Capítulo 7

No voy a negar que la noche fue sensacional. La rubia se empezó a divertir luego de un par de tequilas y vaya que disfruté tomándole fotos cuando bailaba con esos dos calientes desnudistas que ardían como el infierno al que sé que iré. Adoro cuando se desinhibe de esa manera. Simplemente se convierte en la persona que ella misma no se permitió ser cuando quedó embarazada a los dieciséis. Es una lástima que su subconsciente sólo se lo permita cuando se toma un par de trago y que, además, se proteja a sí no recordando absolutamente nada al día siguiente. Por eso me encargo de dejar la evidencia.

Sarah se ha ido muy temprano esta mañana y me he quedado solo con Georgi soportando a la tonta novia con sus nervios finales. Anoche Lucy estuvo muy nerviosa tomando margaritas vírgenes y comiéndose las uñas. No recuerdo cuantas veces tuve que golpear sus manos para que dejara de hacerlo. Hace crecer mi ansiedad y ya no lo soporto. Así que Georgi se ha quedado con esa tarea junto a la madre de la novia con su infinita paciencia de santa.

—Mark, deberían empezar a entrar —digo, y el novio me mira con evidente nerviosismo.

—¿Estás segura de que ya viene?

Río y le muestro el mensaje de Georgina donde dice que ya han salido. Asiente algo aliviado y anuncio que ya pueden entrar a la iglesia. Esto es lo que Mark deseaba, una manera de atar a su morena sin que ella pueda renegar. Nada de matrimonios civiles y la madre del novio no dudó en convencer al cura para que los case así de rápido.

Este par de nuevos esposos son tan desconfiados en lo que hará el otro. Creo que desconfiar por una infidelidad es algo más fácil de atravesar que este tipo de desconfianza que se tienen estos dos. Infundadas por ambos, eso es seguro. Lucy atravesó por una dura y enferma relación que la hace ser en exceso cautelosa, como si esperara que su príncipe azul se convierta en sapo en cualquier momento, y eso hace que Mark tema y crea que su chica va a salir huyendo de él. Espero que solucionen eso. No será bueno para el bebé crecer en un ambiente tan inestable.

Pero sé que se aman a pesar de esos temores. Por eso siguen juntos luego de casi un año y medio de relación.

Sonrío al ver el rostro aliviado de los presentes por poderse refugiar del frío y la nieve que empieza a caer y cubrir las calles. A pesar de que no somos más de cien personas, todos se ven muy felices por los novios. La madre de la novia con su novio, los padres del novio y amigos cercanos de ambos.

Afuera sólo esperaremos Sarah y yo para acompañarla en su entrada. Veo a la rubia darles un beso a sus hijos y por último a su esposo. Siempre me han gustado los ojos de John, pero me parece un sujeto algo extraño, demasiado callado para mi gusto, pero perfecto para mi amiga.

—Hola, pelirroja —susurran a mi oído y me sorprendo.

—Capitán. —Me doy vuelta para verlos luego de tantos días de “relación”, que ha sido vía telefónica. Sujeta mi cintura con algo de fuerza y no puedo evitar comparar la rudeza de sus manos con las de mi jefe, donde no necesito más que un simple roce para volverme una gelatina hecha sólo para su boca. Merezco un golpe por ese estúpido pensamiento—. Creí que ya no vendrías.

—No me perdería este día por nada del mundo. Mucho menos por lo que nos espera al final del día.

Sonrío y lo tomo por la solapa de su saco con fuerza pegándolo a mí. Me encanta que no se intimide y le guste el juego. Toma mi nuca y me besa con fuerza. Su sabor mentolado me envuelve y disfruto de esa sensación tan agradable que me provoca este hombre. Siento su lengua rozar mis labios y sin dudar, la mía también lo busca. Gimo al sentir mi cuerpo vibrar y desear más. Se pega a mi cuerpo aún más al suyo permitiéndome saber que tanto me desea. Creo que estamos igual de ansiosos por sellar finalmente esta relación.

—Estamos en una iglesia. —Rio sobre sus labios al escuchar a mi rubia—. Capitán Lucas, ya deberías estar adentro acompañando al novio.

—Lo siento, Sarah. — dice él, sin vergüenza. Mi amiga rueda los ojos al ver que nuestros cuerpos aún siguen muy juntos a pesar de estar mirándola a ella, y trata de no sonreír—. Nos vemos en el altar, Pelirroja.

Rio sin poder evitarlo y me vuelve a besar antes de finalmente soltarme. 

—Dile al novio que en un par de minutos llegan. Ya hablé con Georgina.

—Claro, Sarah —dice antes de desaparecer.

—Dos meses. —Empieza Sarah—. Creo que es un récord para ti. Jamás te había visto tanto tiempo sola desde tu separación con Ethan.

—Y parece que ha valido la pena.

