Bajaron del auto de la mano mientras algunos empleados bajaban su equipaje fingiendo indiferencia. Ámbar estaba roja como un tomate por la vergüenza mientras que Marco simplemente sonreía y la llevaba al interior de la mansión. Ella lo seguía sin darse cuenta de que no estaban yendo a su habitación. Él le habló:-¿Tienes hambre? ¿Estás cansada?Ella pensó unos minutos.-Sí, quisiera comer algo… y darme un baño.-Muy bien. Lo arreglaré.Él tecleó algo con rapidez en su móvil, sin dejar de caminar. De pronto ella despertó de su extraño trance y miró alrededor. No estaba yendo por pasillos conocidos de la casa.Entonces preguntó:-¿A dónde vamos?Marco la miró con picardía.-A mi habitación. ¿Estás de acuerdo?Ella se sobresaltó. -¿Ahora mismo?-Sí. No te preocupes, sabes que no haré nada que no desees. Nos daremos un baño, comeremos algo… y ya veremos. ¿Te parece bien?La verdad sea dicha, eso sonaba bien. Tal vez un poco peligroso, pero despertó su curiosidad. -Sí, de acuerdo.Entr
Marco y Ámbar habían terminado de comer hace unos minutos, pero ella seguía sentada y en silencio. No estaba segura de qué se esperaba de ella.Marco la miraba sin decir palabra, saboreando los últimos sorbos de un dulce vino blanco, como calculando su próximo movimiento. Entonces se levantó despacio, se quitó la bata de toalla, quedando desnudo nuevamente, y se fue a la enorme cama. -Ven aquí Ámbar, ¿quieres?Ella se puso de pie como un resorte. Marco la esperaba interrogante, mirándola con un brillo en sus ojos de rapaz. Se acercó un paso, decidida.-¿Te quitarías la bata?Se detuvo. Con dedos temblorosos, se desnudó ante sus ojos y se quedó de pie. Él la recorrió con la mirada, y presionó un botón detrás de la cabecera de la cama. Una suave música envolvió la habitación. Ella lo miró con intriga en sus ojos turquesas.-¿Te gusta esa música?-Es muy agradable…-¿Te gustaría bailar… para mí?-¿Ahora? ¿Así? No lo sé.-Tal vez si finges que no estoy.Su presencia era tan absoluta y
Ámbar se bañó, enojada consigo misma. Se preguntaba si seguiría con todo este asunto. Si simplemente arruinaba todo el plan, y la familia descubría su contrato, igualmente su madre tenía el tratamiento y ella su carrera. Marco lo había prometido.Pero ¿era ella capaz de hacerle algo así? Arruinaría sus planes de futuro, sólo para poder huir de los sentimientos que estaba alimentando en su interior. Y no, ella no era capaz de tal ruindad.¿Y qué tal con lo del sexo? ¿Quería seguir con ese asunto? ¿Ver cuán lejos podía llevarla?...Sí. Quería seguir. Lo deseaba, la volvía loca, y, al fin y al cabo, al corazón ya lo había perdido.Salió del baño envuelta en una bata. Marco no estaba en ningún lado, seguramente había bajado al comedor.Se vistió rápidamente y se arregló. Cuando salió de la habitación, se encontró afortunadamente con Julia.-¡Julia! Buenos días, menos mal que te encuentro…-Buenos días. El señor Rizzo me pidió que la acompañe al comedor, por si no sabía cómo llegar desde a
Cuando Ámbar salió de conversar con la ginecóloga, luego de haberse decidido por un implante subdérmico como método, era ya algo tarde y estaba hambrienta.Es que la doctora se había preocupado de hacerle un un exhaustivo examen, para no indicarle nada que la perjudicara. Análisis de sangre, hormonal, de orina… y todo lo necesario para estar completamente seguras.Ámbar salía del hospital cuando decidió revisar el teléfono, y descubrió que tenía varias llamadas perdidas de Marco. Le pareció un poco tarde para responder haciendo un llamado, quizás él ahora estaba trabajando u ocupado en una reunión, así que decidió enviarle un mensaje de texto, por si había pasado algo importante que no pudiera esperar hasta verse cerca de la cena. "Hola Marco, recién salgo del hospital y estoy yendo al auto ¿Necesitabas algo? Tenía algunas llamadas perdidas, siento no haber podido responder""Hola ¿Está tu madre bien?"Pensó en si era prudente hablar de la ginecóloga. Tal vez sí."Sí, ella está bien
