Marco y Ámbar regresaban del teatro, besándose y acariciándose en la parte trasera de la limusina, cuando el teléfono de él sonó con insistencia. Tomó el movil y pensó en apagarlo, era un horario muy inusual, pero reconoció el nombre en la pantalla. Así que atendió. -¿Señor Franz?-Me alegra que me recuerde, señor Rizzo.-No podría olvidarlo, ha sido clave en mi vida.-Pues me temo que no le tengo buenas noticias, y que además necesito uno de los favores de los que hablamos.-Desde luego, cuente con ese favor… ¿Cuáles son las noticias?.-Su padre estuvo aquí, en una reunión de negocios.-Ya veo… pero entiendo que usted es famoso por su discreción.-Yo sí… pero Melody está rara últimamente. Y la vi hablar con él.-Demonios…-Exacto.-Gracias por avisar. -De nada. Luego le envío por correo electrónico lo que necesito de usted.-De acuerdo.Ámbar lo miraba con intriga. Marco suspiró antes de contarle:-Parece que tu amiga Melody habló en el Moonlight con mi padre. Me temo que se acer
Marco pidió con calma a una de las empleadas café para él y para su alterado padre, se sentó con parsimonia en el gran sillón del salón, y se sonrió al recordar lo que habían hecho allí con Ámbar. Si llegaba a perderla, tendría que mudarse. En cada rincón había un recuerdo maravilloso con ella. Le señaló a su padre el sillón frente a él y esperó a que se sentara.Guardó silencio hasta que la empleada que traía el café salió de la habitación.Entonces, miró fijamente a Máximo, escrutando su rostro, y comenzó a hablar.-Primero, te sugiero que, cuando puedas, hables con el señor Franz sobre la naturaleza de su negocio. O, si crees que estará comprado y te mentirá, puedes hablar con cualquiera de los hombres de negocios que van allí. Todos saben cuáles son las normas por las que ese hombre se rige en el club Moonlight. Es algo de lo que Franz se enorgullece.Tomó un sorbo de su café. Suspiró, escarbando sus recuerdos, y continuó. Todo esto parecía hace siglos.-Segundo, sí, conocí a Ámb
Ese día, después del almuerzo, Loretta aprovechaba que los niños estaban en la escuela para ir a la mansión de Marco. Le encantaba visitar a Ámbar y conversar con ella, pero además no soportaba estar cerca de Alex últimamente. Si ya era desagradable con ella antes del compromiso de su hermano, ahora era directamente intolerable. Pensaba seriamente en separarse de él. Sólo tenía un problema: estaba convencida de que aún lo amaba.No era feliz a su lado, sin embargo ¿sería feliz lejos de él?. Llegó a la casa en su auto, y se sorprendió por el gran movimiento que había en el jardín y en la entrada.Bajó de su auto, y pudo ver a su apuesto cuñado acercarse a ella. Aunque se lo veía algo preocupado.-Buenas tardes, Loretta, olvidé que solías visitar a Ámbar a esta hora. Lo siento…-Hola, Marco… ¿Qué sucede aquí?.-Nada importante, hago algunas reformas en la casa y le pedí que fuera con su madre a mi departamento.-Oh… quería verla… ¿Estás seguro que no me ocultas nada?Él la miró intrig
Máximo Rizzo no perdió el tiempo. Con el primero que habló fue con el señor Franz, quien confirmó toda la historia de su hijo, aunque bien podría estar pagado.Por eso, preguntó a algunos conocidos y socios de su empresa. Todos lo confirmaron lo que Marco había dicho: no era un club donde las mujeres ofrecieran más que un espectáculo de baile, ni que se les pudiera pagar por tener otro tipo de servicios, ni siquiera "bailes privados".Lo siguiente era más difícil, pero sin duda ayudaría a tener una mejor imagen de Ámbar Rice.Así que se dirigió a la clínica del doctor Cooper. Tenía varias personas con quiénes hablar allí.-Buenas tardes, señor Rizzo. ¿Qué lo trae por aquí? Espero que no sea su salud.-Buenas tardes, Martín… por ahora no. Pero temo que alguno de mis hijos hará que me infarte un día.-No lo creo, usted tiene el corazón de un toro.-Ojalá…-Bueno, ¿en qué puedo ayudarle?-Le parecerá extraño, pero necesito hablar con la doctora Azcurra y la doctora Grant sobre Ámbar. Tam
