El amanecer trajo consigo un nuevo desafío. Agatha despertó con la sensación de que algo estaba cambiando en el aire, un presentimiento que no lograba definir. Giró su rostro hacia Samer, quien ya estaba levantado, observando por la ventana con una taza de café en la mano. Su postura era rígida, su mirada fija en el horizonte.—¿No pudiste dormir? —preguntó Agatha, aún somnolienta, pero alerta a la tensión que irradiaba de él.Samer no respondió de inmediato. Parecía perdido en sus pensamientos, sopesando algo que solo él entendía. Finalmente, dejó la taza sobre la mesa cercana y se volvió hacia ella.—Hay algo que necesito hacer. Algo que debí haber manejado hace mucho tiempo.Agatha frunció el ceño y se sentó en la cama, ajustando la sábana a su alrededor.—¿Tiene que ver con Rashid?Samer asintió, su expresión seria.—No puedo permitir que siga interfiriendo en mi vida. No solo por mí, sino también por ti. Es hora de ponerle fin a esto, pero necesito tiempo para planificar.Agatha
La mañana siguiente llegó con la misma intensidad que las decisiones que Samer y Agatha debían enfrentar. Mientras él revisaba documentos en su estudio, Agatha aprovechó para ponerse en contacto con alguien que creía podría ayudarlos. No le había contado a Samer sobre sus planes, ya que quería tener algo concreto antes de involucrarlo.Marcó un número en su teléfono, uno que no había utilizado en mucho tiempo.—¿Laila? Soy Agatha. Necesito hablar contigo.Del otro lado de la línea, una voz femenina respondió con sorpresa, pero también con calidez.—Agatha, ha pasado tiempo. ¿Qué sucede?Agatha respiró hondo antes de explicar.—Es complicado, pero necesito información sobre Rashid. Sé que tú solías moverte en sus círculos y pensé que podrías ayudarme.Hubo un breve silencio antes de que Laila hablara de nuevo.—No es un hombre con el que uno quiera meterse, pero por ti, haré lo que pueda. Dime cuándo y dónde podemos hablar en persona.Agatha agradeció la respuesta y acordaron encontrar
La decisión de trabajar juntos trajo consigo una nueva dinámica para Samer y Agatha. Si bien había cierto alivio en saber que no ocultaban nada, también existía una presión creciente. Rashid no era un hombre que dejara cabos sueltos, y ambos eran conscientes de que cada paso debía ser meticuloso.La mañana comenzó con un desayuno rápido y un mar de documentos sobre la mesa del estudio. Samer repasaba las notas que Karim había entregado mientras Agatha, decidida a no quedarse atrás, organizaba la información sobre Omar, el contacto que Laila había mencionado.—Aquí hay algo —dijo Agatha, señalando una dirección en un viejo archivo que había conseguido de Laila—. Parece que Omar trabaja en un taller mecánico en la periferia de la ciudad.Samer levantó la mirada, evaluando la información.—Si esto es cierto, podemos acercarnos a él. Pero debemos ser cuidadosos. Si alguien como Rashid sabe que estamos investigando, podría adelantarse.Agatha asintió, sintiendo el peso de la advertencia en
El amanecer se filtraba tímidamente por las ventanas, bañando la habitación en tonos dorados. Samer estaba sentado frente a la mesa, con los documentos de Omar desplegados a su alrededor. Había pasado la noche revisando cada hoja, memorizando detalles cruciales, mientras Agatha dormía en el sofá cercano, agotada pero con una expresión tranquila.Cuando Agatha abrió los ojos, lo encontró inmerso en su análisis. Se incorporó lentamente, pasando una mano por su cabello desordenado.—¿No has dormido nada? —preguntó con preocupación.Samer levantó la vista y le dedicó una sonrisa cansada.—No podía. Hay demasiado en juego como para descansar.Agatha caminó hacia él y le puso una mano en el hombro.—No puedes enfrentarte a esto agotado. Si caes, todo lo que estamos haciendo será inútil.—Tienes razón —admitió él, inclinándose hacia atrás en la silla—. Pero cada minuto cuenta. Entre más rápido actuemos, menos tiempo tendrá Rashid para reaccionar.Agatha suspiró y se sentó junto a él.—Entonc
