2 ANDREW

Genevieve… saboreaba su nombre entre mis labios, la recuerdo cuando estábamos en la escuela, con su cabello perfectamente recogido, con sus gafas y aquellos horrendos brackets, sin embargo yo sabía que debajo de todos aquellos impedimentos existía una chica linda y lo pude comprobar ahora.

Pero su carita de ángel estaba dibujada en mis recuerdos, Genevieve luciendo toda inocente colocaba mi a mi pequeño amigo a brincar de emoción, solo podía imaginarla a ella entre mis piernas mientras que succionaba mi virilidad. Llevo mi mano a mi entrepierna tratando de controlar mi semi erección. 

— Tenemos que irnos señor Matarrazí. — uno de mis escoltas susurra a mi oído. 

— Ok, andando.

Le doy un último vistazo a la esquina por donde Genevieve doblo y sigo caminando hasta salir del edificio, mi padre había solicitado mi presencia para cerrar un trato con unos Mexicano. 

En nuestra natal italia somos unas de las familias más respetadas, mi abuela Marchelo fue uno de los mafiosos más prestigiosos y poderoso, todos querían trabajar con él, la mayoría del mercado de drogas lo tenía monopolizado, allí proviene toda nuestra fortuna actualmente, por extrañas circunstancias mi abuelo fallecio y dejo todo en las manos de mi padre. 

justamente hace dos años tuve un atentado por parte del cartel colombiano llamado el “Clan del león” mi padre de inmediato coloco seguridad 24 horas al día los 7 días a la semana y no solamente eso, he estado aprendiendo un poco de este negocio, porque después de todo en un futuro sera todo mio.

— ¡Andrew! — Uno de mis amigos de la escuela se aproximaba a mi. Los escoltas lo detuvieron y el confundido me lanzó una mirada extraña. 

— Lo conozco. — les informo. y lo dejan pasar a mi circulo. 

— ¿De qué se trata todo esto? ¿Ahora eres hijo del presidente? 

— Nada de eso, es solo que mi papá se puso un poco paranoico. — no le iba a contar la verdad de mi familia. 

— Bueno. — se encoge de hombros.

— No sabes a quién me acabo de encontrar. — hablo. 

— ¿Quien? 

— A Genevieve. — respondo con una sonrisa con tan solo recordar la. 

— ¿Qué? Ella no tiene dinero para pagar esta universidad. — se mofa.

— Al parecer es becada.

— Bueno una razón más para seguir molestandola. 

— No lo creo, ella dejó de ser la mojigata que conocíamos, ahora está… jodidamente buena. 

— Eso es imposible, la última vez que la vi seguía teniendo esos horrendos brackets y vestía con ropa holgada. 

— Cuando te la encuentres en los pasillos me entenderás, esta Genevive es otra. — lo codeo. 

Me detengo en la mitad del pasillo que da hacia la salida del edificio. 

— Amigo fue un gusto verte, pero debo ir con mi padre. — Le informo. 

— No hay problema, nos vemos otro día.

Lo veo alejarse y después sigo mi camino, debía llegar con mi padre lo antes posible, debíamos organizar ciertas situaciones que han pasado con los distribuidores de nuestros productos, recientemente se perdió un tercio del producto exportado, y eso es dinero que nos falta en nuestros bolsillos, mi padre está hecho una fiera y esta a nada de descabezar a muchos.

Subo a mi auto y nos ponemos en marcha, tomo mi teléfono, entro a mis redes sociales y comienzo a buscar a Genevieve, durante el tiempo que dure afuera de la escuela no supe más nada de ella ni de nadie más. Ella en sus redes no tenía nada del otro mundo, la última vez que subió algo fue hace 8 meses y eran mechones de cabello en el suelo. 

— Eres todo un misterio Genevieve. — susurro para mi. — Eladio. — le hablo a uno de mis escoltas. 

— Dígame señor.

— Necesito que te contactes con Esteban, necesito que busque información de alguien.

— Ok señor ¿A quien deberá investigar? 

— Su nombre es Genevieve Baltimore, quiero los nombres de su familia, cuando dio sus primeros pasos, cuando se le cayó su primer diente, si tuvo novio, mejores amigos, si se robo alguna uva en el supermercado, cualquier información de ella. 

— Le diré enseguida.

En unos cuantos minutos ya nos encontrábamos en el puerto donde llegaban las embarcaciones de nuestro negocio, me dirijo a uno de los almacenes, donde mi padre tiene sus oficinas, al entrar la mayoría de nuestros distribuidores estaban allí a la expectativa, ya todos estaban advertidos de este robo y que cabezas rodaran si se llega a descubrir que había un infiltrado. 

Mi padre se encontraba en el segundo piso del almacén viendo meticulosamente a cadsa

— Padre. — me colocó a su lado.

— ¿Ya te instalaste? — A pesar de todo este mal rollo el no quiere que deje de estudiar. 

— Sí, me dieron una habitación para mí solo.

— Eso es lo importante. — asiente con su cabeza. — Mejor terminemos con esto. 

Mi padre se acerca al barandal y el bullicio que había en aquel momento se acaba, me acerco junto a él y noto que todos miraban en nuestra dirección. Mi padre al ser un hombre alto e inminente muchos suelen hacerle caso al pie de la letra, ninguno debe quedarse atrás, pero si realmente lo vieran con mi madre, perdería todo ese respeto que le costó ganarse. 

Arnoldo Matarrazí junto a Silvia Ambro deja de ser el mafioso más temido, al hombre más cariñoso y respetuoso que puedan ver.

— Para nadie es secreto. — comenzó a hablar. — que se han perdido cierta cantidad de cargamento, y no estoy para nada contento con ello, la DEA nos ha incautado un tercio de lo que los Mexicanos nos enviaron, esto ya está verídicamente confirmado y no solamente eso, los Colombianos nos están pisando los talones, creemos que hay infiltrados dentro de nosotros y vamos a llegar hasta el fondo de esto, porque nadie quedará impune, si debo cortar cabezas lo haré sin remordimiento. — Termina de hablar con determinación. — ahora, se les irá dando parte de la mercancía que nos llegó, quiero que recuperen el dinero que perdí, así que andando. 

Mi padre se da la vuelta para ir hacia su oficina. 

— La DEA. — lo sigo. — Papá debemos hacer algo antes de que… no sé, nos capturen. 

— Eso ya lo tengo todo controlado hijo. — responde el hombre sin mirarme. 

— Nos acaban de incautar droga, eso es para preocuparse si está en manos de la m*****a DEA.

Ambos entramos a la oficina y me siento enfrente de mi padre, mientras que él va y se sirve un poco de whisky.

— Escúchame bien Andrew, lo que me suceda a mi no importa. 

— ¿Qué dices? Claro que sí importa padre, vas a destrozar a mamá y por supuesto a mí, eres la cabeza de nuestra familia no puedes tomar esto a la ligera. 

— ¿Por qué crees que te estoy entrenando en esto? — quedó en completo silencio. — Se que esto no es algo que me guste mencionar, pero tu y yo sabemos que tarde o temprano algo puede suceder, tu eres mi mano derecha, el único en quien confío, si algo que llega a suceder cuidaras a tu madre, no vas a dejar que le hagan lo mismo que hicieron con… Angélica, la esposa de alias cangrejo. 

— Eso jamás. 

— Es hora de que te vayas deshaciendo de los sentimientos, no hay nada peor que un hombre con la guardia baja por una mujer, solo mírame.

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