EZRA Tomé un mechón de su cabello rojo, algo muy inusual para ser una Astra; debería ser blanco o incluso azul, como el de sus ojos, pero no rojo. Lo escondí detrás de su oreja, aprovechando esa oportunidad para acariciar su piel, deslizando mis dedos lentamente por su mejilla hasta llegar a su cuello. La marca de su excompañero aún no desaparece por completo, pero pronto lo hará. Bajé mi nariz hasta ese punto, aspirando su aroma, sintiendo cómo su cuerpo se tensa y tiembla. Yo, por otro lado, decido perderme en su olor, uno que despierta muchas cosas en mí; algo salvaje y primitivo que aún no reconozco. Bajo mis manos a su cintura, atrayéndola a mi cuerpo, permitiéndome sentir su calor antes de que entre en razón y la vuelva a encerrar. No puedo dejar que ella arruine mi vida y mis planes. No justo ahora. Gruño frustrado contra su cuello, despertando por fin de aquel momento. Esto no puede volver a pasar. Sin decir palabra, salgo con ella de allí; ignoro sus forcejeos
CRYSTAL "¡Estás embarazada!" Aquellas palabras dichas por la sanadora de la manada aún resuenan en mis oídos, fuertes y latentes, así como la pequeña vida que ahora crece dentro de mí. Miro el documento en mis manos, apretándolo fuerte, como si quisiera aferrarme a esas letras que confirman que realmente lo estoy. Una sonrisa temblorosa adorna mis labios, sintiendo cómo mis ojos se humedecen. Esta feliz noticia cambiará mi vida; de eso estoy segura. ¡BAM! Me exalto con el golpe de la puerta al ser abierta con brusquedad. Trato de esconder el documento de ella, la mujer que más me odia en este mundo, la madre de mi compañero. —¿Qué escondes ahí? Se acerca a grandes pasos, arrancándome el papel; sus ojos se van tornando oscuros a medida que va leyendo. Justo en ese momento entra mi compañero, todo mi mundo se congeló de miedo al ver su expresión severa tomando el informe de las manos de su madre. Los latidos acelerados y estruendosos de mi corazón me sacuden el pecho.
CRYSTAL Mi cuerpo adolorido golpea constantemente la jaula en la que voy, mientras las ruedas pasan por un camino difícil. Pegada al último rincón, puedo ver la otra carreta que viene detrás de nosotros, iluminada únicamente por una antorcha con la llama danzante por la brisa de la noche. Hace poco que oscureció; aún seguimos dentro del territorio de la manada, pero estamos en los límites de la frontera. Más adelante, nos detuvimos. El hombre que me compró abrió la reja, sacándome de allí hacia mi nuevo destino. Otra jaula más grande, tirada por dos caballos, nos espera ya llena de varias mujeres. —Vayan a hacer sus cosas rápido, porque luego de eso se tendrán que aguantar. La otra mujer y yo nos miramos unos segundos antes de escondernos detrás de algún árbol. Subí la falda de mi vestido, bajando mi prenda íntima. Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver la sangre fresca que la manchaba. Cerré los ojos y permití que ese calor cargado de odio se extendiera por mi cuerpo. El ll
CRYSTAL Sus garras volvieron a alzarse a la altura de mi corazón, así que solo cerré los ojos, esperando el dolor que acabaría con mi vida, pero fue todo lo contrario. Los volví a abrir cuando sentí sus afiladas uñas deslizarse suavemente en mi pecho, bajando con lentitud por mi abdomen. Este empezó a brillar con símbolos y círculos que desconozco, siguiendo la misma senda que él. Desde mi corazón hasta mi ombligo, esas formas se iluminaron hasta que él quitó su toque. Todavía estaba sorprendida, con mi pecho subiendo y bajando debido a la agitación, intentando comprender qué había sido todo eso. Varios aullidos resonaron a la distancia, poniendo al lobo sobre mí, tenso con toda esa bruma agitada. Golpeó el suelo con fuerza con una de sus patas, gruñendo de forma obstinada, hasta que sus ojos se encontraron nuevamente con los míos. Retrocedí en un intento inútil de huir; tal vez me dejaría con vida por haberlo salvado… —¡Ahhhh!— grité cuando el dolor desgarrador se exte
