CRYSTAL
"¡Estás embarazada!" Aquellas palabras dichas por la sanadora de la manada aún resuenan en mis oídos, fuertes y latentes, así como la pequeña vida que ahora crece dentro de mí. Miro el documento en mis manos, apretándolo fuerte, como si quisiera aferrarme a esas letras que confirman que realmente lo estoy. Una sonrisa temblorosa adorna mis labios, sintiendo cómo mis ojos se humedecen. Esta feliz noticia cambiará mi vida; de eso estoy segura. ¡BAM! Me exalto con el golpe de la puerta al ser abierta con brusquedad. Trato de esconder el documento de ella, la mujer que más me odia en este mundo, la madre de mi compañero. —¿Qué escondes ahí? Se acerca a grandes pasos, arrancándome el papel; sus ojos se van tornando oscuros a medida que va leyendo. Justo en ese momento entra mi compañero, todo mi mundo se congeló de miedo al ver su expresión severa tomando el informe de las manos de su madre. Los latidos acelerados y estruendosos de mi corazón me sacuden el pecho. Llevo mis manos instintivamente a mi vientre para proteger a mi cachorro de lo que él pueda hacerle. Sin embargo, solo se ríe, una risa cínica, cruel, cargada de un significado más profundo. Arruga el papel en sus manos, mirándome con ese odio desmedido para luego arrojarlo al fuego crepitante de la chimenea. —¿De verdad crees que vas a atraparme con un hijo?, yo soy el Alfa de esta manada y tu solo eres una patética Omega que olvidó su lugar, pero déjame recordartelo. Su fuerte bofetada volteo mi cara haciendo que cayera al suelo, podía sentir el sabor metálico de la sangre en mi boca que se escurren en un hilo rojo por mi labio. Su mano tomó mi cabello rojo con fuerza tirando de él para que viera ese odio que tanto me tiene por haber sido el error que la Diosa cometió al haberlo emparejado conmigo. —Solo estás aquí porque los ancianos dijeron que me harías fuerte, por eso no te rechacé, pero nunca fuiste nada para mí, solo la puta que satisfacía mis necesidades cuando eran requeridas. De un tirón de mi cabello me levantó, arrastrándome fuera de la habitación para luego bajar las escaleras. Intenté no llorar a pesar de que los ojos me ardían por las lágrimas, trataba de cubrir mi vientre para proteger la pequeña vida que crecía dentro sin importar lo demás. Nadie siquiera se inmutó al verme; todos seguían corriendo de un lado a otro, como si estuviesen preparando una gran celebración. Llegamos a los calabozos, dónde Kaden me arrojó adentro de una celda. Mis manos amortiguaron el golpe, raspándose con el suelo rústico. Sus pasos a mi espalda, acercándose, hicieron eco en el lugar; los vellos de mi nuca se erizaron al sentir el peligro. Giré la cabeza para enfrentarlo; no me dejaría intimidar, no esta vez cuando tenía algo más por lo que sacar mis garras, si era necesario. —A partir de hoy, dejarás de ser la Luna de esta manada. Tú y ese bastardo que llevas en el vientre son un error que jamás debió existir. Apreté el dobladillo de mi falda con fuerza, tratando de reprimir mi rabia por haberle dicho "bastardo" a mi cachorro. Se acercó, agachándose a mi altura, tomando mi barbilla para que lo viera muy bien con su risita de desprecio —Esta noche tomaré a una loba más fuerte, que esté a mi altura, ya no te necesito para nada, asi que aprovecha el poco tiempo que te quede porque al final del día serás vendida como simple esclava. