SĀO PAULO. Sentí que me desmayaba, por un instante mi vista se nubló, la persona que estaba frente a mí no me miraba, sus ojos color avellana estaban clavados en Maicor. De pronto trato de recuperar la cordura y tratando que mi voz suene normal, le pregunto: —¿Qué haces aquí? —Vine a hablar contigo, bueno si el caballero me lo permite. Maicor está desconcertado, es evidente que el ambiente se ha vuelto tenso, el silencio es abrumador, Maicor lo mira y luego desvía su mirada hacia mí, sin saber que hacer, de pronto con voz recia, muy seguro de sus palabras le responde. —Evaluna es la que decide si desea hablar con usted, si ella le dice que no, le voy a pedir que se retire de inmediato. Tengo que hacer algo, sin conocimiento de causa es notorio la sensación de malestar que ya existe entre los dos. —Está bien, vamos a hablar, Maicor gracias por acompañarme, nos vemos mañana. —¿Estás segura? ¿Quieres qué te deje sola? —Ya la señorit
APARTAMENTO DE JUAN CARLOS. —Ahora sí todo terminó, Evaluna no me quiere, solo le bastó unos días lejos de mí para olvidarme, eso significa que nunca me quiso yo sólo fui un escape, un entrenamiento para olvidarse de Gael y lo consiguió nos olvidó a los dos ahora tiene un nuevo amor. Ahora que hago con todo esto que siento. ¡ Que raro! mi mamá me está llamando. —Hola mamá. —Hola hijo, por fin me puedo comunicar contigo. —Mamá recuerda que te dije que en mi lugar de trabajo no había señal para los celulares, sólo nos comunicamos por radio. —¿Dónde estás ahora que tienes señal? —Estoy en Sāo Paulo, te noto preocupada, ¿para que me llamas? —Primero para saber de ti, mi niño ya van varios meses sin escuchar tu voz y también por algo que me preocupa. —¿Qué pasa, te sientes mal? —Yo estoy bien, no te preocupes por eso, lo que sucede es que me encontré con la mamá de Julia, la noté muy preocupada, me dijo que ella salió de Madrid par
APARTAMENTO DE EVALUNA. —¿Qué pasó anoche? ¡Dios!, no me acuerdo de nada, lo último que recuerdo fue mi conversación con Édgar Miguel, estábamos en una video llamada, yo tomaba whisky y Édgar Miguel se estaba riendo de mí, pero ¿por qué estoy desnuda envuelta en esta bata de baño? ¡No puede ser!, ahora recuerdo que Juan Carlos estaba conmigo, ¿será que dormimos juntos?, ¡madre santa! no recuerdo nada, qué dolor de cabeza tengo. Me huele a café y proviene de mi cocina, ¡Dios!, qué no sea lo que estoy pensando. —Buenos días amor, ¿ya te despertaste? —¿Qué haces tú aquí? ¿Cuándo llegaste? —Yo no me he ido. —¿Tú dormiste aquí? —Si. —¿Dónde? —Por supuesto que contigo, no es la primera vez que lo hago. —Juan Carlos, no juegues conmigo, ¿nosotros dormimos juntos? —Si, en la misma cama, en este apartamento sólo hay una cama y el sofá, yo lamentablemente no entro en ese sofá, es muy chico. —¿Qué pasó entre nosotros? —¿Tant
SĀO PAULO. —Muy bien Evaluna ya tú lo decidiste, lo nuestro se terminó, perfecto no te ruego más, así sienta que me estoy desgarrando por dentro no pienso buscarte más. Me voy de este apartamento y no regreso más. Tomo mi abrigo que ya está seco, abro la puerta cuando me tropiezo en la entrada con Édgar Miguel. —Buenos días. —Buenos días, tú eres Juan Carlos, por fin te conozco en persona, ¿puedo pasar? —Sí claro, igual ya me iba, pero te informo que Evaluna no está. —¿Cómo que no está? —No, se fue a desayunar con un tal Maicor. —Ya va, ya va, que no entiendo, te dejó aquí y se fue con Maicor. —Así mismo es. —Amigo, bueno tú aún no eres mi amigo, pero si soy como un hermano de la mujer que nos tiene loco a los dos, por razones distintas por supuesto. Ya veo que te ibas, antes me gustaría hablar contigo, nos podemos sentar, ya veo que hicieron café, si no te importa déjame tomarme un café. Ahora sí, ven siéntate aquí
