APARTAMENTO DE EVALUNA. —¿Qué pasó anoche? ¡Dios!, no me acuerdo de nada, lo último que recuerdo fue mi conversación con Édgar Miguel, estábamos en una video llamada, yo tomaba whisky y Édgar Miguel se estaba riendo de mí, pero ¿por qué estoy desnuda envuelta en esta bata de baño? ¡No puede ser!, ahora recuerdo que Juan Carlos estaba conmigo, ¿será que dormimos juntos?, ¡madre santa! no recuerdo nada, qué dolor de cabeza tengo. Me huele a café y proviene de mi cocina, ¡Dios!, qué no sea lo que estoy pensando. —Buenos días amor, ¿ya te despertaste? —¿Qué haces tú aquí? ¿Cuándo llegaste? —Yo no me he ido. —¿Tú dormiste aquí? —Si. —¿Dónde? —Por supuesto que contigo, no es la primera vez que lo hago. —Juan Carlos, no juegues conmigo, ¿nosotros dormimos juntos? —Si, en la misma cama, en este apartamento sólo hay una cama y el sofá, yo lamentablemente no entro en ese sofá, es muy chico. —¿Qué pasó entre nosotros? —¿Tant
SĀO PAULO. —Muy bien Evaluna ya tú lo decidiste, lo nuestro se terminó, perfecto no te ruego más, así sienta que me estoy desgarrando por dentro no pienso buscarte más. Me voy de este apartamento y no regreso más. Tomo mi abrigo que ya está seco, abro la puerta cuando me tropiezo en la entrada con Édgar Miguel. —Buenos días. —Buenos días, tú eres Juan Carlos, por fin te conozco en persona, ¿puedo pasar? —Sí claro, igual ya me iba, pero te informo que Evaluna no está. —¿Cómo que no está? —No, se fue a desayunar con un tal Maicor. —Ya va, ya va, que no entiendo, te dejó aquí y se fue con Maicor. —Así mismo es. —Amigo, bueno tú aún no eres mi amigo, pero si soy como un hermano de la mujer que nos tiene loco a los dos, por razones distintas por supuesto. Ya veo que te ibas, antes me gustaría hablar contigo, nos podemos sentar, ya veo que hicieron café, si no te importa déjame tomarme un café. Ahora sí, ven siéntate aquí
CUBARÁ: —Oye jovencita, ven acá, acércate que quiero hablar contigo. —¿Conmigo? —Si contigo, quiero proponerte algo. —Dígame señorita Julia. —Me gustaría que me ayudaras en algo, eso sí, tiene que quedar entre las dos, no quiero que lo comentes con nadie. —Como usted diga, nosotras las mujeres de este pueblo somos honestas, en realidad aquí no hay secretos que guardar. —Bueno en realidad no es un secreto, más bien quiero que me prestes tu ayuda, pero no quiero que se lo comentes a nadie, por eso te voy a pagar muy bien, me he dado cuenta que te gusta mi cadena, cada vez que nos topamos tu mirada se va hacia mi cuello, ¿te gusta mi cadena? —Sí, es muy bonita. —Entonces tómala, es tuya. —No, no la puedo aceptar, es muy costosa, que voy a decir cuando me la vean. —Guárdala, no te la pongas si no quieres que te la vean, guárdala por si algún día te quieres ir de aquí ella te va a servir para que te mantengas por un tiempo, como dices tú es muy costosa, si la vendes e
CUBARÁ. Sin pérdida de tiempo llego a la cocina, allí está Yamil ayudando a las mujeres a realizar el desayuno. —Buenos días señorita Naran, ¿le sirvo un cafecito? —Sí, pero antes me gustaría hablar con Yamil, ¿me la prestas un momento? —Por supuesto ya se la llamo, Yamil, la señorita Naran quiere hablar contigo. Yamil cuando me vio, de inmediato se puso nerviosa, es indudable que algo esconde. —Dígame señorita Naran, ¿quiere que la ayude a limpiar el consultorio? —No, sígueme por favor, necesitamos hablar. ¿Por casualidad has visto hoy a la señorita Julia? —No. —¿Desde cuándo no la ves? Lo que pasa es que la necesito para que me haga un favor, me dijeron que ella hoy se iba para Manaos y yo quería que me comprara unas medicinas que estamos necesitando. —Señorita Naran, yo tengo días que no la veo. —¿Días? Te estoy preguntando porque Yarúa me comentó que ayer te vio en el río y estabas hablando con ella. —¿Yo? Yarúa está equivocada, se confundió, yo no era.
