Capítulo 56 —No hice eso porque te amaraNarrador:Lorena permaneció enredada con Franco, su piel desnuda pegada a la de él, sintiendo el calor de su cuerpo aún latiendo contra el suyo. El ritmo de sus respiraciones comenzaba a calmarse, pero la intensidad de lo que acababa de pasar seguía flotando en el aire, envolviéndolos como una corriente invisible.Franco tenía un brazo bajo su cabeza y el otro reposaba sobre la cintura de Lorena, trazando pequeños círculos distraídos en su espalda. No hablaban, simplemente compartían el silencio, uno de esos silencios que dicen más que cualquier palabra.Lorena apoyó el mentón en su pecho y lo miró, observando la sombra de su mandíbula, la forma en que sus labios aún estaban entreabiertos, la manera en que su pecho subía y bajaba de manera pausada. Se mordió el labio, sintiendo que el momento era el adecuado. Que si no lo decía ahora, quizás nunca reuniría el valor para hacerlo.—Sé que no quieres oírlo —murmuró, con la voz apenas un susurro.F
Capítulo 57 —La esposa del DonNarrador:Lorena se deslizó con cuidado fuera de la cama, asegurándose de no despertar a Franco. Su respiración era lenta y profunda, su cuerpo relajado contra las sábanas desordenadas. Lo observó por un momento, con una pequeña sonrisa jugando en sus labios. Parecía más joven cuando dormía, como si el peso del mundo que llevaba sobre los hombros se disipara en esas pocas horas de descanso.Pero sabía que en cuanto despertara, la realidad volvería a caer sobre él con toda su crudeza.Decidida, salió del dormitorio y bajó las escaleras rumbo a la cocina. El silencio en la mansión era espeso, solo interrumpido por el eco lejano de algunas voces de los guardias que patrullaban afuera.Cuando cruzó la puerta de la cocina, se detuvo al ver a Luigi, apoyado contra la isla central, con una taza de café en la mano. Al verla entrar, arqueó una ceja.—¿Desde cuándo la señora Mancini se mete a la cocina?Lorena rodó los ojos mientras caminaba hasta la nevera.—Desd
Capítulo 58 —Compartiendo recuerdosNarrador:Lorena entró con sigilo al dormitorio, sosteniendo con cuidado la bandeja con la comida que había preparado. Franco seguía dormido, su respiración profunda y acompasada llenando la habitación en un ritmo casi hipnótico. Se veía tranquilo, relajado, una imagen que contrastaba con el hombre que dominaba el mundo con su sola presencia.Se sentó a su lado en la cama, dejando la bandeja sobre la mesita de noche. Sus ojos recorrieron su rostro con una ternura que no pudo contener. No sabía en qué momento se había convertido en alguien capaz de ver más allá del peligro que representaba, más allá del Don al que todos temían. Para ella, era solo Franco …Sin pensarlo demasiado, deslizó los dedos por su mejilla, delineando su mandíbula con una suavidad casi reverente.Franco se removió ligeramente y gruñó algo incomprensible antes de entreabrir los ojos. Su mirada, aún adormilada, se encontró con la de ella, y por primera vez en mucho tiempo, no hab
Capítulo 59 —Porque eres miaNarrador:Franco desvió la mirada por un instante, sus dedos tamborileando sobre su muslo como si estuviera eligiendo con cuidado sus palabras. Lorena lo observó con el ceño fruncido, esperando.—¿Por qué te casaste conmigo, Franco? —preguntó en voz baja, pero con firmeza.Él exhaló lentamente, sin responder de inmediato.—Tú sabes por qué —murmuró sin mirarla.—No, yo sé por qué me casé contigo. Mi padre me lo impuso, no tuve opción. Pero tú… —lo miró fijamente, con una mezcla de determinación y confusión—, tú sí la tenías.Franco se giró hacia ella, sus ojos claros brillando con algo indescifrable.—No, no la tenía.Lorena negó con la cabeza, cruzando los brazos sobre su pecho.—Sí, sí la tenías. Si te hubieras negado, Enzo igual te habría dejado todo. Lo sabes tan bien como yo.Franco apretó la mandíbula.—No era tan simple, Lorena.—Claro que lo era. —El silencio que se instaló fue denso, cargado de tensión. Franco la miró fijamente, con esa intensidad
