Samer avanzó con decisión, apuntando su arma directamente hacia el intruso. Su presencia llenó el sótano con una mezcla de furia y control calculado. Agatha, inmóvil, sentía su corazón golpear con fuerza en el pecho, dividida entre el alivio de verlo y el terror que aún la envolvía.—Te di una orden, Agatha —dijo Samer sin apartar la vista del extraño, su tono firme pero cargado de preocupación—. ¿Por qué no te quedaste donde era seguro?—Vi a alguien... No podía ignorarlo —balbuceó, sus palabras entrecortadas por el miedo.El hombre de negro soltó una carcajada seca, sus ojos evaluando a Samer con frialdad.—Así que tú eres el famoso Samer. He oído mucho sobre ti.Samer no respondió, pero su dedo descansó peligrosamente cerca del gatillo.—No tienes idea de lo que acabas de desencadenar al entrar aquí —respondió con voz baja y cortante—. Habla, ¿quién eres y qué buscas?El intruso alzó las manos lentamente, en un gesto burlón de rendición.—Solo quería conocerte, saber si la fama que
La tensión en la casa de Samer era palpable. Después del incidente en el sótano, la seguridad se duplicó. Cada movimiento dentro y fuera del perímetro era monitoreado, y los guardias patrullaban en turnos estrictos. Aun así, Samer sabía que la amenaza no había desaparecido; solo se había escondido más profundamente en las sombras.Khaled se sentó frente a Samer en su despacho, revisando un informe que acababa de recibir. Su expresión era grave.—El intruso no dejó rastros claros —dijo Khaled, dejando el informe sobre el escritorio—. Pero logramos identificar algo.Samer alzó una ceja, esperando que Khaled continuara.—Llevaba un dispositivo que solo usan ciertas redes de mercenarios en Oriente Medio. Este tipo no era un ladrón común; fue contratado.—¿Por quién? —preguntó Samer con voz fría, sus dedos tamborileando sobre el brazo de la silla.—Todavía no lo sabemos, pero el mensaje es claro: quieren que sepas que pueden alcanzarte, sin importar cuán protegido estés.Samer asintió lent
Los días siguientes se sucedieron con una calma engañosa. La seguridad seguía reforzada, y el personal de la casa se mantenía en alerta constante, pero la sensación de que algo más estaba por venir no abandonaba a Samer. Ni a Agatha.La mañana amaneció clara, el sol iluminando los jardines perfectamente cuidados. Agatha decidió salir a caminar para despejar su mente. El aire fresco le ayudaba a calmarse, aunque sabía que la tranquilidad que sentía era solo una ilusión.Mientras cruzaba uno de los senderos, vio a Khaled hablando con dos de los guardias. Cuando él notó su presencia, se disculpó con los hombres y se acercó.—¿Todo bien, señorita Agatha? —preguntó, con un tono amable pero profesional.—Sí, solo necesitaba algo de aire —respondió ella, deteniéndose a su lado—. ¿Hay alguna novedad?Khaled dudó por un momento, pero finalmente negó con la cabeza.—Nada fuera de lo común, pero seguimos atentos.Agatha lo observó por unos segundos, notando el cansancio en su rostro. Todos estab
Samer permanecía inmóvil frente a la pantalla, con los ojos fijos en la imagen de Agatha que había aparecido al final de la transmisión. Aunque su postura transmitía control, su mandíbula apretada y sus puños cerrados revelaban una tormenta interna.—Khaled, quiero saber quiénes son y cómo lograron esta transmisión —ordenó, su tono grave y autoritario.—Ya estamos rastreando la señal, pero parece que utilizaron múltiples proxies. No será fácil, pero lo encontraremos —respondió Khaled con calma, aunque sus ojos también reflejaban tensión.Agatha, que hasta ahora había permanecido en silencio, dio un paso adelante.—¿Qué quieren de ti, Samer? —preguntó, enfrentándolo directamente.Él giró hacia ella, sus ojos oscuros encontrando los de ella con una mezcla de determinación y preocupación.—Quieren dinero, poder o algo que yo no estoy dispuesto a entregar —respondió, su voz baja pero cargada de significado.—Entonces estoy en peligro por estar cerca de ti —concluyó ella, cruzándose de bra