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos sin poder evitarlo; mirando todo ese desprecio incluso por su propio hijo. ¿Por qué? ¿Qué hice mal? —No voy a rechazarte, porque espero que sientas el dolor calando tus huesos cuando la marque a ella, realmente voy a disfrutar mucho tus gritos de dolor. Se alejó, por fin, dejándome sola en mi dolor. Siempre fui la odiada, la marginada de la manada, la niña huérfana que fue rescatada en las fronteras. Cuando él me reconoció como compañera, iba a rechazarme; lo pude ver en sus ojos, pero uno de los ancianos lo detuvo, diciéndole que yo lo iba a hacer fuerte y, como estúpida, creí que me amaría con el tiempo. Me levanté del suelo húmedo y sucio para golpear las rejas, gritando a todo pulmón para que me sacaran de aquí. No podía; él no podía marcar a otra sin rechazarme antes. Mi bebé… mi bebé. Desesperada, busqué mil maneras de abrir la reja. Me pasé horas buscando algo que me ayudara a abrir la cerradura. Mis manos temblaban por completo, el peso de los segundos resonando en mi cabeza como un maldito conteo regresivo. —Por favor, por favor, Diosa, no permitas que mi pequeño me abandone, no lo permitas. Haz que él se dé cuenta de su error, te lo suplico. Inútilmente, lloré por un milagro; incluso supliqué para que él se diera cuenta de su error y viniera a sacarme. Que ingenua y estúpida, él jamás mostró amor por mí; sus aptitudes siempre eran frías y distantes. Solo me buscaba cuando quería sex0. Lloré aferrándome a mi vientre, desesperada; entonces lo sentí. Un calor horrible se fue extendiendo por todo mi cuerpo. La marca de mi cuello comenzó a arder casi de forma incontrolable. —¡Ahhh!— caí al suelo de rodillas, temblando, todo mi cuerpo siendo traspasado por miles de agujas. Mis gritos llenaron nuevamente el aire, retorciéndome de dolor sobre el suelo frío. Mi vestido se pegó a mi cuerpo como una segunda piel; el sudor bajaba sin parar por mi frente y cuello. Sentía que moría. Mi visión comenzaba a fallarme, la oscuridad queriendo arrastrarme a su mundo. Algo más pasaba: un líquido tibio resbalaba por mis piernas, goteando hasta el suelo. Bajé mi mirada, mi garganta haciendo sonidos raros mientras apartaba la falda para ver sangre. La vida de mi hijo se escapa en aquel color carmesí; lo único bueno que me había pasado se me había arrebatado de una forma tan cruel. Perdón… perdón, mi pequeño, no pude… no pude protegerte. Por favor, no me odies. Tal vez estuviste conmigo solo unos días, pero te amé… desde siempre. Con eso dejé que la oscuridad me llevara; esperaba que me arrastrara a mi muerte, eso era lo que quería. ***** Abrí los ojos, algo aturdida, sintiendo mi cuerpo devastado. Un dolor agudo recorre cada partícula de mi cuerpo, recordándome lo que sucedió anoche. Desorbitada por el dolor que me atraviesa, intento enfocarme en algo, en algún ruido, lo que sea que me diga exactamente dónde estoy. La luz entra por las rendijas de las tablas de esta vieja casa; mis manos tocan la paja seca que me rodea. Parece que estoy en un establo, no estoy segura. —Estás despierta, por fin. Necesito que te levantes ya. La voz de esa mujer me estremece. Muevo un poco mi cabeza para verla con una sonrisa triunfal, feliz de haberme sacado de la vida de su hijo. —No me importa si te estás muriendo, te levantas porque no podemos esperar por ti. Mi cuerpo protesta ante cualquier movimiento; una punzada de dolor atraviesa mi espina dorsal hasta bajar a mi vientre recordándome lo que perdí. —Muevete, perra, deja de llorar. No hagas las cosas más difíciles. Tropiezo con mis pies, siendo casi arrastrada hasta una carreta con una jaula sobre ella. Un hombre se acerca mirándome, evaluándome como la mercancía que ahora soy. —Te daré solo diez monedas de oro; no vale mucho más. —¡Vendida! Me empujó hacia el hombre que no se molestó en atraparme; simplemente me dejó caer mientras contaba el dinero para dar por sentada la compra. Me levantó con fastidio, lanzándome adentro de la carreta antes de ponerse en marcha. La manada que creí mi hogar fue quedando atrás, una sombra de un pasado que quiero olvidar por completo. Me acurruqué en una esquina para poder llorar la única pérdida que realmente me importa, pero juro, juro que ellos van a pagar por esto.CRYSTAL Mi cuerpo adolorido golpea constantemente la jaula en la que voy, mientras las ruedas pasan por un camino difícil. Pegada al último rincón, puedo ver la otra