Capítulo 19 —Susurros de PielNarrador:Franco sintió el calor del cuerpo de Lorena pegado al suyo, una calidez suave que debería haber sido reconfortante pero que lo estaba volviendo loco. Su respiración, agitada y entrecortada, le golpeaba el pecho como un tambor rítmico, cada suspiro llenando el silencio opresivo de la habitación. Cerró los ojos, intentando ignorar el deseo creciente que se acumulaba en su interior, pero los pequeños gemidos involuntarios de Lorena eran imposibles de ignorar. Apretó ligeramente el brazo que la mantenía contra él, como si así pudiera contenerse a sí mismo.—Lorena… —murmuró, su voz baja y grave resonando entre ellos.Ella levantó la cabeza con un movimiento lento, casi temeroso, y sus ojos se encontraron. Había algo en su mirada, una mezcla de inocencia y desafío, que lo desarmó por completo.—¿Qué? —preguntó, su voz temblorosa y suave.Franco tragó saliva, sus ojos recorriendo su rostro con una intensidad que la hizo estremecerse.—Si sigues respir
Capítulo 20 —Entre el deseo y la sumisiónNarrador: Lorena no había podido pegar un ojo en toda la noche. Aunque Franco parecía dormir profundamente, su presencia a su lado era imposible de ignorar. El silencio del cuarto se veía interrumpido solo por el sonido pausado de su respiración. Ella, en cambio, no dejaba de dar vueltas en su mente, analizando cada palabra, cada mirada, cada gesto que habían compartido desde que cruzaron la puerta de esa habitación.En algún momento de la madrugada, Franco se movió, dejando de abrazarla y girándose boca arriba. El espacio entre ellos pareció abrirse, pero no lo suficiente como para que Lorena pudiera recuperar la calma. Respiró profundo, tratando de normalizar el latido acelerado de su corazón, y casi sin darse cuenta, levantó la sábana con cuidado. Su torso quedó completamente expuesto ante sus ojos, iluminado tenuemente por la luz que se filtraba desde la ventana. Su piel era una mezcla de fuerza y dureza, adornada por tatuajes que parecía
Capítulo 21 —Tentando al diabloNarrador:Franco despertó sintiendo una extraña calma que no recordaba haber experimentado antes. Durante la noche, el cuerpo cálido de Lorena había estado pegado al suyo, y aunque no quería admitirlo ni siquiera a sí mismo, había sido uno de los mejores descansos de su vida. Sentir su respiración acompasada contra su pecho lo había envuelto en una tranquilidad que no encajaba con el hombre que era. Cuando abrió los ojos, se dio cuenta de que la cama estaba vacía. Lorena había logrado escabullirse en algún momento de la madrugada. Frunció el ceño, extrañado, y se levantó, recorriendo con la mirada la amplia habitación de hotel, hasta que el sonido de unos pasos ligeros lo llevó hacia la terraza. Lorena estaba allí, con una camiseta que apenas llegaba al borde de sus muslos, observando la vista de la ciudad que se extendía frente a ella. Las luces aún titilaban en el amanecer, creando un espectáculo hipnótico. No se dio cuenta de la presencia de Franco h
Capítulo 22 —Nuevos recuerdosNarrador: Por unos instantes, Lorena se sintió ridícula e imprudente. Reclamarle a un mafioso sobre su forma de vida era, en el mejor de los casos, una insensatez. Aunque Franco había estado sorprendentemente paciente con ella desde la boda, no podía olvidar quién era él realmente, ni lo que era capaz de hacer. Y eso la inquietaba.—¿Por qué me miras así, Lorena? —preguntó Franco, interrumpiendo sus pensamientos.—No te miro de ninguna forma. Es la misma de siempre —respondió ella, esquivando su mirada.Franco entrecerró los ojos, acercándose un poco más. Sus dedos rozaron el borde de su rostro con una suavidad que contradecía la firmeza de su tono.—Tu mirada cambió... y el brillo en tus ojos también. —Su voz, baja y grave, la atravesó. Se inclinó lo suficiente como para hacerla sentir su presencia completamente —¿Me tienes miedo? —preguntó, su voz cargada de algo que Lorena no pudo identificar, tal vez pesar, tal vez reproche.—¿Debería? —respondió ell
