Viktor llamó a su madre Francesca para informar que él y Anya se quedarían unos días más en la isla, esperaba que las marcas en el cuerpo de su esposa disminuyeran. A partir de ese día trató de no dejar marcas en lugares visibles.Cuando el día de regresar a la ciudad llegó, Anya empacó las maletas con manos temblorosas, aún aterrorizada por lo que había vivido durante su "luna de miel". Antes de subir a la lancha que los llevaría de vuelta a la civilización, Viktor la tomó bruscamente por el brazo.—Creo que está de más decir que lo que aquí ha ocurrido, nadie debe saberlo —siseó en su oído, con su aliento caliente contra su piel—te lo advierto, Anya. No querrás conocer una parte de mí que hasta ahora no conoces. Mantén la lengua quieta, ya sabes que los accidentes ocurren todos los días. Tenemos que cuidar que no les pase nada a ti o a Yuri, ¿Entendiste?Anya lo miró aterrorizada, mientras las lágrimas amenazaban con desbordarse de sus ojos, ¿Cómo podía amenazarla así, después de to
Viktor regresó a la habitación horas más tarde, encontrando a Anya profundamente dormida en la cama, con el rostro aún marcado por el llanto. Se detuvo un momento a observarla, un destello de algo parecido a la culpa apareció en sus ojos.Pero rápidamente lo desechó, recordándose a sí mismo que esto era necesario, Anya tenía que aprender a obedecerlo, a ser la esposa perfecta que él merecía. Si para eso debía recurrir a métodos poco ortodoxos... Bueno, el fin justificaba los medios.Se acercó a la cama lentamente, sentándose en el borde para acariciar el cabello enmarañado de su esposa. Anya se removió inquieta, abriendo los ojos con alarma al sentir el toque.—Shh, tranquila, cariño. Soy yo —murmuró Viktor con suavidad, tratando de calmarla.Pero Anya se apartó bruscamente, sentándose en la cama con la espalda pegada al cabecero, como si quisiera poner la mayor distancia posible entre ellos.—¿Qué quieres, Viktor? —preguntó con voz temblorosa, abrazándose a sí misma en un gesto defen
Ajena a los pensamientos de su ex marido, Anya se preparó mentalmente para enfrentar otro almuerzo con Viktor. Katrina la escoltó hasta el auto, donde él los esperaba con una sonrisa que no auguraba nada bueno.—¿Así que Alexei fue a verte a la oficina? —preguntó casualmente, aunque su tono destilaba veneno— qué interesante...Anya se apresuró a explicar la situación, temerosa de provocar aún más su ira.—Solo quería informarme sobre la reunión de inversionistas, nada más.Viktor entrecerró los ojos, claramente escéptico. —Y supongo que no quiere que Katrina entre, ¿Verdad?—Son temas confidenciales de la empresa, Viktor. Tú mejor que nadie deberías entender eso.Una risa seca y sin humor escapó de los labios de su esposo.—Yo solo entiendo que pareces demasiado ansiosa por complacer a tu ex, cariño, pero que no se te olvide quién manda ahora, ¿Está claro?El agarre de Viktor en su rodilla se volvió doloroso, sus dedos se clavaron en su carne como garras, Anya tragó saliva, asintien
La noche había caído sobre la imponente mansión Sokolov, sumiendo sus elegantes fachadas en sombras inquietantes.En la opulenta sala de estar, Francesca y Sonya esperaban con rostros sombríos el regreso de Viktor.De repente, la puerta principal se abrió, revelando la figura alta y elegante de Viktor, pero antes de que pudiera dar un paso dentro, Francesca salió a su encuentro con expresión decidida.—Viktor, tenemos que hablar —anunció sin preámbulos, sus ojos azules brillaban con angustia— esto no puede seguir así, la forma en que tratas a Anya...—Madre, por favor —la interrumpió él con un suspiro exasperado— ha sido un día largo y no estoy de humor para sermones.—No, Viktor, esta vez vas a escucharme —insistió, alzando la barbilla— lo que le hiciste hoy a tu esposa fue inaceptable, tratarla de esa manera... ¿En qué estabas pensando?Viktor apretó la mandíbula, por un momento pareció que iba a estallar, pero en lugar de eso, dejó escapar una risa seca y amarga.—¿En qué estaba pe