carreta que viene detrás de nosotros, iluminada únicamente por una antorcha con la llama danzante por la brisa de la noche. Hace poco que oscureció; aún seguimos dentro del territorio de la manada, pero estamos en los límites de la frontera. Más adelante, nos detuvimos. El hombre que me compró abrió la reja, sacándome de allí hacia mi nuevo destino. Otra jaula más grande, tirada por dos caballos, nos espera ya llena de varias mujeres. —Vayan a hacer sus cosas rápido, porque luego de eso se tendrán que aguantar. La otra mujer y yo nos miramos unos segundos antes de escondernos detrás de algún árbol. Subí la falda de mi vestido, bajando mi prenda íntima. Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver la sangre fresca que la manchaba. Cerré los ojos y permití que ese calor cargado de odio se extendiera por mi cuerpo. El ll
CRYSTAL Sus garras volvieron a alzarse a la altura de mi corazón, así que solo cerré los ojos, esperando el dolor que acabaría con mi vida, pero fue todo lo contrario. Los volví a abrir cuando sentí sus afiladas uñas deslizarse suavemente en mi pecho, bajando con lentitud por mi abdomen. Este empezó a brillar con símbolos y círculos que desconozco, siguiendo la misma senda que él. Desde mi corazón hasta mi ombligo, esas formas se iluminaron hasta que él quitó su toque. Todavía estaba sorprendida, con mi pecho subiendo y bajando debido a la agitación, intentando comprender qué había sido todo eso. Varios aullidos resonaron a la distancia, poniendo al lobo sobre mí, tenso con toda esa bruma agitada. Golpeó el suelo con fuerza con una de sus patas, gruñendo de forma obstinada, hasta que sus ojos se encontraron nuevamente con los míos. Retrocedí en un intento inútil de huir; tal vez me dejaría con vida por haberlo salvado… —¡Ahhhh!— grité cuando el dolor desgarrador se ext
CRYSTAL Me acomodo el cabello para que no se vea tan desaliñado después de las miserables horas que pasé el resto de la madrugada. Unos ojos celestes con grandes ojeras me regresan la mirada cansada, sin poder dormir después de casi caer desmayada por el dolor de su traición. Esa pequeña voz de mi conciencia me dice que de pronto no me reconoció, pero es el maldito príncipe, claro que lo hizo. Suelto un suspiro tembloroso, secando las lágrimas de tristeza y rabia. ¿Por qué todo lo malo tiene que pasarme a mí? ¿Por qué no soy suficiente para nadie? ¿Por qué? Dejo mis pensamientos atrás para salir de mi pequeña seguridad y pararme en la puerta justo a tiempo. Los tacones esta vez suenan apresurados, lo que me indica que será un largo día. —Si ayer no quise errores, hoy mucho menos. Esta celebración es importante porque da la bienvenida a los dos grandes Alfas; la Reina no quiere errores, así que cuidado. La mañana pasó agitada, yendo y viniendo de un lugar a otro, llevando las
CRYSTAL Observo el camino por el que voy, dejando atrás los grandes árboles de verde intenso. Mis ojos se mantienen enfocados en el suave movimiento de sus copas, cuando la brisa las acaricia. Mi mente está en blanco; me siento vacía de cualquier emoción. Es como si hubiesen apagado todo en mí. Solo soy una cáscara rota a la que todos rechazan y desechan, sin nada de valor. Mi cuerpo permanece entumecido por las largas horas de viaje en esta carretera, donde todo lo que he recibido es un poco de agua y un pedazo de pan viejo. Me abrazo a mí misma, y no porque sienta frío, sino por buscar un consuelo que no siento. Alzo la mirada hacia algo más allá de nosotros, moviéndose entre el límite del bosque. Un lobo se mueve con sigilo entre los árboles; sus ojos brillan entre las sombras y su pelaje marrón le da un perfecto camuflaje a la vista.No se acerca, es como si solo se estuviera asegurando de algo. Los hombres que hablan de cualquier cosa no parecen percatarse de él, pero yo s
