Genevieve… saboreaba su nombre entre mis labios, la recuerdo cuando estábamos en la escuela, con su cabello perfectamente recogido, con sus gafas y aquellos horrendos brackets, sin embargo yo sabía que debajo de todos aquellos impedimentos existía una chica linda y lo pude comprobar ahora.
Pero su carita de ángel estaba dibujada en mis recuerdos, Genevieve luciendo toda inocente colocaba mi a mi pequeño amigo a brincar de emoción, solo podía imaginarla a ella entre mis piernas mientras que succionaba mi virilidad. Llevo mi mano a mi entrepierna tratando de controlar mi semi erección.
— Tenemos que irnos señor Matarrazí. — uno de mis escoltas susurra a mi oído.
— Ok, andando.
Le doy un último vistazo a la esquina por donde Genevieve doblo y sigo caminando hasta salir del edificio, mi padre había solicitado mi presencia para cerrar un trato con unos Mexicano.
En nuestra natal italia somos unas de las familias más respetadas, mi abuela Marchelo fue uno de los mafiosos más prestigiosos y poderoso, todos querían trabajar con él, la mayoría del mercado de drogas lo tenía monopolizado, allí proviene toda nuestra fortuna actualmente, por extrañas circunstancias mi abuelo fallecio y dejo todo en las manos de mi padre.
justamente hace dos años tuve un atentado por parte del cartel colombiano llamado el “Clan del león” mi padre de inmediato coloco seguridad 24 horas al día los 7 días a la semana y no solamente eso, he estado aprendiendo un poco de este negocio, porque después de todo en un futuro sera todo mio.
— ¡Andrew! — Uno de mis amigos de la escuela se aproximaba a mi. Los escoltas lo detuvieron y el confundido me lanzó una mirada extraña.
— Lo conozco. — les informo. y lo dejan pasar a mi circulo.
— ¿De qué se trata todo esto? ¿Ahora eres hijo del presidente?
— Nada de eso, es solo que mi papá se puso un poco paranoico. — no le iba a contar la verdad de mi familia.
— Bueno. — se encoge de hombros.
— No sabes a quién me acabo de encontrar. — hablo.
— ¿Quien?
— A Genevieve. — respondo con una sonrisa con tan solo recordar la.
— ¿Qué? Ella no tiene dinero para pagar esta universidad. — se mofa.
— Al parecer es becada.
— Bueno una razón más para seguir molestandola.
— No lo creo, ella dejó de ser la mojigata que conocíamos, ahora está… jodidamente buena.
— Eso es imposible, la última vez que la vi seguía teniendo esos horrendos brackets y vestía con ropa holgada.
— Cuando te la encuentres en los pasillos me entenderás, esta Genevive es otra. — lo codeo.
Me detengo en la mitad del pasillo que da hacia la salida del edificio.
— Amigo fue un gusto verte, pero debo ir con mi padre. — Le informo.
— No hay problema, nos vemos otro día.
Lo veo alejarse y después sigo mi camino, debía llegar con mi padre lo antes posible, debíamos organizar ciertas situaciones que han pasado con los distribuidores de nuestros productos, recientemente se perdió un tercio del producto exportado, y eso es dinero que nos falta en nuestros bolsillos, mi padre está hecho una fiera y esta a nada de descabezar a muchos.
Subo a mi auto y nos ponemos en marcha, tomo mi teléfono, entro a mis redes sociales y comienzo a buscar a Genevieve, durante el tiempo que dure afuera de la escuela no supe más nada de ella ni de nadie más. Ella en sus redes no tenía nada del otro mundo, la última vez que subió algo fue hace 8 meses y eran mechones de cabello en el suelo.
— Eres todo un misterio Genevieve. — susurro para mi. — Eladio. — le hablo a uno de mis escoltas.
— Dígame señor.
— Necesito que te contactes con Esteban, necesito que busque información de alguien.
— Ok señor ¿A quien deberá investigar?
— Su nombre es Genevieve Baltimore, quiero los nombres de su familia, cuando dio sus primeros pasos, cuando se le cayó su primer diente, si tuvo novio, mejores amigos, si se robo alguna uva en el supermercado, cualquier información de ella.
— Le diré enseguida.
En unos cuantos minutos ya nos encontrábamos en el puerto donde llegaban las embarcaciones de nuestro negocio, me dirijo a uno de los almacenes, donde mi padre tiene sus oficinas, al entrar la mayoría de nuestros distribuidores estaban allí a la expectativa, ya todos estaban advertidos de este robo y que cabezas rodaran si se llega a descubrir que había un infiltrado.
Mi padre se encontraba en el segundo piso del almacén viendo meticulosamente a cadsa
— Padre. — me colocó a su lado.
— ¿Ya te instalaste? — A pesar de todo este mal rollo el no quiere que deje de estudiar.
— Sí, me dieron una habitación para mí solo.
— Eso es lo importante. — asiente con su cabeza. — Mejor terminemos con esto.
Mi padre se acerca al barandal y el bullicio que había en aquel momento se acaba, me acerco junto a él y noto que todos miraban en nuestra dirección. Mi padre al ser un hombre alto e inminente muchos suelen hacerle caso al pie de la letra, ninguno debe quedarse atrás, pero si realmente lo vieran con mi madre, perdería todo ese respeto que le costó ganarse.
Arnoldo Matarrazí junto a Silvia Ambro deja de ser el mafioso más temido, al hombre más cariñoso y respetuoso que puedan ver.
