Julia golpeó la puerta de la habitación con suavidad varias veces.Marco le había pedido que la despertara, incapaz de hacerlo él mismo.-¿Señorita Rice? ¿Se encuentra bien?Ámbar se despertó con lentitud. Se había quedado dormida mientras trabajaba y toda la habitación se había oscurecido al hacerse de noche. Sólo entraba un poco de luz del exterior, proveniente del inmenso parque de la mansión -Adelante Julia, lo siento…La empleada entró mientras ella se levantaba y encendía la luz. -Me quedé dormida. ¿Marco ya regresó?-Sí, señorita. El señor Rizzo la está esperando en el comedor pequeño para cenar. Ya está todo listo. ¿Le digo que necesita más tiempo?Ámbar se miró rápidamente en el espejo y acomodó su cabello.-No, estoy lista, gracias, ahora bajo.No se atrevería a reconocerlo en voz alta, pero estaba ansiosa por verlo de nuevo. El día le había parecido eterno, y deseaba estar con él aunque sea un rato.Bajó los escalones rápidamente, de dos en dos, y se encontró pronto con l
-¡Marco! ¿Está todo bien? ¿Qué estás haciendo aquí?. - dejó la laptop en el escritorio mientras se acercaba a él.Marco parecía agitado, e iba apenas cubierto con una bata de seda púrpura que dejaba entrever su perfecta desnudez. No había logrado dormir y sólo había dado vueltas en la cama como una bestia enjaulada.La mirada dorada de Marco estaba encendida como una brasa ardiente, parecía capaz de lanzar chispas con sus ojos. Chispas que enseguida calaron en Ámbar, que sintió la columna de fuego erizar su piel. Por todos los cielos, era tan candente. Él no habló. Cerró la puerta tras de sí, sin dejar de mirarla con un deseo animal y, tomando su cabeza con ambas manos, la devoró con un beso profundo que la dejó sin aire y le aflojó las piernas. Su lengua la exploraba con anhelo y urgencia. Cuando separó sus labios, susurró con la voz apagada:-Te deseo demasiado, Ámbar. Y eso me está haciendo enloquecer, no puedo pensar en otra cosa, no puedo trabajar, no puedo dormir, no soy yo
Él buscó en la mesa de luz, colocó la funda de látex, y se acercó de nuevo… ella confiaba en él, que en el tiempo en que lo conocía había cumplido cada promesa que había hecho.El miedo que sentía antes se había diluido a medida que aumentaba su excitación, se sentía preparada, entregada.Marco se acercó a Ámbar, listo para probarla, sus ojos dorados brillaban como brasas en la semipenumbra de la habitación.Ella respiraba agitada, expectante.-Iré despacio, Ámbar… tú dime si te duele…Con suavidad, le separó las piernas acomodándose entre ellas, se acercó a su entrada rosada y la rozó con la punta de su miembro erecto, mientras sujetaba sus caderas. Ámbar jadeó.Él entró con lentitud, parcialmente, y la tibieza de estar en este punto lo atravesó hasta su raíz, haciéndolo sentirse de un modo extraño, inusitado. Ella gimió con suavidad, como conteniendo el aliento. Marco se apoyó con un brazo en la cama, acercándose a su boca para besarla con pasión, mientras su otro brazo la rodeaba
Ámbar desayunó en silencio. Por supuesto que no era la primera mujer que Marco llevaba a la mansión y no dudaba que hubiera hecho con ellas cosas que ella, en su inexperiencia, aún no lograba ni imaginar. El hombre, al fin y al cabo, había estado con verdaderas modelos esculturales, con cuerpos de infarto, y era una máquina sexual perfectamente aceitada. Incluso recordó que la noche anterior había encontrado, indagando en la red, noticias sobre fiestas privadas, orgías, fotos comprometedoras… y cientos de rumores y de historias sobre las conquistas de Marco Rizzo, el rico y codiciado soltero, imposible de atrapar, que vivía continuamente en el ojo de una tormenta de flashes. Había también algunas pocas fotos de ellos dos.Sin embargo, ella, tontamente, se había enamorado. Y muy a consciencia. Y se había entregado porque así lo deseaba. No estaba dispuesta a arrepentirse. Él había sido fabuloso, perfecto, paciente y apasionado. Y lo volvería a hacer. Pero no pudo evitar sentirse i
