El viento aullaba con fuerza, como si quisiera gritar lo que ellos temían callar. En el borde del acantilado, Agatha observaba el horizonte, sus pensamientos tan turbios como las nubes que cubrían el cielo. A su lado, Samer permanecía en silencio, también atrapado en sus propios recuerdos. Sabían que la calma que había seguido a la tormenta era solo un espejismo. Algo más estaba por venir.—No me gusta este lugar —dijo Agatha sin apartar la mirada del mar embravecido, como si el sonido del agua chocando contra las rocas pudiera devolverle la claridad que tanto necesitaba.Samer, con las manos en los bolsillos, asintió. La tensión que flotaba entre ellos era palpable, y aunque ambos sabían que habían llegado a este punto por una razón, no podían evitar sentirse vulnerables ante lo que estaba por suceder.—Lo sé. Pero tenemos que estar preparados para lo que venga. Lo que está pasando ahora… —Su voz se apagó un momento antes de continuar—. No podemos dejar que nos alcance.Agatha se gir
El silencio de la noche era tan profundo que casi se podía escuchar el latido de sus corazones. Agatha caminaba lentamente junto a Samer, su paso firme, pero su mente aún atrapada en las incertidumbres que los rodeaban. El pasado parecía no querer dejarlos en paz, siempre volviendo en momentos como este, cuando menos lo esperaban. El peso de las decisiones, de lo que había sido y de lo que aún faltaba por descubrir, caía sobre sus hombros.Samer, siempre tan calculador, parecía tener una mirada fija en el horizonte, pero Agatha sabía que no estaba mirando más allá de los límites de la oscuridad que los rodeaba. Estaba preocupado, aunque no lo expresara. La intriga por lo que realmente sucedía en su entorno los tenía a ambos al límite de su resistencia.—¿Sigues pensando que todo esto está relacionado con el infiltrado? —preguntó Agatha, rompiendo el silencio con su voz suave, pero cargada de tensión.Samer la miró de reojo, pero no respondió de inmediato. Sabía que esa pregunta estaba
La noche había caído con una pesadez inusual, envolviendo la ciudad en un manto de oscuridad casi palpable. Agatha se encontraba en la pequeña habitación del refugio, un lugar alejado de la vida cotidiana, donde las paredes parecían susurrar secretos de antiguos temores. El brillo de una lámpara tenue iluminaba el rostro de Samer, que se mantenía de pie frente a ella, con la mirada fija en el horizonte.El aire estaba cargado de tensión, algo que no podían ignorar. La traición había tocado sus puertas, y la sospecha que Agatha había cultivado durante días, semanas, ahora parecía un hecho irrefutable. El infiltrado, aquel que había estado trabajando desde dentro, estaba más cerca de lo que pensaban. La cuestión ahora no era si lo encontrarían, sino cómo enfrentarse a él.—Samer… —dijo Agatha, su voz quebrada por una mezcla de incertidumbre y dolor—. ¿Qué vamos a hacer ahora? Todo esto parece tan… incompleto. Nos falta algo.Samer la miró, su rostro impasible pero sus ojos mostrando una
El sonido del teléfono interrumpió el silencio que había caído en la habitación. Samer, que estaba reclinado en la silla de su oficina, levantó la mirada hacia la pantalla del dispositivo. El número era desconocido, pero algo en su interior le dijo que debía contestar. Sin pensarlo mucho, descolgó el auricular.—¿Sí? —dijo con voz grave, manteniendo una postura alerta.La respuesta al otro lado fue breve, pero cargada de tensión.—Necesitamos hablar. Hay algo que te concierne.Samer frunció el ceño, reconociendo de inmediato el tono de la voz. Era una voz que conocía bien, una voz de alguien que no solía llamar sin tener algo importante que decir.—¿Quién es? —preguntó, su tono ahora más firme.—Eso no importa ahora. Lo que importa es lo que has estado buscando. Tienes una oportunidad, pero depende de ti tomarla. Si sigues por este camino, no habrá vuelta atrás. ¿Lo entiendes?La advertencia dejó a Samer en silencio por un momento. Sabía que no debía confiar fácilmente, pero su instin
