A pesar de la distancia con su padre, Marco seguía presentándose a trabajar en las oficinas, asumiendo los compromisos que tenía. Sin embargo, evitaba coincidir en una misma habitación a solas con Máximo, incapaz de ocultar su disgusto ante la falta de resolución.Claro que podía entender que no deseara contrariar a su madre, pero habían pasado semanas.Esa tarde trabajaba en su oficina, mientras Ámbar estaba en la mansión. No le gustaba dejarla sola, pero estaba seguro de que estaría bien protegida… al menos de Luca.Ámbar estaba buscando en la biblioteca un poco de inspiración en los bellísimos libros de arte que Marco poseía. Diseñaba una nueva línea de vestidos con la ayuda de Loretta, que, desde que había sucedido lo de su madre, le hacía compañía casi a diario, incluso yendo con ella al hospital a visitarla.Se llevó algunos ejemplares y se sentó en el sillón, que en ese momento recibía los suaves rayos del sol de la tarde. Estaba concentrada en unas imágenes, de espaldas a la
Ana estaba más que consciente de lo que estaba haciendo. Lo provocaba a propósito, buscando que su hijo Marco explotara de una vez, que demostrara frente a Ámbar su lado violento y fuera de control. Ese lado oscuro que lo había dejado inconsciente en un hospital, o que lo arrastraba a menudo a un sexo fuerte y sin límites. La chiquilla cazafortunas sólo había conocido lo mejor de él, su lado amoroso, afectuoso y galante. Había accedido a un Marco que desplegaba sus encantos para ella, la cuidaba y le daba todo lo que necesitaba.Pero ella conocía a su hijo. Mucho mejor que esa mujer. Aunque él casi siempre lograba mantener la calma, entrenado en el arte de los negocios, cuando no lo hacía era extremo.Sólo se necesitaba un golpe, o un estallido de furia, tal vez el intento de arrojar y romper algún adorno inútil, un puñetazo a la pared, y esa mujer que estaba a su lado simplemente por su dinero, algo que era obvio para ella aunque nadie más lo creyera, se asustaría lo suficiente como
Ámbar lo había deseado y extrañado durante todo el día, esperando casi ansiosa que regresara de la oficina, rozando lo irracional, teniendo en cuenta que se habían visto por la mañana. Pero tuvo la inesperada visita de su singular suegra y el plan que había tenido para cuando su hombre amado regresara al hogar, se había trastocado un poco.Cuando le susurró a Marco en el oído, en un rapto de atrevimiento, que deseaba comerlo y beberlo como postre, era absolutamente cierto. Su cuerpo últimamente ardía ante la ausencia de él, como si fuera una adicción, sufriendo la abstinencia. Hace días que se volvía loca imaginándolo desnudo para ella, y no lograba distraerse de esa alucinación erótica ni con sus diseños ni con el baile. Que cada rincón de la casa guardara un recuerdo caliente, no lo hacía precisamente más fácil.Ni la biblioteca era un lugar seguro.Así que estaba ansiosa y muy húmeda, cuando por fin lo arrastró escaleras arriba, hasta su habitación, y le quitó la ropa casi desesp
Una de las cosas que Ámbar más disfrutaba, teniendo en cuenta que Marco y Máximo se negaban a dejar que ella o su madre salieran mucho de la casa, eran las visitas de Ana y Loretta, como cuando se preparaban para la fiesta de compromiso. Con frecuencia, Lore llevaba a sus hijos, que se habían encariñado muchísimo con su tía nueva, y, por supuesto, con el parque de juegos para niños, que Marco sí había terminado de construir en el jardín trasero de la mansión.Antes la casa de su tío era muy aburrida. Ahora, con la novedad, y la promesa de juegos acuáticos en el verano, estaban felices.Esa tarde Ámbar estaba más alterada de lo usual. Le había pedido a Loretta unas muestras de tela y quería verla, así que habían acordado que la visitaría.Había pasado la mañana con su madre, mientras Marco trabajaba. Luego, los tres juntos, se habían encontrado para almorzar. Y un encuentro fugaz pero muy intenso en el cuartito secreto del comedor no había sido en absoluto suficiente para la pareja. L
