SIN PUDOR.

Narrador.

—Esto no es apropiado, eres un desconocido y ni siquiera sé si estás enfermo, no conozco tu rostro, no sé tu nombre y sobre todo me has utilizado en contra de mi propia voluntad y ahora te gratifico por eso. Pensé que tú eras un enfermo, pero he comprobado que soy yo la que no se encuentra bien de la cabeza—ella quiso pararse, pero él la detuvo prisionera entre sus brazos y contra el colchón.

—Que le jodan a lo apropiado —dijo de una forma tan suave que ni siquiera sonó como una blasfemia—; solo siénteme Karina. Ella solo quería alejarse de él, coger aliento y ser capaz de poner las cosas en su sitio otra vez.

Él trazó su cuerpo con la yema de sus dedos y su anatomía respondió a esos toques haci

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