Capítulo 23 —Las normasNarrador:Franco dejó la taza de café sobre la mesa y se reclinó en su silla, observando a Lorena con una calma que era más inquietante que tranquilizadora.—Aprovechando que estamos en calma, debemos hablar. Hay cosas que tenemos aclarar y reglas que necesitamos establecer para que esto funcione —dijo con su tono firme, sin rastro de dudas.Lorena suspiró, rodando los ojos con exasperación mientras dejaba caer el tenedor sobre su plato.—Por favor, Franco, ahórrate el discurso. Solo dime qué quieres y acabemos con esto.Franco esbozó una sonrisa irónica, tomando un sorbo de su jugo antes de continuar.—Primero que nada, quiero que sepas que esta unión no es algo que yo deseara más que tú. Pero es necesaria, y ambos debemos asumir nuestras responsabilidades —dijo, pausando un momento para estudiar su reacción.Lorena levantó la vista, arqueando una ceja con sarcasmo.—¿Responsabilidades? ¿Es eso lo que soy para ti? Una carga más.Franco respiró profundamente, i
Capítulo 24 —Prohibido amarNarrador:Franco se puso de pie con un movimiento fluido y seguro, extendiendo su mano hacia Lorena. Su gesto parecía amable, pero la firmeza en su mirada revelaba que no aceptaría una negativa. Lorena dudó un instante antes de aceptar su ayuda. Sus dedos apenas rozaron los de él, y un escalofrío la recorrió, pero no lo dejó notar. Cuando estuvo de pie frente a él, Franco no se apartó. En lugar de eso, inclinó la cabeza hacia su oído, su voz baja y ronca quebrando el silencio de la habitación.—¿Segura de que no quieres consumar nuestro matrimonio?Su aliento cálido acarició la piel de su cuello, y antes de que pudiera reaccionar, dejó un beso breve y calculado justo sobre la curva de su hombro. Fue un roce apenas perceptible, pero suficiente para que su piel se erizara al instante. Franco notó la reacción de su cuerpo, y una sonrisa ladeada apareció en sus labios.—Franco… —susurró Lorena, tratando de mantener el control.—Dilo otra vez... —Su tono era sua
Capítulo 25 —Preguntas sin respuestasNarrador:El aeropuerto estaba tan cerca que apenas hubo tiempo para que Lorena calmara el torbellino de pensamientos que la perseguía desde que salieron del hotel. En cuanto llegaron, subieron al lujoso jet privado. Franco, como siempre, parecía el dueño del mundo mientras la guiaba al interior.—Siéntate donde quieras —dijo, señalando las cómodas butacas de cuero blanco con un gesto despreocupado. Luego, con una sonrisa que no auguraba nada bueno, agregó —Aunque, si fuera un esposo amoroso, te sentaría en mi regazo.Lorena frunció el ceño, lista para replicar, pero Franco, con una rapidez que la tomó por sorpresa, la agarró de la muñeca y tiró suavemente de ella hasta hacerla sentarse sobre sus piernas.—¡Franco! —protestó en un susurro.La posición era demasiado íntima. Sus miradas se cruzaron, y la atmósfera pareció cambiar, volviéndose densa y cargada. Franco levantó una mano y acarició su rostro con una suavidad que contradecía la firmeza de
Capítulo 26 —Confesiones a mediasNarrador:Cuando el avión tocó tierra, Luigi fue el primero en levantarse, hablando por su móvil para asegurarse de que todo estuviera listo. Dos vehículos aguardaban en la pista: uno destinado a Franco y Lorena, y otro para el resto del equipo de seguridad.Dentro del avión, Franco y Lorena seguían en silencio. Él permanecía reclinado en su asiento, con una aparente calma que enmascaraba la tensión que flotaba en el aire. Ella, por su parte, mantenía las manos cruzadas en su regazo, tratando de ignorar cómo la mirada fija de Franco hacía que su piel se erizara. Un escolta apareció en la puerta de la cabina.—Señor Mancini, los coches ya están listos.Franco levantó la barbilla, dando un breve asentimiento antes de que el hombre se retirara. Lorena desabrochó el cinturón y se puso de pie con movimientos cautelosos. Pero al dar un paso hacia el pasillo, Franco se levantó al mismo tiempo, bloqueándole el camino. No pudo evitar tropezar con él, y sus man