Llegó al hospital en pocos minutos y subió hasta la habitación de su madre.Antes de entrar se encontró con el doctor Cooper.-Buenos días doctor, ¿Cómo está mamá hoy? Le traje algunas cosas para comer desde casa, espero que pueda.-Buenos días señorita Rice. Su madre está muy bien hoy. Realmente ha hecho grandes progresos. Hoy le iba a sugerir que más tarde dieran un pequeño paseo caminando por los pasillos y galerías de este piso. Necesita comenzar a fortalecer sus piernas. -¿De verdad? ¡Eso es maravilloso! Pensé que demoraría mucho más. -No. Tal vez si hubieran empezado el tratamiento más tarde… pero afortunadamente la trajo aquí en un buen momento para hacer grandes progresos y en tiempo récord. Así que, si está de acuerdo, le enviaré en un rato una enfermera para que las acompañe en un pequeño paseo. ¿Le parece bien?-¡Me encantaría! Gracias, doctor.-No hay por qué. Haber conocido a Marco tan pronto esa noche en el Moonlight, había sido una bendición. Probablemente habría log
Magda miró la mano que se alzaba ante ella, pero no la tomó. A diferencia de las suyas, la delicada mano de Ámbar no tenía largas uñas impolutas ni manicura impecable. Peor aún, esa mujercita desconocida que se sentaba frente a "su" hombre, ni siquiera se había maquillado para estar allí.-¿Novia? ¿Tú? Imposible querida. ¿Marco Rizzo de novio con alguien como tú? Te está usando para algo, linda. No sé de qué oscuro rincón lleno se ratas has salido, ni cómo llegaste aquí, pero es evidente que no eres su tipo, ni la mujer que él se merece.- se volteó hacia Marco iracunda, mientras comenzaba a elevar la voz, olvidando, a causa del alcohol, que estaba en un lugar rodeada de gente- Tú, Marco, tú eres un idiota, un verdadero idiota. ¿Acaso me dejaste por esta insulsa, por esta… cosa? Esto es obviamente una farsa, por supuesto… no puede ser tu novia, nadie puede, nadie… descubriré lo que sucede aquí, ya lo verás… ya lo verás… los desenmascararé… Se giró sacudiendo su larga cabellera rubia,
Ámbar sintió como la corriente de deseo hacía arder su piel con cada una de las caricias de Marco. La suave brisa del balcón era agradable, y el silencio le otorgaba un aire de solitaria privacidad.Deseaba que la tomara allí mismo, sobre el espléndido sillón color crema. Y él siempre parecía leer su mente.La desvistió con lentitud, aumentando su expectación. Podía oler la sal de la excitación en la piel de Ámbar y sabía que la humedad se agolpaba en su tibia entrepierna. Suavemente, bajo la brisa que acariciaba su piel desnuda, la fue acercando al sillón, besándola y rozando sus pliegues con los dedos, arrancándole gemidos, hasta que ella quedó acostada, su cuerpo tostado enmarcado por la tela clara. Era tan sensual y apetecible. Bajo la atenta mirada de Ámbar, Marco se quitó la ropa por completo, exhibiendo su perfecto cuerpo y su imponente hombría. Ella se mordió el labio inferior con deseo. El hombre se sonrió con picardía, adivinando sus pensamientos. -¿Qué quieres hacer, Ám
El cuerpo de Ámbar se relajó completamente sobre el fuerte pecho de Marco, mientras ella trataba de recuperar el aire, sintiendo cómo la respiración de él se calmaba lentamente, haciéndola subir y bajar.No quería separarse de esa tibia y aromática superficie llena de feromonas excitantes. Se quedaría así hasta el fin de sus días, con Marco dentro de ella y la piel húmeda y adherida a la de él.Nunca había esperado que el sexo fuera algo tan increíble, tan absolutamente poderoso, tan mundano y mágico a la vez. No estaba segura si era siempre así, o se debía a esos inconvenientes sentimientos que estaban creciendo en su pecho y la empujaban a los fuertes brazos de Marco. Sin darse cuenta, se escuchó a sí misma susurrar:-Oye… ¿Fue tan mágico para tí como para mí?Marco, que miraba el techo terriblemente confundido en extraños pensamientos, quitó un mechón de pelo que cruzaba el rostro de la joven y la miró a los ojos, turquesas como las piedras de las joyas que eran lo único que llev