-Eso estuvo bien Ámbar. Sabía que eras una buena elección. -Parece que las clases de danza y teatro tuvieron más provecho del que creía. Pensar que mi madre decía que era una pérdida de tiempo.Ambos se sonrieron. Había quedado cierta tensión sexual, así que el humor ayudó a disiparla.-Bien, ¿qué asunto privado debíamos tratar?-Tengo el contrato armado por el abogado, para que firmes. Allí especifica todo lo que acordamos, además de una cuenta en la que se te depositará un sueldo mensual por cada mes que finjas ser mi novia.-¿Fue muy difícil trasladar a mamá?-En lo absoluto, pero preguntó mucho por ti. Yo hoy trabajo en casa porque es sábado, pero tu chofer, Mario, puede llevarte a verla a la hora que desees. Aquí está el contrato. Marco puso los papeles sobre la mesa.Ella los firmó sin leer.-¿Por qué no lo leíste?.-Porque confío en tí.-No deberías.-¿Ah no? ¿Y eso por qué?-Porque no deberías confiar en nadie. Ya deberías saber cómo funciona el mundo. -Créeme, lo sé. Pero
Ámbar llegó al hospital. Apenas entró y se presentó en la recepción, la trataron como si fuera de la realeza. Marco Rizzo era un hombre muy poderoso, y había dejado claro que ella y su madre debían recibir lo mejor.-Señorita Rice, qué honor recibirla hoy en nuestro humilde establecimiento.Realmente ese lugar no tenía nada de humilde. Era amplio, luminoso, con profesionales inmaculados yendo y viniendo.-Muchas gracias por recibirme, espero que no sea inconveniente haber venido sin avisar. -En lo absoluto, el señor Rizzo dejó claro que nos aseguráramos de que usted pudiera venir cuando lo deseara. Si me acompaña, ahora mismo la llevaremos a la habitación de su madre. Afortunadamente se encuentra despierta, a primera hora tuvo la primera sesión de su nuevo tratamiento. -¿Despierta?- eso no era lo usual- ¿Y está seguro que no es pronto para visitas?-Para nada, señorita Rice. Ya lo verá usted misma.El médico la guió hacia el ascensor. -Por aquí, su madre está en el último piso, hab
Por alguna razón, Ámbar no vió a Marco en todo el día. Parecía que la estaba evitando.Primero, cuando llegó a la mansión a la hora del almuerzo, Julia le dijo que el señor Rizzo había dejado indicaciones para que le sirvieran su comida en el dormitorio, con lo que ella estuvo de acuerdo.Se dio un baño relajante, y almorzó tranquila en el hermoso balcón. Luego le solicitó a la diligente empleada que por favor, le hiciera un recorrido por aquellas partes de la casa que tuviera permitido conocer. Así fue como descubrió la hermosa biblioteca, el salón gigante que servía para eventos, la sala de juegos, con un bar, la lujosa piscina climatizada y la piscina enorme del patio trasero, junto a la glorieta y hasta una pequeña sala de cine.Decidió volver a la biblioteca, elegir uno o dos libros e ir a su dormitorio a revisar la información y los programas de su nuevo lugar de estudios, para más tarde prepararse con tiempo para la cena. Esa actividad la mantendría ocupada para no estar tan
Los empleados de la mansión habían preparado una lujosa cena en el comedor principal. Julia le había dicho que el señor Rizzo dio la orden de que esperara en su habitación hasta que la buscaran, cuando los invitados hubiera llegado.Tenía un nudo en el estómago mientras esperaba, haciendo especulaciones, imaginando cómo serían sus falsos suegros.Al cabo de una hora, que le pareció eterna, Julia la fue a buscar y la llevó al comedor por un camino distinto. Se encontró de repente frente a una escalera que descendía directo al comedor (¿Cómo no la había notado antes?). Ella descendió con la gracia de una pantera, nerviosa, pero con el control de su cuerpo conseguido gracias a la danza y el teatro. Sus caderas se balanceaban ondulantes mientras controlaba sus altos zapatos de tacón.Llevaba un vestido plateado que brillaba con pequeños apliques de piedras aguamarina en el escote, algo pronunciado, largo hasta la rodilla pero de corte irregular, dejando expuesta una parte de su muslo pe
