El sol comenzaba a esconderse tras las montañas, pintando el cielo de tonos anaranjados y morados, mientras Samer observaba el horizonte desde la ventana de la casa segura en la que se encontraban. Había algo en el aire esa tarde, una presión que no podía identificar del todo, pero que lo hacía sentir más incómodo de lo habitual. Agatha, sentada en el sillón junto a él, no hacía más que mirar su teléfono, pero ambos sabían que había algo que no se podía evitar más tiempo.—Samer, ¿has pensado en lo que vamos a hacer ahora? —preguntó Agatha, sin apartar la vista de la pantalla, pero con un tono de voz que delataba su preocupación.Él suspiró profundamente y se volvió hacia ella. Los últimos días habían sido una montaña rusa de emociones: la traición, las constantes huidas, los enemigos cada vez más cercanos… todo se estaba tornando en una serie de decisiones imposibles. No había espacio para la indecisión.—Lo he pensado mucho —respondió con voz grave, cruzando los brazos—. Pero no ten
La lluvia golpeaba con fuerza el techo metálico del refugio, creando un sonido ensordecedor que hacía difícil oír cualquier otra cosa. Agatha se encontraba sentada en una mesa, rodeada de papeles dispersos y varios dispositivos electrónicos. A pesar de la penumbra del lugar, su mente seguía trabajando a toda velocidad, tratando de entender los detalles de la situación. La pieza final del rompecabezas estaba justo frente a ella, pero aún no podía verlo con claridad.Samer estaba en la esquina opuesta de la habitación, observando las pantallas de seguridad con una mirada concentrada, como si esperara que algo sucediera. La tensión entre ellos era palpable, una tensión que se había ido acumulando durante días de incertidumbre. El infiltrado, la traición interna, los secretos que habían salido a la luz… nada parecía tener sentido. Cada vez que sentían que tenían un control sobre la situación, algo nuevo aparecía, desbaratando todo.—Samer, tenemos que hablar —dijo Agatha, rompiendo el sil
El sonido de los pasos apresurados resonaba en el pasillo vacío, pero Agatha no dejaba que el miedo la dominara. Sabía que el tiempo se agotaba y, aunque la situación era más peligrosa que nunca, no podía permitirse vacilar. Samer, siempre tan calculador, le había dado instrucciones claras: encontrar la salida de ese laberinto de traiciones antes de que fuera demasiado tarde.—Agatha, ¿dónde estás? —la voz de Samer sonó por el auricular de su teléfono, haciendo que el pulso de Agatha se acelerara.—Estoy cerca de la salida, solo unos minutos más. No te preocupes, tengo todo bajo control —respondió, aunque las palabras no reflejaban el nerviosismo que la invadía.De repente, un ruido sordo se escuchó a su izquierda. Agatha se detuvo en seco, su corazón dio un vuelco. El pasillo estaba oscuro, las luces parpadeaban tenuemente como si la propia casa intentara apagarse en un último suspiro. Ella tensó el cuerpo, pero no se dio la vuelta. No podía permitirse mostrar miedo ahora. Todo depen
La tensión en el aire era palpable. El refugio en el que se encontraban Samer y Agatha parecía más una prisión que un lugar seguro. Aunque las paredes les ofrecían una sensación de protección, el constante peso de la incertidumbre los mantenía al borde de sus propios pensamientos. Cada ruido, cada movimiento, cada sombra parecía ser una amenaza latente, y la revelación del traidor, que rondaba como un espectro en sus mentes, se había convertido en el centro de sus preocupaciones.Samer se acercó a la mesa donde los documentos y las pantallas de sus dispositivos parpadeaban, reflejando su cara tensa y cansada. El archivo que habían obtenido parecía llevarlos hacia algo mucho más grande, pero lo que más los inquietaba era la sensación de que alguien dentro de su círculo había traicionado su confianza. La traición no solo era personal, sino que amenazaba todo lo que habían construido hasta el momento.—Agatha, necesitamos saber quién está detrás de esto —dijo Samer, sus ojos clavados en
