Capítulo 40 —Solo una muestraNarrador:La mansión Barone quedó en completo silencio. Los últimos invitados se habían marchado, dejando atrás el eco de murmullos y despedidas educadas. Luigi supervisaba a los guardias que patrullaban el perímetro, y Franco se quedó solo en el gran salón, con un vaso de whisky en la mano y la mente sumida en un torbellino de pensamientos. El peso de la noche caía sobre él con una fuerza abrumadora. La muerte de Don Enzo no solo significaba la pérdida de una figura paterna, sino también la carga completa de un legado. Ya no era simplemente Franco Mancini. Ahora era Don Franco Mancini. Y sin embargo, entre todas las preocupaciones que tenía en la cabeza, una imagen dominaba su mente. Lorena. Había estado impecable, perfecta, a su lado durante todo el día. No solo como su esposa, sino como la esposa de un Don. Se había mantenido erguida, había aceptado las condolencias con una frialdad admirable, había respondido con la elegancia y firmeza que su apellido
Capítulo 41 —Duerme, pequeña...Narrador: Franco se apartó de Lorena con una última mirada cargada de posesión. Su cuerpo aún vibraba por el deseo contenido, su piel ardía, su respiración seguía siendo irregular. Ella yacía en la cama, su pecho subía y bajaba con agitación, los labios entreabiertos, sus muslos aún temblorosos por el éxtasis que él le había provocado. Se veía jodidamente hermosa así, desarmada, rendida, completamente suya. Pero Franco sabía que no podía más. Si seguía mirándola, si seguía sintiendo el calor de su cuerpo, la habría tomado sin control alguno. Y no. No así. No cuando ella aún tenía en su interior la inocencia de no haber sido de ningún hombre. Maldiciéndose a sí mismo por no haber perdido la cabeza y haberse hundido en ella como su cuerpo le exigía, se puso de pie. Caminó hacia el baño con pasos pesados, como si arrastrara un peso insoportable sobre su espalda. Cerró la puerta con un leve clic y se apoyó contra ella por un momento, pasando una mano por s
Capítulo 42 —Loza en mil pedazosNarrador:Franco despertó con la luz tenue de la mañana filtrándose por las cortinas, bañando la habitación con un resplandor dorado. Su cuerpo aún estaba tibio, relajado después de una noche de sueño profundo, pero lo que más captó su atención fue la forma en que Lorena seguía enredada en él. Su respiración era lenta y acompasada, su cuerpo pequeño y cálido encajaba perfectamente contra el suyo. Movió ligeramente la cabeza y la vio. Su rostro estaba sereno, con el cabello desordenado sobre la almohada. Dormía profundamente, como si el mundo a su alrededor no existiera. Pero lo que lo tensó de inmediato fue la posición de su mano. Su palma descansaba sobre su bajo vientre, y sus dedos apenas rozaban la rigidez de su erección a través del pantalón del pijama. Franco contuvo el aliento, su mandíbula se tensó. Era un contacto mínimo, inocente, pero su cuerpo no lo interpretó así. Su miembro palpitó bajo la presión de aquellos dedos inertes, y él maldijo e
Capítulo 43 —El perfumeNarrador:Franco se quedó de pie en su despacho, con la mirada fija en la puerta por donde Lorena había desaparecido. Inspiró hondo, intentando ordenar sus pensamientos. La imagen de ella, con la rabia destilando de cada uno de sus movimientos, con esos ojos encendidos que lo miraban como si quisiera asesinarlo, seguía grabada en su mente. Sabía que debía ir tras ella. Sabía que debía enfrentarla. Pero por primera vez en mucho tiempo, dudó. Lorena no era como las mujeres con las que había tratado antes. No era alguien que pudiera calmar con unas palabras bien colocadas o con un beso estratégicamente entregado. Ella era fuego, un fuego que se encendía con facilidad, pero que no se apagaba con simplezas. Y, sobre todo, él no quería apagarla. Pasó una mano por su nuca, exhalando con frustración. Sabía lo que estaba pensando en ese momento, sabía que su mente estaba creando escenarios donde él y Rebeca aún tenían algo. No podía permitir que eso se quedara así. Gruñ
