SĀO PAULO. —Evaluna amiga estás bellísima, por allí anda tu galán, ya me preguntó por ti, de seguro piensa que decidiste no venir. —Yo le dije que si venía, aquí entre nosotros no tanto por él sino por ti. —Ja,ja,ja,ja, siempre de mala. —Ven te acompaño al salón, toma mi brazo, me gusta presumirte, para darles envidia. —Ja,ja,ja,ja, ¿quién es el malo ahora? —Tú sabes que me encanta ser malo. Édgar Miguel me toma del brazo y así caminamos por el centro del salón, de inmediato Maicor nos ve y se dirige a nosotros. —Evaluna como siempre acaparando las miradas por donde pasa, Édgar te cuento que está mujer me hizo pasar mucha molestia, siempre que llegaba a algún sitio, todos los muchachos se volteaban a mirarla y yo me mordía los labios de los celos, ella para hacerme rabiar le sonreía a todos, te informo que era muy coqueta. —Doctor, no era muy coqueta, es coqueta aún mantenie esa sonrisa y esa mirada pícara, con la diferencia que yo no
SĀO PAULO. Sentí que me desmayaba, por un instante mi vista se nubló, la persona que estaba frente a mí no me miraba, sus ojos color avellana estaban clavados en Maicor. De pronto trato de recuperar la cordura y tratando que mi voz suene normal, le pregunto: —¿Qué haces aquí? —Vine a hablar contigo, bueno si el caballero me lo permite. Maicor está desconcertado, es evidente que el ambiente se ha vuelto tenso, el silencio es abrumador, Maicor lo mira y luego desvía su mirada hacia mí, sin saber que hacer, de pronto con voz recia, muy seguro de sus palabras le responde. —Evaluna es la que decide si desea hablar con usted, si ella le dice que no, le voy a pedir que se retire de inmediato. Tengo que hacer algo, sin conocimiento de causa es notorio la sensación de malestar que ya existe entre los dos. —Está bien, vamos a hablar, Maicor gracias por acompañarme, nos vemos mañana. —¿Estás segura? ¿Quieres qué te deje sola? —Ya la señorit
APARTAMENTO DE JUAN CARLOS. —Ahora sí todo terminó, Evaluna no me quiere, solo le bastó unos días lejos de mí para olvidarme, eso significa que nunca me quiso yo sólo fui un escape, un entrenamiento para olvidarse de Gael y lo consiguió nos olvidó a los dos ahora tiene un nuevo amor. Ahora que hago con todo esto que siento. ¡ Que raro! mi mamá me está llamando. —Hola mamá. —Hola hijo, por fin me puedo comunicar contigo. —Mamá recuerda que te dije que en mi lugar de trabajo no había señal para los celulares, sólo nos comunicamos por radio. —¿Dónde estás ahora que tienes señal? —Estoy en Sāo Paulo, te noto preocupada, ¿para que me llamas? —Primero para saber de ti, mi niño ya van varios meses sin escuchar tu voz y también por algo que me preocupa. —¿Qué pasa, te sientes mal? —Yo estoy bien, no te preocupes por eso, lo que sucede es que me encontré con la mamá de Julia, la noté muy preocupada, me dijo que ella salió de Madrid par
BRASIL: SÃO PAULO. Vaya sorpresa que le quiero dar a Gael, él no me espera hoy, pero decidí venirme un poco antes de lo previsto, aún tengo mucho trabajo por hacer, pero se acerca la fecha de la boda y esto también necesita mi atención, aún tengo tantas cosas que comprar, no quise llamarlo para avisarle de mi llegada, mejor le doy la sorpresa, sé que le va agradar verme. —Aló mamá. —Evaluna, ¿vas a ver a Gael? —si, voy para su oficina. —Llegaste tan de sorpresa que no me ha dado tiempo de hablar contigo, ya sé que hoy es imposible hacerlo, lo más seguro es que esta noche te quedas con tu prometido, pero mañana no pueden faltar a un almuerzo acá en la casa, dile a tu novio que deje a un lado sus negocios y venga un rato a compartir con nosotros, además tenemos un invitado. —Está bien, lo voy a convencer para que esté conmigo en el almuerzo. —Hasta luego hija, me saludas a mi yerno. —Hasta luego mamá. Sólo faltan tres meses para mí boda
