Era una tarde tranquila en casa de Marco. Ámbar estaba sentada en un sillón de la galería disfrutando el aire cálido del verano, con la pequeña Bianca reposando en sus brazos.Esperaba la visita de Loretta y los niños, les quedaban los últimos detalles de la boda por arreglar y su amiga le ayudaría a hacerlo.Disfrutaba estos momentos de vida familiar.Se sentaban a conversar mientras los niños jugaban en el parque, y reían, y la luz del sol jugaba haciendo sombras entre las plantas y las flores.Era hermoso.Estaba cerrando los ojos mientras alimentaba a su hija, cuando Julia se acercó y le avisó que Loretta y los niños ya habían llegado. -Gracias, Julia, está bellísimo aquí afuera. ¿Puedes preparar aquí para tomar el té con ellos? Quisiera aprovechar el clima de hoy, temo que pronto empezará a hacer más frío.-Sí, señora, ahora le aviso a María para que disponga todo…-Perfecto. Te lo agradezco…Minutos después, un remolino de risas y cabellos rubios y desordenados, llenaba de beso
-Será difícil contenerme, a decir verdad, estás tan… disponible, ahora, que es tentador. Muy tentador… -aspiró con fuerza-. Y hueles delicioso, dulce… sí. Será difícil. Pero, en el fondo, soy un caballero. Aún así… hagámoslo verosímil… Luego de ejecutar su plan, se levantó y se quedó de pie mirándola unos instantes. Luego volvió a desaparecer de su vista. Cuando lo vio de nuevo, ya estaba vestido.-El efecto durará sólo unos minutos más. Estarás bien, no te preocupes. Adiós, muñeca. Sin decir nada más, Alex desapareció de su vista, dejándola desnuda, sintiéndose sucia, y con la cama revuelta y manchada con su simiente.Unos minutos más tarde, Ámbar comenzó a sentir por fin su cuerpo y logró moverse lo suficiente como para levantarse de la cama, asqueada por la situación. Y desesperada por ir a ver a su pequeña hija y comprobar que todos los demás estaban bien.Sin embargo, se dio un baño en la ducha antes de salir, porque se sentía mancillada y sucia.¿Qué había sido todo eso? ¿Qué
Se acurrucó en la cama junto a su hija, cuando vio un destello en la pantalla de su laptop. Dejó a la pequeña dormida y se acercó a ver, con un mal presentimiento. Había un mensaje anónimo y lo abrió. De pronto, fotografías y videos de ella, desnuda, con Alex, llenaron la pantalla. Estaban editados de modo que todo parecía real, como si se estuvieran revolcando en su cama, como si ella estuviera consciente. Habían agregado gemidos de mujer… y se oía como si realmente lo estuviera disfrutando. Ella se sintió descompuesta.Era horrible. Alex seguramente había enviado eso mismo a Marco.Y él, recordando a Luana, no le había permitido hablar.No era justo, aunque podía ver que estaba tan bien montado que si ella no supiera que era falso, también lo creería.No estaba segura de que Marco le dejara hablar y de que le creyera. Necesitaba recolectar pruebas. En la entrada de la casa, Marco salía a interrogar al guardia. -¿Quién eres tú?-Buenas noches, señor Rizzo, mi nombre es Mateo
Mientras analizaba el video, Martín hacía algunas notas, y tecleaba también un mensaje en su teléfono para la doctora Azcurra. Si alguien podía razonar con Marco, era ella.Intentó también comunicarse con Loretta, una mujer que sin duda no le era indiferente, que le preocupaba demasiado y a la que había empezado a querer más que sólo como amiga. Pero era imposible. Su teléfono estaba inhabilitado. Era claro que Alex no había hecho nada de esto solo: el equipo de filmación de alta definición, la edición del video, la ocultación de su mujer y sus hijos… y la droga utilizada, tan efectiva. En el brazo de Ámbar no había quedado ningún pinchazo visible.Cuando terminó de ver el video, sintió repulsión por Alex. Nunca lo había tenido en alta estima, pero esto superaba cualquier límite.Ella se acercó al doctor, esperando su veredicto.-Tienes razón, para mí, es evidente que no tenías uso completo de tus facultades. En algunos pocos acercamientos a tu rostro, puedo ver tus pupilas dilatada
