—¡¿Lo ves?! ¡Te lo dije! ¡Tú bromita nos ha salido cara! —exclamó Seth, haciéndose oír por encima del barullo que se había formado.
—¿Y cómo narices iba a saber que de verdad iba a pasar algo así? Ni que tuviese yo la culpa —se defendió Yoel. A pesar de eso se le veía un tanto intranquilo.
—¡Pues lo que oyes! ¡Hay cosas con las que no se puede bromear! Mira lo que ha pasado ahora, ¡zape, zape! —pronunció Seth mientras se limpiaba un polvo imaginario de los brazos.
—No te comportes como una mojigata. ¡Deja de hacer eso! —gruñó Yoel propinándole un empujón.
Seth se tambaleó ligeramente, pero siguió con su cántico para alejar la mala suerte, o lo que sea que fuese eso. Dudo mucho que Yoel pensase realmente que aquello había pasado por lo que él había dicho, pero por la forma en las nos miraba, sobre todo a Noah, Thomas y a mí, estaba claro que ya nos estaba enterrando en su imaginación. Por otro lado, Dan, quien ya de por sí era pálido, alcanzó el estatu
Justo en esa transición entre el sueño y la consciencia, pude distinguir las voces de Yoel y Alyssa discutiendo acaloradamente, además de exclamaciones y conversaciones que se interponían las unas a las otras. La cabeza me martilleaba y me sentía atontado, como si hubiese bebido un vaso de aguardiente. Incluso aunque nunca había bebido uno. No obstante, sabía que si abría los ojos solo podría ser peor, por lo que decidí seguir durmiendo tranquilamente. Sentí traqueteos, más voces enojadas y algunos alaridos de dolor. Puede que los míos, aunque no estaba seguro. Comencé a sentirme intranquilo y traté de recordar qué había pasado. Ya no quería seguir durmiendo; aunque no se pudiese llamar sueño a aquello, tampoco podía despertarme del todo. Recordé el calor, que parecía capaz de derretir todos los huesos de mi cuerpo y a todo aquel que se acercase a él. Recordé la luz cegadora que me envolvió, el estallido de algo en mi interior, deformándose, rompiéndose y luego volvi
Un aguacero comenzó a caer durante la noche. Caleb había quedado prácticamente inconsciente después de nuestra conversación, cansado por el esfuerzo y las emociones, por lo que no tuve mucho más que hacer que sentarme junto a la ventana y observar cómo el agua caía violentamente sobre la tierra. Era una imagen salvaje, ver cómo no había nada capaz de frenar su paso, y aun así extrañamente reconfortante. Casi sin pensarlo, abrí ligeramente la ventana, dejando que las gotas mojasen mis pies descalzos. Hacía un frío lo suficientemente intenso como para helar los huesos, pero era justo lo que necesitaba. La habitación parecía estar ardiendo y las más que suficientes velas que había encendido Seth no ayudaban mucho a rebajar la temperatura. Como siempre se había pasado de la raya. —¡Jason! ¿Nos estás escuchando? Me volví al reconocer mi nombre, topándome con los ojos de los chicos sobre mí. En general, la preocupación predominaba en sus miradas, haciendo que me si
Un grito dio inicio a la pelea. Thomas no había estado muy atento de la persona frente a él hasta ese momento, pero los voceríos de Alyssa siempre eran imposibles de ignorar. El choque de madera contra madera comenzó a sonar alrededor de él, distrayéndolo de nuevo, incapaz de ignorar lo que ocurría a unos metros frente a él, tras su propio rival. Dan y Noah estaban teniendo un enfrentamiento más bien poco productivo, ya que ninguno de los dos se atrevía a avanzar mucho. Un paso hacia delante de Dan y Noah daba dos hacia atrás, una ligera inclinación del cuerpo de Noah hacia adelante, y como dos imanes repeliéndose, Dan se inclinaba hacia atrás. Era bastante entretenido de ver, incluso divertido, pensó Thomas, pero por desgracia no pudo observar mucho más. Derek se abalanzó sobre él, probablemente impaciente al ver que él no daba signos de querer empezar con aquello. Esto hizo que Thomas tuviese que reaccionar, le apeteciese o no, puesto que no quería llevarse