Julia golpeó la puerta de la habitación con suavidad varias veces.Marco le había pedido que la despertara, incapaz de hacerlo él mismo.-¿Señorita Rice? ¿Se encuentra bien?Ámbar se despertó con lentitud. Se había quedado dormida mientras trabajaba y toda la habitación se había oscurecido al hacerse de noche. Sólo entraba un poco de luz del exterior, proveniente del inmenso parque de la mansión -Adelante Julia, lo siento…La empleada entró mientras ella se levantaba y encendía la luz. -Me quedé dormida. ¿Marco ya regresó?-Sí, señorita. El señor Rizzo la está esperando en el comedor pequeño para cenar. Ya está todo listo. ¿Le digo que necesita más tiempo?Ámbar se miró rápidamente en el espejo y acomodó su cabello.-No, estoy lista, gracias, ahora bajo.No se atrevería a reconocerlo en voz alta, pero estaba ansiosa por verlo de nuevo. El día le había parecido eterno, y deseaba estar con él aunque sea un rato.Bajó los escalones rápidamente, de dos en dos, y se encontró pronto con l
-¡Marco! ¿Está todo bien? ¿Qué estás haciendo aquí?. - dejó la laptop en el escritorio mientras se acercaba a él.Marco parecía agitado, e iba apenas cubierto con una bata de seda púrpura que dejaba entrever su perfecta desnudez. No había logrado dormir y sólo había dado vueltas en la cama como una bestia enjaulada.La mirada dorada de Marco estaba encendida como una brasa ardiente, parecía capaz de lanzar chispas con sus ojos. Chispas que enseguida calaron en Ámbar, que sintió la columna de fuego erizar su piel. Por todos los cielos, era tan candente. Él no habló. Cerró la puerta tras de sí, sin dejar de mirarla con un deseo animal y, tomando su cabeza con ambas manos, la devoró con un beso profundo que la dejó sin aire y le aflojó las piernas. Su lengua la exploraba con anhelo y urgencia. Cuando separó sus labios, susurró con la voz apagada:-Te deseo demasiado, Ámbar. Y eso me está haciendo enloquecer, no puedo pensar en otra cosa, no puedo trabajar, no puedo dormir, no soy yo
Él buscó en la mesa de luz, colocó la funda de látex, y se acercó de nuevo… ella confiaba en él, que en el tiempo en que lo conocía había cumplido cada promesa que había hecho.El miedo que sentía antes se había diluido a medida que aumentaba su excitación, se sentía preparada, entregada.Marco se acercó a Ámbar, listo para probarla, sus ojos dorados brillaban como brasas en la semipenumbra de la habitación.Ella respiraba agitada, expectante.-Iré despacio, Ámbar… tú dime si te duele…Con suavidad, le separó las piernas acomodándose entre ellas, se acercó a su entrada rosada y la rozó con la punta de su miembro erecto, mientras sujetaba sus caderas. Ámbar jadeó.Él entró con lentitud, parcialmente, y la tibieza de estar en este punto lo atravesó hasta su raíz, haciéndolo sentirse de un modo extraño, inusitado. Ella gimió con suavidad, como conteniendo el aliento. Marco se apoyó con un brazo en la cama, acercándose a su boca para besarla con pasión, mientras su otro brazo la rodeaba
Ámbar desayunó en silencio. Por supuesto que no era la primera mujer que Marco llevaba a la mansión y no dudaba que hubiera hecho con ellas cosas que ella, en su inexperiencia, aún no lograba ni imaginar. El hombre, al fin y al cabo, había estado con verdaderas modelos esculturales, con cuerpos de infarto, y era una máquina sexual perfectamente aceitada. Incluso recordó que la noche anterior había encontrado, indagando en la red, noticias sobre fiestas privadas, orgías, fotos comprometedoras… y cientos de rumores y de historias sobre las conquistas de Marco Rizzo, el rico y codiciado soltero, imposible de atrapar, que vivía continuamente en el ojo de una tormenta de flashes. Había también algunas pocas fotos de ellos dos.Sin embargo, ella, tontamente, se había enamorado. Y muy a consciencia. Y se había entregado porque así lo deseaba. No estaba dispuesta a arrepentirse. Él había sido fabuloso, perfecto, paciente y apasionado. Y lo volvería a hacer. Pero no pudo evitar sentirse i