Capítulo 53 —SangreNarrador:Lorena había esperado toda la noche.Cada minuto que pasaba sin noticias de Franco solo aumentaba su ansiedad. Caminaba de un lado a otro en la habitación, con el teléfono en la mano, tentada a llamarlo una vez más. Pero no serviría de nada. Luigi ya le había dicho que no era un buen momento, y en el fondo, temía escuchar lo que pudiera responderle.El amanecer asomaba tímidamente cuando un rugido de motor rompió el silencio. Lorena corrió a la ventana. Era Franco.Su coche ne*gro se detuvo frente a la mansión y, sin pensarlo, salió disparada de la habitación, bajando las escaleras a toda prisa. Tenía que verlo. Pero cuando la puerta del coche se abrió y Franco salió… su mundo se detuvo. Estaba cubierto de sangre.Lorena sintió el estómago encogerse. No eran solo pequeñas manchas. La camisa blanca empapada en carmesí, las manos tintadas, rastros salpicados en su mandíbula.Se quedó inmóvil en la entrada, el pánico trepándole por la piel. Franco avanzó con
Capítulo 54 —Sumisión...Narrador:El agua aún resbalaba por sus cuerpos cuando Franco deslizó sus manos por la cintura de Lorena y la levantó en el aire como si no pesara nada. Ella dejó escapar un pequeño jadeo de sorpresa, pero él no le dio oportunidad de protestar.La llevó en brazos fuera del baño, atravesando el umbral con paso seguro hasta llegar al dormitorio. La habitación apenas estaba iluminada por la luz tenue que se filtraba por las cortinas.Franco la depositó con cuidado sobre el suelo, pero en cuanto lo hizo, sus manos volvieron a recorrer su cuerpo, esta vez con una lentitud tortuosa.Lorena tragó saliva, sintiendo cómo le desabrochaba la camiseta mojada y la deslizaba por sus brazos con una facilidad inquietante. El frío de la habitación chocó contra su piel desnuda y húmeda, haciéndola estremecer. Franco no se detuvo ahí.Con la misma calma exasperante, enganchó los dedos en los bordes de su ropa interior y la bajó lentamente por sus muslos, dejando cada centímetro
Capítulo 55 —Ahora sí que no me vas a poder dejar…Narrador:Franco no se movió de inmediato. En su lugar, atrapó la muñeca de Lorena con firmeza y llevó sus dedos a su boca, mirándola con esos ojos ardientes que la desarmaban por completo.—Mírame —ordenó en un murmullo grave.Lorena obedeció, sintiendo su respiración volverse errática cuando vio su lengua salir para atrapar sus dedos y envolverlos en su calor húmedo.Franco los lamió con lentitud, saboreando cada gota de su esencia, sin apartar la mirada de la suya. La sensación de su lengua recorriendo su piel la hizo estremecer, su interior se contrajo con un deseo punzante.—Eres tan jodidamente deliciosa… —susurró entre lamidas, dejando sus dedos limpios, como si se estuviera asegurando de no perder ni una gota—. Me vuelves loco. —Lorena sintió que el calor la recorría desde la cabeza hasta la punta de los pies. El gesto, tan íntimo, tan descarado, hizo que su piel se erizara de placer. Franco le besó la muñeca antes de soltarla
Capítulo 56 —No hice eso porque te amaraNarrador:Lorena permaneció enredada con Franco, su piel desnuda pegada a la de él, sintiendo el calor de su cuerpo aún latiendo contra el suyo. El ritmo de sus respiraciones comenzaba a calmarse, pero la intensidad de lo que acababa de pasar seguía flotando en el aire, envolviéndolos como una corriente invisible.Franco tenía un brazo bajo su cabeza y el otro reposaba sobre la cintura de Lorena, trazando pequeños círculos distraídos en su espalda. No hablaban, simplemente compartían el silencio, uno de esos silencios que dicen más que cualquier palabra.Lorena apoyó el mentón en su pecho y lo miró, observando la sombra de su mandíbula, la forma en que sus labios aún estaban entreabiertos, la manera en que su pecho subía y bajaba de manera pausada. Se mordió el labio, sintiendo que el momento era el adecuado. Que si no lo decía ahora, quizás nunca reuniría el valor para hacerlo.—Sé que no quieres oírlo —murmuró, con la voz apenas un susurro.F
