Laura sintió que su corazón se hundía. ¿Qué significaban las palabras de su maestra? ¿Acaso ella sabía algo?—Maestra, ustedes se amaron durante veinte años, ¡debe creer en el amor que él le tenía! —intervino rápidamente Fabio.La mujer sonrió:—¿Quién sabe si ese amor era una ilusión?Ahora hablaba del tema con mucha calma. Ya podía enfrentar serenamente si aquel hombre la había traicionado o no.—No, debe confiar en su juicio, ¡y en la integridad del maestro! —Fabio confiaba en el carácter del maestro, no creía que hubiera traicionado a su esposa y familia.—Bueno, dejemos ese tema, hablemos de ustedes —la mujer miró a Laura con una sonrisa dulce—. Conozco tus logros de estos años, parece que había razón en que tu maestro te favoreciera.Laura siempre había sido la sobresaliente. Por eso su esposo la había cultivado especialmente en aquellos años.—Maestra... —Laura quería llorar de nuevo, apenas podía hablar.—Ya no te aflijas, tu maestro ya no está, hablar de esto no tiene sentido.
Laura sonrió con dulzura y dijo:—Si yo fuera la señorita Urquiza, ya me habría escondido del miedo. ¿De dónde sacaría el valor para salir? ¡Sería terrible si me arrojaran huevos podridos y hojas de verduras!Miguel había sido muy amable con Jenny al convencer a la policía de que se retirara, lo cual, de hecho, terminó siendo una ayuda para ella. Al escuchar esto, Jenny borró la sonrisa de su rostro y miró a Laura con furia.—¡Tú provocaste todo esto! Ya verás, ¡me aseguraré de que lo pagues!—Adelante, ¡aquí te espero! —respondió Laura con una sonrisa.Jenny la observaba con una mezcla de rabia y envidia al ver lo bien que le iba a Laura mientras ella estaba en una situación tan humillante. ¡No era justo! Se prometió a sí misma que Laura lo pagaría.En ese momento, sonó un teléfono. Jenny sacó su celular y contestó con voz melosa:—Miguel...Laura arqueó una ceja, pensando que era curioso cómo Miguel se había vuelto tan atento, llamándola apenas unos minutos después de verse, como si
Laura soltó una risa fría.—¿Por qué tendría que ir? ¿Por qué debería probarte nada? Jenny, ¡tu comportamiento es ridículo!Antes, cuando era esposa de Miguel, temía que él descubriera su embarazo y la obligara a abortar. Pero ahora que eran ex esposos, ¿qué había que temer? Simplemente no quería enredarse con una persona tan despreciable como Jenny.—¡No te atreves a hacerte la prueba porque sabes que estás embarazada de otro hombre! ¡Qué escándalo sería si esto se supiera! —provocó Jenny deliberadamente, esperando enfurecer a Miguel para que quizás arrastrara a Laura al hospital por la fuerza. Si ella avivaba más el fuego, tal vez Miguel hasta acabaría con ese bastardo en el vientre de Laura. Sin el bebé, Laura ya no representaría ninguna amenaza para ella.—¿Terminaste? Porque voy a detener la grabación —dijo Laura, mirando fijamente a Jenny. Si esta quería jugar sucio, ella simplemente la demandaría. Ya no tenía que considerar a nadie.Jenny rechinó los dientes, apretando los puños
Cuando él preguntó con total naturalidad, Laura no se sintió incómoda, aunque dudaba si debía revelarlo. En el fondo no quería que demasiada gente se enterara del asunto, pero la persona interesada era nada menos que la esposa del profesor, lo cual la dejaba en un dilema.En ese preciso instante, sintió que alguien le sujetaba la muñeca. Al girarse y encontrarse con la mirada furiosa de Miguel, Laura se sobresaltó —¿Qué pretendía Miguel al buscarla?Con un tirón brusco, Miguel la arrastró tambaleante hacia un salón privado vacío. Fabio, al darse cuenta, corrió tras ellos, pero la puerta se cerró de golpe, aislándolos del mundo exterior.—¡Miguel, suéltala! —gritó Fabio golpeando la puerta desde afuera.Laura estaba contra la puerta, con el cuerpo pegado a ella y las manos inmovilizadas sobre su cabeza. La presión que ejercía Miguel era tan intensa que parecía traspasar la ropa y llegar hasta su tembloroso corazón.—Miguel, ¿qué haces? ¡Suéltame! —suplicó Laura en voz baja al escuchar a
