Capítulo 29: Ir al hospital

Mis ojos se llenan de lágrimas, la alegría me invade por al menos liberarme de esos malditos desgraciados, aunque quienes han venido a rescatarme no son los mejores hombres que en mi vida pueden llegar.

— La han herido mucho. — dice uno de ellos, mientras otro coloca su mano en mi cadera.

— ¿Esto es esperma? — pregunta el segundo gemelo.

— Marcela, ¿Qué quisieron hacerte?

— Violarme. — susurro y la mirada de ambos, se vuelve tan oscura que congela todo mi cuerpo.

Ellos no dicen una sola palabra, pero, las venas en sus cuerpos, me dicen que están intentando contener el enojo, aunque posiblemente la vena en su frente estalle antes que la calma los invada.

Uno de ellos, coloca sus manos debajo de mi espalda a la altura de mis pulmones y mi cabeza, mientras el segundo coloca las manos en mis piernas, para así, usar sus manos como la camilla que usan para elevarme y ll
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