Capítulo 126

Casa Geller.

Él miraba el brillo de su espada, mientras pensamientos terribles se infiltraban en su mente.

Ya hacía mucho que había oscurecido, y aun así, incluso con todos los viajes que había hecho liberando a los vigilantes, Henrique no podía dormir.

Habían regresado a la casa Geller para establecer los próximos pasos. Lobos de todas partes se estaban uniendo a la causa, y ese era el punto de encuentro.

El macho cerró los ojos, y lo único que vio fueron los ojos violetas y todas las mentiras que él había contado.

Un dolor inmensurable golpeó su corazón, y Henrique sintió que no podía respirar.

No podía hacerlo correctamente.

El lobo dejó caer su espada, con la mano en el pecho, y abrió la puerta de su cuarto.

El pasillo estaba parcialmente iluminado por algunas velas en las paredes.

Henrique caminó sintiéndose mareado y débil por el pasillo; el sudor bajaba por su frente, y cerró los ojos mientras se recostaba contra una pared.

Respiró y volvió a ver el rostro de la hembra a la que
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