Alexei sentía que el mundo se tambaleaba bajo sus pies. Todo este tiempo, había estado tan ciego, tan concentrado en su propio dolor que no vio el verdadero peligro acechando a su familia.—Tengo que detenerlo —declaró con determinación— Tengo que alejar a Anya y a mi hijo de él antes de que sea demasiado tarde.Misha asintió, su expresión era sombría.—No será fácil, Alexei. Viktor es poderoso, tiene conexiones en todas partes, necesitarás pruebas sólidas para desenmascararlo —advirtió— pero si quieres un consejo, empieza por los barrios bajos de Moscú, ahí es donde lleva a cabo sus... actividades más sórdidas.Un escalofrío recorrió la espalda de Alexei al imaginar los horrores que Viktor podría haber cometido, pero no podía acobardarse ahora, no cuando la seguridad de su familia estaba en juego.—Gracias, Misha, sé que no ha sido fácil para ti contarme todo esto —dijo sinceramente— y lamento... lamento haberte juzgado tan duramente en el pasado, estaba cegado por los celos y el dol
El corazón de Anya dio un vuelco en su pecho, ¿Alexei? Se armaría todo un escándalo si Viktor llegará a verlo. Un escalofrío de temor recorrió su espalda.—Gracias, Sonya, por favor, dile que iré enseguida —logró decir con voz estrangulada.Se volvió hacia Yuri, que la miraba con ojos curiosos desde su silla alta.—Cariño, la mami tiene que atender un asunto importante, quédate con Nadia, ya vendrá la abuela Sonya, termina tu desayuno, ¿De acuerdo? —le dijo, besando su frente con ternura.El niño asintió, ajeno a la tensión que vibraba en el aire. Anya respiró hondo y se dirigió hacia la biblioteca, donde Sonya le había dicho que Alexei la esperaba.Al entrar, se quedó sin aliento al verlo de pie junto a la ventana, su figura alta y elegante recortada contra la luz del sol. A pesar de las ojeras y la barba incipiente que sombreaba su mandíbula, seguía siendo el hombre más guapo que había visto en su vida.—Alexei —saludó con frialdad, cruzando los brazos sobre el pecho en un gesto de
Mientras tanto, Alexei se paseaba de un lado a otro frente a la imponente torre de cristal y acero que albergaba las oficinas de Viktor Sokolov. Había pasado las últimas horas haciendo llamadas y moviendo contactos, tratando de encontrar alguna prueba que respaldara las acusaciones contra su antiguo amigo.Pero hasta ahora, no había tenido suerte. Viktor era demasiado cuidadoso, demasiado hábil para dejar cabos sueltos. Parecía que nadie estaba dispuesto a hablar en su contra, ya fuera por miedo o por lealtad comprada.Alexei soltó un suspiro frustrado, pasándose una mano por el cabello ya revuelto. No podía rendirse, no ahora que Anya y Yuri dependían de él. Tenía que haber algo, alguna pista que pudiera llevarlo a la verdad.Fue entonces cuando lo vio. Un hombre alto y delgado, con el cabello canoso y la piel pálida, saliendo del edificio con un maletín en la mano. Alexei entrecerró los ojos, reconociendo al instante al abogado de Viktor, Sergei Kozlov.Sin pensarlo dos veces, se ac
Con piernas temblorosas, Anya se levantó y se dirigió al baño, desesperada por borrar cualquier rastro de Viktor de su cuerpo, se metió bajo el chorro de agua caliente, frotando su piel hasta dejarla enrojecida y sensible, pero ni siquiera eso podía limpiar la sensación de suciedad y humillación que la invadía.Lloró hasta quedarse sin lágrimas, sintiéndose vacía y rota por dentro, ¿Cómo había llegado a esto? ¿Cómo pudo haber sido tan ciega, tan estúpida para confiar en Viktor?Pero ya era tarde para lamentarse, ahora tenía que ser fuerte, por Yuri, tenía que hacer lo que fuera necesario para protegerlo, incluso si eso significaba sacrificar su propia felicidad y libertad.A la mañana siguiente, Anya se dirigió a casa de Alexei para dejar a Yuri como habían acordado, trató de ocultar su angustia bajo una máscara de indiferencia, pero Alexei la conocía demasiado bien.—Anya, ¿Qué ocurre? Luces... diferente —dijo con preocupación, tratando de acercarse a ella.Pero Anya retrocedió, evit