Apenas recibió la llamada de Loretta, Marco salió como un bólido de la empresa, mientras llamaba a Sergio Lenz y le gritaba, asomado a la oficina de su padre que se iba a rescatar a Ámbar de las garras de Luca.Se estaba subiendo ya al auto, cuando Sergio al fin atendió el teléfono:-¿Marco? Ya lo sabemos todo, estamos en camino. No va a escapar. Eso lo tomó por sorpresa.-¿Cómo? ¿Quién te…?-¿Recuerdas que te conté que vigilábamos a Loretta y los niños? Bueno, hoy eso mismo hacíamos, cuando pudimos ver cómo tu hermano Alex decidió acompañarla en su visita a tu casa, no sin antes hacer subir a Luca Parma en el baúl de su vehículo…-Gracias al cielo, Sergio, pero ¿Cómo lo hicieron? Creí que no tenían los medios necesarios…-Por fin conseguí que esos burócratas me dieran más recursos, por esto de la mafia. Siempre llama la atención y hay un par de peces gordos de la política que necesitaban un buen caso con el que hacerse notar… Quieren a Giovanni Sinatra. Estoy seguro de que hay algún
Durante las primeras semanas que siguieron, Ámbar tuvo que hacer reposo casi absoluto mientras le realizaban diferentes estudios para evaluar el estado de su bebé, sobre todo que no se hubiera perjudicado su crecimiento y desarrollo. Los primeros días estuvo en la clínica, bajo la mirada vigilante del doctor Cooper y su equipo, y con las visitas constantes de su amiga Loretta y su nueva y amorosa familia. Aunque estaba preocupada, no podía estar más feliz.A pesar de que Luca Parma estaba preso, aún les quedaba mucho por resolver. El hombre aún guardaba silencio, sin delatar a ninguno de sus cómplices, pero la policía estaba segura de que era cuestión de tiempo. Y a pesar de que Alex fue indagado en busca de respuestas, no había manera de sacarle información, ni suficientes pruebas para detenerlo. Sobre todo porque Máximo, a pesar de todo lo que su hijo había provocado, lo protegía. Tenía la esperanza de hacerlo entrar en razón, pero él se alejaba cada vez más de su familia, mantenie
Habían esperado el reencuentro de esta noche durante semanas, desde que Luca Parma había vuelto a secuestrarla, esta vez sin éxito, pero forzando un reposo necesario para cuidar a su pequeño retoño.Marco, terminada la cena familiar y en la intimidad de su refugio, por fin desnudaba a Ámbar con reverencia, casi con adoración, mientras desenvolvía las nuevas curvas de esa mujer que amaba hasta la raíz. Sus pechos habían comenzado a crecer y a endurecerse, sensibles al tacto, oliendo cada día más dulces y sintiéndose tibios. Ella estaba de pie frente a él, que la observaba sentado al borde de la cama, sólo con su ropa interior, en evidente tensión, mientras le quitaba el camisón de seda, despacio, llegando ahora a descubrir el pequeño vientre redondeado. Lo acarició con ambas manos, la piel suave y tirante.Se veía tan sensual embarazada, fecunda y llena, apetitosa. Deseaba comerla por completo y fundirse con su tibieza.Aspiró con fuerza, y le llegó el inconfundible aroma de su sexo al
Durante los meses que siguieron, a medida que avanzaba el embarazo, también planificaban en familia, sobre todo Ana, Loretta y Ámbar, una nueva fiesta, esta vez la boda de ella y Marco. Habían puesto la fecha para cuando su pequeña tuviera ya unos tres meses de nacida, pensando en tener suficiente tiempo para acomodarme con la bebé en la casa.El abultado vientre no les impedía rebuscárselas hábilmente para disfrutar de hacer el amor, aunque Marco intentaba contenerse, siempre con el temor de que su mujer se pudiera sentir mal. Lo que, dado las enloquecidas y ardientes hormonas de Ámbar, no era tarea fácil, ya que constantemente lo buscaba y provocaba con sensualidad.Por suerte, la vida en familia, las visitas, el diseño de los detalles de la boda y las compras que hacían para su pequeña, eran un buen distractor para todos, en especial para Ámbar.Mientras tanto, Máximo y Marco se las estaban ingeniando para tratar de recolectar pruebas en contra de Giovanni Sinatra, y, aunque no le