Ámbar se sentía sumergida en un ambiente opresivo de pesadilla. En su mente confusa y llena de dolor, se arremolinaban los recuerdos, mezclados. El rostro de su niñez, la expresión de Alex… los ojos oscurecidos de Marco…De pronto, lo vio entrar a la habitación con premura y acercarse a ella, hasta quedar a sus pies. Sin embargo, su expresión era la pura y limpia que recordaba. La amorosa, la de antes de… de ayer. Antes de la pesadilla. Marco le hablaba con la voz quebrada, indagando en su mirada azul.-Lo siento, mi amor… lo siento tanto… he sido un imbécil… te amo… perdóname…Ella lo buscó de nuevo en los ojos dorados. Definitivamente allí estaba el hombre que ella conocía. Otra vez. El que amaba. El que la amaba.Aún así, respondió con cautela.-¿Hablaste con Martín?-Sí… cariño… ¿me perdonas? Te juro que nunca más, jamás, volveré a dudar… es que…-Lo sé… Luana. Ese fantasma… Ámbar lo miró, como volviendo al fin de otro mundo donde se había refugiado. Miró a la pequeña en sus
Esa noche, Marco y Ámbar cenaron juntos en su habitación. Se sentía como si hubiera pasado mucho tiempo, y sin embargo apenas se habían distanciado por un día. Era claro que no estaban hechos para estar separados y sufrían como si les faltara una parte de sí mismos.Habían conversado largamente sobre todo lo que había pasado y el nuevo plan que tenían, y Ámbar estaba por fin sin la preocupación por el bienestar de su amiga. Hacía una hora que Loretta y los niños estaban en casa de Marco. Luego de ser liberados, nadie quiso que volvieran a su casa, con Alex. Ella no quería volver a verlo. Se lo había encontrado saliendo de la habitación de Ámbar, y supo lo que había hecho mientras aguardaba en un departamento custodiada por hombres de Sinatra.Estaba decidida a pedir el divorcio.Pero además, no era un lugar seguro para ellos, ahora que las miradas de la mafia ya no estaban puestas en Marco, si no en las acciones empresariales de Alex. Por la tarde se había anunciado por todo lo alto
El que tenía la peor parte de todo el plan, era el detective Sergio Lenz. Era evidente que la ayuda política que había recibido tiempo atrás, había servido principalmente para infiltrar entre sus subordinados a hombres que respondían, por lealtad o por dinero, a Sinatra y a quien sea que fuera su jefe.Porque si había algo que todos tenían claro, era que Giovanni no era más que la cara visible de algo mucho más profundo. La cara visible y el brazo ejecutor de sus fechorías.Pero bastaba con que éste cayera, y el castillo de la mafia comenzaría a derrumbarse de a poco.Era por todo esto que el detective se limitó a confiar la nueva estrategia en la que todos estaban trabajando, sólo a unos pocos oficiales en los que confiaba hace muchos años, dejando que el resto de subordinados de moral dudosa continuara con las tareas de vigilancia en las diferentes residencias de la familia Rizzo. De esa manera podían notificar los movimientos de todos los miembros de la familia a sus jefes, movimi
El detective Lenz y sus hombres entraban al edificio de la empresa Rizzo, seguidos desde no tan lejos por Marco y Máximo Rizzo. Alex estaba en su oficina, incapaz de ocultar un sospechoso nerviosismo mientras estaba en reunión con Giovanni Sinatra. Por eso, cuando finalmente irrumpieron en el último piso, el mafioso intentaba huir usando al menor de los Rizzo, como su escudo, mientras blandía su arma.Intentaba negociar con el detective, a los gritos, en un pasillo desierto, a medida que se acercaba al ascensor.-El edificio está rodeado, Giovanni, no tiene sentido que te resistas. Entrégate y negociaremos, estoy seguro de que puedes darnos información valiosa y lograr buenos tratos para tí y tus hombres…-No me entregaré por las buenas… claro que no… por lo menos me llevaré un Rizzo a la tumba…Y podría ser a este idiota traidor…-Vamos, no empeores las cosas, sabes que puedes vivir muy bien, hasta salir antes…Giovanni se rió a carcajadas.-¿Está loco, Lenz? Me matarán en la primer