Allí, de pie junto a Viktor frente a un altar improvisado, estaba Anya, pero no era la Anya que él conocía y amaba, la mujer vibrante y llena de vida que iluminaba todo a su paso.Esta Anya parecía una muñeca rota, una cáscara vacía de sí misma, su rostro estaba pálido y demacrado, sus ojos apagados y sin brillo. Aunque estaba impecablemente vestida y peinada, Alexei podía ver los signos de tensión y miedo en la rigidez de sus hombros, en la forma en que sus manos temblaban casi imperceptiblemente.Y luego estaba Viktor, sonriendo triunfante mientras sostenía la mano de Anya como si fuera un trofeo. Sus ojos brillaban con una mezcla de malicia y satisfacción, como un depredador que por fin había atrapado a su presa.Los ojos de Alexei se tornaron rojos, sin pensar en las consecuencias, sin importarle las miradas atónitas de los invitados, irrumpió en el salón como una tormenta furiosa.—¡Detengan esta farsa ahora mismo! —rugió, su voz retumbó en las paredes— ¡Anya, aléjate de él! ¡Ese
Anya temblaba mientras se colocaba el vestido, sintiendo la tela pegarse a su cuerpo como una segunda piel. Se miró en el espejo y apenas reconoció a la mujer que le devolvía la mirada, con los ojos vacíos y hundidos en un rostro pálido como la cera.Las siguientes horas pasaron como una bruma para Anya. Se dejó maquillar y peinar por el equipo de estilistas que Viktor había contratado, sintiendo sus manos recorrer su cuerpo como si fuera una muñeca sin vida, para cuando terminaron, apenas se reconocía a sí misma.Ataviada en el obsceno vestido rojo y con un maquillaje dramático que resaltaba sus facciones, Anya fue conducida por Viktor al salón principal, donde sus invitados ya los esperaban. Eran hombres mayores, de aspecto distinguido pero con miradas lascivas que la hacían sentir sucia y expuesta.Viktor la presentó como su trofeo, era su joya más preciada, se pavoneó con ella de un lado a otro mientras sus socios la devoraban con los ojos. Anya solo podía sentir desprecio, y asco
Viktor llamó a su madre Francesca para informar que él y Anya se quedarían unos días más en la isla, esperaba que las marcas en el cuerpo de su esposa disminuyeran. A partir de ese día trató de no dejar marcas en lugares visibles.Cuando el día de regresar a la ciudad llegó, Anya empacó las maletas con manos temblorosas, aún aterrorizada por lo que había vivido durante su "luna de miel". Antes de subir a la lancha que los llevaría de vuelta a la civilización, Viktor la tomó bruscamente por el brazo.—Creo que está de más decir que lo que aquí ha ocurrido, nadie debe saberlo —siseó en su oído, con su aliento caliente contra su piel—te lo advierto, Anya. No querrás conocer una parte de mí que hasta ahora no conoces. Mantén la lengua quieta, ya sabes que los accidentes ocurren todos los días. Tenemos que cuidar que no les pase nada a ti o a Yuri, ¿Entendiste?Anya lo miró aterrorizada, mientras las lágrimas amenazaban con desbordarse de sus ojos, ¿Cómo podía amenazarla así, después de to
Viktor regresó a la habitación horas más tarde, encontrando a Anya profundamente dormida en la cama, con el rostro aún marcado por el llanto. Se detuvo un momento a observarla, un destello de algo parecido a la culpa apareció en sus ojos.Pero rápidamente lo desechó, recordándose a sí mismo que esto era necesario, Anya tenía que aprender a obedecerlo, a ser la esposa perfecta que él merecía. Si para eso debía recurrir a métodos poco ortodoxos... Bueno, el fin justificaba los medios.Se acercó a la cama lentamente, sentándose en el borde para acariciar el cabello enmarañado de su esposa. Anya se removió inquieta, abriendo los ojos con alarma al sentir el toque.—Shh, tranquila, cariño. Soy yo —murmuró Viktor con suavidad, tratando de calmarla.Pero Anya se apartó bruscamente, sentándose en la cama con la espalda pegada al cabecero, como si quisiera poner la mayor distancia posible entre ellos.—¿Qué quieres, Viktor? —preguntó con voz temblorosa, abrazándose a sí misma en un gesto defen