—¡Regresa con el auto, iré a buscarla personalmente! —las palabras de Miguel resonaron como hielo, cada sílaba cargada de una determinación inquebrantable.Laura, que había escuchado toda la conversación, esbozó una sonrisa fría donde se entremezclaban el desprecio y el sarcasmo. Cuando Jenny tenía problemas, él iba personalmente a buscarla, pero cuando ella los tuvo, él estaba ocupado con Jenny. ¡Qué diferente era el trato según la persona!Miguel colgó y, al notar la sonrisa sarcástica de Laura, arqueó una ceja —¿Qué quieres decir? —¿Qué había hecho para molestar tanto a esta mujer?—Suéltame ya y ve a buscar a tu mujer —soltó Laura con un resoplido despectivo—. No sea que pase algo y después me culpes a mí, como siempre —antes ella había cargado con muchas culpas, Jenny siempre le echaba todo encima.Miguel frunció el ceño con impaciencia —Ya te expliqué que entre Jenny y yo no existe la relación que imaginas.—Claro, no tienen ninguna relación —respondió Laura con ironía creciente—
Qué alivio haber terminado con él, si no, ¡cuánto le habría dolido escuchar esas palabras!—¿Estás bien? —preguntó Fabio al verla pensativa.—No es nada, vamos a comer —respondió Laura con una sonrisa radiante.Apenas llegaron a la mesa, la esposa del profesor comentó con tono juguetón —Por tu actitud, parece que nos ocultas alguna buena noticia.El corazón de Laura se estremeció. Negó instintivamente con la cabeza, un gesto sutil pero firme, como diciéndose a sí misma: no es momento de revelarlo —No hay nada, señora, está malinterpretando —su voz sonó inusualmente decidida, consciente de que si se filtraba la noticia de su embarazo, podría desatar una tormenta de consecuencias impredecibles. En este mundo complejo, la precaución era su mejor aliada.La esposa del profesor esbozó una sonrisa enigmática y, sin insistir más, palmeó el asiento a su lado —Ven, comamos primero, ya hablaremos después.El ambiente en la mesa se tornó peculiar tras ese intercambio. Laura se esforzó por aparent
Al no recibir respuesta, Jenny se desesperaba cada vez más. No quería morir, necesitaba vivir. Por eso solo le quedaba sacrificar a Laura.—¿Por qué no dicen nada? ¿Acaso no saben cómo es ella? Tengo fotos en mi teléfono, ¡dénmelo y se las muestro! —exclamó Jenny con urgencia. Era su última oportunidad y debía aprovecharla al máximo. Si no podía escapar, arrastraría a Laura con ella, y si lograba huir, ¡dejaría que Laura muriera allí, dos vidas de un golpe, solo pensarlo la emocionaba! En cualquier caso, si conseguían traer a Laura, podría asegurarse de su muerte. Con Laura muerta, todos sus problemas se resolverían automáticamente.—¡Está bien! ¡Te daremos una oportunidad! ¡Desátenla! —finalmente alguien habló, y Jenny casi salta de alegría. ¡Por fin!Rápidamente alguien le soltó las manos y ella, después de frotar sus muñecas, se quitó inmediatamente la venda de los ojos. Frente a ella había un grupo de hombres con uniformes idénticos. Parecían profesionales, no simples delincuentes.
Parecían bastante profesionales… —¿Serán igual de profesionales cuando maten? Jenny no terminó de pensarlo cuando sus manos fueron atadas de nuevo. Alguien le cubrió los ojos con un trapo, y de repente, su mundo se sumió en la oscuridad. Un escalofrío de ansiedad recorrió su pecho. ¿Qué harían con ella? En ese momento, escuchó las voces de unos hombres hablando cerca. Luego, uno de ellos advirtió: —Yo me voy. Cuídenla bien y no dejen que escape. Jenny pensó que no tenía intención de escapar, al menos no antes de que Laura llegara. Quería ver con sus propios ojos cómo Laura moría. Solo entonces se sentiría en paz. * Laura, tras la llamada de Jenny, se dirigió a su estudio. Abrió la caja fuerte y vio el paquete que Emiliano le había entregado, junto al que ella acababa de guardar. Al colocarlos juntos, notó una extraña similitud entre ambos. Laura se quedó un momento en silencio, pasando los dedos por la superficie de las cajas. De repente, su teléfono sonó. Al ver que era un