Anya regresó al corporativo, se quedó trabajando hasta tarde en su oficina, después del tiempo fuera debido a su huida a Italia y posterior regreso, tenía mucho que ponerse al día. Los eventos de los últimos meses daban vueltas en su mente mientras revisaba contratos y estados financieros, su fallido matrimonio con Alexei, el nacimiento de Yuri, ahora estaba de vuelta, determinada a recuperar lo que era suyo por derecho y hacer pagar a quienes la lastimaron.Un suave golpe en la puerta la sacó de sus reflexiones, era Viktor.—Anya, tenemos que hablar —dijo él entrando y cerrando la puerta tras de sí, se veía tenso, sus ojos ardían de furia.Anya suspiró, sabía de qué quería hablar. —Es sobre el pedido de Alexei de que vaya a su mansión a trabajar como parte de la servidumbre, ¿Verdad?—¿Cómo puedes siquiera considerar aceptar tal humillación? —estalló Viktor.—¡Después de todo lo que te hizo! El muy bastardo... debería ir ahora mismo a partirle la cara por atreverse a decirlo.—¡No!
Anya se colocó el uniforme de criada con resignación, proveniente de una familia acomodada, jamás se había visto en la necesidad de aprender las labores domésticas, pues siempre tuvo empleadas que se encargaban de todo, Olga, la joven criada que la recibió, en lugar de burlarse puso un gesto de disgusto al verla.—Bueno, ahora que ya está vestida apropiadamente para su nuevo rol, tendrá que fregar los pisos —dijo con desprecio en su mirada.Anya no replicó, simplemente tomó un balde y un trapeador que estaban detrás de la otra chica. —Ja, ja, qué graciosa eres —se burló Olga —estos pisos son muy delicados, así que se limpian a mano, usando sólo un cepillo suave y este líquido especial, luego se secan con esta manta de algodón para evitar que se rayen o empañen.Sonya, el ama de llaves, observaba la escena en silencio, sin atreverse a interrumpir, Anya tomó el cubo con agua, el líquido y el cepillo, y se dirigió a la sala, esperando poder ver a su pequeño Yuri, poco después, estaba de
Anya despertó sobresaltada en su estrecha habitación de servicio, por un instante, esperó encontrarse en su lujosa recámara, pero la realidad la golpeó. Ahora era una criada en la que alguna vez fue su casa. Se vistió rápidamente y bajó a iniciar sus labores.Mientras pulía la platería, su mente divagó hacia la noche anterior, se sorprendió que Alexei la dejará subir al cuarto de Yuri. ¿Sería que su rencor comenzaba a disiparse?Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Alexei entró al comedor, su sola presencia aún le provocaba una mezcla de anhelo y dolor.—Buenos días, señor, el desayuno estará servido en breve —anunció con voz seria.Anya se dirigió hacia la cocina para que le entregarán el desayuno y servirlo, cuando colocaba el plato frente a él, Alexei se le quedó viendo fijamente.—¿Qué le pasó a tus manos? —preguntó bruscamente, al notar sus manos maltratadas por el exceso de trabajo y los químicos de limpieza, Olga se negaba a darle guantes.—Nada, solo un pequeño acciden
A la mañana siguiente, Anya se dirigió a la oficina de Alexei con cierta aprensión. Él la había citado temprano y no sabía qué esperar, al entrar, lo encontró revisando unos documentos con el ceño fruncido.—Buenos días, Anya. Toma asiento —indicó sin levantar la vista.Ella obedeció, retorciendo nerviosamente sus manos en el regazo.—Te llamé porque debemos coordinar nuestros horarios —dijo Alexei finalmente, mirándola con seriedad— no toleraré la presencia de Viktor aquí, así que será mejor que tú te encargues de los asuntos de la empresa en su lugar, puedes alternar los días aquí y en la mansión.Anya sintió una punzada de tristeza. Eso significaba pasar menos tiempo con Yuri. Pero sabía que Alexei tenía razón. Como accionista, tenía responsabilidades que cumplir.—Entiendo. Alternaré mis días entre la oficina y la mansión —aceptó con un suspiro— se lo debo a la memoria de mi abuelo.Alexei asintió secamente.—Bien. Eso es todo.Con eso, Anya se retiró, un nudo en la garganta. Aunq