La noche había caído, pero el bullicio en el puerto estaba lejos de detenerse. Desde un edificio abandonado con vista directa al muelle, Karim vigilaba cada movimiento con unos prismáticos. Su equipo había sembrado la semilla de la confusión, filtrando información falsa que sugería una redada inminente por parte de las autoridades. Ahora, los hombres de Rashid corrían de un lado a otro, revisando contenedores y reforzando sus posiciones, tal como lo habían planeado.Samer y Agatha permanecían en contacto constante con Karim a través de una línea segura. Desde su refugio, podían escuchar la tensión en la voz de su amigo mientras describía el caos que había desatado.—Es cuestión de tiempo antes de que Rashid llegue al puerto en persona —dijo Karim, con una mezcla de satisfacción y precaución—. Tenemos que estar listos para movernos cuando eso suceda.Samer asintió, aunque Karim no podía verlo.—Mantente alerta. Si ves algo sospechoso, retrocede de inmediato. No podemos arriesgarnos a q
La mañana siguiente trajo consigo una sensación de urgencia. El grupo sabía que las horas siguientes serían decisivas para mantenerse un paso adelante de Rashid. Samer, Agatha y Karim comenzaron a trazar un plan detallado para mantener la atención del criminal enfocada en sus propias operaciones mientras el periodista trabajaba en la publicación de las pruebas.—Necesitamos distraerlo por completo —dijo Karim, inclinándose sobre el mapa del puerto que había extendido en la mesa—. Si siente que lo están acorralando, concentrará todos sus recursos en defenderse.Samer asintió, su mirada analizando cada detalle.—Tenemos que ser inteligentes. Crear ruido sin exponernos demasiado. Si sospecha que somos nosotros, todo estará perdido.Agatha permanecía en silencio, sus ojos moviéndose entre el mapa y las notas que había recopilado en su computadora. Finalmente, alzó la vista y habló:—Podríamos enviar un mensaje falso a sus contactos más importantes. Hacer que crean que Rashid los está trai
El amanecer bañó la ciudad con una luz tenue que parecía anunciar un día cargado de incertidumbre. El plan estaba en marcha, pero la tensión crecía a medida que el grupo esperaba la reacción de Rashid.En el refugio, Samer repasaba una y otra vez el mapa y las anotaciones. Agatha, sentada junto a él, intentaba distraerse revisando los mensajes interceptados durante la noche. Karim, al otro lado de la línea segura, reportaba los movimientos en el puerto con precisión milimétrica.—Rashid ha enviado a dos de sus hombres a reunirse con un contacto fuera de la ciudad —informó Karim—. Parece que está buscando ayuda externa.Samer frunció el ceño.—Eso no es bueno. Si logra reforzar su red, nuestras pruebas podrían perder peso.Agatha se inclinó hacia la pantalla, analizando los datos.—¿Podemos interceptarlos antes de que lleguen al contacto?Karim permaneció en silencio por un momento, calculando las posibilidades.—Podría ser arriesgado. Si fallamos, Rashid sabrá que lo estamos siguiendo
El amanecer en el puerto trajo consigo un aire cargado de tensión. Las noticias sobre las filtraciones no solo habían encendido las alarmas en la red de Rashid, sino que también comenzaban a generar eco en sectores inesperados. Los rumores de traiciones internas y el temor a una investigación gubernamental comenzaban a erosionar la confianza de sus hombres.Samer y Agatha se habían trasladado a un refugio secundario. El riesgo de ser descubiertos era alto, y mantenerse un paso adelante de Rashid requería movimientos estratégicos y constantes.—Karim, ¿alguna novedad en el puerto? —preguntó Samer, ajustándose el auricular.—La tensión es palpable. Rashid está reuniendo a sus hombres principales en una reunión urgente. No parece confiar ni siquiera en su propia sombra.Agatha, que revisaba las cámaras de vigilancia instaladas por Karim, frunció el ceño.—Si va a tomar decisiones importantes, necesitamos estar al tanto. Karim, ¿podemos infiltrar algún dispositivo de escucha en ese lugar?