El aire fresco de la madrugada se filtraba a través de las rendijas de la ventana, trayendo consigo el olor a tierra mojada. Agatha se levantó silenciosamente de la cama, sin despertar a Samer, quien aún dormía profundamente. Miró a su alrededor, el silencio de la casa era un respiro para su mente que aún procesaba todo lo sucedido en las últimas horas. Pero a pesar de la tranquilidad exterior, en su interior se agitaba una tormenta de dudas y sospechas.La información que habían encontrado la noche anterior no era nada simple. El infiltrado que tanto temían había revelado mucho más de lo que imaginaban. Ahora, con la pieza clave en sus manos, la pregunta seguía siendo la misma: ¿quién estaba detrás de todo esto? Agatha no podía dejar de pensar en la magnitud de lo que habían descubierto. Todo indicaba que la traición venía de un lugar cercano, pero ¿quién podía ser?Decidió que ya no podía esperar más. Necesitaba respuestas, y no iba a descansar hasta obtenerlas. Mientras Samer seguí
El sonido de la lluvia golpeando el techo del coche parecía ser lo único que podían oír en ese momento. El viaje hacia lo desconocido había comenzado, y con cada kilómetro que avanzaban, Agatha no podía evitar sentir que algo estaba por suceder, algo que cambiaría el curso de sus vidas para siempre.Samer condujo en silencio, su rostro impasible como siempre, pero Agatha sabía que estaba tan preocupado como ella. Habían estado dando pasos hacia un destino incierto, y aunque confiaban en sus habilidades para salir adelante, la presión seguía creciendo. La información que habían descubierto en las últimas horas era crucial, pero aún faltaba mucho por hacer.—¿Estás bien? —preguntó Agatha, rompiendo el silencio que había dominado el coche durante largo rato.Samer la miró brevemente, sus ojos aún fijos en la carretera, pero su expresión relajada mostraba que no era el momento para dejar que sus emociones se desbordaran. Aun así, Agatha percibió una ligera tensión en su postura, como si e
El sol comenzaba a despuntar en el horizonte, tiñendo de tonos dorados y naranjas las paredes del refugio de Samer. Agatha se encontraba sentada frente a la mesa, observando cómo la luz se filtraba a través de las persianas, creando una atmósfera de calma que contrastaba con la tensión que se había acumulado durante días. El silencio en la habitación era pesado, cargado de expectativas, como si el aire mismo supiera que algo crucial estaba por suceder.Samer, de pie cerca de la ventana, observaba las calles vacías que se extendían más allá de la casa. Su mente no dejaba de dar vueltas al mismo pensamiento: todo podía cambiar en un solo instante. Todo lo que habían sufrido, todo lo que habían luchado, dependía ahora de lo que sucediera a continuación. ¿Serían capaces de finalmente derribar los muros que los separaban de la paz y la felicidad? O, por el contrario, ¿se desmoronaría todo lo que habían construido?—Samer —dijo Agatha, interrumpiendo sus pensamientos mientras se levantaba l
La noche se extendía sobre la ciudad como un manto oscuro, pero la tensión dentro del pequeño apartamento de Agatha era palpable. La luz tenue de la lámpara iluminaba la mesa donde yacían varios documentos dispersos, algunos de ellos confidenciales y otros simplemente incompletos, como si algo se hubiera dejado fuera de lugar. Agatha no podía evitar la sensación de que estaban al borde de algo grande, algo que cambiaría todo.Samer, de pie frente a la ventana, observaba el horizonte. Su mente, siempre calculadora y pragmática, ahora parecía estar ocupada con pensamientos que no quería compartir. Había pasado mucho tiempo desde que enfrentaron la última traición, pero aún sentía las cicatrices que dejaron las palabras no dichas y las promesas rotas.—¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó Agatha sin apartar los ojos de los papeles. Su voz denotaba una mezcla de incertidumbre y desafío. Sabía que cada paso que daban los acercaba a una verdad incómoda, pero la necesidad de saber era más fue