—Hernández quiere saber cómo vamos con el caso Santa Eduviges —me dijo Córdoba sentándose en su escritorio, que está al frente del mío y trayendo dos tazas de café, una de ellas para mí.
—Pues decile la verdad. Aún no tenemos evidencias que inculpen a Lestard.
—¿Qué otros sospechosos podemos sopesar además de Lestard?
—Hay una conserje de apellido Vargas que tiene historial de abuso de menores. Fue denunciada ante el PANI por agresiones contra su hija menor, negligencia y consumo de drogas y alcohol, aunque las denuncias nunca pasaron a más. Evidentemente es alguien que tiene comportamiento violento.
—No… los asesinatos de Aurora y Marisol no fueron violentos y el perpetrador las acomodó apaciblemente.
—¿Alguna monja con delirios religiosos a la que le hablo “Dios” y le ordenó m
La fiesta de cumpleaños de Córdoba se realizó en su apartamento en San Pedro. Era un lugar sencillo pero espacioso y tenía patio, en donde nos pusimos a asar carne. Algo de música trova de la preferida de Córdoba amenizaba el ambiente. Había estado muchas veces en su apartamento y siempre me llamó la atención lo meticulosa que era ella con los detalles. Además le gustaban los gatos así que —además de tener uno real— Córdoba había decorado las paredes con fotos de gatos y con adornos de distintos estilos colocados sobre repisas. Tenía también una alfombra persa, un buen equipo de sonido y unos cuadros muy bonitos de acuarelas en la sala.Mi cita para esa noche se llamaba Gabriela Loría y era una relativamente conocida presentadora de programas de televisión, principalmente programas juveniles de música. Una joven sonriente, de c
Diario de Meredith LestardCuando leí en las noticias sobre el regreso del Terror Nocturno no pude salvo frotarme las manos complacida. ¡Mi asesino en serie nacional favorito! Tenía mucho más estilo que el Psicópata y no era tan desordenado como el Descuartizador. Por supuesto que me refiero sólo a los asesinos seriales costarricenses pues creo que mi asesino serial preferido de todos es Andrei Chikatilo, aunque siento particular admiración por Elizabeth Bathory.Sí, soy experta en asesinos.La noticia había salido en los periódicos y en la televisión. Conseguí todos los reportajes que pude y los estudié con el mayor detalle. El periódico amarillista La Extra fue el que daba la mejor información con fotografías gráficas, descripciones detalladas e incluso con representaciones de dibujos que mostraban como podí
Nos reuníamos casi todos los días como equipo de investigación. Johnny Bermúdez nos dio un informe de la autopsia. No se había encontrado rastro alguno de ADN en los cuerpos ni en la zona. El asesino sabía lo que hacía. Balística había identificado el arma como una Colt .45. El psicólogo forense Armando Brenes nos hizo un perfil del asesino identificándolo sin aportar nada que no supiéramos más. Básicamente afirmaba que la motivación principal del Terror Nocturno era llevar orden al caos. Limpiar lo que consideraba “sucio” y que probablemente tenía severos problemas sexuales, pues veía el sexo como algo malo y pecaminoso. Siendo así era probable que nunca hubiera estado casado o tuviera una larga trayectoria de matrimonios fallidos e historial de violencia doméstica, pero aunque pudo estar casado cuando era más joven, debe de t
Mi amor platónico atacó de nuevo. Sí, sé que suena cursi, y además no soy realmente capaz de amar, eso lo tengo claro, pero lo cierto es que me encanta pensar en el Terror Nocturno. No sé como sea físicamente pero me atrae muchísimo. Es un asesino realmente genial y eso me excita eróticamente. ¡En fin! Tengo un blog en Internet dedicado completamente a los asesinos seriales. Con una frecuencia semanal le introduzco nuevas entradas con información detallada sobre los más famosos asesinos de la historia, algunos políticos como Hitler y Pol Pot, otros que nunca fueron atrapados como Zodiac, Jack el Destripador y nuestro nacional El Psicópata, y otros que si fueron atrapados como el Caníbal de los Andes, Ted Bundy, “Poggo”, etc., cuyas vidas y carreras criminales he estudiado con detalle, dedicación y admiración.Por supuesto que una de la
—Esto no está funcionando —me dijo Priscilla, y tenía razón. Sus ingentes esfuerzos por producirme el orgasmo con su boca resultaban vanos. Mi mente se encontraba distraída y me había excedido en el nivel del alcohol, como usualmente me sucede al estar ad portas de una depresión. —No importa —le dije, y Priscilla se recostó a mi lado y encendió un cigarro. Ya habíamos tenido sexo antes, no sólo esa noche, sino muchas veces, así que no me preocupaba resguardar mi ego masculino.Priscilla y yo teníamos años de ser amigos. La había conocido en uno de mis frecuentes recorridos por los night clubes de San José en donde ella trabajaba como bailarina stripper. Por cierto que haciendo un excelente trabajo en todos los ámbitos de su carrera, como tuve el gusto de comprobar cuando pagué el primer privado. Luego de un
Convencida de que Perduravo no era el Terror Nocturno continué analizando aquel asunto por horas y horas. Si descubría quien era el Terror Nocturno no lo delataría a la policía de todas formas, pero quería saber quien era. Un mensaje llegó a mi celular diciendo: “Soy Perduravo, quiero mostrarte un cuerpo que acabo de matar. Ven sola a mi apartamento”.Sabía que el perdedor de Perduravo solamente buscaba ligarme pero ¿y si de verdad había matado a alguien para convencerme? Desde que encontré el cuerpo de mi compañera del colegio Aurora no había visto un cadáver y volver a ver uno era demasiado tentador para dejarlo pasar, así que fui de inmediato pero me llevé un cuchillo escondido en mi bolso por si acaso Perduravo trataba de violarme.En cuanto llegué al apartamento toqué la puerta pero esta se abrió como si no
¿Quién no se ha sorprendido a sí mismo cien veces cometiendo una acción estúpida o vil, por la única razón de que 'no debe' cometerla? ¿Acaso no existe en nosotros una eterna inclinación, a despecho de la excelencia de nuestro juicio, a violar 'la ley' simplemente porque reconocemos que es la ley?Edgar allan PoeNadie que no haya conocido en vivo a Meredith Lestard sería capaz realmente de entender la clase de persona a la que nos enfrentábamos; sus capacidades de manipulación y los juegos mentales a los que sometía a las personas a su alrededor. Si, sé que muchos estarán pensando que Lestard era ni más ni menos que una adolescente de 16 años que asistía a un colegio católico privado. Sin embargo, soy poseedor de su diario personal, donde ella misma plasmó sus ideas y motivaciones como una o
Llegué a las oficinas del Poder Judicial, en el conjunto de edificios conocidos genéricamente como “la Corte”, una mañana soleada después de un tiempo de vacaciones obligadas a las que me envió mi superior; Jaime Hernández. Hernández es el jefe de la Sección de Homicidios del Organismo de Investigación Judicial. Lo primero que hice fue conversar largo rato con Mariela, una joven novata recién nombrada investigadora. Mariela es una muchacha bonita de cabello castaño y ojos claros, muy sonriente, o al menos sonríe mucho conmigo. Cuando llegó mi compañera Córdoba me despedí de ella y ambos seguimos con nuestros asuntos por separado.—No perdés el tiempo ¿verdad? —me dijo Córdoba una vez que me le acerqué y la saludé con un beso en la mejilla.—¡Que mal pensada! ¿Tan mala reputaci&oacut