Alexei continuaba tratando de hilar lo que pasaba, tomó su teléfono y marcó un número.—¿Sí? —respondió una voz ronca al otro lado de la línea.—Soy yo, Petrov —dijo Alexei sin preámbulos— necesito que investigues a alguien, una mujer llamada Katrina, guardaespaldas de Viktor Sokolov.Hubo un breve silencio, seguido de un suspiro resignado.—Sabes que ya no me dedico a eso, Alexei, lo dejé hace años.—Lo sé, pero esto es importante —insistió, con su voz teñida de desesperación— Anya podría estar en peligro. Necesito encontrar algo, cualquier cosa, que me permita alejarla de ese monstruo, y si alguien puede investigar a esa mujer, eres tú.—Está bien, veré qué puedo hacer —accedió finalmente el hombre al otro lado de la línea— pero no te garantizo nada, ese tipo de gente suele ser muy cuidadosa, no dejan cabos sueltos.—Lo entiendo. Solo... haz lo que puedas, ¿Sí? Y mantenme informado.Tras colgar, Alexei se dejó caer en su silla, frotándose las sienes con cansancio, sabía que estaba j
Viktor se acercó a Anya con pasos medidos, su rostro era una fría y engañosa calma. Pero ella podía ver la tormenta furiosa rugiendo en sus ojos, la tensión en su mandíbula apretada.—Te hice una pregunta, Anya —siseó peligrosamente— ¿Es verdad que te reuniste con Anatoly Petrov a mis espaldas? ¿Y bien?Anya tragó saliva, su corazón latía aceleradamente, sabía que no podía mentirle, no con Katrina como testigo. Pero tampoco podía delatar a Anatoly, exponerlo a la ira ciega de Viktor.—Yo... me lo encontré por casualidad en el pasillo —explicó con voz temblorosa— solo intercambiamos algunas palabras de cortesía, nada más.Los ojos de Viktor se estrecharon, claramente escéptico.—¿Y por eso llorabas? ¿Por una charla casual con tu ex abuelo político? —se mofó.—Estaba abrumada por... por todo —se apresuró a justificar Anya— Supongo que ver una cara familiar me superó por un momento, pero te juro que no hablamos de nada importante, Viktor.Un pesado silencio cayó entre ellos, la mirada pe
Anya soltó el aliento que no sabía que estaba conteniendo, su cuerpo temblaba, ¿Cómo podía ser tan frío, tan insensible? Sabía que Sonya llevaba años a su servicio, prácticamente la había criado, y a él no parecía importarle en lo más mínimo su bienestar.Pero en el fondo, Anya sabía que no debería sorprenderle, Viktor solo se preocupaba por sí mismo y sus propios intereses, y si Sonya comenzaba a ser un estorbo, un lastre para sus planes... Bueno, no quería ni imaginar de lo que sería capaz con tal de deshacerse de ella.Con un escalofrío, Anya se obligó a apartar esos pensamientos y concentrarse en la tarea que tenía por delante, tenía que arreglarse para la dichosa cena, convertirse en la esposa trofeo perfecta que Viktor esperaba que fuera.Pero mientras se maquillaba frente al espejo, no podía evitar pensar en Alexei y en la promesa de libertad que representaba. Solo esperaba que pudiera encontrar algo, cualquier cosa, que los ayudara a escapar de este infierno antes de que fuera
Alexei salió del club con el corazón acelerado, mientras sentía que la bilis iba subiendo de a poco por su garganta. La pequeña cámara oculta en su solapa había capturado los horrores indescriptibles que acababa de presenciar, las pruebas que necesitaba para hundir a Viktor Sokolov de una vez por todas.Cuando llegó a su auto, se desplomó contra el volante, las imágenes de esas pobres chicas sometidas y torturadas se repetían en su mente, atormentándolo. ¿Cómo podía existir tanta maldad en el mundo? ¿Y cómo había sido tan ciego para no ver el monstruo que habitaba bajo la máscara de su amigo?Respirando hondo para calmarse, encendió el auto y condujo de vuelta a la mansión Petrov, su mente ya maquinaba el siguiente paso. Tenía que contactar a los detectives, coordinar el operativo para rescatar a las víctimas y atrapar a los culpables.Pero primero, necesitaba ver a su abuelo. Anatoly Petrov tenía conexiones en las altas esferas, podía ayudarlo a asegurarse de que ningún pez gordo se