Capítulo 48 —No juego con lo que es mio...Narrador:Lorena salió del despacho con pasos firmes, pero en cuanto giró en el pasillo, su respiración se volvió errática. Su corazón latía con fuerza, su cuerpo aún sentía el ardor de la cercanía de Franco, de su agarre, de su voz cargada de peligro y promesas no dichas.No podía dejar que él tuviera la última palabra. No después de todo lo que había pasado.Se dirigió directamente a la biblioteca. No porque quisiera leer, sino porque necesitaba calmarse. La ira, el deseo, la frustración… todo se mezclaba en su interior, y si no encontraba una manera de controlarlo, acabaría haciendo una locura.Se dejó caer en el sillón más grande, abrazando sus rodillas contra el pecho.—Mal*dito Franco Mancini… —susurró entre dientes.Apretó los ojos con fuerza, tratando de controlar las imágenes que volvían a su mente. Su cuerpo encima del suyo, su boca devorándola, sus manos recorriéndola como si fuera su posesión más preciada. Y ahora, después de todo
Capítulo 49 —No me importa si esto está mal.Narrador:El beso fue todo menos suave. Fue un reclamo, una declaración silenciosa de lo que Franco no podía poner en palabras. Su boca devoró la de Lorena con una urgencia desesperada, su lengua deslizándose entre sus labios, buscando, exigiendo. Ella respondió con la misma intensidad, enredando los dedos en su cabello y aferrándose a él como si fuera lo único que la mantenía de pie. El sonido del agua corriendo en la fuente era el único testigo del momento, junto con la brisa nocturna que envolvía sus cuerpos. Franco deslizó las manos por su espalda, sujetándola con fuerza, atrayéndola contra su cuerpo como si quisiera fusionarla con él. Sintió su piel erizarse bajo sus caricias, la respiración entrecortada de Lorena contra su boca, el modo en que su cuerpo se moldeaba al suyo sin reservas. Pero justo cuando sus manos comenzaron a descender por su cintura, cuando su boca abandonó la de ella para recorrer su mandíbula y bajar por su cuello
Capítulo 50 —Quiero probarte...Narrador:Franco apenas tuvo tiempo de procesar lo que estaba sintiendo cuando Lorena se giró entre sus brazos, lo tomó de la camisa y lo atrajo hacia ella con una mirada cargada de algo nuevo. Algo desafiante. Algo que él no había visto antes en sus ojos y que le hizo hervir la sangre de anticipación.—Quiero probarte… —murmuró, su voz temblorosa pero decidida.Franco entrecerró los ojos, su mandíbula apretándose con fuerza.—Lorena… —Ella no le dio tiempo a objetar. Se arrodilló lentamente frente a él, con una torpeza encantadora que lo hizo sentir al borde de la locura. Sus manos temblaban un poco mientras desabrochaba su cinturón y luego el botón del pantalón. Franco apoyó la cabeza contra la pared y cerró los ojos un instante, sintiendo su respiración volverse errática. —Mal*dita sea… —Lorena bajó la tela con movimientos torpes, casi inseguros, pero cuando lo vio ante sus ojos, duro, grueso, palpitante y listo para ella, su lengua se deslizó incons
Capítulo 51 —Tal vezNarrador:Franco mantuvo la mirada fija en el techo, sus ojos claros parecían analizar el vacío mientras su mano seguía dibujando círculos perezosos sobre la espalda desnuda de Lorena. Ella seguía sobre su pecho, sintiendo la dureza de su respiración, la tensión oculta bajo su aparente calma.—¿En qué piensas? —preguntó en voz baja.Franco exhaló, como si hubiera estado esperando la pregunta.—En que esto no debió haber pasado.Lorena sintió cómo esas palabras le atravesaban la piel como un latigazo. Se separó apenas, lo suficiente para mirarlo a los ojos con una mezcla de incredulidad y rabia contenida.—¿Y qué se supone que hagamos entonces? —su voz no tembló, pero tenía un filo afilado por la frustración —¿Pasar los próximos cinco años esquivándonos?Franco apretó la mandíbula, y sus dedos se crisparon sobre la sábana.—Sería lo mejor.Lorena dejó escapar una risa seca, incrédula.—Claro. Porque eso ha funcionado de maravilla hasta ahora.Franco giró su rostro
