En cuestión de minutos, el comportamiento de Anya cambió drásticamente. Empezó a reírse fuertemente mientras se tambaleaba al caminar y hacía comentarios inapropiados a los invitados. Su voz se elevaba por encima de la música y las conversaciones, atrayendo miradas curiosas y murmullos de desaprobación.—Anya, querida, ¿No crees que has bebido suficiente por esta noche? —le preguntó una señora mayor con evidente disgusto.Pero Anya sólo soltó una carcajada, agarrando otra copa de la bandeja de un mesero que pasaba.—¡Tonterías! La noche es joven y yo también, ¡Salud! —exclamó, bebiendo de un trago el líquido burbujeante.Alexei, que no le había quitado los ojos de encima en toda la velada, frunció el ceño al ver su comportamiento errático. La conocía lo suficiente para saber que algo no andaba bien. Anya nunca había sido de las que bebían en exceso, y menos en un evento tan importante.Alarmado, se acercó a ella y la tomó del brazo con suavidad pero con firmeza.—Anya, ¿Estás bien? Cr
Alexei se incorporó de golpe, colocándose protectoramente frente a Anya, sus ojos destellaban con furia.—¿Qué demonios haces aquí, Viktor? ¿Cómo entraste? —exigió saber.Viktor sonrió con crueldad, avanzando hacia ellos como un depredador acechando a su presa.—Oh, tengo mis métodos —ronroneó, mostrándole la tarjeta magnética— pero la verdadera pregunta es, ¿Qué haces tú aquí con MI prometida, Alexei?—Te recuerdo que Anya sigue siendo mi esposa legalmente, no tienes ningún derecho sobre ella.Viktor soltó una carcajada seca, carente de humor.—¿En serio? ¿Después de todo lo que pasó, aún te crees con derechos? No me hagas reír —se mofó— Anya es mía, y así será siempre.Alexei apretó la mandíbula, sus puños temblaron por las ganas de borrarle esa sonrisa arrogante de un golpe.—Lárgate, Viktor, no lo repetiré. Anya no está en condiciones de hablar contigo, y no voy a dejar que te aproveches de la situación —advirtió en tono peligroso.La expresión de Viktor se tornó gélida, casi homi
Tras escuchar la impactante conversación entre Viktor y Stephanie, Alexei supo que tenía que actuar rápido para proteger a Anya. Sin perder tiempo, llamó a Sonya, la leal ama de llaves que había sido como una madre para su aún esposa.—Sonya, necesito que vengas al hotel de inmediato, es urgente —dijo con voz tensa.—¿Qué sucede, señor Alexei? ¿Anya está bien? —preguntó la mujer, alarmada.—Ella... No se encuentra bien. Te explicaré todo cuando llegues. Por favor, trae a Yuri contigo. No quiero que se quede solo en la mansión.—Por supuesto, señor. Voy para allá enseguida.Sonya colgó el teléfono con manos temblorosas. Un escalofrío recorrió su espalda al pensar en Anya a solas con Alexei. Después de todo el sufrimiento que le había causado, temía que pudiera lastimarla de nuevo.Apresuradamente, fue a buscar al pequeño Yuri, que aún dormía en su habitación, ajeno a los problemas de los adultos.—Ven, mi niño. Vamos a ver a tu mami —le dijo con una sonrisa tranquilizadora, tomándolo en
Anya trató de disimular delante de Viktor, no pensaba decir lo que Alexei le había contado, si era verdad lo pondría sobre aviso, y si era mentira, lo lastimaría, y Viktor la había protegido durante todos esos años. Regresaron a la mansión Ivanov en compañía de Yuri y Sonya, Anya agradeció el silencioso apoyo de su fiel nana. Viktor insistió en llevarlos, y aunque ella hubiera preferido tomar un taxi, no quería montar una escena frente a su hijo.Durante el trayecto, Anya notó que Viktor estaba inusualmente callado, con la mandíbula tensa y los nudillos blancos sobre el volante. Visiblemente se encontraba furioso aunque no lo decía, pero ella estaba demasiado agotada física y emocionalmente para indagar.Al llegar a la mansión, Anya se sorprendió al ver a la joven criada que Viktor había contratado un mes atrás, la chica, que no debía tener más de dieciocho años, parecía aterrorizada al verlo, como un cervatillo acorralado por un depredador.—Lleva las maletas a la habitación de la s