CUBARÁ: —Oye jovencita, ven acá, acércate que quiero hablar contigo. —¿Conmigo? —Si contigo, quiero proponerte algo. —Dígame señorita Julia. —Me gustaría que me ayudaras en algo, eso sí, tiene que quedar entre las dos, no quiero que lo comentes con nadie. —Como usted diga, nosotras las mujeres de este pueblo somos honestas, en realidad aquí no hay secretos que guardar. —Bueno en realidad no es un secreto, más bien quiero que me prestes tu ayuda, pero no quiero que se lo comentes a nadie, por eso te voy a pagar muy bien, me he dado cuenta que te gusta mi cadena, cada vez que nos topamos tu mirada se va hacia mi cuello, ¿te gusta mi cadena? —Sí, es muy bonita. —Entonces tómala, es tuya. —No, no la puedo aceptar, es muy costosa, que voy a decir cuando me la vean. —Guárdala, no te la pongas si no quieres que te la vean, guárdala por si algún día te quieres ir de aquí ella te va a servir para que te mantengas por un tiempo, como dices tú es muy costosa, si la vendes e
CUBARÁ. Sin pérdida de tiempo llego a la cocina, allí está Yamil ayudando a las mujeres a realizar el desayuno. —Buenos días señorita Naran, ¿le sirvo un cafecito? —Sí, pero antes me gustaría hablar con Yamil, ¿me la prestas un momento? —Por supuesto ya se la llamo, Yamil, la señorita Naran quiere hablar contigo. Yamil cuando me vio, de inmediato se puso nerviosa, es indudable que algo esconde. —Dígame señorita Naran, ¿quiere que la ayude a limpiar el consultorio? —No, sígueme por favor, necesitamos hablar. ¿Por casualidad has visto hoy a la señorita Julia? —No. —¿Desde cuándo no la ves? Lo que pasa es que la necesito para que me haga un favor, me dijeron que ella hoy se iba para Manaos y yo quería que me comprara unas medicinas que estamos necesitando. —Señorita Naran, yo tengo días que no la veo. —¿Días? Te estoy preguntando porque Yarúa me comentó que ayer te vio en el río y estabas hablando con ella. —¿Yo? Yarúa está equivocada, se confundió, yo no era.
SĀO PAULO. No se escucha ni una mosca, pero no me confío, yo puedo salir, pero corro el riesgo que esté esperando que yo abra la puerta y la verdad no quiero escándalos, vivo en una zona residencial muy tranquila, los vecinos no toleran los ruidos molestos, menos los gritos de una mujer histérica, eso me puede traer problemas y siempre cuando ocurren estos casos el que se lleva la peor parte es el hombre, lo acusan de agresor, maltratador, violento, sin conocer las razones del caso. Ya sé quién me puede ayudar con esto. —Aló, Édgar Miguel. —Hola Juan Carlos, te escucho preocupado, ¿qué pasa? —Lo que tanto me temía, la loca de Julia está aquí. —¿Aquí dónde? —En mi apartamento. —¿La metiste en tu apartamento? —No, ella se presentó con maleta y todo, no sé quién le dio mi dirección, el caso fue que me tocó la puerta yo abrí y quería quedarse aquí, por supuesto yo no la dejé y la saqué, pegó varios gritos para que le abriera.
SĀO PAULO: CAFETERÍA. —Hola amigo, ya estoy aquí esperaste mucho. —No, solo llevo un café y voy por el segundo. —Ja,ja,ja,ja, perdóname es que estaba ocupada haciendo unas cosas, pero bueno ya estoy aquí a qué se debe tanto misterio, te dije para que fueras a mi apartamento y no quisiste, me citaste aquí y eso me intriga. —No quería distracción, así que apaga ese celular, no me extraña que empiecen las llamadas de tus admiradores. —Está bien lo apago, habla, pero antes pídeme un café como a mí me gusta por favor. Édgar Miguel llama al mesero, pide mi café, lo noto extraño, como preocupado, a los pocos minutos ya tengo el café. —Evaluna, quiero que me prestes mucha atención, esto es sumamente delicado. —Okey, habla de una vez que me estás asustando. —Se trata de Juan Carlos. —¡Ah! No vale, para eso me hiciste venir con tanta urgencia, perdiste tu tiempo, no quiero hablar de Juan Carlos. —Pues vas a tener que escuch