Capítulo 68: Ser la máquina

No recuerdo en qué momento quedé profundamente dormida, ni mucho menos, porque en vez de tener dos brazos, ahora pareciera que tuviera dos pares más, ¿Acaso me he transformado en un pulpo y por eso siento dos brazos que no son míos, abrazándome?

Respiro profundo y cuento hasta mil, antes de levantarme con brusquedad al ver que no son solamente los brazos los que se aferran a mi cuerpo, sino una de sus piernas. De inmediato, los chicos sacan armas de no sé dónde y apuntan hacia la puerta.

— ¿Se puede saber qué están haciendo aquí? — preguntó molesta.

— Estábamos durmiendo, ¿Acaso no era muy evidente? — dice uno de los gemelos.

— Es mi habitación ¿Qué hacen ustedes aquí? — preguntó enojada.

— Necesitábamos descansar. Pero, en mi caso, yo no podría hacerlo tenié
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