Capítulo 57 —La esposa del DonNarrador:Lorena se deslizó con cuidado fuera de la cama, asegurándose de no despertar a Franco. Su respiración era lenta y profunda, su cuerpo relajado contra las sábanas desordenadas. Lo observó por un momento, con una pequeña sonrisa jugando en sus labios. Parecía más joven cuando dormía, como si el peso del mundo que llevaba sobre los hombros se disipara en esas pocas horas de descanso.Pero sabía que en cuanto despertara, la realidad volvería a caer sobre él con toda su crudeza.Decidida, salió del dormitorio y bajó las escaleras rumbo a la cocina. El silencio en la mansión era espeso, solo interrumpido por el eco lejano de algunas voces de los guardias que patrullaban afuera.Cuando cruzó la puerta de la cocina, se detuvo al ver a Luigi, apoyado contra la isla central, con una taza de café en la mano. Al verla entrar, arqueó una ceja.—¿Desde cuándo la señora Mancini se mete a la cocina?Lorena rodó los ojos mientras caminaba hasta la nevera.—Desd
Capítulo 58 —Compartiendo recuerdosNarrador:Lorena entró con sigilo al dormitorio, sosteniendo con cuidado la bandeja con la comida que había preparado. Franco seguía dormido, su respiración profunda y acompasada llenando la habitación en un ritmo casi hipnótico. Se veía tranquilo, relajado, una imagen que contrastaba con el hombre que dominaba el mundo con su sola presencia.Se sentó a su lado en la cama, dejando la bandeja sobre la mesita de noche. Sus ojos recorrieron su rostro con una ternura que no pudo contener. No sabía en qué momento se había convertido en alguien capaz de ver más allá del peligro que representaba, más allá del Don al que todos temían. Para ella, era solo Franco …Sin pensarlo demasiado, deslizó los dedos por su mejilla, delineando su mandíbula con una suavidad casi reverente.Franco se removió ligeramente y gruñó algo incomprensible antes de entreabrir los ojos. Su mirada, aún adormilada, se encontró con la de ella, y por primera vez en mucho tiempo, no hab
Capítulo 59 —Porque eres miaNarrador:Franco desvió la mirada por un instante, sus dedos tamborileando sobre su muslo como si estuviera eligiendo con cuidado sus palabras. Lorena lo observó con el ceño fruncido, esperando.—¿Por qué te casaste conmigo, Franco? —preguntó en voz baja, pero con firmeza.Él exhaló lentamente, sin responder de inmediato.—Tú sabes por qué —murmuró sin mirarla.—No, yo sé por qué me casé contigo. Mi padre me lo impuso, no tuve opción. Pero tú… —lo miró fijamente, con una mezcla de determinación y confusión—, tú sí la tenías.Franco se giró hacia ella, sus ojos claros brillando con algo indescifrable.—No, no la tenía.Lorena negó con la cabeza, cruzando los brazos sobre su pecho.—Sí, sí la tenías. Si te hubieras negado, Enzo igual te habría dejado todo. Lo sabes tan bien como yo.Franco apretó la mandíbula.—No era tan simple, Lorena.—Claro que lo era. —El silencio que se instaló fue denso, cargado de tensión. Franco la miró fijamente, con esa intensidad
Capítulo 60 —Jodida mujerNarrador:Franco había terminado los asuntos más urgentes y, ante el ruego de Lorena, volvían a la casa donde ella se había criado.Desde el momento en que abordaron el jet privado, Lorena sintió la tensión en el aire. Franco estaba demasiado tranquilo, demasiado compuesto, demasiado controlador después de días de contención. Pero ella lo conocía. Sabía que bajo esa fachada impecable había una tormenta acumulándose, un deseo contenido que en cualquier momento podía estallar.Se acomodaron en los asientos de lujo, con Luigi y dos escoltas ubicados en la parte trasera de la cabina, aparentemente inmersos en sus asuntos. Pero Lorena sabía que bastaba un solo roce, una sola provocación para encender la mecha.Y decidió ser ella quien lo hiciera.Cruzó las piernas con lentitud exagerada, asegurándose de que Franco viera cómo el vestido se deslizaba apenas sobre su muslo. Se inclinó un poco hacia adelante, como si estuviera acomodándose en el asiento, pero en reali