Marco estaba en la mansión esa mañana. Recorría solo los pasillos de una casa que ahora le parecía demasiado vacía. Quería supervisar personalmente cómo rediseñaban las habitaciones de la primera planta. Se estaba tomando muy en serio las reformas, aunque la idea de ser padre le pareciera ahora muy lejana.Sin embargo, no tenía ninguna duda de su deseo de compartir su futuro con Ámbar. Mientras caminaba entre los diferentes ambientes, su móvil comenzó a sonar.-¿Hola?-Buenos días Marco, soy Sergio. -Mi detective favorito… ¿Qué sucede?-Tengo algunas novedades. Bueno, en realidad, estamos siguiendo algunas pistas y me pareció muy importante comunicarme contigo.Marco de sentó en un sillón de la sala, con el ceño arrugado. -¿Qué es tan importante?-Resulta que ese tal Luca Parma no es un delincuente menor. Quiero que tengas mucho cuidado. Que toda tu familia tenga cuidado. Me preocupa demasiado que haya entrado tan fácilmente a la fiesta, siendo que tenías custodia. Alguien lo ayud
-No, Máximo, no puedo aceptar a esa mujer en la familia… ¿Acaso has enloquecido?El hombre estaba visiblemente agotado. Podía verse que no era la primera vez que tenían esta discusión en las últimas semanas. Le gustaría darse por vencido, pero deseaba con todo su corazón darle a esa joven, y a su hijo, una oportunidad.-Ana, mi amor, ¿es que no ves cuánto ha progresado Marco en los últimos meses? ¿Pensaste alguna vez que lo verías reformar su mansión para sus futuros hijos?-No soy ciega, pero tampoco soy blanda como tú. Marco es joven, sólo necesita tiempo para conocer a una mujer que realmente lo merezca… ¿de verdad pretendes que acepte como nuera a una… bailarina exótica? Realmente, Máximo, no te reconozco. Sabiendo cómo es nuestro hijo, lo cerca que estuvo de casarse con esa cualquiera de Luana… ¿amor? Marco está movido por ese apetito sexual que es más grande que su cerebro. Se saca de encima a esa promiscua, que por lo menos tenía posición social, para caer en brazos de esa… esa
A pesar de la distancia con su padre, Marco seguía presentándose a trabajar en las oficinas, asumiendo los compromisos que tenía. Sin embargo, evitaba coincidir en una misma habitación a solas con Máximo, incapaz de ocultar su disgusto ante la falta de resolución.Claro que podía entender que no deseara contrariar a su madre, pero habían pasado semanas.Esa tarde trabajaba en su oficina, mientras Ámbar estaba en la mansión. No le gustaba dejarla sola, pero estaba seguro de que estaría bien protegida… al menos de Luca.Ámbar estaba buscando en la biblioteca un poco de inspiración en los bellísimos libros de arte que Marco poseía. Diseñaba una nueva línea de vestidos con la ayuda de Loretta, que, desde que había sucedido lo de su madre, le hacía compañía casi a diario, incluso yendo con ella al hospital a visitarla.Se llevó algunos ejemplares y se sentó en el sillón, que en ese momento recibía los suaves rayos del sol de la tarde. Estaba concentrada en unas imágenes, de espaldas a la
Ana estaba más que consciente de lo que estaba haciendo. Lo provocaba a propósito, buscando que su hijo Marco explotara de una vez, que demostrara frente a Ámbar su lado violento y fuera de control. Ese lado oscuro que lo había dejado inconsciente en un hospital, o que lo arrastraba a menudo a un sexo fuerte y sin límites. La chiquilla cazafortunas sólo había conocido lo mejor de él, su lado amoroso, afectuoso y galante. Había accedido a un Marco que desplegaba sus encantos para ella, la cuidaba y le daba todo lo que necesitaba.Pero ella conocía a su hijo. Mucho mejor que esa mujer. Aunque él casi siempre lograba mantener la calma, entrenado en el arte de los negocios, cuando no lo hacía era extremo.Sólo se necesitaba un golpe, o un estallido de furia, tal vez el intento de arrojar y romper algún adorno inútil, un puñetazo a la pared, y esa mujer que estaba a su lado simplemente por su dinero, algo que era obvio para ella aunque nadie más lo creyera, se asustaría lo suficiente como