El ambiente en el café se había transformado. La tensión que había flotado en el aire desde que Samer comenzó a hablar sobre su pasado ahora se había asentado como una niebla densa entre ellos. Agatha sentía que la conversación había cambiado la dinámica entre ellos, de manera irrevocable. Había llegado un punto donde ya no existían medias verdades. La verdad estaba ahí, en la mesa, y ahora debía decidir qué hacer con ella.Samer parecía más relajado ahora que había hablado de su oscuro pasado, pero aún mantenía esa aura de vulnerabilidad que Agatha no había notado antes. Esa fachada de hombre seguro, imparable y calculador se había desmoronado con sus palabras. Y aunque la información que había compartido era grave, había algo en su mirada que le decía a Agatha que, en el fondo, Samer deseaba algo más que una simple absolución. Quería comprender, ser comprendido, y, sobre todo, encontrar una forma de liberarse del peso de sus errores pasados.Agatha no sabía cómo reaccionar exactamen
El sol ya se había puesto, y el cielo se encontraba teñido de tonos naranjas y rojos. El día había llegado a su fin, pero Agatha aún no podía apartar de su mente la conversación que había tenido con Samer. Había algo liberador en haber conocido su historia, en haber escuchado las palabras que nunca pensó que diría. Y, sin embargo, a pesar de esa sensación de cercanía, algo seguía atormentándola. ¿Qué hacer ahora?Se encontraba sentada frente a la ventana de su apartamento, mirando la ciudad iluminada por las luces titilantes de los edificios. La calma de la noche no lograba calmar el torbellino de pensamientos que la embargaban. Había aceptado su vulnerabilidad, había aceptado que lo que estaba viviendo con Samer no era algo simple. Estaba claro que la relación entre ellos no sería fácil, pero a la vez, no podía evitar sentirse arrastrada hacia él, como si todo lo que había pasado hasta ese momento tuviera un propósito.Sin embargo, había una gran diferencia entre desear que las cosas
El reloj marcaba ya las diez de la noche, y el apartamento de Agatha estaba en un silencio inquietante. Había decidido tomar el control de su vida, de su relación con Samer, y ahora solo quedaba dar el siguiente paso. El teléfono aún estaba en su mano, las palabras de su hermana resonando en su mente: "Lo que importa es el presente y cómo enfrentan juntos el futuro". Agatha había hecho su elección, pero el miedo a lo desconocido aún la mantenía en vilo.Había pasado la última hora dando vueltas en su apartamento, dudando si sería el momento adecuado para hablar con Samer, si realmente estaba lista para afrontar la conversación que debía tener. Finalmente, sin pensarlo más, marcó el número. No iba a esperar más. Esta era su oportunidad para ser sincera consigo misma y con él.El teléfono sonó varias veces antes de que la voz grave y tranquila de Samer contestara.—¿Agatha? —Su voz, siempre tan segura, la hizo sentirse vulnerable, pero no retrocedió. Esta vez, sabía que debía ser direct
La tormenta que había azotado la ciudad durante las últimas horas había amainado, pero el aire aún se sentía pesado, como si la atmósfera misma estuviera esperando a que algo más ocurriera. Agatha miraba por la ventana del departamento de Samer, sus pensamientos tan dispersos como las gotas de lluvia que seguían deslizándose por el cristal. La luz de la ciudad brillaba débilmente a través de la cortina, y la luna parecía apenas asomar entre las nubes.La charla que había tenido con Samer seguía resonando en su mente. Las palabras que él había dicho, y aquellas que había guardado, pesaban sobre sus hombros como una carga. Sabía que no podía seguir adelante sin entender completamente lo que estaba sucediendo entre ellos. La relación que parecía tan clara en sus inicios ahora estaba llena de grietas, de inseguridades, y, sobre todo, de dudas. ¿Realmente Samer la veía de la misma manera que ella lo veía a él?La realidad era que Agatha había estado tan atrapada en sus propios sentimientos