CRYSTAL Me acomodo el cabello para que no se vea tan desaliñado después de las miserables horas que pasé el resto de la madrugada. Unos ojos celestes con grandes ojeras me regresan la mirada cansada, sin poder dormir después de casi caer desmayada por el dolor de su traición. Esa pequeña voz de mi conciencia me dice que de pronto no me reconoció, pero es el maldito príncipe, claro que lo hizo. Suelto un suspiro tembloroso, secando las lágrimas de tristeza y rabia. ¿Por qué todo lo malo tiene que pasarme a mí? ¿Por qué no soy suficiente para nadie? ¿Por qué? Dejo mis pensamientos atrás para salir de mi pequeña seguridad y pararme en la puerta justo a tiempo. Los tacones esta vez suenan apresurados, lo que me indica que será un largo día. —Si ayer no quise errores, hoy mucho menos. Esta celebración es importante porque da la bienvenida a los dos grandes Alfas; la Reina no quiere errores, así que cuidado. ***** La mañana pasó agitada, yendo y viniendo de un lugar a otro
CRYSTAL Observo el camino por el que voy, dejando atrás los grandes árboles de verde intenso. Mis ojos se mantienen enfocados en el suave movimiento de sus copas, cuando la brisa las acaricia. Mi mente está en blanco; me siento vacía de cualquier emoción. Es como si hubiesen apagado todo en mí. Solo soy una cáscara rota a la que todos rechazan y desechan, sin nada de valor. Mi cuerpo permanece entumecido por las largas horas de viaje en esta carretera, donde todo lo que he recibido es un poco de agua y un pedazo de pan viejo. Me abrazo a mí misma, y no porque sienta frío, sino por buscar un consuelo que no siento. Alzo la mirada hacia algo más allá de nosotros, moviéndose entre el límite del bosque. Un lobo se mueve con sigilo entre los árboles; sus ojos brillan entre las sombras y su pelaje marrón le da un perfecto camuflaje a la vista.No se acerca, es como si solo se estuviera asegurando de algo. Los hombres que hablan de cualquier cosa no parecen percatarse de él, pero yo s
CRYSTAL Estaba satisfecho con mi respuesta; podía verlo en su sonrisa retorcida, con aquel brillo juguetón en su mirada. —Ven aquí —ordenó, señalando el lugar donde estaba hace unos segundos. Me solté del marco, respirando por la boca, antes de avanzar con pasos temblorosos hasta quedar frente a él. Tomó mi brazo, sacando la venda para ver su mordida. Su pecho vibró ante la risa ronca que brotó de él, seguramente admirando lo que me hizo. —Te ayudaré con eso, ya no la necesitas; ahora estás en mis manos. —¿Q… qué quieres decir? —Solo fue una marca temporal para saber dónde y cómo encontrarte. ¿Qué? Todas mis preguntas se bloquearon al ver que cortaba su muñeca con una de sus garras; la sangre roja pronto brotó de la herida, goteando hasta la tierra. —Bebe. Abrí los ojos, negando con la cabeza e intentando alejarme de él, pero fue más rápido. Me tomó con fuerza de la nuca, inclinando mi cabeza, haciendo mucha presión hasta el punto en que solté un pequeño grito de do
CRYSTAL Alzo la mirada al ver la manada de luna oscura, un lugar frío y solitario, con tierra infértil donde todo lo que crece son árboles densos y nada frondosos. Las calles de piedra serpentean entre las muchas casas donde las personas se asoman para ver la llegada de la nueva intrusa. De hecho, no pensé que la manada de este miserable fuera así de grande, con aires de riqueza. Más allá, veo el imponente castillo, el lugar al que nos dirigimos, el que será mi hogar y mi prisión hasta que la Diosa quiera. Durante todo el camino hacia aquí, no hubo palabras; no las había tampoco. Sabía cuál era mi posición delante de él, o tal vez no. Mientras me pierdo un poco en mis pensamientos, puedo ver la enorme reja que cierra el castillo. En las columnas de la entrada y las de adentro, estatuas algo perturbadoras parecen observarte. Una vez que cruzamos hacia el patio interno, siento que ya no hay salida, que ya no saldré de sus garras, aunque eso es algo que sabía muy bien desde un