Llegaron a una esquina, donde había una puerta gris de cristal que se abrió cuando Hiz se plantó frente a ella; sorprendiéndose por completo por el sensor de la puerta.
El doctor la esperó afuera y, Hiz, al ver el interior del baño, la golpeó un olor a rosas y abrió la boca al ver lo limpio y majestuoso que era aquel baño.
Había un gran lavamanos rectangular de mármol blanco con un gran espejo donde podía verse a cuerpo completo desde donde se encontraba.
Se acercó a las cabinas cuando sintió su estómago revolverse y la torturó las ganas de vomitar.
Sintió que fue una pena el vomitar en un sanitario tan pulcro. Aparte que fue la primera vez que vomitó de forma tan elegante.
Cuando sintió que las ganas de vomitar se calmaron, se sentó en el piso y apoyó su cabeza a la cabina de acero gris. Cuando a
—¿Qué es misionero?—Personas que cumplen misiones que le encomiendan. Pero en este caso son muy peligrosas, casi suicidas. Pero Dober siempre logró salir vivo de ellas —sonrió—. Siempre que llegaba de las misiones se quedaba a dormir en mi casa y me traía algo típico del lugar al que le tocó viajar. Y me hizo caso, trató de poner toda la distancia posible de su padre biológico.—Vaya, Dober entonces debe ser muy apegado a usted.—Me llamó papá hasta que creyó que tenía la edad suficiente para dejar de hacerlo —soltó una pequeña risita—. Pero, cuando estamos los dos solos llega a comportarse como un niño mimado, le gusta que le den arrunches.Hiz soltó una carcajada al ver que sí era cierto.—Es verdad, le gusta que le hagan mimos —aceptó ella.—
—¡Contesta, ¿cómo subiste hasta la nave?! —gritó el hombre y volvió a golpear la cabeza de Hiz.—¡Yo vengo con ustedes! —Gruñó Hiz— ¡Deja de pegarme!, ¡¿cómo es posible que no sepas de mí?! Solo estás buscando que te maten.Él soltó una carcajada de burla.—Así que vienes con nosotros y yo soy el que terminaré muerto —le dio una patada en el trasero y soltó una carcajada—. ¡Una Infinito faltándome el respeto!Ella se retorció en el suelo por el dolor del golpe. Ya había estado delicada por el malestar del viaje y ahora ese gorila la estaba golpeando.Pensó en Dober y en que quería que llegara a ayudarla. Si era cierto lo que decía el doctor, podían comunicarse y él sabría la situación que estaba pas&
Siguieron caminando y Jew hablaba sobre su vida: prácticamente se la contó toda a Hiz. Era hijo único; su padre era un alto funcionario de los Plumas; su madre era entrenadora personal (era algo así como la que enseñaba a los niños Plumas a luchar y desarrollar sus habilidades, por lo visto, no era un trabajo fácil y no todos podían tener el cargo). Él era un niño prodigio de los Plumas, fue avanzado de niveles a lo largo de su corta vida y tenía el concepto de alma blanca (algo que Hiz no entendió).—Son niños que nacen con almas de Tréboles —explicó Jew—. ¿Conoce a los Tréboles?—Claro que sí —respondió Hiz con obviedad.Recordó que en su aldea había nacido un niño con alma blanca. Ella llegó a enamorarse de él cuando pequeña porque le pareció que era
—Jew, ¿conoces algunos textos que podrías recomendarme para que me ayuden a adelantarme a los cargos que voy a tener?—¿Tiene dónde anotar? —Preguntó el joven, le dio un sorbo a su café y vio con atención a Hiz. Que comenzó a rebuscar en el cajón de una mesita de noche y volvió hasta donde estaba el chico con un papel blanco y un esfero—. El primer libro que deberá leer es el básico, Gemelos y Destinos, para que pueda entender el funcionamiento de las marcas y el concepto de unión.Hiz fue anotando toda la lista de nombres que Jew le fue dictando y el concepto de lo que eran: “Concepto básico de niveles jerárquicos”, “dominio de niveles de razas”, “inducción a la política de mandos de sucesor”, “adentros de imperios de razas”, “orden de razas ascendentes”, etc, etc.
Ella dejó de sonreír, ¿él también lo sospechaba?—¿Me parezco mucho a él? —preguntó la joven.—Un poco —confesó Dober—, tenía mis sospechas, pero… lo mejor es hacerte un examen.—¿No puedo ser tu unión si soy un alma blanca?Dober se acercó y rodeó su cintura.—Claro que sí, los almas blancas pueden ser tener uniones. Son personas normales.—Te burlaste de él porque ocupa un puesto en tu grupo.—Tú no debes matar personas, Hiz.—Pero sí debo gobernar contigo —Hiz apoyó su frente en el pecho de Dober.—Yo te ayudaré a que seas la mejor —le dio un beso en su cabeza. Solo pudieron dormir unas cuantas horas, de hecho, fui Hiz la que cayó en el sueño profundo, porque Dober no p
—Pero una casa de cuatro habitaciones es muy pequeña. Necesitan un espacio para sus juegos, otro para entrenar. Yo también necesitaré una sala para poder trabajar, otra para leer. Ah… y la hora del té, ¿dónde vamos a tomar té si no tenemos una habitación adecuada para ella? —Dober hablaba con mucha lógica y Hiz tuvo que pensar al respecto.—¿Por qué debe haber una hora para el té? —volteó a verlo con curiosidad.—Porque hay una hora para el té.—Pues yo nunca he tenido una hora para el té, pensaba que eso era para los ancianos que llegaban al hotel.—Hiz, debes tener una hora para el té. Siempre se tiene. Es el momento en que lo tomas y lo acompañas de un buen libro si estás solo o una buena conversación si estás acompañado. Si vamos a vivir juntos, de ahora en a
La ciudad capital parecía ser cálida (comparada con la aldea de los Infinitos). Tenía un cielo azul que muy rara vez Hiz logró ver en su vida. El sol a esas horas de la mañana brillaba en todo su esplendor.Imaginaba que era por esa misma razón que el vestido de Hiz era de mangas cortas y tela fresca. De esa forma, no le daría calor en el transcurso del día.A Hiz le peinaron el cabello con un moño alto y decorado con una extensión de cabello falso de color rojizo trenzado, para que se viera como si su cabello fuera largo. Los zapatos que le trajeron eran plateados con diamantes incrustados y de tacón cuadrado, un poco bajos, así que los pudo manipular bien; aunque se sentía incómoda con ellos.Dober se vistió con la ropa de siempre y usó una chaqueta larga de color azul oscuro. Pero esta vez la ropa se veía mucho más fina, con botones de
El camino se volvió de piedra y Hiz vio un edificio estilo antiguo de alrededor de cinco pisos. Estaba rodeado por un gran jardín que dos jardineros cuidaban en ese momento.—Voy a necesitar que hagas algo —pidió Dober con rostro serio.Ella se sintió algo nerviosa e irguió su espalda.—Necesito que pienses que tu infinito desaparece de tu cuello y solo quedan las dos plumas.—¿Es eso posible? —inquirió ella con escepticismo.—Yo lo hago, recuerda que somos las únicas dos personas del planeta que tienen la misma marca. —Dober rodó su torso y Hiz vio la marca en su cuello de cerca. Por un momento apareció el Infinito de Dober y después desapareció, dejando las dos plumas—. Si yo puedo hacerlo, tú también.Hiz inspiró hondo y después cerró sus ojos para concentrarse e intentar ha