Mi rubia ríe y ambas salimos a esperar a la novia en la puerta. Cuando el auto se detiene, nos cubrimos para que la nieve no arruine nuestros cabellos y corremos a ayudarla a bajar. Se ve preciosa mi morena.

Corremos de vuelta para refugiarnos del frío y ayudamos rápidamente a la novia a quitar su saco dejando ver lo hermoso que hace lucir ese vestido de novia sin ningún tipo de decoración más que los bellos ojos verdes de la chica y la poca pedrería.

—Chicas. —Empieza a hablar mientras acomodamos el velo y la cola—. Gracias por todo. Ustedes son lo mejor que me ha pasado en la vida y nunca tendré con qué para agradecerles por haber salvado mi vida y haberla llenado de color.

Todas sonreímos y nos turnamos los abrazos. Cuando es mi turno le susurro.

—Tú también nos complementas. Desde que llegaste a nuestras vidas. Es algo extenuante soportarte, pero eso nos entretiene.

Golpea mi brazo y ríe mientras limpia algunas lágrimas.

Mi corazón se comprime al recordar cómo la encontramos cuando la fuimos a visitar obligadas por Sarah, creyendo que estaba enferma. Verla golpeada mientras rumiaba de dolor al bajar por unas escaleras intentando huir, y con esa luz que siempre veíamos en ella, por el piso. Realmente quería matar a ese hijo de puta que lastimó a la morena. Por lo menos, pude desquitar mi ira y patear sus pelotas la última vez que intentó abusar de ella.

El día que perdió a su bebé.

—Oye —murmura Sarah, y pone una mano sobre la mía, la que inconscientemente he llevado a mi vientre.

La aparto de golpe y le sonrío a Sarah. Ella es mi cielo en la tierra, pero no quiero arruinar el momento. Ninguno. No con mis pensamientos.

La madre de Lucy, quien se mantiene un poco relegada comprendiendo lo mucho que amamos a su hija, abre la puerta y entra delante de nosotras.

Vamos a nuestras posiciones, dejamos a la novia con el padre del novio y las tres entramos. Nuestros vestidos de damas de honor son del mismo color rosa pálido, pero con un estilo personal. El de Georgi, quien va a la cabeza al ser la única soltera jamás casada y la más joven, es de un solo hombro, ceñido arriba y un poco amplio abajo; el de Sarah, la mujer casada del grupo, es suelto, y odio que trate de esconder esas curvas, tiene un delgado cinturón en la cintura que lo hace parecer de estilo romano, pero deja demasiado a la imaginación; y el mío, la soltera divorciada, si es ceñido y con una linda abertura sobre mi pierna izquierda. ¿Para qué ocultar algo de lo que me siento orgullosa?

A lo lejos veo como el novio estruja sus manos y se mueve nervioso, pero feliz. Sonrío sintiéndome dichosa por ellos. Se lo merecen.

Llegamos al altar y mi capitán, quien está al lado del novio, me guiña un ojo y muerdo mi labio. Rio entre dientes cuando Mark golpea el costado de su jefe. Sarah también me reprocha alegando la mirada de censurada del sacerdote, miro al hombre y levanto mis cejas al ver que me mira con todo menos con crítica. Ladeo mi cabeza sonriéndole al hombre y reprimo mi risa cuando carraspea y centra su atención en un libro frente a él.

Debe ser toda una tortura vivir sin sexo. Aunque no creo que sea cierto que cumplan ese voto.  

¿Quién en su sano juicio es capaz de vivir de esa manera?

Dios fue quien creó el sexo. Si no, ¿para qué nos hizo hombre y mujer ordenándonos a multiplicarnos? 

Se escucha la marcha nupcial y todos nos giramos hacia la puerta dejando ver a una deslumbrante y feliz novia. Mark sonríe y miro a Sarah cuando sujeta mi mano. Busco la mirada de Georgi y me mira con una gran sonrisa y lágrimas en sus ojos.

Es un alivio que Lucy finalmente deje a un lado esa coraza y se entregue de lleno a este hombre que se muere por ella desde el primer día en que la conoció.

[…]

—¿Crees que Adam y Alex vengan? —pregunta Lucy preocupada.

Aun no entiendo cómo puede ser amiga de ese par. Del señor Walker lo entiendo, a pesar de que en el trabajo es muy serio, es una persona muy tratable fuera de allí. Pero el señor Collins...

De solo pensar en él me da escalofríos.

—Mira el banquete que te han regalado —digo, señalando a los meseros que se la pasan de un lado a otro sirviendo un costoso champán y los deliciosos tentempiés—, no creo que dejen de venir. Además, ambos te aprecian mucho.

—Son geniales —murmura, con emoción.

No sé que ha visto ella, pero no puedo estar más en desacuerdo.