SĀO PAULO. No se escucha ni una mosca, pero no me confío, yo puedo salir, pero corro el riesgo que esté esperando que yo abra la puerta y la verdad no quiero escándalos, vivo en una zona residencial muy tranquila, los vecinos no toleran los ruidos molestos, menos los gritos de una mujer histérica, eso me puede traer problemas y siempre cuando ocurren estos casos el que se lleva la peor parte es el hombre, lo acusan de agresor, maltratador, violento, sin conocer las razones del caso. Ya sé quién me puede ayudar con esto. —Aló, Édgar Miguel. —Hola Juan Carlos, te escucho preocupado, ¿qué pasa? —Lo que tanto me temía, la loca de Julia está aquí. —¿Aquí dónde? —En mi apartamento. —¿La metiste en tu apartamento? —No, ella se presentó con maleta y todo, no sé quién le dio mi dirección, el caso fue que me tocó la puerta yo abrí y quería quedarse aquí, por supuesto yo no la dejé y la saqué, pegó varios gritos para que le abriera.
SĀO PAULO: CAFETERÍA. —Hola amigo, ya estoy aquí esperaste mucho. —No, solo llevo un café y voy por el segundo. —Ja,ja,ja,ja, perdóname es que estaba ocupada haciendo unas cosas, pero bueno ya estoy aquí a qué se debe tanto misterio, te dije para que fueras a mi apartamento y no quisiste, me citaste aquí y eso me intriga. —No quería distracción, así que apaga ese celular, no me extraña que empiecen las llamadas de tus admiradores. —Está bien lo apago, habla, pero antes pídeme un café como a mí me gusta por favor. Édgar Miguel llama al mesero, pide mi café, lo noto extraño, como preocupado, a los pocos minutos ya tengo el café. —Evaluna, quiero que me prestes mucha atención, esto es sumamente delicado. —Okey, habla de una vez que me estás asustando. —Se trata de Juan Carlos. —¡Ah! No vale, para eso me hiciste venir con tanta urgencia, perdiste tu tiempo, no quiero hablar de Juan Carlos. —Pues vas a tener que escuch
APARTAMENTO DE EVALUNA. —¿Sabes cocinar? Está actuando igual como lo hizo la primera vez que estuvo en mi apartamento. Da vueltas por todo el apartamento, revisando todo, va a la cocina y comienza a abrir gavetas. —Amor te estoy preguntando si sabes cocinar. —Un poco, lo común, una pasta, un arroz, freír unas tajadas, un huevo, lo esencial, ¿y tú? —Yo sí, me gusta la cocina. —¿Quién te enseñó? —Mi mamá y mi nana, yo me metía en la cocina a escondidas de mi papá, él me decía que no perdiera el tiempo en la cocina que me dedicara a estudiar, que recordara que algún día la empresa sería mía, mi mamá no estaba de acuerdo decía que a parte de mis estudios yo tenía que aprender de todo un poco, que no sólo a los hombres se les enamora por el estómago a las mujeres también, así que cuando mi papá no estaba en casa yo me escurría a la cocina y así aprendí. —Todo lo contrario conmigo, a mí papá le gusta cocinar, pero tenía muy poco tiempo para
SĀO PAULO. La veo tan hermosa con sus ojitos cerrados que no puedo aguantar la tentación y la beso en los labios, fue un beso suave, pero el roce de mis labios en los de ella hizo que despertara y abriera sus ojos. —Amor, perdona no quise despertarte. —Buenos días amor, ¿qué hora es? —Falta poco para las nueve. —No puede ser, ya es tarde tengo que levantarme. —¿Para dónde vas? —Mi amor, mis papás me invitaron a desayunar, desde que llegué no he visto a mamá, cuando voy a la casa nunca está, así que hoy no puedo faltar. —¿Tus papás saben de lo nuestro? —Mi papá lo sabe, mi mamá aún no. —Voy contigo a ese desayuno. —¿Estás seguro?, mira que te van a colocar en el pelotón de fusilamiento. —Por eso quiero ir, es hora de enfrentar esas balas, tengo que estar contigo. —Okey, voy a bañarme para irnos. —¿Me baño contigo? —Noooooo, conociéndote me voy a tardar más y tengo el tiempo justo para llegar. —Está bi