Jueves, 30 de octubre
No sé lo que estoy haciendo en este momento, sólo sé que es una completa locura. Mi ansiedad me sobrepasa y no logré esperar. Creo que no hay un alma conquistada por ese hombre en este mundo que no haga lo que estoy haciendo ahora mismo. Subir a su oficina con el único deseo de abrazarlo y darle las gracias por todo lo que ha hecho por nosotros. Es lo que quiero.
Al menos eso me digo a mí misma para no creer que es impropio lo que deseo.
Pero él ha cuidado de mi hijo, ha hecho reír a mi pequeña, y nos ha protegido con un desinterés que me tiene tan conmovida y embelesada. Si mi interés platónico por él que tuve por tantos años era casi insoportable al tenerlo frente a mí, ahora se ha vuelto mi delirio luego de estos días tan estresantes donde ha peleado para en mi vida y en la de mis hijos. Jamás creí…
Jamás…
¡Cielos!
Dan no tuvo reparos en aceptar traerme sin informarle a su jefe y en ayudarme a
Viernes, 31 de octubreMiro y miro, pero no encuentro nada. Mi cara es la misma de siempre, menos por mi tonta sonrisa. ¿Siempre he sido yo?... Detesto las ambigüedades y la poca claridad en las personas que confunden. Las cosas son o no son, hay que decir todo como es y listo, sin lugar a malas interpretaciones o falsas esperanzas. Creo que yo lo he sido, he sido clara. Le dije que quiero intentarlo, saber hacia dónde nos lleva esto, y él sólo me dice que me mire a un espejo. ¿Qué se supone debo buscar?Niego y termino de peinar mi cabello. Hoy iré a trabajar en jeans y una blusa con mangas que deja uno de mis hombros descubiertos, Amy dice me queda bien. Trabajaremos medio día después de todo. Me hago una rápida trenza y bajo a preparar el desayuno antes de irme. Será un largo día. Paula no ha perdido el tiempo y me ha despertado con sus múlt
—He visto apartamentos lujosos, pero esto es... —dice Paula.Ella, Lucy y yo nos hemos quedado sin habla y aún no pisamos la sala de estar. Heidy y Georgi han desaparecido por unas pesadas escaleras de hierro, que están justo al lado de la sala, para ir por los disfraces. A pesar de lo elegante del lugar, es bastante confortable, como su oficina. Pisos en madera, tibios y placenteros, paredes blancas con pocos cuadros, nada de flores, Heidy dice que a Alex no le gustan, y tapetes lisos que adornan algunos lugares específicos del apartamento, como esa preciosa sala con sillones blancos, sin una mínima mancha. Perdón, penthouse.Nos quitamos nuestros abrigos y los dejamos sobre un sillón que nos ha indicado Heidy antes de desaparecer. Este lugar me hace desear quitar mis zapatos también y recorrerlo. Sonrío al sentir la calidez del lugar.—Esto es demasiado —digo y Lucy asiente.