CRYSTALEstaba satisfecho con mi respuesta; podía verlo en su sonrisa retorcida, con aquel brillo juguetón en su mirada.—Ven aquí —ordenó, señalando el lugar donde estaba hace unos segundos.Me solté del marco, respirando por la boca, antes de avanzar con pasos temblorosos hasta quedar frente a él.Tomó mi brazo, sacando la venda para ver su mordida. Su pecho vibró ante la risa ronca que brotó de él, seguramente admirando lo que me hizo.—Te ayudaré con eso, ya no la necesitas; ahora estás en mis manos.—¿Q… qué quieres decir?—Solo fue una marca temporal para saber dónde y cómo encontrarte.¿Qué? Todas mis preguntas se bloquearon al ver que cortaba su muñeca con una de sus garras; la sangre roja pronto brotó de la herida, goteando hasta la tierra.—Bebe.Abrí los ojos, negando con la cabeza e intentando alejarme de él, pero fue más rápido. Me tomó con fuerza de la nuca, inclinando mi cabeza, haciendo mucha presión hasta el punto en que solté un pequeño grito de dolor.—Abre la boca
CRYSTAL Alzo la mirada al ver la manada de luna oscura, un lugar frío y solitario, con tierra infértil donde todo lo que crece son árboles densos y nada frondosos. Las calles de piedra serpentean entre las muchas casas donde las personas se asoman para ver la llegada de la nueva intrusa. De hecho, no pensé que la manada de este miserable fuera así de grande, con aires de riqueza. Más allá, veo el imponente castillo, el lugar al que nos dirigimos, el que será mi hogar y mi prisión hasta que la Diosa quiera. Durante todo el camino hacia aquí, no hubo palabras; no las había tampoco. Sabía cuál era mi posición delante de él, o tal vez no. Mientras me pierdo un poco en mis pensamientos, puedo ver la enorme reja que cierra el castillo. En las columnas de la entrada y las de adentro, estatuas algo perturbadoras parecen observarte. Una vez que cruzamos hacia el patio interno, siento que ya no hay salida, que ya no saldré de sus garras, aunque eso es algo que sabía muy bien desde un inic
CRYSTAL Miro el vestido en el pequeño espejo del baño; es bonito, aunque algo descubierto. La tela es simple y suave, se ajusta bien a mi cintura, cayendo en una falda lisa. Recogí mi cabello rojo con una cinta negra, dejando al descubierto la mancha de mi cuello, que poco a poco se va borrando. Es el último recuerdo de que alguna vez estuve emparejada y de un pasado que espero olvidar. Salí del baño para ver a la mujer parada en la puerta, esperándome. Su mirada recorre mi cuerpo con una señal de aprobación antes de darse la vuelta y salir. Vamos, Crystal, puedes hacer esto. No demuestres lo débil que eres; no permitas que él vea cuánto te afecta. Di los primeros pasos fuera de la habitación, mirando el pasillo que está iluminado por la suave luz que entra por los ventanales más allá de estas puertas. A un lado, la mujer espera paciente por mí a pesar de que estoy lista. —Primero que nada, las reglas principales de dónde estás justo ahora— señala la puerta a su espalda, la qu
CRYSTAL Retrocedí al verlo avanzar, mis puños apretándose a mis lados mientras entraba en una negación total a lo que decía. Cerré mis ojos por unos segundos para tratar de calmar la agitación en mi interior, ese poder que llevo dentro y que se remueve con fuerza, respondiendo ante la amenaza y no sé cómo pararlo. —Eres tú quien no merece vivir, por tu culpa lo perdí todo, ¡TODO! Clavé las garras en mi pecho en un intento desesperado de calmar el dolor y el ardor, de calmar aquello que ruge con fuerza para dejarlo salir. Abrí mis ojos apenas en una pequeña rendija para ver el mármol bajo mis pies cristalizarse, lo mismo que había pasado en ese bosque. —No —solté apenas en un susurro, intentando calmar incluso los temblores de mi cuerpo. —Por suerte para mí, eres débil, posiblemente la más débil de todas: la Omega rechazada y abandonada, la Omega vendida que lo perdió todo en un día, la Omega sin valor que no es capaz de protegerse a sí misma porque solo es una cobarde. —¡BASTA