Lucy se aleja para continuar saludando a los invitados. La digo con la mirada por un largo rato, y doy gracias al cielo por darle esta merecida felicidad a mi amiga. Sonrío cuando se encuentra con su esposo en el camino, quien la recibe con un gran beso.

Envidia.

—Estás muy escurridiza, pelirroja.

Sonrío y me doy vuelta para encontrarme con el que será mi nuevo hombre. Espero que no empiece a exigir más de lo que puedo darle, realmente me gusta cómo me hace sentir.

—Eso nunca. ¿Tienes poco tiempo?

—Todo el fin de semana sólo para ti, por eso me urge aprovecharlo.

Se acerca lentamente y me da un casto beso arrancándome un suspiro. Me jala para llevarme a nuestra mesa y veo cuando finalmente llegan los más deseados por la novia.

Walker y Collins con trajes negros, tan perfectos como ellos. Son todo un sueño, ambos sujetos. Campbell entra del brazo de Walker con una gran sonrisa, luciendo su lindo cuerpo con ese corsé rosa pálido de encajes y su falda de tul azul oscura. Del brazo de Collins, entra una chica castaña con porte de modelo, altiva y mirada desdeñosa. Que perfecta pareja.

—Que hermosa estás, Paula. —Me alaga la nueva directora mirándome de pies a cabeza y sonrío. Empieza a buscar algo alrededor con emoción—. ¿Dónde están las demás?

Le señalo a Georgina, donde está con el compañero de Mark, quien no se le ha despegado en toda la noche, mientras mi pobre amiga no sabe qué hacer para quitárselo de encima. Luego le muestro a Sarah, quien baila con su esposo con esa mirada tan tranquila y relajada, ambos sonríen y John besa la frente de su esposa con mucha ternura.

—Lucy ha preguntado por ustedes —le digo a los dos hombres y ambos se alejan hacia la novia.

—Ella es Karen, la cita de Alex.

La mujer se sienta sin decir una palabra y entiendo por qué están juntos.

—Tal para cual —digo, y Heidy ríe a carcajadas—. Te presento a James Lucas.

—El capitán de la policía. Que buen gusto tienes.

Mi capitán ríe estrechando la mano de la nueva directora creativa. Me gusta cómo se achinan sus ojos cuando ríe con autenticidad, nunca podría ver algo malo en él.

Los hombres regresan demasiado pronto y, para mi desgracia, Collins se sienta a mi lado huyendo de su acompañante, pero su acompañante corre a sentarse a su lado haciendo que Walker ruede su silla. Cualquier mujer desearía estar al lado de un hombre guapo y adinerado como él, pero a mujeres como esa, quienes soportan los malos tratos sin dignidad, lo único que les puede interesar es el dinero. Collins toma su teléfono y empieza a teclear como poseído sin darle importancia a nada más a su alrededor.

—Disfruta la noche. —Se queja Heidy y el sujeto le da una dura mirada. Ella bufa y se dedica a hablar con Walker.

—¿Amigos tuyos?

—Mis jefes. Son amigos de Lucy.

Asiente y se acerca para besar mi cuello.

—¿Estás obligada a quedarte por más tiempo? Estoy deseando arrancarte ese vestido y probar todo lo que tienes para ofrecerme.

Siento mi cuerpo acalorarse al instante y lo miro. Besa la comisura de mis labios y posa una mano en mi pierna, sobre la abertura de mi vestido.

—No hay tiempo que perder, si no, no podré mostrarte todo lo que quiero que veas, que beses todo lo que necesito que beses y que me hagas gritar hasta la inconciencia.

Aprieta mi pierna desnuda soltando un suspiro y río. Niega divertido y beso sus labios rápidamente. Me encuentro con la mirada de Collins puesta en mí, me mira de reojo y niega con un desagradable gesto antes de volver a su teléfono. La mujer junto a él intenta llamar su atención, pero él la ignora como si fuera una desagradable mosca que muy pronto se alejará. Me levanto para despedirme de todos y me quedo inquieta al ver cómo Walker observa con detenimiento a Sarah, mientras está sentada junto a su esposo.

Mi rubia se levanta y se acerca a nosotros. Saluda a todos y aprovecho para despedirme de ella. Me urge salir de aquí.

Vuelvo a mirar a Walker, que no le ha quitado los ojos de encima y mi amiga ni cuenta se da.

—¿Nos vamos? —sujeta mi cintura y lo miro apartando la vista de mi jefe.

—Hasta el fin del mundo.

—No creo que alcance a volver a tiempo para trabajar, pero haré mi mayor esfuerzo.

Río por su tonto comentario y lo jalo.

Pero me voy con una extraña inquietud. No me gusta esa mirada calculadora de mi jefe puesta en Sarah. Algo así destrozaría a Georgina, sin contar que mi rubia es casada y adora a su esposo.

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