Sian estaba más que feliz, y como a sus seis añitos solo conocía la pequeña cliniquita del pueblo que apenas visitaba porque era un niño muy sano, aquel hospital enorme no le dio ningún miedo.Matt lo sentó sobre sus hombros y pasearon por los amplios corredores hasta llegar a la consulta del doctor, mientras Heilyn tomaba su mano. Estaban demasiado nerviosos los dos, pero por supuesto intentaban no transmitírselo al niño.Por fortuna, el doctor Jones tenía muchos años de práctica en el trato con niños, así que en cuestión de pocos minutos se había ganado la confianza de Matt y se había convertido en su nuevo amigo.—¡Mira mami, mi bata es de Batman! —exclamó saliendo del cuartito donde se había cambiado—. También había de Spiderman, pero Batman es más “cool”. ¿No es cierto?—¡Claro que sí, mi amor! ¡Eres un Batman excelente! —se rio ella.—¡Y voy a ir a conocer la Baticueva! ¡El doctor Jones es genial porque no es de los que ponen inyecciones! —le explicó Sian abriendo mucho los ojos
Heilyn había tenido que crecer como una guerrera, la vida misma la había obligado a ello. No le tenía miedo ni al trabajo, ni al sacrificio, ni a pelear por lo que quería, en especial no le tenía miedo a pelear por su hijo, pero supo que no sabía lo que era el miedo de verdad hasta que no vio aquel expresión del médico.Su mano intentó cerrarse inconscientemente, pero enseguida sintió los dedos de Matt entrelazándose con los suyos, apretándola con un gesto de seguridad.—¿Qué es lo que tiene? —preguntó Heilyn con voz ahogada—. Porque tiene algo, ¿verdad?El médico puso frente a ellos los estudios que acababan de hacerle y negó.—La buena noticia es que en la resonancia no aparece nada malo, no hay compresión, ni ninguna secuela aparente del accidente —les explicó el doctor Jones—. Eso quiere decir que su cerebro está perfectamente.—¿Entonces? ¿Qué es lo que pasa? —lo increpó Matt.—Su equilibrio, es una secuela ligera que no ha ocasionado impacto en su cerebro pero que debemos atende
Era imposible evitar algo como aquello. Sian con sus seis años y su ceño fruncido y su carita de resignación diciéndole a su padre que probablemente debía ser muy malo besando le arrancaron a Heilyn la mejor carcajada de su vida… una que murió abruptamente, violentamente, salvajemente en el mismo instante en que la boca de Matthew Vanderwood se estampó contra la suya.La reacción tensa y sorprendida fue instintiva, pero las manos de Matt se cerraron a su alrededor, anclándose en su espalda para inmovilizarla y adueñándose de su nuca para controlar por completo aquel beso.Heilyn solo tuvo tiempo para ahogar un gemido de sorpresa antes de que la lengua de Matt hiciera una fiesta en su boca y no importó cuánto hubiera tratado de evitarlo, o qué pensara sobre aquello, porque en un solo segundo fue como si toda la fuerza escapara de su cuerpo y sus ojos se cerraron, respondiendo a aquel beso como si le fuera la vida en ello.Matt ni siquiera era capaz de explicárselo, pero esa carcajada q
La sintió tensarse entre sus brazos y dar aquel paso atrás, aunque estaba bastante seguro de que no era su tacto lo que le molestaba.—Solo quiero que Sian esté bien, y entiendo que de no ser por ti quizás no estaríamos en un lugar como este atendiéndolo pero… —Parecía indecisa y preocupada—. Pero mi hijo está primero, Matthew. Todavía tengo mucho en qué pensar, así que… creo que es mejor si lo de anoche no se vuelve a repetir, sé que lo hiciste por darle el gusto a Sian pero no… yo no…—Entiendo.Matt carraspeó con incomodidad porque no entendía nada pero prefería evitarse el extraño momento en que ella estaba a punto de decirle que no le gustaba.—Solo quiero que sepas que aquí voy a estar. Primero vamos a ocuparnos de Sian y de que esté bien y luego… bueno luego nos ocuparemos de todo lo demás —sentenció y luego hizo tres gestos inconexos con las manos para señalar a la máquina de café de afuera y salió de allí.Heilyn no supo por qué, pero aquella retirada le dejó un mal sabor de