Capítulo 52 —El traje de DonNarrador:Se escucharon golpes en la puerta y, a continuación, la voz de Luigi, reclamando a su jefe. Franco maldijo por lo bajo, su frente apoyada contra la de Lorena mientras intentaba recuperar el control que su amigo acababa de destrozar con su inoportuna interrupción.—Si no es una jodida emergencia, te juro que te mato, Luigi —gruñó con la voz espesa de deseo, sin moverse de encima de Lorena.Ella todavía tenía las dedos en la nuca de Franco, tras ese último beso que ofrecía más, su respiración agitada contra sus labios, los ojos encendidos de necesidad. Él se perdió un segundo en esa imagen, en el roce cálido de su cuerpo contra el suyo, en la forma en que su piel temblaba bajo sus manos.—Es importante, jefe —insistió Luigi, golpeando de nuevo—. No puede esperar.Franco cerró los ojos con frustración, tomando una bocanada de aire para obligarse a calmarse. Luego, deslizó su mano por la cadera de Lorena antes de separarse con visible molestia.—Voy
Capítulo 53 —SangreNarrador:Lorena había esperado toda la noche.Cada minuto que pasaba sin noticias de Franco solo aumentaba su ansiedad. Caminaba de un lado a otro en la habitación, con el teléfono en la mano, tentada a llamarlo una vez más. Pero no serviría de nada. Luigi ya le había dicho que no era un buen momento, y en el fondo, temía escuchar lo que pudiera responderle.El amanecer asomaba tímidamente cuando un rugido de motor rompió el silencio. Lorena corrió a la ventana. Era Franco.Su coche ne*gro se detuvo frente a la mansión y, sin pensarlo, salió disparada de la habitación, bajando las escaleras a toda prisa. Tenía que verlo. Pero cuando la puerta del coche se abrió y Franco salió… su mundo se detuvo. Estaba cubierto de sangre.Lorena sintió el estómago encogerse. No eran solo pequeñas manchas. La camisa blanca empapada en carmesí, las manos tintadas, rastros salpicados en su mandíbula.Se quedó inmóvil en la entrada, el pánico trepándole por la piel. Franco avanzó con
Capítulo 54 —Sumisión...Narrador:El agua aún resbalaba por sus cuerpos cuando Franco deslizó sus manos por la cintura de Lorena y la levantó en el aire como si no pesara nada. Ella dejó escapar un pequeño jadeo de sorpresa, pero él no le dio oportunidad de protestar.La llevó en brazos fuera del baño, atravesando el umbral con paso seguro hasta llegar al dormitorio. La habitación apenas estaba iluminada por la luz tenue que se filtraba por las cortinas.Franco la depositó con cuidado sobre el suelo, pero en cuanto lo hizo, sus manos volvieron a recorrer su cuerpo, esta vez con una lentitud tortuosa.Lorena tragó saliva, sintiendo cómo le desabrochaba la camiseta mojada y la deslizaba por sus brazos con una facilidad inquietante. El frío de la habitación chocó contra su piel desnuda y húmeda, haciéndola estremecer. Franco no se detuvo ahí.Con la misma calma exasperante, enganchó los dedos en los bordes de su ropa interior y la bajó lentamente por sus muslos, dejando cada centímetro
Capítulo 55 —Ahora sí que no me vas a poder dejar…Narrador:Franco no se movió de inmediato. En su lugar, atrapó la muñeca de Lorena con firmeza y llevó sus dedos a su boca, mirándola con esos ojos ardientes que la desarmaban por completo.—Mírame —ordenó en un murmullo grave.Lorena obedeció, sintiendo su respiración volverse errática cuando vio su lengua salir para atrapar sus dedos y envolverlos en su calor húmedo.Franco los lamió con lentitud, saboreando cada gota de su esencia, sin apartar la mirada de la suya. La sensación de su lengua recorriendo su piel la hizo estremecer, su interior se contrajo con un deseo punzante.—Eres tan jodidamente deliciosa… —susurró entre lamidas, dejando sus dedos limpios, como si se estuviera asegurando de no perder ni una gota—. Me vuelves loco. —Lorena sintió que el calor la recorría desde la cabeza hasta la punta de los pies. El gesto, tan íntimo, tan descarado, hizo que su piel se erizara de placer. Franco le besó la muñeca antes de soltarla