En cuestión de minutos, el comportamiento de Anya cambió drásticamente. Empezó a reírse fuertemente mientras se tambaleaba al caminar y hacía comentarios inapropiados a los invitados. Su voz se elevaba por encima de la música y las conversaciones, atrayendo miradas curiosas y murmullos de desaprobación.—Anya, querida, ¿No crees que has bebido suficiente por esta noche? —le preguntó una señora mayor con evidente disgusto.Pero Anya sólo soltó una carcajada, agarrando otra copa de la bandeja de un mesero que pasaba.—¡Tonterías! La noche es joven y yo también, ¡Salud! —exclamó, bebiendo de un trago el líquido burbujeante.Alexei, que no le había quitado los ojos de encima en toda la velada, frunció el ceño al ver su comportamiento errático. La conocía lo suficiente para saber que algo no andaba bien. Anya nunca había sido de las que bebían en exceso, y menos en un evento tan importante.Alarmado, se acercó a ella y la tomó del brazo con suavidad pero con firmeza.—Anya, ¿Estás bien? Cr
Alexei se incorporó de golpe, colocándose protectoramente frente a Anya, sus ojos destellaban con furia.—¿Qué demonios haces aquí, Viktor? ¿Cómo entraste? —exigió saber.Viktor sonrió con crueldad, avanzando hacia ellos como un depredador acechando a su presa.—Oh, tengo mis métodos —ronroneó, mostrándole la tarjeta magnética— pero la verdadera pregunta es, ¿Qué haces tú aquí con MI prometida, Alexei?—Te recuerdo que Anya sigue siendo mi esposa legalmente, no tienes ningún derecho sobre ella.Viktor soltó una carcajada seca, carente de humor.—¿En serio? ¿Después de todo lo que pasó, aún te crees con derechos? No me hagas reír —se mofó— Anya es mía, y así será siempre.Alexei apretó la mandíbula, sus puños temblaron por las ganas de borrarle esa sonrisa arrogante de un golpe.—Lárgate, Viktor, no lo repetiré. Anya no está en condiciones de hablar contigo, y no voy a dejar que te aproveches de la situación —advirtió en tono peligroso.La expresión de Viktor se tornó gélida, casi homi
Tras escuchar la impactante conversación entre Viktor y Stephanie, Alexei supo que tenía que actuar rápido para proteger a Anya. Sin perder tiempo, llamó a Sonya, la leal ama de llaves que había sido como una madre para su aún esposa.—Sonya, necesito que vengas al hotel de inmediato, es urgente —dijo con voz tensa.—¿Qué sucede, señor Alexei? ¿Anya está bien? —preguntó la mujer, alarmada.—Ella... No se encuentra bien. Te explicaré todo cuando llegues. Por favor, trae a Yuri contigo. No quiero que se quede solo en la mansión.—Por supuesto, señor. Voy para allá enseguida.Sonya colgó el teléfono con manos temblorosas. Un escalofrío recorrió su espalda al pensar en Anya a solas con Alexei. Después de todo el sufrimiento que le había causado, temía que pudiera lastimarla de nuevo.Apresuradamente, fue a buscar al pequeño Yuri, que aún dormía en su habitación, ajeno a los problemas de los adultos.—Ven, mi niño. Vamos a ver a tu mami —le dijo con una sonrisa tranquilizadora, tomándolo en
Anya trató de disimular delante de Viktor, no pensaba decir lo que Alexei le había contado, si era verdad lo pondría sobre aviso, y si era mentira, lo lastimaría, y Viktor la había protegido durante todos esos años. Regresaron a la mansión Ivanov en compañía de Yuri y Sonya, Anya agradeció el silencioso apoyo de su fiel nana. Viktor insistió en llevarlos, y aunque ella hubiera preferido tomar un taxi, no quería montar una escena frente a su hijo.Durante el trayecto, Anya notó que Viktor estaba inusualmente callado, con la mandíbula tensa y los nudillos blancos sobre el volante. Visiblemente se encontraba furioso aunque no lo decía, pero ella estaba demasiado agotada física y emocionalmente para indagar.Al llegar a la mansión, Anya se sorprendió al ver a la joven criada que Viktor había contratado un mes atrás, la chica, que no debía tener más de dieciocho años, parecía aterrorizada al verlo, como un cervatillo acorralado por un depredador.—Lleva las maletas a la habitación de la s