Alexei sentía que el mundo se tambaleaba bajo sus pies. Todo este tiempo, había estado tan ciego, tan concentrado en su propio dolor que no vio el verdadero peligro acechando a su familia.—Tengo que detenerlo —declaró con determinación— Tengo que alejar a Anya y a mi hijo de él antes de que sea demasiado tarde.Misha asintió, su expresión era sombría.—No será fácil, Alexei. Viktor es poderoso, tiene conexiones en todas partes, necesitarás pruebas sólidas para desenmascararlo —advirtió— pero si quieres un consejo, empieza por los barrios bajos de Moscú, ahí es donde lleva a cabo sus... actividades más sórdidas.Un escalofrío recorrió la espalda de Alexei al imaginar los horrores que Viktor podría haber cometido, pero no podía acobardarse ahora, no cuando la seguridad de su familia estaba en juego.—Gracias, Misha, sé que no ha sido fácil para ti contarme todo esto —dijo sinceramente— y lamento... lamento haberte juzgado tan duramente en el pasado, estaba cegado por los celos y el dol
El corazón de Anya dio un vuelco en su pecho, ¿Alexei? Se armaría todo un escándalo si Viktor llegará a verlo. Un escalofrío de temor recorrió su espalda.—Gracias, Sonya, por favor, dile que iré enseguida —logró decir con voz estrangulada.Se volvió hacia Yuri, que la miraba con ojos curiosos desde su silla alta.—Cariño, la mami tiene que atender un asunto importante, quédate con Nadia, ya vendrá la abuela Sonya, termina tu desayuno, ¿De acuerdo? —le dijo, besando su frente con ternura.El niño asintió, ajeno a la tensión que vibraba en el aire. Anya respiró hondo y se dirigió hacia la biblioteca, donde Sonya le había dicho que Alexei la esperaba.Al entrar, se quedó sin aliento al verlo de pie junto a la ventana, su figura alta y elegante recortada contra la luz del sol. A pesar de las ojeras y la barba incipiente que sombreaba su mandíbula, seguía siendo el hombre más guapo que había visto en su vida.—Alexei —saludó con frialdad, cruzando los brazos sobre el pecho en un gesto de
Mientras tanto, Alexei se paseaba de un lado a otro frente a la imponente torre de cristal y acero que albergaba las oficinas de Viktor Sokolov. Había pasado las últimas horas haciendo llamadas y moviendo contactos, tratando de encontrar alguna prueba que respaldara las acusaciones contra su antiguo amigo.Pero hasta ahora, no había tenido suerte. Viktor era demasiado cuidadoso, demasiado hábil para dejar cabos sueltos. Parecía que nadie estaba dispuesto a hablar en su contra, ya fuera por miedo o por lealtad comprada.Alexei soltó un suspiro frustrado, pasándose una mano por el cabello ya revuelto. No podía rendirse, no ahora que Anya y Yuri dependían de él. Tenía que haber algo, alguna pista que pudiera llevarlo a la verdad.Fue entonces cuando lo vio. Un hombre alto y delgado, con el cabello canoso y la piel pálida, saliendo del edificio con un maletín en la mano. Alexei entrecerró los ojos, reconociendo al instante al abogado de Viktor, Sergei Kozlov.Sin pensarlo dos veces, se ac
Con piernas temblorosas, Anya se levantó y se dirigió al baño, desesperada por borrar cualquier rastro de Viktor de su cuerpo, se metió bajo el chorro de agua caliente, frotando su piel hasta dejarla enrojecida y sensible, pero ni siquiera eso podía limpiar la sensación de suciedad y humillación que la invadía.Lloró hasta quedarse sin lágrimas, sintiéndose vacía y rota por dentro, ¿Cómo había llegado a esto? ¿Cómo pudo haber sido tan ciega, tan estúpida para confiar en Viktor?Pero ya era tarde para lamentarse, ahora tenía que ser fuerte, por Yuri, tenía que hacer lo que fuera necesario para protegerlo, incluso si eso significaba sacrificar su propia felicidad y libertad.A la mañana siguiente, Anya se dirigió a casa de Alexei para dejar a Yuri como habían acordado, trató de ocultar su angustia bajo una máscara de indiferencia, pero Alexei la conocía demasiado bien.—Anya, ¿Qué ocurre? Luces... diferente —dijo con preocupación, tratando de acercarse a ella.Pero Anya retrocedió, evit