shaykh?—Así es. —contestó Samira compartiendo una mirada cómplice con Saad. —Es mi marido y este es nuestro hermoso hijo, Raj.-Ella presentó al bebé mirándolo como si fuera un trofeo, o por lo menos fue la sensación que tuvo Amín.—No entiendo nada. —soltó Amín mirándolos con desconfianza. —Sé que tú estarás loca por vengarte después de haber sido repudiada por tu familia, pero ¿y tú? —inquirió mirando a Saad. —¿Por qué deseas tanto destruir a mi hermano?—Por nuestra fe, por nuestro Dios y porque no pienso permitir que ese pecador destruya nuestra cultura. —contestó Saad con firmeza. —Te he sacado de la cárcel
En el desierto, Karim y Rania vivían una candente noche de pasión en su oasis privado. Se perdieron en el desierto después de haber escapado del palacio en mitad al principio de la noche para estar solos. Aquel era el lugar donde la pareja encontraba la paz y ese momento especial para entregarse a su amor lejos del mundo.Rania vibraba montando el miembro erecto de su hombre. Ella movía las caderas encima de él montándolo con ímpetu y bañando toda su extensión con sus flujos. —¡Oh que buenas estás amor, sigue así sigue! —demandó Karim con la voz ronca enterando su polla en su color hasta alcanzar su fondo.Rania gritó de placer y dolor sintiendo que ya no le faltaba nada, su Emir la completaba en todos los sentidos. Karim agarraba cada una de sus nalgas clavando los dedos en su piel, sabía que le iba a dejar marcas, pero estaba tan perdido en la pasión que los envolvía que solo quería darle más, llenar su cuerpo y bañar su sexo con su semen hasta dejarla embarazada otra vez.Kari
Rania fijó la mirada en la puerta del Sedán negro que estaba aparcado a pocos metros de ella. En su mano derecha tenía a Zein y en la mano izquierda a Rhianna.Estaba dispuesta a todo para proteger a sus hijos, pero no estaba lista para una despedida. Su corazón no iba a soportar la distancia que la separaría del padre de sus hijos.Ella miró a los niños y sonrió con ternura viendo los ojos llorosos de Zein. Sus bellos ojos azules reflejaban la tristeza de tener que separarse de su padre. Entonces Rania se giró para verlo.Karim estaba de pie en la puerta del palacio real vestido entero de negro con su típico traje árabe y el turbante rojo con detalles en oro en la cabeza. A su lado habían varios hombres trajeados a su lado. Todos dispuestos a entregar sus vidas para proteger al Emir.Rania con la mirada pidió a Kaled Vandrell que se encargará de sus hijos unos minutos, luego corrió hacia a él, a lanzarse a sus brazos.El Emir la abrazó dejando un beso en su cabeza. La separación tamb
Jackson no entendía la desconfianza de Kaled. Les habían asegurado que todo estaba bajo control y que el avión era seguro para viajar a la isla de la familia Anderson, entonces no había motivos para preocuparse… o eso pensaba.-Según el jefe de seguridad está todo bien y el avión está listo para el viaje, ¿crees qué deberíamos cancelarlo y volver al palacio? -preguntó Jax mirando el avión, pero Kaled negó con la cabeza.-No, el palacio no es seguro. -contestó. -Amín conoce todas las salidas del lugar y sus puntos débiles. Al fin y al cabo, también era su hogar. Por lo tanto, el palacio real no es una opción, ni tampoco otro lugar en Asia, ya que aquí Karim tiene muchos enemigos que podrían prestar apoyo a Amín solo para destruir al Emir.Jackson sabía que Kaled tenía razón, entonces todos subieron al avión que esperaba por la familia del piloto y la del Emir. Pero antes de marcharse Rania se tomó unos minutos para despedirse de Kaled.-Gracias por estar a mi lado cuando más lo he
Amín ignoró por completo al hombre que iba cargado con varios explosivos amenazándolo con quitarle la vida a él y a sus enemigos en un ataque terrorista. El príncipe se agachó delante de Jackson que apretaba la herida que había dejado el balazo en su pierna y la presionaba para controlar el sangrado. —Verte sufrir es mejor que follar. —declaró Amín con sarcasmo y Jackson hizo una mueca de asco, luego soltó un grito cuando Amín metió el dedo en su herida para torturarlo aún más. —¡Déjalo en paz, Amín… te lo suplico déjalo, ¡Jax no tuvo la culpa de nada, yo decidí traicionarte y abandonarte! —vociferó Malika desesperada. —¡No es cierto, haz lo que sea que tengas que hacer, pero si tienes que castigar a alguien, castígame a mí! —rugió Jackson en medio de un dolor insoportable. —Me encanta ver como cada uno ha decidido hacer cola para recibir el peso de mi venganza. —se burló Amín jugando con la pistola. —Pero tranquilos, no hace falta que se peleen, yo os daré una buena dosis d
-¡No esperes que mantenga la calma cuando mi familia ha sido secuestrada!-rugió Karim tomando a Farid de las solapas de su traje a la vez que Reagan intentaba calmarlo.-Rania y mis hijos están en peligro ahora mismo. Tampoco tienes idea de lo que Amín podría llegar a ser capaz de hacerle a Jax o a Malika y sus hijos…¡Así que no me pidas que mantenga la jodida calma, porque lo único que siento es que voy a volverme loco!Kaled mantenía la cabeza gacha mientras escuchaba al Emir tan desesperado. Para él era imposible no sentir el peso de la culpa sobre sus hombros. Fue un simple despiste que le podría haber pasado a cualquiera, pero un error que podía costarle la vida a personas inocentes.-No te pongas así, ahora lamentarse no servirá de nada.-murmuró Reich colocando la mano sobre el hombro de su hermano.-No me voy a convertir en el muro de las lamentaciones, de eso puedes estar seguro. -replicó Kaled con vehemencia mientras veían como Reagan abrazaba a Karim para consolarlo. –Pero
Malika notaba las patatas de su bebé a la vez que con fervor rezaba a Alá para que les enviará una ayuda, un ángel que los salvará del demonio que los estaba torturando y decidido cobrarse la vida de su familia.Jax se sentía impotente, con un balazo en la pierna se veía imposibilitado de salvar a su mujer del trágico destino que Amín había marcado para ellos.Una música que venía del palacete comenzó a sonar llamando la atención de la pareja. Los dos estaban asqueados pensando que Amín debía estar celebrando su victoria. Jax miró a su reina atada de una manera tan salvaje a un poste de madera astillada. Él podía ver las gotas de sangre que caían por sus brazos y su corazón se apretó.-Perdóname reina, te he fallado.-murmuró y ella lo miró con los ojos cristalizados. -No fui capaz de protegerte a ti y a nuestros hijos.-Fuiste capaz de hacer mucho más que eso.-refutó Malika llorando. -Me enseñaste el camino hacia la libertad. Me buscaste cuando estaba perdida y pasaste por enci