Marco se puso de pie a espaldas se ella, sujetándola de la cintura para esconder la creciente erección que Ámbar le había provocado inconscientemente y que, por lo visto, él no era capaz de reprimir, y ambos se despidieron de la familia, con algunos apretones de mano y saludos incómodos.La había tratado de evitar todo el día, pero parecía haber sido peor.Cuando todos se fueron, Marco la tomó de los hombros, forzándola a darse vuelta, y la miró con sus profundos ojos de ave rapaz.Ella sintió que se la podría comer de un bocado, y eso es precisamente lo que él pensaba. Se le alojaban las piernas con sólo sentir el poder de esa mirada. La volvió a besar, muy profundamente, lento, explorándola con la lengua mientras sus manos acariciaban su suave espalda descubierta, haciendo que a ella se le escapara un gemido. Él gruñó guturamente como respuesta. Ámbar estaba como en un trance, incapaz de detenerlo, enceguecida con las nuevas sensaciones que invadían su cuerpo y lo volvían una masa
Ninguno de los dos pudo dormir muy bien esa noche. Los asaltaban sueños cargados de erotismo.Ámbar sintió su cuerpo casi afiebrado, sin saber muy bien cómo calmarse para poder volver a dormir. Se preguntaba cómo podía su imaginación ser tan detallista con algo que en realidad no había vivido jamás.Marco no se la podía quitar de la cabeza y de la piel, pero había tomado la decisión de irse algunos días y mantenerse ocupado.Sin embargo, a la mañana siguiente desayunaron juntos, temprano, mientras el silencio se hacía insoportable.Ella se sintió en la obligación de hablar. -Si estás de acuerdo, iré a visitar a mi madre para ver cómo sigue.-Está bien.-Tal vez… podría aprovechar para comprar algunas cosas para el fin de semana ¿no crees? -Es cierto. Necesitas traje de baño por ejemplo, y algunos vestidos para el campo.No pudo evitar imaginarla en traje de baño, y su cuerpo respondió al instante.-Claro… eso haré. -Ve de nuevo a la tienda donde compraste el vestido de anoche. Te a
Ella abrió con sorpresa sus maravillosos ojos turquesa. -¿Marco? ¿Qué haces aquí?Él le sonrió como si fuera algo obvio. -Lo mismo que tú, las oficinas están cerca.Ella se sonrojó.-Claro… pues qué bueno que viniste, me has salvado. Mario me trajo aquí luego de hacer compras en el centro comercial, pero… no tengo idea de qué pedir de este menú… Debí comprar algún sándwich en cualquier sitio…-No te preocupes- dijo él haciendo señas a un camarero mientras se sentaba frente a ella- yo me encargo de eso.Cuando el hombre se acercó, le dijo sin preámbulos:-Trae dos de lo de siempre, por favor. Y que sea rápido.-Sí, señor Rizzo. Enseguida.Marco estaba de un inesperado buen humor, considerando las últimas interacciones confusas que habían tenido. Conscientemente deseaba evitar a Ámbar todo lo posible, sin embargo, debía reconocer que también le gustaba tenerla cerca. Si, era algo muy contradictorio, y ni él lograba entenderlo. De pronto se descubrió preguntando:-¿Y qué tal tu madre?
Ámbar entró al salón e hizo primero algunos ejercicios de elongación. Realmente había estado tensa los últimos días, navegando entre la ansiedad, el nerviosismo… y por supuesto la felicidad por todo lo que había cambiado en su vida y por lo que estaba agradecida.Pero no dejaba de ser una mezcla confusa de sentimientos. Eligió algo de música tranquila para empezar a sacudirse todos esos pensamientos. Se había puesto un conjunto deportivo, de colores vibrantes, que no era más que un top elastizado y unos pantaloncillos cortos, y comenzó a moverse, dejándose llevar por el ritmo suave de la música, buscando dentro de ella los movimientos que la melodía le dictaba, y dejando que invadiera cada una de sus terminaciones nerviosas. Marco había regresado temprano y le preguntó por ella a Julia. Como Ámbar estaba en clases, no se la cruzaría por algunas horas, así que fue a su gimnasio y comenzó a ejercitarse, hasta sentir como el sudor resbalaba por sus músculos firmes, unos músculos que c