Capítulo 273
—Entonces hazlo como tú digas —Manolo no quería contradecir a su madre, pues todo lo hacía por el bien de los Elizondo.

Como ella decía, si disfrutaban los privilegios de los Elizondo, debían sacrificar su felicidad.

Y ni siquiera podían elegir dónde nacer.

—Contacta primero con la señorita Suarez y me llamas cuando esté confirmado, cancelaré la cena.

—¡Bien! —Manolo colgó y encendió un cigarrillo.

En la bruma del humo, el rostro seductor de la mujer aparecía con claridad.

Al terminar el cigarrillo, su rostro se desvaneció.

Sonriendo, pidió a su asistente el número de Milena y la llamó.

Pronto respondió una voz arrogante —¡¿Quién eres?!

—Tu cita a ciegas, Manolo.

—¿Qué quieres? —tono frío.

Manolo arqueó una ceja.

¿Qué actitud era esa?

¿Lo menospreciaba?

—Si no hay nada más, colgaré. ¡Estoy ocupada!

—Siendo una cita, deberíamos comer juntos. ¿Dónde estás? Iré a recogerte al mediodía —el tono de Manolo era neutro, sin emoción.

—Recógeme en el instituto de investigación —al menos era dire
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