Capítulo 60 —Jodida mujerNarrador:Franco había terminado los asuntos más urgentes y, ante el ruego de Lorena, volvían a la casa donde ella se había criado.Desde el momento en que abordaron el jet privado, Lorena sintió la tensión en el aire. Franco estaba demasiado tranquilo, demasiado compuesto, demasiado controlador después de días de contención. Pero ella lo conocía. Sabía que bajo esa fachada impecable había una tormenta acumulándose, un deseo contenido que en cualquier momento podía estallar.Se acomodaron en los asientos de lujo, con Luigi y dos escoltas ubicados en la parte trasera de la cabina, aparentemente inmersos en sus asuntos. Pero Lorena sabía que bastaba un solo roce, una sola provocación para encender la mecha.Y decidió ser ella quien lo hiciera.Cruzó las piernas con lentitud exagerada, asegurándose de que Franco viera cómo el vestido se deslizaba apenas sobre su muslo. Se inclinó un poco hacia adelante, como si estuviera acomodándose en el asiento, pero en reali
Capítulo 61 —Vuelva pronto, Señora ManciniNarrador:Lorena se estiró con pereza en la cama, sintiendo el calor del cuerpo de Franco aún pegado al suyo. Su piel desnuda contra la de él, su respiración profunda enredada en su cabello.Sonrió antes de girarse con lentitud, sin despegarse de su pecho. Se sentía poderosa cada vez que lo veía así, vulnerable, relajado, sin la coraza del Don implacable.Pasó la yema de los dedos sobre su clavícula, luego sobre los músculos de su abdomen y subió hasta su cuello, acariciándolo con ternura.Franco gruñó bajo y la atrajo más contra su cuerpo.—No me provoques, mujer… —murmuró con voz ronca.Lorena sonrió.—Solo te acaricio.—Es lo mismo. Tu piel sobre la mía siempre es una provocación.Lorena rió contra su pecho y subió una pierna sobre la suya.—¿Sabes? Hoy quiero salir.Franco entreabrió un ojo.—¿Salir?—Sí, ir al pueblo.Franco cerró los ojos nuevamente y negó con la cabeza.—No.Ella chasqueó la lengua, subió su mano a su mandíbula y delin
Capítulo 62 —La video llamadaNarrador:Lorena se acomodó en el asiento trasero del coche con una sonrisa de emoción pintada en el rostro. Luigi estaba a su lado, con la expresión seria de siempre, hablando por el intercomunicador mientras los escoltas en los otros vehículos confirmaban la ruta.—Dime, Luigi —dijo ella, divertida —¿Siempre eres tan paranoico o solo lo haces porque me adoras?Luigi la miró de reojo y soltó un suspiro.—Si estuvieras en mi posición, también serías paranoica.Lorena rodó los ojos, pero no dijo nada más. No iba a discutir con él, estaba demasiado emocionada por su primera salida sola.Cuando llegaron al pueblo, el recorrido comenzó sin complicaciones. Entró a varias tiendas, probándose vestidos y zapatos, aunque al final terminó comprando cosas más simples: un par de jeans, camisetas cómodas, un par de tacones nuevos.Pero entonces… vio el escaparate de la joyería.Y ahí estaba. El reloj perfecto para Franco. Ne*gro, elegante, con detalles dorados que le
Capítulo 63 —CaosNarrador:El primer golpe en la puerta fue firme, seco, haciendo que Lorena diera un pequeño respingo.—Lorena, abre la puerta. —La voz de Luigi sonó seria, con ese tono de autoridad que usaba cuando no había espacio para discusiones.Lorena soltó un suspiro exagerado y rodó los ojos.—¡Estoy ocupada, Luigi!Segundo golpe. Más fuerte.—No me hagas entrar ahí.Lorena bufó y revisó su reflejo una última vez en el espejo.—No te atreverías.Tercer golpe.—Tengo órdenes directas de Franco de llevarte a la casa en este preciso instante. Sal de inmediato o te saco yo.Lorena cerró los ojos con frustración, sintiendo que su diversión acababa de terminar de golpe. Mal*dito Franco y su manía de controlarlo todo. Suspiró pesadamente, recogió sus cosas y, con toda la calma del mundo, se acomodó el cabello antes de abrir la puerta. Luigi estaba de pie justo frente a ella, con los brazos cruzados y una expresión de absoluto fastidio. —Ya salí, ¿Contento?—Nos vamos.Lorena se ap