Caminar por Londres era hermoso, pero al día siguiente Matt se apareció en la puerta del hotel con una enorme camioneta que acababa de comprar, porque entendía que al menos los próximos tres meses o cuatro los pasaría en aquella ciudad.—¡Wow! ¿¡Vamos a hacer otro viaje!? —se emocionó Sian, acomodándose en su sillita, que parecía una nave espacial.—¡Mejor, vamos a buscar una casa hermosa y vamos a quedarnos de vacaciones por más tiempo! —exclamó Matt y sintió la mano suave de Heilyn sobre su antebrazo.—Bueno, no todo son vacaciones —le corrigió con una mueca cómplice—. Este príncipe no puede perder su primer grado, así que en un par de semanas tendrás que volver a la escuela. Podemos conseguir una aquí ¿verdad?Los ojos de la muchacha se clavaron en los suyos y Matt sintió que se derretía.—¡Sí, claro! Podemos conseguir una muy buena escuela. ¿Qué me dices, campeón? ¿Quieres quedarte un poco más en esta ciudad? —le preguntó Matt pero el niño miró a su madre con preocupación.—Yo qui
—Puedo explicarlo —fueron sus primeras palabras de respuestas pero Matt no tenía ni idea de que serían las únicas coherentes, porque aquella admisión fue como si el autocontrol de Heilyn se esfumara por completo. —¡No puede ser, no puede ser…! ¿Liquidaste mi deuda? ¿Liquidaste mi deuda sin decírmelo? —¡Es que era lo correcto…! —intentó defenderse Matt. —¡No, no lo era, no tienes ni idea! ¡No tienes ni idea, tenías que haberme… tenías que haberme consultado! ¡Saca ese dinero de mi cuenta, sácalo de inmediato! —¡Heilyn no puedo hacer eso, cálmate! —replicó Matt—. No puedo sacar el dinero de tu cuenta, la deuda ya está pagada y está bien. —¡Yo no te pedí que lo hicieras! —¡Es que no tenías que hacerlo! Hiciste lo que debías hacer para conservar a Sian, para darle una madre, para darle amor, no es justo que sigas pagando una deuda tan grande y esforzándote tanto cuando es obvio que solo mereces estar tranquila y feliz, no preocupándote por esto. Sian no necesita ahora mismo que su ma
Jamás en toda su vida Matt había estado a cargo de un niño enfermo, y aunque parecía dormido y tranquilo, era evidente que tenía la temperatura alta.—Voy a llamar al médico —murmuró y vio la interrogación en los ojos de la muchacha.—¿A cual?—¡A cualquiera que venga, tú déjalo de mi mano! —replicó Matt con ansiedad y en efecto quince minutos después el doctor Jones atravesaba el umbral de aquella casa.Heilyn no sabía que se podía molestar a un especialista de alto cargo por un resfriado simple, pero tal parecía que cuando Matthew Vanderwood llamaba, a la hora que fuera, nadie se atrevía a decirle que no.Heilyn respiró más tranquila cuando el médico revisó a Sian y los miró con condescendencia, como los padres primerizos y asustados que eran.—Es solo un resfriado común —les dijo—. Y la fiebre no es muy alta, no necesita inyecciones de momento. Les dejaré una receta para medicinas contra la fiebre y en un par de días estará como nuevo, mientras tanto que no juegue afuera ni se expo
“Caldo de pollo”, fue el primer pensamiento que cruzó la mente de Matt antes de lanzarse de la cama y correr hacia la habitación de Sian. Heilyn seguía acurrucada entre las mantas, pero apenas puso una mano sobre su frente notó lo alta que tenía la temperatura.—¡Diablos…!—Mami está enferma ¿verdad? —preguntó Sian acercándose y Matt hizo un acopio de entereza para no asustar a su hijo.Lo rodeó con un abrazo suave y le revolvió el cabello.—Un poquito, mami está un poquito enfermita, pero solo es resfriado, como el tuyo, se le va a pasar pronto —intentó tranquilizarlo.—Lo sé, mami siempre se enferma igual que yo —suspiró el niño—. Pero yo no la sé cuidar y ella sonríe y dice que no hace falta… pero ahora no está sonriendo.Matt pasó saliva y vio a la mujer acurrucada en aquella cama con la frente perlada de sudor. Quizás la entendía un poco: tenía que sonreír porque en todos aquellos años no había nadie para cuidar de ella, así que aunque estuviera enferma tenía que levantarse y seg