Seth estaba teniendo un agradable sueño cuando lo despertaron de mala manera. No podía recordar de qué trataba, pero la sensación de calidez siguió envolviendo su cuerpo incluso despierto. Si ya se hubiese sentido molesto al despertarlo en un día normal, aquella noche precisamente le sentó doblemente mal. Refunfuñó alisándose el cabello con las manos, dispuesto a echarle una buena bronca al idiota que había pensado que era buena idea molestarlo en mitad de la noche, pero al ver los ojos llenos de preocupación de Thomas, supo que algo había pasado. Se incorporó de un bote, con el corazón en un puño y mil ideas agolpándose en su mente en cuestión de segundos. Primero pensó en Noah, en que le había pasado algo. Ese chico siempre andaba metiéndose en problemas desde bien pequeño. Aunque la gente solía pasar por alto sus meteduras de pata gracias a la inocencia que desprendía, los soldados no solían dejarse llevar por esas cosas, mucho menos Alyssa. Luego pensó qu
Un trueno retumbó en la distancia, haciendo que Noah se sobresaltase. Miró hacia el cielo y observó la oscuridad siendo atravesada por ocasionales rayos; no sin esfuerzo consiguió reprimir un escalofrío. De todas las noches en las que podían haber raptado a Caleb, tenía que ocurrir justo en la que parecía que los cielos estaban descargando su furia contra la tierra. Casi parecía una premonición, porque el escenario sin duda se asemejaba a sus propios sentimientos; lúgubre y caótico. Suspiró y se adentró con paso lento hacia el armero, donde sus compañeros ya habían comenzado a elegir sus armas rápida y eficazmente. Dan ya tenía su arco echado al hombro, pero se aseguró de coger varias flechas de repuesto y una pequeña navaja. Thomas cogió una larga espada y la colocó en su cinto. Seth hizo lo mismo, eligiendo en su caso una más delgada. Ronan, por su parte, optó por un recio machete con la hoja ligeramente curva. Yoel había pasado de largo la selección de armas blanc
Cabalgamos con dificultad durante lo que parecieron horas, aunque la posición de la luna no varió mucho. Había insistido en cabalgar en mi propio caballo, pero cuando perdimos de vista al de Dan, me arrepentí enormemente de no haber ido con él. Tenía cierta experiencia galopando, pero aun así estuve a punto de caerme multitud de veces. Si conseguí mantenerme encima del animal, fue más por una cuestión de voluntad que de habilidad. Llovía tan fuerte que ni siquiera podía comunicarme con el resto de los chicos. Abrir aunque fuera un poco la boca equivalía a atragantarse con las gotas de lluvia, así que avanzamos en silencio, seguro de que me estaban siguiendo tan solo por el sonido de las pisadas de los caballos a mis espaldas. Durante varios momentos pensé que no lo lograríamos, que no alcanzaríamos a Dan y Noah, pero gracias a las ramas que habían dejado en el camino, de alguna forma conseguimos no perdernos. Encontramos el caballo de nuestros amigos a resguardo de u
Una densa nube de cenizas lo cubría todo, haciéndome imposible ver nada más allá de mis propias narices. Me cubrí la boca con la manga de mi camisa, ahogando la tos que me sacudía, y con la otra me rasqué los ojos, llorosos por el humo. No sabía de dónde venía, lo único que tenía claro era que estaba en todas partes, envolviéndolo todo. Avancé a tientas sin saber muy bien a dónde, consciente de que tenía que salir de allí; me estaba asfixiando. A lo lejos, distinguí unas voces, e inconscientemente, corrí tras ellas, esperando escapar del humo y las cenizas. No obstante, cuanto más me acercaba a ellas, más pesado se hacía. Las voces dejaron de ser simples voces, para pasar a ser gritos que pedían socorro. No podía entender lo que decían, pero la desesperación en ellas lo hacía obvio. Apreté el paso, hasta convertirse en una carrera y corrí durante lo que me parecieron horas, mientras jadeaba en busca de aire limpio. Atravesé la
Un viento cortante revolvió mi cabello y chocaba incansable contra el grueso chaquetón de mi uniforme. Eché hacia arriba el pliegue del cuello y enterré la barbilla, en un intento por resguardarme del frío. Hacía el mismo tiempo horrible que el día en el que habíamos abandonado nuestra ciudad natal; ahora que volvíamos, el mismo clima pre-invernal nos acompañaba, casi como si nada hubiese cambiado. La realidad, en cambio, era otra muy diferente. Me incliné sobre el caballo y rebusqué a tientas en la alforja. Disimuladamente saqué la botella de aguardiente que había robado de uno de nuestros superiores y eché un trago largo, esperando que calmase el frío. Mi garganta ardió con una sensación a la que aún no estaba del todo acostumbrado y que no podía considerar exactamente como placentera. Pero el líquido cumplió con su cometido. Volví la vista atrás, hacia el pequeño convoy que me seguía de cerca y decidí acelerar el paso. Me había ofrecido como voluntario par