Capítulo 44 —QuémameNarrador:El agua fría empapaba cada fibra de su ropa, pegándola a su piel como una segunda capa, haciendo que la tela se volviera casi transparente sobre su figura. Franco se mantenía inmóvil bajo la ducha, el agua deslizándose por su cabello, su rostro, su pecho dibujado. Sus músculos tensos, su mandíbula apretada… parecía contenerse con cada respiro. Lorena, de pie frente a él, sintió la boca seca. Había querido demostrarle su enojo, quería desafiarlo, pero no esperaba esta reacción. No esperaba verlo así: despojado de su control habitual, con la camisa mojada adherida a su torso, revelando cada tatuaje que cubría su piel marcada por cicatrices. Era una imagen devastadora. Era su perdición.—¿Te quedó claro? —su voz ronca la sacó de su ensoñación.Ella parpadeó.—¿El qué?—Que Rebeca no significa nada. Que lo único que hay en mi piel es agua y no su perfume.Ella tragó saliva, su corazón golpeando contra su pecho.—Eso ya lo entendí… —susurró.Franco soltó un s
Capítulo 45 —La espera terminó.Narrador:Franco sintió la sangre arderle en las venas cuando Lorena le dio lo que había estado evitando escuchar, pero que en el fondo deseaba desesperadamente.—Buena chica… —murmuró contra su piel, deslizando sus labios por la curva de su cadera mientras sus manos la aferraban con una mezcla de adoración y posesividad. Pero esta vez no iba a dejarse llevar por la voracidad de su deseo. No con ella. No en su primera vez. Subió lentamente por su cuerpo, dejando un rastro de besos delicados en su vientre, en la base de sus costillas, hasta llegar de nuevo a su rostro. Lorena temblaba bajo él, su pecho subía y bajaba con cada respiración acelerada, su piel resplandecía con el calor del momento. Franco atrapó su rostro entre sus manos, sosteniéndola con la misma ternura con la que uno sostiene algo frágil, valioso. —Dime si quieres que me detenga —susurró, su aliento chocando contra sus labios.Lorena negó con la cabeza, sus dedos aferrándose a sus hombro
Capítulo 46 —Completamente míaNarrador:Después de un momento de silencio, en el que ambos intentaban recuperar la respiración, Franco se apartó lentamente del cuerpo de Lorena, asegurándose de que ella estuviera cómoda antes de dejarla completamente libre. Lorena seguía recostada en la cama, con el cabello revuelto sobre la almohada y la piel aún resplandeciente por el placer. Sus piernas temblaban ligeramente y su pecho subía y bajaba con respiraciones profundas. Franco se dejó caer a su lado, apoyando un brazo bajo su cabeza mientras la miraba. Sus ojos la recorrieron con una intensidad que la hizo estremecer a pesar del calor que todavía la envolvía.—¿Cómo te sientes? —su voz fue un susurro grave en la habitación en penumbra.Lorena giró la cabeza hacia él, encontrando su mirada oscura y penetrante sobre la suya. Se humedeció los labios antes de responder, todavía un poco aturdida por todo lo que había pasado.—Diferente… —murmuró, con una pequeña sonrisa jugueteando en sus labi
Capítulo 47 —Puedo ofrecerte placerNarrador:Después de su segundo encuentro, Franco se quedó sobre ella unos instantes más, su respiración aún agitada contra su piel. Su cuerpo cubría el de Lorena como un escudo, ambos pegados, sudorosos, con el eco de su placer aún latiendo en el aire.Con un movimiento perezoso, Franco se dejó caer a su lado, sin dejar de tocarla. Su mano trazó lentamente la curva de su espalda, mientras su otra mano descansaba sobre su propia frente, intentando recuperar la compostura.Lorena, aún boca abajo, con la mejilla pegada a la almohada y los labios entreabiertos, cerró los ojos. Su cuerpo aún temblaba en pequeñas oleadas de placer residual.Franco la observó en silencio, su pecho subiendo y bajando de forma más controlada ahora.—¿Estás bien? —preguntó con voz ronca, deslizando los dedos por su cabello.Lorena asintió sin abrir los ojos.—No puedo moverme… —murmuró, con una sonrisa perezosa.Franco dejó escapar una carcajada baja, esa risa masculina y sat