El sol comenzaba a esconderse tras las montañas, pintando el cielo de tonos anaranjados y morados, mientras Samer observaba el horizonte desde la ventana de la casa segura en la que se encontraban. Había algo en el aire esa tarde, una presión que no podía identificar del todo, pero que lo hacía sentir más incómodo de lo habitual. Agatha, sentada en el sillón junto a él, no hacía más que mirar su teléfono, pero ambos sabían que había algo que no se podía evitar más tiempo.—Samer, ¿has pensado en lo que vamos a hacer ahora? —preguntó Agatha, sin apartar la vista de la pantalla, pero con un tono de voz que delataba su preocupación.Él suspiró profundamente y se volvió hacia ella. Los últimos días habían sido una montaña rusa de emociones: la traición, las constantes huidas, los enemigos cada vez más cercanos… todo se estaba tornando en una serie de decisiones imposibles. No había espacio para la indecisión.—Lo he pensado mucho —respondió con voz grave, cruzando los brazos—. Pero no ten
La lluvia golpeaba con fuerza el techo metálico del refugio, creando un sonido ensordecedor que hacía difícil oír cualquier otra cosa. Agatha se encontraba sentada en una mesa, rodeada de papeles dispersos y varios dispositivos electrónicos. A pesar de la penumbra del lugar, su mente seguía trabajando a toda velocidad, tratando de entender los detalles de la situación. La pieza final del rompecabezas estaba justo frente a ella, pero aún no podía verlo con claridad.Samer estaba en la esquina opuesta de la habitación, observando las pantallas de seguridad con una mirada concentrada, como si esperara que algo sucediera. La tensión entre ellos era palpable, una tensión que se había ido acumulando durante días de incertidumbre. El infiltrado, la traición interna, los secretos que habían salido a la luz… nada parecía tener sentido. Cada vez que sentían que tenían un control sobre la situación, algo nuevo aparecía, desbaratando todo.—Samer, tenemos que hablar —dijo Agatha, rompiendo el sil
El sonido de los pasos apresurados resonaba en el pasillo vacío, pero Agatha no dejaba que el miedo la dominara. Sabía que el tiempo se agotaba y, aunque la situación era más peligrosa que nunca, no podía permitirse vacilar. Samer, siempre tan calculador, le había dado instrucciones claras: encontrar la salida de ese laberinto de traiciones antes de que fuera demasiado tarde.—Agatha, ¿dónde estás? —la voz de Samer sonó por el auricular de su teléfono, haciendo que el pulso de Agatha se acelerara.—Estoy cerca de la salida, solo unos minutos más. No te preocupes, tengo todo bajo control —respondió, aunque las palabras no reflejaban el nerviosismo que la invadía.De repente, un ruido sordo se escuchó a su izquierda. Agatha se detuvo en seco, su corazón dio un vuelco. El pasillo estaba oscuro, las luces parpadeaban tenuemente como si la propia casa intentara apagarse en un último suspiro. Ella tensó el cuerpo, pero no se dio la vuelta. No podía permitirse mostrar miedo ahora. Todo depen
La tensión en el aire era palpable. El refugio en el que se encontraban Samer y Agatha parecía más una prisión que un lugar seguro. Aunque las paredes les ofrecían una sensación de protección, el constante peso de la incertidumbre los mantenía al borde de sus propios pensamientos. Cada ruido, cada movimiento, cada sombra parecía ser una amenaza latente, y la revelación del traidor, que rondaba como un espectro en sus mentes, se había convertido en el centro de sus preocupaciones.Samer se acercó a la mesa donde los documentos y las pantallas de sus dispositivos parpadeaban, reflejando su cara tensa y cansada. El archivo que habían obtenido parecía llevarlos hacia algo mucho más grande, pero lo que más los inquietaba era la sensación de que alguien dentro de su círculo había traicionado su confianza. La traición no solo era personal, sino que amenazaba todo lo que habían construido hasta el momento.—Agatha, necesitamos saber quién está detrás de esto —dijo Samer, sus ojos clavados en