De regreso en la casa, la tensión se sentía en cada rincón. Khaled había desplegado todas las medidas de seguridad posibles, pero Samer sabía que no podían quedarse mucho tiempo en un solo lugar. Los enemigos ya habían demostrado ser astutos y estaban dispuestos a todo para conseguir lo que querían.Agatha, sentada en el sofá del salón, repasaba las fotos y documentos que Samer había traído del almacén. Ver su propia imagen entre los objetivos la hacía sentir vulnerable, pero también encendía una chispa de rabia que no podía ignorar.—No entiendo cómo pudieron obtener estas fotos —dijo, rompiendo el silencio.—Tienen recursos, probablemente alguien nos ha estado vigilando desde hace tiempo —respondió Samer, acercándose con una taza de café en la mano—. Lo importante es que ahora sabemos que su objetivo principal soy yo, y tú eres su forma de presionarme.Agatha dejó los documentos sobre la mesa y lo miró fijamente.—¿Entonces qué hacemos? No podemos seguir esperando a que hagan el pró
El amanecer trajo consigo una calma inquietante. El refugio permanecía en silencio, roto únicamente por el suave zumbido de los equipos electrónicos. Khaled, siempre madrugador, revisaba por última vez los archivos obtenidos, mientras Samer y Agatha intentaban recargar energías tras la intensa noche.Agatha, sin embargo, no lograba conciliar el sueño. Se levantó y caminó hacia la sala de operaciones, donde encontró a Khaled observando las grabaciones.—¿No has dormido? —preguntó, acercándose.Khaled negó con la cabeza, sin apartar la vista de la pantalla.—No hay tiempo para descansar. Descubrí algo importante.Agatha frunció el ceño y se inclinó sobre el respaldo de su silla.—¿Qué encontraste?Khaled pausó el video en un fotograma específico, señalando un pequeño logotipo en el maletín que uno de los hombres había llevado al café.—Ese símbolo pertenece a una empresa de transporte que, en teoría, es legítima. Pero revisando más a fondo, descubrí que es una fachada utilizada por vari
El camión avanzaba por una carretera oscura, sus luces iluminando apenas unos metros por delante. En el refugio, Khaled seguía cada movimiento del rastreador en la pantalla. Samer y Agatha estaban a su lado, con el ambiente tenso y silencioso.—Se detuvo —anunció Khaled, rompiendo el silencio.Agatha se inclinó hacia la pantalla, observando cómo el punto parpadeante se detenía en un lugar aislado, rodeado de zonas boscosas.—¿Qué hay en esa ubicación? —preguntó Samer, con el ceño fruncido.Khaled escribió rápidamente en su teclado, buscando información en sus bases de datos.—Es una vieja fábrica abandonada. Pero no tiene registros recientes de actividad. Es perfecta para algo clandestino.—Es una trampa —afirmó Samer, cruzando los brazos.Agatha lo miró, sorprendida por su tono de certeza.—¿Cómo puedes estar tan seguro?—Porque es exactamente lo que haría si quisiera atraer a alguien como nosotros —respondió, su voz cargada de experiencia—. Ellos saben que estamos siguiéndolos. Esto
El hombre frente a ellos, con su traje impecable y una sonrisa calculadora, irradiaba confianza. Sus ojos analizaban cada movimiento de Samer y Agatha, como si ya supiera exactamente cómo responder a lo que fuera que intentaran.—Lamento que esto haya sido necesario —dijo con una voz tranquila—, pero supuse que no vendrían si los invitaba de manera más convencional.—¿Quién eres realmente? —preguntó Agatha, incapaz de contener su frustración.El hombre inclinó ligeramente la cabeza, como si considerara la pregunta innecesaria.—Mi nombre no importa. Lo que importa es lo que represento.Samer lo observó en silencio, sus ojos como cuchillas. Ya había empezado a juntar las piezas del rompecabezas.—Eres el enlace —dijo finalmente, con un tono de certeza—. Eres quien ha estado moviendo los hilos desde las sombras.El hombre sonrió, como si hubiera esperado ese reconocimiento.—Exactamente. Y debo admitir que ha sido fascinante ver cómo intentan desentrañar mi red. Han llegado más lejos de