El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos cálidos que contrastaban con la tensión palpable en el aire. Agatha estaba sentada frente a Samer, con los brazos cruzados, mirando sus manos mientras jugaba con el borde de su camisa. La conversación de la tarde había dejado un vacío incómodo entre ambos, como si algo esencial estuviera por decirse, pero ninguno de los dos se atrevía a dar el primer paso.—Agatha, no entiendo por qué sigues resistiéndote a lo que sentimos —dijo Samer, su voz seria pero suave, sin perder la calma que tanto lo caracterizaba.Ella levantó la mirada, encontrándose con los ojos intensos de él, pero apartó la vista rápidamente, como si esa mirada pudiese desarmarla. En su interior, una guerra silenciosa se libraba. Por un lado, sus sentimientos por Samer eran profundos, pero por otro, el miedo a las consecuencias de entregarse a esa relación la mantenía a la defensiva.—No se trata de lo que siento, Samer —respondió, tratando de mantener su voz firme, a
La mañana llegó con una ligera brisa que movía las cortinas del apartamento, dejando entrar la luz suave del sol. Agatha despertó con una sensación extraña, como si la conversación de la noche anterior hubiera sido un sueño que aún no había terminado. Durante los últimos días, su mente había estado dando vueltas, debatiéndose entre el miedo y la necesidad de dejarse llevar.Miró el reloj en su mesita de noche, sorprendiéndose de que ya era tarde. Samer había pasado la noche en su departamento, como habían acordado, pero ahora no estaba a su lado. Se incorporó lentamente, deslizándose fuera de la cama. Aunque la distancia entre ella y Samer había disminuido la noche anterior, hoy parecía que todo aún estaba por decidirse.Se acercó a la ventana, observando la ciudad despertar. El sol acariciaba los edificios, y la gente comenzaba a caminar por las calles, cada uno en su propio viaje. En algún momento, Agatha se dio cuenta de que también debía comenzar a caminar en el suyo, sin miedo a
El día comenzó sin prisas. Después del intercambio de palabras de la mañana, Agatha no podía evitar sentirse distinta. Había algo nuevo en su interior, una sensación de calma que no había tenido en mucho tiempo. A pesar de las dudas que aún rondaban en su mente, la decisión que había tomado la noche anterior parecía empezar a asentarse. Samer y ella habían dado un paso hacia adelante, juntos, pero el camino no sería fácil. No lo había sido nunca.Esa mañana, mientras se preparaba para salir, la incertidumbre aún la invadía. La ciudad seguía siendo tan inmensa y bulliciosa como siempre, pero algo en su interior había cambiado. Mientras se miraba en el espejo, ajustándose el cabello, se dio cuenta de que el futuro, aunque incierto, tenía algo que ofrecerle. Decidió que no se aferraría a los miedos. Hoy, iba a ser diferente.El sonido de su teléfono la sacó de sus pensamientos. Era un mensaje de Samer."Nos vemos esta noche, ¿te parece? Hay algo que quiero hablar contigo."Sus ojos se en
El día siguiente llegó rápido, y con él, la realidad de lo que Samer y Agatha habían hablado la noche anterior. A medida que se levantaba, Agatha no podía evitar pensar en la decisión que había tomado, esa decisión que había dado un paso adelante, sin saber exactamente qué implicaba. Pero, en su corazón, algo había cambiado. El peso de la incertidumbre que había estado arrastrando por tanto tiempo comenzaba a desvanecerse. De alguna forma, estar dispuesta a aceptar lo que estaba por venir con Samer la hacía sentir más libre.Esa mañana, mientras desayunaba sola en su apartamento, se permitió hacer una pausa, observar su reflejo en la ventana y recordar lo que le había dicho Samer la noche anterior: “Lo que venga, lo enfrentaremos juntos”. Las palabras resonaron en su mente, una promesa, una esperanza que tal vez, solo tal vez, podían lograr. A pesar de todo lo que había sucedido, de los miedos y las inseguridades, allí estaba, con la firme convicción de que tenía que dar un paso hacia