PLAYA DE SĀO PAULO. Ahora estoy aquí sentada a orilla de esta playa, tomándome esta botella de whisky, viendo a las parejas pasear abrazadas o tomadas de la mano, que sola me encuentro, con unas ganas inmensas de llorar. Ya el sol se ocultó para dar paso a la luna, la playa se está quedando sola; sin embargo, yo sigo aquí con mi botella. Me tiendo en la arena, miro al cielo, así me quedo por un buen rato, cuando siento que alguien tropieza conmigo, de un salto me siento y veo frente a mí a un hombre alto, diría que muy alto, con un shorts y sin camisa, la playa está a oscura, la poca visibilidad que tiene se la regala la luz de la luna, aún así puedo apreciar los cuadros que se le forman en su abdomen, hice una rápida mirada por todo su cuerpo y sus piernas están muy bien formadas, tiene una figura espléndida, de inmediato reacciono. —Oiga, ¿usted no ve por donde va? —Disculpe, no la vi. —La próxima vez mire hacia abajo y así no tropieza. —Y us
BRASIL. SĀO PAULO: CASA DE LOS OLIVEIRA. —Buenos días bebé, perdona que haya entrado sin tocar, pero creí que tu habitación estaba vacía, dime, ¿a qué hora llegaste?, pensé que anoche te ibas a quedar en el apartamento de Gael. —Buenos días mamá, no me quedé con él, me vine para acá, como llegué muy tarde no los quise despertar. —¿Por qué no te quedaste con tu prometido? Tú sabes que a mí y a tú papá no nos gusta que manejes tan tarde en la noche y mucho menos sola. —Gael, tenía una reunión, preferí encontrarme con mis amigos, nos fuimos a una discoteca por eso llegué tarde. —Por lo visto tomaste mucho, este dormitorio está apestoso a licor ya le voy a decir a Emma que lo limpie, date un baño y baja a desayunar. —Okey mamá, ya bajo. —Apurate, tu papá ya nos está esperando. Mi mamá quiere aparentar una dureza que no siente, en el fondo ella tiene un corazón frágil, pero no lo quiere demostrar, aún conmigo, a veces es muy dura, pero sé que m
Apenas salgo de mi casa llamo a Édgar Miguel. —Édgar, ¿estás desocupado? —Sí, hoy tuve pocos pacientes. —Okey, espérame dónde siempre, voy para allá. —Por supuesto que vamos a hablar, tienes muchas cosas que contarme. A los pocos minutos, llego al lugar, ya Édgar Miguel me está esperando. —Hola Édgar. —Mi amiga del alma, ven dame un abrazo, tenemos un mes sin abrazarnos. Me acerco, nos damos un abrazo y no puedo resistir más, mis lágrimas empiezan a correr como caudales, Édgar Miguel, sólo me da palmaditas en la espalda, sin decir nada, esperó hasta que yo me calmara. —Ya, ¿te sientes mejor? —Sí amigo, estoy más tranquila, necesitaba ese abrazo. —Okey, vamos a sentarnos, ¿qué quieres tomar? —Lo mismo que estás tomando tú. —Hey, Franco, por favor tráele una cerveza a Evaluna. —Sí doctor, ya se la llevo. —Okey, ahora sí cuéntamelo todo, ¿cómo es eso, qué rompiste tu compromiso? —Gael es un desgraciado, me e
CASA DE LOS OLIVEIRA. Cuando veo esa monumental figura frente a mí, por un instante mi corazón se detiene, siento un ligero temblor en mi labio inferior, eso me sucede cuando estoy nerviosa. —Mucho gusto señorita Evaluna. Indudablemente que es él, su voz es inconfundible, esa voz que me susurró tantas cosas hermosas mientras sus manos recorrían mi cuerpo. Después de unos segundos que me parecieron eternos puedo reaccionar. —Mucho gusto arquitecto. Extiendo mi mano para sujetar la suya, siento un ligero apretón, la retiro de inmediato. —Su papá me había hablado de usted, pero no me imaginé que fuera tan … joven. —No se confunda arquitecto,- interviene mi papá - esa juventud está cargada de conocimiento, de sabiduría. —Por supuesto, yo lo creo. Mientras habla, no deja de mirarme, noto una pequeña sonrisa y una ligera picardía en sus ojos color avellana, ahora sí puedo notar con claridad el color de sus ojos. —Pasemos al comed