Con los ojos brillantes de emoción, Jenny exclamó:—¡Ay mamá! Diego es el amor de mi vida, ¡siempre lo ha sido! Aquí me quedaré, con los Soto, guardándole fidelidad hasta que los dos tengamos el pelo blanco.Pero mientras esas palabras salían de su boca, por dentro pensaba otra cosa muy distinta: si hubiera sabido desde el principio que Diego no servía para nada, hace rato que hubiera ido tras Miguel.De hecho, a estas alturas ya estaría con él y Laura ni siquiera sería un problema.—Te voy a dar el beneficio de la duda, ¡pero ni creas que seré comprensiva si no cumples tu palabra! —le planteó dos caminos a elegir, y ahora que Jenny había tomado uno, tendría que atenerse a su decisión.Jenny tomó aire y, con una sonrisa, asintió:—No te preocupes mamá, ¡claro que cumpliré! ¡Ya verás!La muchacha del servicio, que estaba junto a ellas, le echó una mirada de reojo. "Si hace un momento andaba como chicle pegada a don Miguel", pensó, "está clarito que es él quien le mueve el piso"."Esta n
Con estas palabras, Laura no solo dejaba ver su posición sino que le mandaba un mensaje claro a Miguel: si Jenny estaba interesada en él, ella no pensaba meterse en medio.A Emiliano se le dibujó una sonrisa de satisfacción al escucharla.Había estado preocupado pensando que su nieta solo se quedaría callada, ahogándose en su tristeza.Pero ahora veía que se había angustiado por gusto.Su pequeña Laura por fin había madurado, dejando atrás aquella ceguera del amor.No podía estar más contento.Jenny se quedó de una pieza - esta no era la Laura que conocía.Antes ni en sueños se habría atrevido a dejarla mal parada delante de todos.¿Qué mosca le había picado hoy?Finalmente, miró a Miguel como buscando ayuda, con los ojos llorosos:—Miguel, yo...Se veía frágil y desamparada.Como si todo el mundo la estuviera maltratando.Miguel arqueó una ceja, tomó la pulsera de su mano y se la dio directamente a Laura:—Es solo un gesto de buena voluntad. Si no lo aceptas, ¿no estarías despreciando
La acción repentina de Jenny dejó a Laura aturdida, sin poder reaccionar por un momento. No alcanzó a retirar su mano mientras Jenny la sujetaba y la usaba para golpearse repetidamente su propio rostro.Molesto como estaba, Emiliano prefirió mantenerse al margen, esperando secretamente que Laura descargara su enojo sobre Jenny, pues pensaba que eso lo haría sentir mejor. Por su parte, Fiona aún rumiaba el regaño que Emiliano le había dado por culpa de Jenny, así que guardaba silencio con la esperanza de que esta última recibiera su merecido. El resto del grupo, que conocía bien los sentimientos que Emiliano tenía por Laura y estaba harto de la falsedad de Jenny, contemplaba la situación con cierta diversión, sin ninguna intención de defenderla o de cuestionar la actitud de Laura.—Laura, ¡ya basta! ¡No te excedas! —Miguel la sujetó bruscamente de la muñeca, con una expresión sombría.—Me duele... ¡suéltame! —gimió Laura, frunciendo el ceño por el dolor.—¿Acaso no pensaste en el dolor
—¡No me llames mamá, lárgate de aquí! —gritó Fiona mientras le hacía señas con los ojos.A pesar de su furia, Laura recordó que Jenny llevaba en su vientre al hijo de Diego. La aterraba pensar que los golpes de Emiliano pudieran provocar que perdiera al bebé. Si bien deseaba hacer pagar a Jenny, proteger a su futuro nieto era más importante - perder tanto a su hijo como al nieto que tanto había esperado sería devastador para ella.En ese momento, el mayordomo apareció con un látigo flexible en las manos, que entregó cautelosamente a Emiliano mientras observaba la tensa escena. Al verlo, Fiona sintió que el corazón le daba un vuelco - esta vez Emiliano iba completamente en serio. Si Jenny no se marchaba inmediatamente, recibiría una paliza.Movida por este pensamiento, Fiona le dio una patada a Jenny mientras le gritaba: —¿No me oíste? ¡Te dije que te largaras!Desesperada, Jenny intentó agarrar la mano de Miguel mientras suplicaba: —Miguel, suéltala por favor, todo es mi culpa, ¡no cas