Viernes, 31 de octubreTengo mis manos inquietas. He intentado bajar la falda del vestido, pero cada vez recibo una palmada en mi mano de parte de Heidy o de Paula. Una vez me puse este disfraz, me quejé, pero Paula asegura que dejaré a Alex babeando y no podrá contenerse y me llevará a una de las tantas habitaciones de su hotel. Creo que nunca me he sentido más nerviosa en mi vida.Pero, ahora que hemos llegado, me he quitado mi saco y tenemos todas esas miradas sobre nosotras, quiero enterrar mi cabeza en algún agujero. Eso sería una mala idea, el vestido es tan corto que incluso una leve inclinación de quince grados les permitiría ver hasta mi alma. Paula me llama exagerada. Al verlo por primera vez creí que era el más largo de las cinco y me atreví a sonreír, pero cuando Georgina llegó con una cinta dorada y empezó a envolverme con ella, para da
Viernes, 31 de octubre—Creo que no debí venir —digo, pero no logro dejar de sonreír. Ellas ríen. Tomo una botella de agua y la bebo como si fuera el elixir de la vida.—No hables basura —se queja Pau—. Te llevas a un millonario, disfruta.Lucy ríe.Me fascina ese hombre, pero no la atención y los murmullos acompañados de miradas curiosas en mi dirección. Sobre todo, de la niñita zorra del Club Campestre que parece estar deseando tener rayos laser en sus ojos. Más directa no creo que pueda ser.—Qué fácil es ser mujer —dice alguien a nuestra espalda y las tres giramos. Anderson me mira a mí directamente de pies a cabeza y ruedo los ojos. Gracias, Alex, por cubrirme—. Sólo tienen que abrir sus piernas y todo lo tienen a sus pies, sobre todo unas tan bonitas.Y estas
Viernes, 31 de octubre—Debo volver con mis hijos —le digo para acabar con las miradas retadoras.Él parece no querer hablar, entonces debo seguir mi camino.—No —dice, interponiéndose en mi camino, sin que le importen las miradas curiosas, y rio sin gracia.—¿Perdón? —digo, con altanería, y él sonríe con humor.Detesto cuando hace eso.—Amy está aquí. —Y eso merece otro «¿perdón?»—. Por eso te había dejado sola, para ocuparme de que estuviera cómoda y tú pudieras disfrutar esta noche... a mi lado.—¿Y te tomas este tipo de atribuciones con mis hijos porque...? —Este tipo de atenciones de su parte son las que me matan y él no ayuda en que quiera odiarlo hasta la muerte por este estúpido juego en el que nos ha metido—.
Sábado, 1 de noviembre—Mis piernas tiemblan —me quejo, y él, a mi lado, ríe.Ya siquiera las siento y ni hablar de mis brazos, incluso creo que he quedado ciega. ¿Es eso posible? Nunca había pasado una noche como esta y ha sido la mejor de mi vida. No exagero. Tengo sueño y en cualquier momento me quedaré dormida, lo sé, pero no quiero. Deseo sentirlo aquí, así sea con su roce sutil. No aparto mi vista del techo, oscuro espacio con pocas sombras fantásticas colándose por la ventada que es sólo cubierta por una cortina casi transparente, como el velo de una novia que espera; lo único que lo adorna son unos bonitos moldes que rodean la lámpara que cuelga, sólo nuestras manos se tocan, como si sólo eso bastara, por ahora.—Eres insaciable —dice con humor y giro mi cara para mirarlo, pero no logro enfo
Sábado, 1 de noviembreEn menos de una hora, estamos bajando para regresar a casa. Georgina y Lucy han llamado y hemos reído, nos ha parecido increíble que Paula se haya casado de esta manera tan intempestiva. Creímos que querría una boda tal y como ella es, suntuosa y elegante, pero no, nuestra pelirroja adorada ya ostenta el apellido Hudson y es feliz por ello.No fue difícil no notar la complicidad entre Alex y mi hija durante el camino de regreso, ella le susurraba cosas y él reía y contestaba de igual manera.Al llegar a casa, Amy corre a casa de Lucy porque quería ver Matty y nosotros, tomados de la mano, caminamos a casa.—¿Qué tanto hablaban? —le pregunto cuando llegamos al porche.—Me decía que uno de sus hermanitos tiene que llamarse Maximilian.Eso me hace reír. No tengo idea de dónde sacó ese
Domingo, 2 de noviembreAmy, un poco compungida, anuncia que ha terminado de recoger su ropa. Ayer, con ayuda de mis padres y de Alex, hemos empacado todos los muebles y demás cosas, habíamos dejado la ropa de último, así cada quien se tomaría su tiempo para estar a solas. Es algo que todos necesitamos, aunque Amy prefirió venir a dormir conmigo. Tuve la oportunidad de hablar con Louis antes de que se fuera con Alex y mis padres, y me entristeció saber que lo que más le duele es ver que personas ajenas a él sean quienes le estén tendiendo una mano y lo apoyen, mientras sus propios padres no lo quieren tener cerca. Espero decida quedarse y permanecer a nuestro lado, no me gusta la idea de que esté solo y desamparado.Salgo de mi habitación con mis maletas y encuentro a mi niña allí, esperándome, acaricio su cabello y ella sonríe antes de tomar