— Para nadie es secreto. — comenzó a hablar. — que se han perdido cierta cantidad de cargamento, y no estoy para nada contento con ello, la DEA nos ha incautado un tercio de lo que los Mexicanos nos enviaron, esto ya está verídicamente confirmado y no solamente eso, los Colombianos nos están pisando los talones, creemos que hay infiltrados dentro de nosotros y vamos a llegar hasta el fondo de esto, porque nadie quedará impune, si debo cortar cabezas lo haré sin remordimiento. — Termina de hablar con determinación. — ahora, se les irá dando parte de la mercancía que nos llegó, quiero que recuperen el dinero que perdí, así que andando.
Mi padre se da la vuelta para ir hacia su oficina.
— La DEA. — lo sigo. — Papá debemos hacer algo antes de que… no sé, nos capturen.
— Eso ya lo tengo todo controlado hijo. — responde el hombre sin mirarme.
— Nos acaban de incautar droga, eso es para preocuparse si está en manos de la m*****a DEA.
Ambos entramos a la oficina y me siento enfrente de mi padre, mientras que él va y se sirve un poco de whisky.
— Escúchame bien Andrew, lo que me suceda a mi no importa.
— ¿Qué dices? Claro que sí importa padre, vas a destrozar a mamá y por supuesto a mí, eres la cabeza de nuestra familia no puedes tomar esto a la ligera.
— ¿Por qué crees que te estoy entrenando en esto? — quedó en completo silencio. — Se que esto no es algo que me guste mencionar, pero tu y yo sabemos que tarde o temprano algo puede suceder, tu eres mi mano derecha, el único en quien confío, si algo que llega a suceder cuidaras a tu madre, no vas a dejar que le hagan lo mismo que hicieron con… Angélica, la esposa de alias cangrejo.
— Eso jamás.
— Es hora de que te vayas deshaciendo de los sentimientos, no hay nada peor que un hombre con la guardia baja por una mujer, solo mírame.
Al encontrar mi habitación sin pensarlo dos veces entro y por fin pude respirar con tranquilidad, agradezco a todos los santos que existan porque si Andrew me hubiera seguido probablemente hubiera hecho lo mismo que hacía en la escuela y se supone que yo vine hasta aquí para cambiar toda mi vida. — ¿Hola? — una chica de cabello azul se detiene en medio de la habitación al verme tan agitada.— Hola, soy Genevieve Baltimore, seremos compañeras. — respondo tratando de controlar mi respiración. — Soy Diana Gilmore. — se acerca a mí y me tiende la mano. — Escogí esta cama que está cerca de la salida, no me gusta estar cerca de las ventanas. — Señala su cama desorganizada. — Entiendo, no te preocupes. La habitación no eran tan pequeña ni tan grande, tenía todo lo necesario para que dos personas pudieran convivir, cada una tenía su cama sencilla, y un pequeño escritorio, me acerco a mi cama completamente organizada y coloco mi única maleta sobre la cama. Comienzo a sacar todas mis cosas
— Hecho. — Respondo con determinación. — A mi me gusta cerrar mis tratos con un beso. — Una sonrisa diabólica se dibuja en su rostro. — No te voy a besar Matarrazí. Me deshago de su agarre para colocarme al lado de Diana, la cual miraba todo el show que montamos en shock.— Entonces mi querida Genevieve, tenemos un trato que cerrar. — Andrew extiende su mano.Miro la mano de Andrew y algo me dice que no lo hiciera, que probablemente me iba a arrepentir, subo mi mirada para ver su rostro. Él hombre que está justo enfrente de mí es uno de los más guapo que he visto, y si, se que me contradigo con lo que pensaba esta mañana, pero no se puede tapar el sol con un dedo, Andrew puede tener a la mujer que quiera estando en esta fiesta y en cualquier otro lugar y ahora está hablando conmigo como si no hubiera sucedido nada entre los dos, ver su perfecta cara me hacía enojar, quería lanzarle un puñetazo y dejarle un pómulo morado. Pero en definitiva yo quería verlo arrodillado pidiendo perdó
Ver a Genevieve con aquel pegado vestido hizo mi miembro se hinchara, todas esas curvas las mantuvo oculta durante toda la secundaria y ahora que las puedo ver a simple vista, me dan ganas de saborear cada parte de su cuerpo, presenciar como ahora se defendía me vuelve más loco con su mirada retadora, quería tenerla de rodillas y verla colocar los ojos en blanco. Mi imaginación estaba en su punto de éxtasis, tengo esas ansias locas de tomarla, colocarla sobre mi hombro y llevarla lejos de aquella fiesta y sobre todo mantener a todos aquellos depredadores lejos, no quiero que ninguno mancille su hermosa piel blanquecina. Antes de entrar a aquella fraternidad me giro para darle un último vistazo a aquel culazo que Genevieve tiene. De inmediato la música alta me aturdió, la mayoría de los presentes bailaba al ritmo del reggaeton, las mujeres refregaban su culo a los hombres y fue inevitable no pensar en Gen haciéndome eso, la anhelaba como un maldito esquizofrénico. — ¡Andrew! — De
Miro las grandes puertas de la universidad, no podía creer que ya me encontraba en este lugar, batalle mucho para poder conseguir una beca completa ya que mis padres no podían permitirse pagar algo tan caro. Justo el día de mi graduación de secundaria el mensaje de aceptación, la emoción no cabía dentro de mi pequeño cuerpo. Sin embargo no había contado con el apoyo de mis padres, dos personas completamente religiosas, según sus pensamientos yo debería estar casada con un hombre, atenderlo y llevar una vida de golpes, parir hasta cinco hijos y no poder disfrutar de mi feminidad. Sin embargo lo mío era el mundo de las leyes, tengo ese alma guerrera y valiente que tanto puede caracterizar a un abogado.Con mi única maleta entré al gran edificio donde me entregaron toda la información universitaria, pero no era la única que iba a esperar, de hecho era una gran fila acapara mitad del pasillo, aquello iba a tardar, pero iba a valer cada maldito segundo de mi tiempo. — Escuché que Andre