—¡Llama a quien dijo padre y punto! —exclamó Fabiola haciéndole una seña urgente a su esposo.Con Laura inconsciente y Emiliano furioso, prolongar la discusión solo empeoraría la situación. Si Emiliano perdía los estribos y algo le ocurría a Laura, ¿quién cargaría con esa responsabilidad?Fabiola se apresuró a buscar el teléfono en el bolso de Laura. Al hacerlo, un pañuelo enrollado se deslizó accidentalmente, esparciéndose varias pastillas blancas por el suelo.—¡Padre, no fue intencional! ¡Las recogeré después de hacer la llamada! —se disculpó Fabiola mientras marcaba rápidamente el número de Patricia.Emiliano contempló las pastillas por un momento antes de dirigirse a Miguel:—¿Laura está enferma?—No lo sé —respondió Miguel sorprendido, cayendo en cuenta de lo poco que realmente sabía sobre Laura.—Como su esposo, no sabes nada sobre ella. Miguel, ¿estás preparado para el divorcio? —la expresión sombría de Emiliano era intimidante.Antes quería mantenerlos juntos, que no se separa
"¡Maldito viejo, cómo duele ese golpe!", pensaba Jenny mientras se alejaban en el auto.Su mente ya tramaba la venganza cuando Fiona la miró por el retrovisor al salir por el portón:—Jenny, dime la verdad, ¿de quién es realmente el bebé que esperas?—Mamá, ya te dije que es de Diego, ¿qué insinúas? ¿Dudas de mí? —respondió Jenny sobresaltada, con voz aguda.—¡Más te vale que sea de Diego! —le advirtió Fiona con frialdad.Jenny sintió un escalofrío y se abrazó a sí misma. En ese momento tomó una decisión: debía conseguir que Miguel se casara con ella. Solo así estaría protegida - ni Fiona ni siquiera el viejo Emiliano podrían tocarla entonces.—Emiliano está furioso, así que por ahora te quedarás en el hospital. Es del grupo Nexus, no tendrás que pagar nada. Quédate tranquila allí hasta que se le pase el enojo, entonces hablaré con él para que vuelvas a casa —explicó Fiona. Aunque detestaba a Jenny, llevaba a su nieto en el vientre. El ajuste de cuentas tendría que esperar hasta despué
Miguel se apresuró a sostener a Laura cuando perdió el equilibrio. En ese momento, ella no pudo mantener más el fingimiento y abrió los ojos, intentando agarrarse al brazo del sillón, pero terminó sujetando la mano de Miguel. Después de dudar un instante, se apoyó en él para enderezarse.—Lo siento mucho, no fue mi intención —dijo la señora Soto, quien había palidecido del susto pero ahora suspiraba aliviada al ver que Laura estaba bien. Retorcía sus manos nerviosamente con las venas marcadas en los nudillos, temiendo que Laura pudiera causarle problemas.—La señora Soto me salvó, soy yo quien debe agradecerle. ¡Gracias! —respondió Laura mirándola con dulzura después de soltarla. Como siempre, mantenía su cortesía con todos los miembros de la familia Soto.—No hay necesidad de tanta cortesía —respondió la señora Soto, quien conociendo el favoritismo que Emiliano sentía por Laura, no se atrevió a aceptar el mérito.Laura, percibiendo su incomodidad, dejó las formalidades y se puso de p
—Conozco a Laura desde hace más de diez años, incluso me salvó la vida. Sé perfectamente cómo es ella. En estos tres años contigo, por más difícil que haya sido su vida, nunca se ha quejado frente a mí, ¡jamás ha hablado mal de ti! —le dijo Emiliano después de un profundo suspiro, mientras Miguel solo pensaba en cómo había terminado casado con Laura sin haberlo planeado.Miguel frunció el ceño, preguntándose cómo era posible que Emiliano supiera todo lo que pasaba entre ellos si Laura nunca se había quejado. Era imposible que fuera adivino.—No pienses que Laura vino a quejarse conmigo. Tengo gente en Valle de Cristal, ¡sé perfectamente todo lo que pasa entre ustedes! Le he preguntado discretamente si se divorciaría de ti. Aunque no me respondió directamente, sé que ya lo está considerando —confesó Emiliano, sintiendo una profunda angustia al recordar los eventos de esa noche en el comedor. No podía dejar de pensar en que él había empujado a Laura a este infierno, la había hecho sufrir